“Toda acción por más pequeña que sea cambia el mundo”
La cita atribuida por internet a varios autores está escrita sobre el interruptor de la luz de la casa de Pedro.
Sentado sobre su cama mira el pantalón que siempre pone sobre la única silla de su pequeño cuarto. Piensa en eso de las pequeñas acciones; en lo que podría pasar si cambia su pantalón de lugar, supone que no sería mucho, pero después de suponer varios lugares dónde podría estar, se imagina que lo deja al lado de su cama, tropieza con él al despertar y empieza el día tirado en el suelo. Después considera ponerlo sobre su computador pero se imagina buscándolo y llamando preocupado a su roomie porque no lo encuentra.
Pedro decide que la mejor forma de comprobar la cita que alguien rayó sobre el interruptor es quedarse un tiempo sin hacer nada y después comprobar los cambios.
Su celular está a punto de descargarse, la ventana está abierta y la de su baño sigue encendida. Pero cambiar cualquiera de estas cosas le quita validez a su experimento, entonces decide, sin moverse, dejar todo como está. Un mensaje de su mamá llega a su celular, Pedro considera mirar, pero no lo hace.
Hola, hijo.
El frío empieza a molestarlo, pero no puede hacer nada al respecto.
Hijo, ¿cómo estás?
Su celular se ilumina y vibra de forma intermitente, la mano de pedro tiembla sobre su rodilla, pero no hace nada. Tocan a su puerta. Nada. Pedro ve que sobre el vaso de Sprite que dejó en la mesa al lado de su computador vuela un mosquito. Pedro imagina métodos para matarlo; al principio son simples, pero la certeza de no poderlo matar hace que se le ocurran cada vez más formas, cada vez menos prácticas de acabar con un mosquito.
Hijo es importante, contestame.
Su roomie vuelve a tocar la puerta, esta vez con dos golpes, lo llama con esa interrogación con la que las personas llaman a las puertas ¿Pedro?
Pedro piensa en acostarse, después de calcular que si solo se deja caer su experimento no tendría cambios, se acuesta como puede, intentando no mover ni su celular, ni el paquete de cigarrillos que está sobre su cama. Mira el techo y cierra los ojos pensando que por primera vez, dirá la verdad cuando le pregunten qué hizo el fin de semana y él responda: Nada.
