Santiago

Norber Tebes
quiasmo
Published in
2 min readOct 30, 2018

Me llega un mail, por segunda vez en un mes, diciendo que tengo que pagar una multa por infracción de tránsito en Santiago de Chile. El tema es que nunca estuve en Chile, o sea, no manejando. Fui de acompañante. Agus había ido a comprar una guitarra acústica y nos invitó, a unos amigos y a mí, pero dormí la mayor parte del viaje, porque no sirvo ni para viajar. Cada vez que me despertaba, había cordillera. Sacaba dos o tres fotos, comprendía que todo eso no podía caber en una foto, hablaba dos o tres boludeces y volvía a dormir. Íbamos de Aristimuño a John Frusciante, todo fifí. También pasamos por Los Natas, creo que ahí me empezaron a gustar, pese a que La Negra me los había recomendado mucho tiempo antes. Me sentí mal por eso y me volví a dormir. Sin embargo, me emocionaba poder estar cerca del océano. Una parte de mí quedó mirando la vidriera de Casa Fender, más precisamente una Eric Clapton Stratocaster Blackie. Otra parte quedó mirando el Pacífico, desde el Faro de Punta Arenas, más precisamente haciendo foco en las coincidencias que todo eso tenía con las piernas y las risas a destajo de Ana Laura, que por ese tiempo la extrañaba muchísimo. Otra parte quedó en la playa de Reñaca, pero esa parte se vino conmigo, porque tampoco era pa’ tanto. De los 50 y pico de chilenos a los que les pedimos referencias para ubicarnos, el 80 % no sabía dónde estaban las rutas principales. Me acuerdo de haber pensado que yo podía ser cualquiera de ese amplio porcentaje. La madrugada en que nos estábamos volviendo, estábamos todos callados y todos teníamos la sensación de estar dando vueltas en círculos; vimos un grupo de chicos en una parada de colectivos y les preguntamos por una ruta que nos llevara a Santiago, y un pibe que tenía a una piba sentada encima, nos señaló que debíamos volver, agitando desganadamente un brazo; la piba dio un respingo sobre el pibe, dijo algo de lo que sólo rescaté el weón, y nos dijo que no le hiciéramos caso al chaboncito, que siguiéramos por donde estábamos yendo.
Nunca nos paró ningún cana ni nada.
Digo yo, ahora estoy pensando en que quizá nos pararon y yo dormía. Copié todo este delirio y contesté el mail con eso. Vamos a ver qué pasa.

--

--