La guerrera

z666
quiasmo
1 min readDec 10, 2016

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Yo iba de legionario de la XV cohorte; ella de Boadicea muy estilo princesa Leia. Con cautela me adentré en sus tierras, en disciplinada formación testudo, fantaseando con una pacífica romanización. Ella me embistió, con sonrisa de algodón, una espada en cada mano y un cuchillo entre las piernas. Mi arrogancia pidió su cabeza. Para conquistarla levanté puentes y empedré caminos hacia mi alcoba donde, sobre huesos de aceituna, firmamos un tenso armisticio. Para celebrarlo pedí dos copas, caviar y Dom Pérignon; ella salpimentó la cena con polvos mágicos que aseguró haber trocado a cierto druida galo. Con la noche perdimos la razón: ella extravió su armadura, yo renegué de la civilización, entre sábanas de niebla creí verla cabalgar. Mi pilum palpitaba apuntando a su corazón; ella cargó feroz, yo grité a mí la legión. Al amanecer, somnoliento, busqué su cuerpo entre los caídos. Nunca apareció.

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