Línea directa desde Rosario, Argentina

Boris Garafulic
Racional Reads
Published in
8 min readNov 29, 2019

Día 0.

Rosario queda, desde Santiago, más o menos entre Mendoza y Buenos Aires. Si los principios básicos que se enseñan normalmente en un curso tipo Economía 101 se cumplieran, el tiempo que uno tarda en llegar debiera estar entre medio también, pero hay que tomarse un vuelo a Buenos Aires -2 horas- y un taxi a Rosario -3 horas y media-, ya que el tren que hay entre estas dos ciudades se demora como 6 horas, y las conexiones para volar hasta Rosario son absurdamente largas -desde 12 horas en total-.

Rosario, Argentina.

Como el pique en taxi no es precisamente corto, tras pocos minutos, y ver como 5 carteles publicitarios de los peronistas y ninguno del oficialismo, sale el primer tema de conversa con el taxista: Macri y las elecciones. Nos cuenta -a mí y a un nuevo amigo (inducido, podríamos decir) que trabaja en Aguas Andinas- que votará por Macri, que “se ve difícil”, pero no entrega ninguna explicación en el fondo de lo que está pasando, lo que pareciera ser algo en común con todos los argentinos: saben que están en crisis, pero que no cómo llegaron (pese a que debieran), ni cómo van a salir. Lo que sí saben es que no es la primera vez que han estado en una, ni probablemente la última que lo estén.

Rosario es gris, sobre todo viejo, me imagino volviendo al Chile de los 80, de antes que naciera. Ojalá fuera algo que solo pasara en Rosario, pero pareciera ser más la norma que la excepción en Argentina, como una especie de aviso a los visitantes que están entrando a un país que ha crecido económicamente en sólo 11 de los últimos 20 años.

Llegamos al hotel, 5 estrellas, aún que diría que le quedan un poco grandes. Pero es gratis, estamos invitados por la organización, así que supongo que “a caballo regalado…”

Día 1.

Llego a la hora al edificio de la Bolsa de Comercio de Rosario, pese a que el evento parte tarde y se va atrasando a medida que van hablando las distintas personas, sobre todo argentinos. Supongo que si hubieran hablado más chilenos se hubieran mantenido los horarios, pero las voces hubieran sido más planas e ininteligibles para la gran mayoría.

Según el programa presento a las 11.30 am, pero finalmente termino siendo el último en presentar antes del almuerzo, tipo las 1 pm. Si me salió mal la presentación, le echaré la culpa a que los jueces ya estaban chatos y andaban con hambre, aún que quizás alguien me pudiera acusar de que estaría escapando de mis responsabilidades.

Durante el almuerzo presenta Tim Baker, Global Head of Applied Innovation (quite a fancy position, don’t you think?), de Refinitiv, quien tuvo la mala idea de presentar “por primera vez”, según confesó, en español, lo que terminó siendo más como una clase de español de varios profesores espontáneos del público a un alumno responsable que intentaba leer lo mejor posible lo que llevaba escrito. La parte más interesante se la saltó porque “había tomado mucho vino antes”, y ofreció responder preguntas con una copa de vino en el bar que estaba al lado. ¿Puntos menos para el alumno? En su defensa, el vino argentino anda bastante bien. Me produce curiosidad pensar cuántas partes se saltará cuando presente de nuevo en la tarde.

Otro de los de la tarde en hablar fue el infaltable predicador de blockchain, bitcoin y demases. Según él, que el primero fuera “un solución a un problema faltante,” era en el fondo algo bueno. Que tecnologías profundamente innovadoras como internet no fueron comprendidas en su comienzo y ahora tendrían un impacto global (¿cuántas otras ideas incomprendidas habrán muerto también sin que nadie se diera cuenta?). Que bitcoin es el primer activo digital de inversión y que su volatilidad es baja en comparación con muchas monedas, además de ser un medio de pago rápido y de bajo costo. Que lo descentralizado es el futuro, y que, incluso, medios de comunicación tradicionales (y “centralizados”), como el New York Times, ya vienen a la baja… Y ahí ya fue mucho y decidí tratar de pararle un poco la vendida de pomada de cosas absurdas, incluso con números duros en mano: Bitcoin no es ni rápido, ni barato como medio de pago, ni transparente, ni libre (el CEO y fundador del autodenominado mayor sitio para comprar bitcoins está actualmente desaparecido en las islas Seychelles por una acusación del regulador de Estados Unidos), y que el número de suscriptores (digitales y totales) del New York Times está creciendo, no disminuyendo (gracias Google por esta info). Parece eso sí que se lo dije medio agresivo, porque me terminaron prácticamente quitando la palabra y después se me acercó y me acompañó literalmente hasta la salida del lugar hablándome de por qué la anarquía era la mejor estructura para la sociedad y cosas del estilo, pero ya estaba medio cansado como para entrar a discutir de por qué yo no creía también en un sistema anárquico.

Islas Seychelles

Rosario. Día 2.

Nuevamente nublado. Siguen grises las calles hasta la Bolsa de Comercio de ayer. Todo aparentemente igual, salvo que hoy no era en el mismo edificio, por lo que llego un poco transpirado y atrasado, pero igual el evento ya está más retrasado aún. En el caso que llegasen a estar muy aburridas las presentaciones de hoy, y que me fuera mal en la competencia por la que vine, tal vez al menos las famosas bondades de Rosario cambien un poco el panorama.

Van y vienen los comentarios de los argentinos de que están acostumbrados a estar hasta el loly, de que el mercado les pegue y les pegue, ¿cuánto tiempo llevarán diciendo lo mismo? Tal vez se cumpla eso de que a mismas acciones, mismas consecuencias.

El auditorio de hoy es harto más grande que el de ayer; nos discriminan. Pero igual vuelo y alojo estos días gratis invitado por ellos.

Los que sí que sí se deben aburrir son los de habla anglosajona, que quizás que ni le estén traduciendo lo que hablan el 80% de las personas que presentan en español.

Que sí hay traducción para los no hispanohablantes. No hables de más, Boris. Sobre todo cuando en el fondo esperabas que sí hubiera traducción.

Le toca ahora hablar al keynote speaker (presentador más relevante, en palabras chulas), el CEO (gerente general, en palabras chulas también) de MSCI, una de las empresas más grandes del mundo de índices financieros de acciones y bonos (como los que utilizan los fondos en los que invertimos en Racional). Pero, ups, mandó a un reemplazante suyo. Tal vez se enteró de lo cacho que era llegar a Rosario.

Hoy ya sin la preocupación de ayer de tener que presentar más tarde, le pregunto al keynote speaker-replacement cómo cree que debieran ser regulados considerando la gigantesca influencia que tienen en los mercados y fondos de inversión en todo el mundo. Pero responde el argumento fácil -y fome- de que ya están (supuestamente) lo suficientemente bien regulados, sin hacer referencia al impacto y relevancia que tienen sus decisiones y la poca responsabilidad que tienen sobre las consecuencias de éstas. Por ejemplo, si en sus indices globales subieran el peso de las acciones chilenas, éstas subirían de valor tras los muchos millones de dólares que entrarían al país. Pero podrían hacer lo contrario (imaginémonos que Maduro los está chantajeando para que hagan esto ya que quiere desestabilizar el país), y a las empresas chilenas les costaría más financiarse, y los fondos que invierten en ellas tendrían menores retornos. ¿Y quién se hace responsable de esta manipulación? La empresa, MSCI, probablemente no.

John (asumamos que ese es su nombre) siguen presentando y avanzando con sus diapositivas, y muestra que la capitalización de mercado de Latinoamérica se ha reducido en un cuarto en los últimos años. Ouch. No le podemos echar solo la culpa a los tigres y otros animales asiáticos de que los fondos emergentes inviertan principalmente en ellos. Vamos pumas, cóndores y otros, aunque igual nos conviene que los asiáticos pesen más para mejorar la diversificación de nuestras inversiones.

Acabo de cachar que John esta leyendo su presentación. Ayer de Refinitiv también lo hicieron, pero al menos él estaba -tratando de- hablar en español.

Y se llamaba John. John Harrison.

En el panel que hay después con gente de distintas administradoras de fondos latinoamericanas, prácticamente todos hablan de que tienen intenciones de empujar el tema de los ETFs de renta fija, de inversiones sustentables, de disminución de costos, de integración entre los mercados, y de tener como estrategia de creación de fondos partir de la necesidad de los usuarios y no viceversa. Les creeré. Aunque empiezo a pensar y quizás cuánto tiempo lleven hablando de lo mismo, ya que ninguno de estos temas está ni cerca de ser algo muy novedoso a estas alturas.

Finalizando el panel, una de las personas de Argentina interrumpe la conversación para avisar que su selección pasó a la final del mundial de básquetbol. Dale, viejo, que estamos tratando de concentrarnos y hablando de otra cosa, concentráte, che.

Panel fintech: no les cuento nada, ya me aburrí yo, para que hacerte parte a ti también.

Ya después del almuerzo (cargado a la carne, evidentemente), presenta Eduardo Levy Yeyati, economista decano de la facultad de gobierno de una universidad italiana. Muestra resúmenes de estudios que muestran el porcentaje de automatización de las tareas de trabajadores por países, que dicen que la mitad de lo que hace la fuerza laboral de EEUU lo podría hacer un computador. En el caso de Argentina sería superior al 60%. No obstante, lo que pasa en EEUU sugiere que no sería tan así: el país cuenta con varias de las empresas tecnológicas más grandes del mundo, y al mismo tiempo la tasa de desempleo está en su mínimo de los últimos 50 años.

También comenta que la tecnología podría reemplazar, pero también ayudar, a los trabajadores a ser más eficientes. Por ejemplo, desde 1950 lo producido por hora en Estados Unidos ha crecido por sobre el sueldo promedio pagado por hora, lo que podría ser un reflejo de lo segundo, pero también podría ser resultado de un menor poder de negociación de los trabajadores, entre muchas otras alternativas.

A nivel país, argumenta que lo que podrían ganar los trabajadores calificados podría incluso compensar lo que pierdan los menos calificados. Entre países, esto podría significar que, dada las diferencias de composiciones laborales entre latitudes, podría aumentar la desigualdad, dificultando que los emergentes se vayan acercando a los desarrollados. Veremos qué pasa en el tiempo.

Y, al final, con un poco tal vez de sarcasmo, termina yéndose en la volada: en el futuro, gracias a la tecnología, el mundo será como el de Sócrates y Platón, quienes no trabajaban y su desafío últimamente era no volverse locos con tanto tiempo libre.

Ah, y salimos segundos en la competencia de startups.

Espero volver con algo de la plata del premio de vuelta a Santiago.

El autor no garantiza que lo aquí descrito no haya sufrido modificaciones respecto a lo que realmente ocurrió, así como tampoco que lo expresado refleje sus opiniones personales.

--

--