El compa Lenny

Norber Tebes
quiasmo
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5 min readAug 7, 2019

Imaginate lo que es: te levantás con las lagañas de siempre como puente entre la realidad y vos, vas a laburar, tarde como siempre, claro, marcás tarjeta y vas a echar una meada, porque es el único placer que existe en el laburo, antes de prender la máquina y la tortura semanal, y ves a Lenny Kravitz sentado en la máquina de soldar, en tu máquina de soldar. Y pensás que todavía no despertaste, o algo, pero sí despertaste, porque el capataz te caga a pedos delante de todos los muchachos, otra vez, por llegar tarde, hasta el fin de los tiempos. Y te dice, el capataz, digo, “explicale al flaco lo que tiene que hacer” y lo señala a Lenny, y vos le decís, al capataz, con un hilo de voz, un poco porque recién te levantás, y otro poco por la sorpresa de toda la situación, y otro poco porque ya te cagó a pedos y temés que ante tu interpelación (interpelamiento, dijo el Manzana) lo vuelva a hacer, que si sabe quién es el chabón, y apenas lo decís te sentís un imbécil, porque el capataz escucha Cadena 3, y cuando va a la casa mira Canal 3 de Rosario, y así todos los días. Imaginate, qué va a saber quién es Lenny Kravitz. Para confirmar que hiciste una pregunta estúpida, te dice, el capataz, “No, no ¿quién es?” y te hace montoncito con la mano derecha; te hacés el boludo y le preguntás cuántas lonas de camiones hay que soldar, como para salir del paso, a todo esto, Lenny te mira. El capataz te dice que el comisionista sale a las 11 de la mañana con los bultos, que hay que meterle pata, y se va del galpón. Loco ¿no? Lo de Lenny, digo, encontrárselo en el laburo.
Loco, vó só Lenny Kravitz, le dije. Y Lenny me dijo shhhh, shut up, machou, que nadie puede saber dónde estoy. Me explicó que tuvo que salir rajando del país porque no sé qué quilombo tuvo con la justicia y con guita. Ah, a todo esto me lo dijo en inglés, que yo no cazo una. O más o menos. Y mientras le metía pata con las lonas, le expliqué, vos poné acá y acá así, que yo sueldo con el electrodo y coso. No toqués la máquina cuando suelda. Manipulá los paños de lona lejos del electrodo, chabón. Like that, like that, le decía a cada rato, yeah, that’s right. Lenny, soy tu fan, le dije al ratito, lo cual es una mentira relativa. Nunca fui muy fan de Lenny, pero imaginate, chabón, vas a laburar y los encontrás en tu máquina, como compañero de laburo. Te hacés fan al toque. Le iba a preguntar si era verdad que Gina Gershon, que tantas toallitas de mano me hizo humedecer en la adolescencia, fue su compañera de secundaria, pero no se lo pregunté, porque me di cuenta de que no era una pregunta para él, sino una excusa para hablar de Gina Gershon, o volver a pensar en ella. Lenny me miraba y me preguntaba ¿it’s ok?; yeah yeah, man, le contestaba yo y le agregaba el ok con el dedo. Después no hablamos muy mucho, lo que nos permitió ir más rápido con las lonas y aparte como hacés lo mismo desde que entrás hasta que te vas, se aprende rápido. En un momento me animé y le hice la seña para que nos sacáramos una foto, así podía presumirles a los muchachos del barrio. Imaginate, poner la foto en el grupo de whatsapp, con la leyenda “mi compa de laburo, wachos”. Pero Lenny agarró el celular me sacó una foto a mí. ¿it’s ok? Imaginate, no lo voy a contradecir, aunque casi le digo que no, que era para que ambos apareciéramos en la foto. Yeah yeah, man, le dije. Aparezco con cara de pelotudo en la foto. No importaba, en el recreo se lo iba a pedir de nuevo. En eso, justo, cae el capataz y me ve con el celular en la mano y me empezó a cagar a pedos, otra vez. Que mi madre, que mi hermana, que la concha de dios, dio puto, dio porco, dio fao, no sé para qué vienen a boludear, que dio puto y todo eso. Lenny se levantó y le dijo algo, en un inglés que no entendí, y acto seguido, pechó al capataz. Este reculó y yo atiné a poner una mano de stop en el aire entre los dos, que no sirvió de mucho porque ninguno de los dos me miraba, se miraban entre ellos, Lenny lo pecha otra vez, el capataz reculó otra vez y ya se arremangó la camisa que ya estaba un poco arremangada, pero supongo que el arremangamiento tenía un sentido estético, Lenny se acomodó como un boxeador, y el capataz, al ver eso, reculó solito otro poco mientras se seguía arremangando y a esta altura me parecía inevitable, por un lado, la pelea, y otro poco, el jabón del capataz. Pasa que Lenny será retacón pero tiene unos tubos importantes; el capataz tira una ñapi al aire como para amedrentar, supongo yo, porque estaba lejos como para que diera, no ya en Lenny, sino en cualquier otra cosa, a lo que Lenny responde con dos pasitos cortos orquestados, se notaba que estaban orquestados, aunque supongo que también había algo de técnica ahí, porque con esos dos pasitos llegó cerca del capataz y con una ñapi cortita, recta, no en redondel, como hacen los logis, que dio en la pera del capataz, que ya había empezado el recorrido de una ñapi de esas de las redonditas, pero con el movimiento de Lenny, se le desacomodó, por un lado, el cuerpo, y por otro, la piña, que siguió su camino y me dio a mí. En la nariz. Después, claro, ya no vi más nada, porque empecé a llorar, pero escuchaba las puteadas del capataz y la voz de Lenny, como relajada, como incitante, y después ya escuchaba las voces de los muchachos del galpón de atrás y al capataz, que repetía que lo agarraran que lo mataba, cuando me restrego los ojos, lo veo a Lenny yéndose por el galpón, caminando hacia la salida y lo atajó el Ignacio, el patrón, pero Lenny negaba con la cabeza y con la mano, miró por última vez el galpón y se alejó por la oficina, de la que, a su vez venía el Ignacio, el Pedrito, la Claudita, a ver qué había pasado; el capataz se tomaba la cara y la nariz, o las dos cosas, de las que chorreaba sangre, mientras puteaba, pero para sí mismo a esta altura; el alcahuete de Rogelito, lo tenía recostado sobre él, si será tan chupamedias ese Rogelito. A mí, que estaba en el suelo, nadie me vino a preguntar qué me pasaba o cómo me sentía. Cuando llegó el Ignacio, un gringo bueno pero bruto, le pregunté dónde estaba Lenny, qué había pasado con Lenny, y me contestó ¿quién? Di por terminado el asunto, se me aguaron los ojos otra vez y me senté. No podía dejar de pensar en la oportunidad, perdida para siempre, de demostrarles a los muchachos que, al menos por una horita, tuve de compañero a Lenny Kravitz. Fui al baño a mear y a mojarme la cara, y aproveché y saqué el celular, voy a Galería de imágenes y ahí estaba mi foto, con cara de pelotudo, pero la había sacado Lenny Kravitz. Sólo que no puedo demostrárselo a nadie.

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