La veterinaria no abre los domingos

Rubén
quiasmo
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2 min readNov 8, 2018

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Lotso es un oso café, muy clásico, uno de los primeros a los que el dios de la comodidad les haya dado el algodón de la vida. Clara mira la cara del oso de peluche, inexpresiva por el baño de anestesia al que someten a todos sus pacientes y para distraerse mientras extrae el algodón podrido se imagina la cara del que lo haya dejado ahí y lo juzga, siempre que extrae un algodón podrido juzga a los dueños de los peluches, ¿cómo son capaces de dejar que algo cosido por la mano del dios de la comodidad toque el agua?

En el principio solo existía la incomodidad. Hasta que el dios de la comodidad se despertó de una siesta, y viendo el trabajo que había hecho su hermano; un mundo en el que no se podía dormir, creó la cama y las almohadas, los peluches y las cobijas, los muebles, las sillas, los asientos mullidos, las prendas rellenas de plumas.

Al borde del colapso nervioso la clienta mira con desesperación al veterinario que atiende el mostrador. El practicante la mira a los ojos y trata de tranquilizarla, pero sus dos meses de experiencia le han enseñado que es inútil, que cualquier intento por calmar a una cliente que espera en el mostrador es un intento fallido. El ultimo mes a ensayado subiendo el volumen del televisor lentamente, es lo que más le ha dado resultado. Espera a que los ojos de la cliente volteen, le sube un clic de volumen y la sigue mirando, con la seriedad que miran los médicos que no tienen nada para decir.

Clara mira al Oso y se imagina al dios de la comodidad rellenándolo del algodón divino que los hace moverse, dotándolo de las puntadas de la vida. Clara se siente identificada con el dios de la comodidad, que para no pensar en lo que le había hecho a su hermano se puso a corregir su mal creado mundo.

El televisor ya casi está en el máximo de volumen, el practicante en el mostrador no puede ni escuchar sus pensamientos y la clienta que espera ya no sabe si está ansiosa, desesperada o solo molesta por el volumen excesivo de la música suave y relajante en piano que suena en la sala de espera a un volumen nada suave ni relajante.

Clara termina de dar las ultimas puntadas a Lotso, pero en su cabeza la historia de la creación está llegando a su fin y ella sabe lo que pasa cuando su cabeza deja de estar ocupada. Acelera las puntadas e imagina que ella está haciendo lo que el dios de la comodidad al final de la historia de la creación, cosiendo todo lo que había creado para el hombre y después dando una siesta, una siesta de miles de años.

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