Una furtiva lagrima, un solo instante

Alejandro Lemuz
quiasmo
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2 min readJan 20, 2017

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Cuando la noche ya pesa y los vecinos dejan de tener sexo, escucho Una furtiva lagrima, un solo instante de Enrico Caruso. Canta en italiano. No entiendo nada pero suena a lamento, a agonía.

Lo mejor es hacer a un lado todo lo que duela y seguir adelante. No mirar atrás y carpe diem. A veces es difícil. Recordar es un hábito. Un pésimo hábito, por supuesto. La verdad es que yo vivo en el pasado. Lo único que me importa de esta vida está en el pasado. Pero el pasado no existe, no lo podemos tocar. Sólo existe el presente. Y el presente duele porque sólo tenemos el pasado en trozos.

Marta dice que exagero. “Deja de pensar chingaderas y vete a trabajar”. No tengo pensado salir de casa. Perdí mi trabajo. Prefiero quedarme y mirar fotografías de cuando tenía veintidós años. Qué tiempos aquellos. Era inteligente y carismático, además tenía buena salud. Mírenme ahora, arrumbado en una esquina de la casa y convertido en una persona enfermiza y temerosa.

Últimamente la casa huele a humedad. Las paredes se han despintado y siento mucho frío. No tengo ganas de caminar y como poco. Puede que sea el invierno. Es el invierno más largo que me ha tocado vivir. Según el calendario estamos en verano. No lo creo. El sol no calienta. Siento frío.

Marta dice que todo está en mi cabeza. Que soy un cobarde y que está harta de mí. Probablemente un día se irá de casa sin avisar. Buscará algo mejor y no la volveré a ver. No sé por qué, no puedo dejar de escuchar esta canción que no entiendo. Caruso canta en italiano. Y no entiendo el italiano.

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Alejandro Lemuz
quiasmo

Escribo y comparto textos de autores del siglo pasado todos los días.