Aborto clandestino: el dolor en primera persona y por qué “tiene que ser legal”

En agosto de 2018 se debatía la despenalización del aborto en Argentina; en junio del mismo año, Vera vivió una de las experiencias más traumáticas que cambió su vida.

Sabraina
Radar UAI
9 min readNov 21, 2019

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Vera y Almendra

Hace un año, en junio, mientras cumplían el turno laboral de un miércoles, Almendra notó a Vera nerviosa, no sabía muy bien que le pasaba y no se atrevía a preguntarle.

Durante el desayuno, antes de abrir el local, Vera largó lo que tanto la angustiaba: “Tengo un atraso de dos semanas”. Almendra no dudó un segundo en ir a comprar una prueba de embarazo y salió del local, en busca de la primera farmacia que se cruzara.

En su cabeza pasaban miles de cosas, pero sobre todo, se acordó de ella 4 años atrás, con 16 años, abortando con la ayuda de su madre; pero Vera no podía contar con su madre, porque el año anterior su hermana mayor, llegó a abortar 3 veces seguidas y su madre, sabiendo del primer aborto, dejó de hablarle.

Mientras Almendra atendía el mostrador, Vera aprovechó la falta de gente en el salón y se hizo el test. Fue a avisarle a Almendra y cerró el local con un cartel de “vuelvo en 15 minutos”, los suficientes para tener el resultado. Positivo.

Silencio, por parte de las dos. No se escuchaban ni los autos que suelen pasar por la esquina; y de repente, Vera vomita. En Argentina, las adolescentes de entre 15 y 19 años ocupan el 16%, de los 700 mil nacimientos por año (UNFPA). ¿Qué haría? ¿Qué haría una chica de 17 años con un bebé? Una chica que no terminó el secundario, que vive una situación familiar que la obliga a tener dos trabajos, con un novio en medio de una relación inestable. ¿Qué haría?

Almendra no hacía más que contenerla, e intentar calmarla. Con una servilleta le limpió la boca y con otra le secó las lágrimas. Almendra no podía perder los estribos, no en ese momento. “Tranquila, tiene solución, yo te voy a ayudar”, le susurró al oído mientras la abrazaba fuertemente.

Agarró el celular de Vera y llamó al mejor amigo, Valentín. Le contó la situación y le pidió que trajera otra prueba de embarazo, Almendra no perdía la esperanza de que fuera un simple error. Vera logró calmarse e intentó terminar el turno que todavía ni había empezado. Almendra no le sacaba la vista de encima, se encargó de que almorzara, e incluso la ayudó con sus tareas.

A las 15hs, Valentín llegó al local y los tres esperaron a cerrar el local para hacer el segundo test. Positivo. Vera volvió a desbordarse, pero Almendra ya no se sentía sola, la presencia de Valentín la calmaba un poco.

Valentin acompañó a Vera a su segundo trabajo, un McDonald’s ubicado en la zona de Recoleta; la abrazó fuerte y le repitió lo mismo que Almendra “Tranquila, tiene solución”.

Almendra volvió sola a su casa, pero en su cabeza los pensamientos de lo que acababa de presenciar la acompañaron todo el trayecto. Hasta que logró salir del shock y ya una vez en su casa, tomó su teléfono y llamó a Sol, una compañera del partido en el que milita.

Le contó la situación, y Sol, sin dudar, le pasó un contacto y le explicó cómo tenían que manejarse. Las cifras de aborto en Argentina son muy discutidas, pero distintos organismos estiman que cada año se interrumpen 450.000 embarazos en forma clandestina (COFA).

Al día siguiente, Almendra se encontró con Vera para ir al hospital a hacerse un análisis de sangre y una ecografía. El análisis de sangre para corroborar si estaba embarazada y, por consiguiente, la ecografía para saber la etapa del embrión/feto/bebé. El feto tenía casi 3 semanas.

“Tiene que ser legal, amiga”, le dijo Almendra a Clara, mientras aspiraba el humo del cigarrillo, para luego soltarlo en un suspiro.

Clara era una amiga de la infancia, difícilmente podía ver a Almendra, pero siempre lograba verla una vez al mes; sabía de la situación pero no participó, ni ayuda a Vera, porque no sabía cómo hacerlo.

Clara no lo decía, pero tenía miedo. Sin conocer a Vera, temía por su vida. Alguno de los riesgos que se puede tener durante un aborto son coágulos de sangre en el útero, sangrado muy abundante o por períodos muy extensos, o reacción alérgica al medicamento (Planned Parenthood); Clara no quería ni pensar a Vera como víctima de esas complicaciones.

Sororidad. Esa palabra que había escuchado tantas veces y la sentía lejana, ese día se convertía en un sentimiento. Y más no podía hacer, pero ella sabía que Almendra si y la admiró más que nunca, por la valentía de ayudar a Vera; porque Almendra, en ese momento, era la sororidad hecha acción.

El término sororidad se refiere a la hermandad entre mujeres con respecto a las cuestiones sociales de género.

Los días pasaron y el lunes siguiente, se despertaron temprano para ir al hospital donde atendieron a Vera y luego de una entrevista con los profesionales, le dirían si podían proporcionarle las pastillas correspondientes.

Pero eso no pasó. No llegaron a atenderlas. La cantidad de mujeres, jóvenes y adolescentes que había en ese hospital, las obligó a tener que ir al día siguiente, una hora más temprano, y lograron ser atendidas.

Pasaron las dos al consultorio, y mientras Almendra tomaba la mano de Vera, miraba toda la oficina y su mirada se fijó en el enorme cuaderno en el que la doctora escribía los datos de su amiga. Una lista llena de nombres de mujeres queriendo abortar, dejando correr riesgo sus vidas, siendo víctimas de la clandestinidad.

El aborto inducido está tipificado como delito en los artículos 85, 86, 87 y 88 del Código Penal Argentino, los cuales establecen distintas penas a quienes participen de una práctica abortiva, voluntaria o no; de todos modos, se exceptúa de la consideración delictiva a los abortos que se realizaran como último recurso a fin de preservar la salud de la mujer.

Si bien en los registros decía que “por complicaciones durante la gestación” tuvieron que practicar un aborto, la doctora le explicó que le daría la pastillas recién en una semana, que tenía que ser paciente, no alterarse y no saltarse las comidas, no podían permitir que su vida corriera riesgos.

Esa semana previa fue infernal. La gerenta del McDonald’s del trabajo de Vera , le habló preocupada al haberse ausentado por 4 días seguidos. “Estoy con un problema…”, decía el mensaje que le mandó a la gerenta y solo bastaron esas palabras para que entendiera y su respuesta fue: “Hacé lo que tengas que hacer, volvé en cuanto puedas”.

Vera se sintió aliviada, no podía creer la cantidad de mujeres que la estaban apoyando en esa situación.

Dejó de sentirse sola, dejó de sentirse culpable, y por su cabeza retumbó la palabra sororidad. Almendra la había ayudado en sobremanera, le pagó los estudios para que los tuviera rápido, le pagó los viajes en remis para que se sintiera cómoda, pero por sobre todo, estuvo presente. Cumpliendo el rol de madre, de hermana, de mejor amiga, cumpliendo la promesa de incondicionalidad.

Los días pasaron cada vez más lentos para Vera, su novio no paraba de agobiarla con el tema, ir al secundario era más que agotador, y por sobre todo, no era capaz de comer, los nervios la superaban.

El fin de semana previo a tener las pastillas, empezó a preparar las cosas que necesitaría. 3 bombachas grandes, un paquete de toallitas intimas y un pares de toallones.

Sucedería en el monoambiente de Almendra, quien tenía que trabajar hasta las 15hs para luego ir directo a su casa y acompañarla. Estarían presentes su novio, el mejor amigo de Almendra y Sol, estos dos últimos listo para socorrerla por si algo saliera mal y llevarla a un hospital en auto.

Eran las 5 de la mañana y ya estaban en el hospital. Luis, el mejor amigo de Almendra, las llevó en su auto para ir y volver lo más rápido posible, el feto ya tenía más de un mes y no podían esperar más tiempo.

Llegaron al monoambiente, en el que ya se encontraban Sol y el novio de Vera. En la habitación solo se entraron Vera y Almendra, el resto esperaron en el living alertas a cualquier cosa que llegase a pasar.

Tenía que tomar 12 pastillas (Mifepristona y Misoprostol), de a tres cada cuatro horas. Primero tomó tres Mifepristona, para frenar el embarazo y se acostó. Empezó a tener fiebre, pero tenían que seguir, ya no había vuelta atrás.

A las 8hs Almendra se tuvo que ir a trabajar. Chequeó que Vera estuviese “bien” y se fue, dejando a los chicos a cargo. Todo ese tiempo Sol estuvo en la habitación con Vera, hasta que volvió Almendra.

Pasaron 4 horas, le dieron Misoprostol. También tres píldoras, pero cortadas, porque la dosis de Diclofenac que tienen no las puede soportar un ser humano. En cuestión de una hora Vera empezó a sentir dolores, el feto se estaba desprendiendo. No paraba de gritar y Sol, solo podía verla y tratar de calmarla, pero los gritos de dolor eran inhumanos.

Mientras en su trabajo, Almendra hablaba con Clara por mensajes y le contó lo nerviosa que estaba y la ansiedad que le generaba el no poder estar con Vera en ese momento, “Tiene que ser legal amiga, tiene que haber una contención por parte del gobierno, no tendría que ser tratado en la clandestinidad. Es necesaria la presencia de médicos, ginecólogos, psicólogos, terapeutas.”, le escribió a Clara.

Tercer tanda de pastillas, Vera se encontraba pálida en la cama, que ya dejaba ver manchas de sangre; las bombachas, las toallitas íntimas y las toallas no habían sido suficiente. Con mucho esfuerzo tomó las otras tres píldoras y cerró los ojos, no veía la hora de que la agonía se acabe.

En el living, el novio pensaba en cómo fue que llegó a esa situación y se arrepiente de haber creído que con eyacular afuera bastaba para que Vera no quedase embarazada.

Un último grito y en un esfuerzo por ir al baño, Sol la ayudó y en cuestión de minutos Vera sintió como se le desprendió todo y caía directo al inodoro.

Silencio. Y un leve sollozo acercándose. La abrumaba la traumática situación que se vio obligada a atravesar, trató de no hacer ruido, de no llamar la atención de los que la acompañan, porque no quería compartir el dolor. El dolor de saber que no tuvo opción, que era lo que tenía que hacer, que no había otra salida más que esa.

Sol entró al baño, con Almendra que recién llegaba y la encontraron rota, completamente vulnerable; y en silencio, la abrazan. Almendra y Sol se miraron, cómplices, y de a poco desvistieron a Vera para meterla en la bañera y limpiarla.

El silencio duró hasta que la llevaron a la cama de nuevo, su novio entró con un caldo para que tomase y volviera a dormir. Todavía faltaban las últimas tres píldoras para terminar el proceso.

Se asomaba el sol, cuando Almendra despertó a una Vera todavía pálida, pero más débil; había sangrado mientras dormía. Se incorporó y tomó las últimas tres pastillas que le quedaban.

Ya el reloj daban las 10 de las noche cuando Luis llevó a Vera y a su novio a su casa, ya todo había pasado. Sol se quedó hablando con Almendra y en cuestión de una hora, Almendra se encontraba sola en su casa.

Fue a su habitación y vió todas las sábanas empapadas en sangre, miró el escenario un rato y de un momento a otro y sin pensarlo, cambió la sábanas y se acostó con el objetivo de dormir.

Había sido un día muy largo y si bien estaba cansada, esa noche no pegó un ojo. “Tiene que ser legal”, se repitió una y otra vez en su cabeza, “Nadie lo hace porque le pinta. Es traumático, te marca, te deja secuelas quieras o no”.

Dos semanas después, Almendra acompañó a Vera a hacerse una ecografía; luego de un aborto, la ecografía es indispensable, para corroborar que no quede ningún resto que pueda terminar en infección.

Las pastillas habían cumplido con su función y en el útero de Vera ya no había nada. Luego de todo lo que habían pasado, ambas sintieron paz. Todo ese momento de incertidumbre había terminado. Todo volvía a la normalidad.

9 de septiembre 2018, pasó un mes del rechazo del senado al proyecto de ley por la despenalización del aborto, pasaron tres meses del aborto que tuvo que hacerse Vera en la clandestinidad.

Pasaron tres meses, cuando le llegó un mensaje a Almendra, es Vera pidiéndole ayuda, está embarazada de nuevo.

*Fuentes: Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), Dirección de Estadística e Información de Salud (DEIS), Planned Parenthood, Código Penal de la Nacional Argentina, Infobae.

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Sabraina
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