Gordofobia y discriminación: las voces que la sociedad no puede callar

Iara Camila Flores
Radar UAI
Published in
9 min readNov 21, 2019

Mónica, Sebastián, Cami y Agus tienen algo en común, ellos fueron o son blanco de este fenómeno que día a día nos demuestra el camino de aprendizaje que nos falta recorrer para reconstruirnos como comunidad.

Seguramente no encontremos una persona en el mundo sin haber presenciado o ser damnificado de al menos un caso de discriminación, ya sea en transportes públicos, en la calle, en instituciones o incluso, en el ámbito familiar.

Las situaciones pueden ser múltiples: la cantidad de niños expulsados o a los que se le dificulta permanecer en una escuela debido a la neuro diversidad, ataques en la vía pública a parejas homosexuales, personas que no pueden conseguir trabajo o son blanco de insultos por ser extranjeros, campañas de marcas mundial mente conocidas que promueven una imagen de lo que para ellos es el ‘ideal de belleza’, entre otros.

“Somos cada vez más diversos y esto como todo tiene su parte buena pero sin duda la mala es la gente que aún no se ha adaptado a la diversidad y es algo que se ve en la calle constantemente” Le comento la Licenciada en Neuropsicología Mónica Valentini a #RadarUai.Es mucho más fácil quedarte en la comodidad de lo que se conoce y de lo que aceptas habitualmente a menos que te toque a vos, pero a veces no te toca.”

Mónica también es mamá de dos niños: Juani y Ana, con ellos desarrolla su mejor versión pero hace unos meses vivió una situación extraña con el menor de sus hijos que la llevo a expresarse en las redes sociales buscando respuestas a una simple pregunta “¿Cómo le explico esto a un nene de 6 años angustiado desde ayer por no poder ir a su amado colegio?”

Juani padece de TEA (Trastornos del espectro autista) y hace dos meses los directivos le impidieron entrar al colegio, ya que su maestra integradora había faltado por una enfermedad.

“Verónica me avisa que se va a tomar tres días por un problema de salud y yo pensé que mi hijo asistiría a clases normalmente como hizo siempre” explica Mónica mientras toma de su taza de té. “Pero a la hora de entrar la directora freno y me dijo –Juani no puede entrar– todo esto en la puerta y una vez que mi hijo ya había ingresado corriendo para formar, las maestras me miraban con vergüenza por la situación, pero tuvieron que ir a buscarlo”

Una vez que estaban volviendo a casa, él le pregunto a su mamá porque lo había sacado de la escuela o porque no se podía quedar.

“Yo no sabía que decirle, asiqué solo le respondí que no estaba su maestra y obviamente el me contesto que ya se había quedado igual sin su maestra.”

Relata Mónica angustiada mientras añade que su hijo volvió llorando.Seis años estudie y no sabía que responder a mi hijo, ni como mamá ni como terapeuta, así que recurrí a Twitter y así fue como se viralizo mi caso

Luego de varias reuniones Juani pudo volver a clases. A pesar de que la directora insistía en que su accionar estuvo bien, en ningún momento cambio de opinión ni se disculpó en su lugar, solo manifestó que no le había gustado la exposición que Mónica como madre le dio a su hijo.

Muchas de estas situaciones dicen bastante del momento que estamos pasando como sociedad, donde la desigualdad es moneda corriente y pareciera que depende del lado que toque verlo.

Ahora bien, esta es solo uno de los muchos temas que integran el gran problema de la discriminación.

El acoso escolar o Bullying es lo más frecuente y hasta “normal” si se quiere en las aulas alrededor del mundo, esto no siempre es detectable ya que no precisamente se trata de una agresión física, esta puede ser verbal y hasta a través de Internet (ciber-bullying), este último es un método utilizado por distintos acosadores para humillar a sus víctimas mediante redes sociales.

Un caso similar fue el de Sebastián Allende un personal militar de 36 años, oriundo de Alta Gracia, Córdoba, quien, durante su infancia, al ingresar a 3er grado precisamente, durante años fue víctima de este tipo de acoso.

El victimario no era más que un compañero que además de ser mayor que ellos en edad, también lo era en contextura física, lo que le permitía usar la fuerza bruta en contra de sus pares mucho más chico que él.

“Una tarde mientras estaba en el recreo, este chico se acercó, me alzo y me tiro dentro del baño de mujeres, al tener un grupo que se prendía en hostigar a los demás, cuando querías salir del baño te agarraban para pegarte y si corrías te ponían la traba”

describe Sebastián, pero esto no es lo único que este chico hacía.

“Cuando llegábamos a la escuela, venia el para sacarte lo que tuvieses a mano, algo que era tuyo, buscando así que uno lo quiera recuperar y darle el pie perfecto para generar la pelea”

Luego de años de acoso constante por parte de este chico y a raíz de una brutal paliza que le dio a uno de los compañeros de Sebastián, fue que el colegio toma cartas en el asunto y junto con la insistencia de los padres del establecimiento decidieron echarlo.

Esta historia ocurrió ya hace varios años, pero, sin embargo, los episodios de bullying se encuentran todavía vigentes en varias instituciones, esto nos da pie para hablar de Camila Sosa, una estudiante de 22 años que relata los caóticos años de primaria y secundaria debido a estos fenómenos.

“La Gordo fobia y el bullying siempre fueron de la mano en esos años conmigo” comenzó Camí, “Siempre fui la nena con la que nadie se quiso juntar por gorda, por tener rulos y un lunar en la cara”

Desde jardín siempre tuvo que soportar las reiteradas y descaradas burlas por el hecho de tener un lunar en su perfil derecho de su cara, además de no tener un cuerpo hegemónico.

“Intente reprimir todos los recuerdos desde el Jardín, pero sin embargo mi mamá me contó situaciones que no fueron para nada lindas. — Enumera mientras juega con una colita de pelo en sus manos — En la primaria fue peor, desde las mismas burlas de siempre tales como -Ay que fea que sos, ¿Qué tenes en la cara una cucaracha?, Sos una gorda horrible- hasta tirones del pelo, empujones y más”

“Matías uno de mis excompañeros siempre que podía me empujaba por la escalera”

se sonríe y continua

“Cuando fue la entrega de diplomas de sexto grado subí al escenario y todos me cantaban -deboratodo- “la razón de esto no era más que un estúpido juego de palabras entre su segundo nombre y haciendo referencia a su físico.

Nunca pudo hablar con ningún profesor, ya que ellos presenciaban todo, pero no hacían nada, esto es lo que se repite en todos los casos.

La falta de empatia y/o atención por parte de los adultos que están presentes en varias de estas escenas es notoria, ya que al decidir apartar la vista, minimizando la violencia o tomándolo como un juego de chicos terminan automáticamente convirtiéndose en cómplices.

Situamos en los años de secundaria donde todo lo que podía ser mejor simplemente fue.

“Aunque ya no había agresión física. Si continuaba la psicológica. Al no ser flaquita como mis compañeras me vivían comparando y hostigando, tratando de -gorda grasosa- “

“Cuando repartí las invitaciones para mis 15, ellos me miraban y se reían de la foto que había en la tarjeta.”

Finalizando su relato sentencia “Hoy por más amor propio que me tenga cada vez que se me viene a la cabeza esas situaciones, sigue haciéndome mal”.

En este punto la discriminación y el bullying se mezclan un poco con lo que hoy se llama gordo-fobia.

El rechazo constante hacia las personas ‘obesas’ sigue creciendo y con esto, aumentan los pretextos que, la mayoría de las veces carecen de coherencia, tal como la denominada ‘Apología a la obesidad’. Pero no todo es negativo, junto con las criticas viene una marea de personas que cada vez se sienten mas orgullosos de mostrar sus curvas.

Agustina, tiene 21 años, llega todos los días a capital desde Munro para trabajar y nos habla de cómo ve la descarada discriminación a las personas con exceso de peso:

“Fui a un cumpleaños en un boliche hace unos meses, estaba bien vestida, tenía un pantalón palazzo, unos zapatos altos, top y una camisa atada en la cintura — Comenzó contando — al momento de llegar a la puerta la seguridad me mira de arriba a abajo y me dice que para entrar tengo que ponerme la camisa, abrocharla y dejarla así hasta que me vaya.”

Era una locura, pero sin embargo ella aceptó porque era el cumpleaños de su amiga más cercana, no quería quedarse afuera.

“Cuando llego a la puerta otra vez los escucho decir — Si dejamos entrar a esta, no viene nadie más — Esta gorda le va a sacar el lugar a tres pibas — Ahí dije basta y me fui”

Lamentablemente para algunas personas situaciones como estas son de lo más comunes, es algo de todos los días y hasta ya lo tienen naturalizado.

Y esto se torna aún peor cuando la discriminación o rechazo vienen de tu vínculo más cercano, LA FAMILIA.

“A los 7 años mi mamá me saco de gimnasia artística porque no tenía el cuerpo de mis compañeritas y la maya no me quedaba igual”

Agus era muy chica y no tomaba dimensión del asunto, ella solo quería seguir compitiendo y pasando las tardes con sus amigas entrenando.

“Tenía segundos premios en gimnasia, competíamos contra otras escuelas y no le importo, solamente me dejo de llevar.” Cuenta un poco dolida.

Luego de sacarla de su actividad favorita, su mamá la llevó al psicólogo durante 10 años y la última sesión pasa algo extraño:

“La psicóloga me miró y me dijo Tu mamá te trajo acá para evitar que tengas problemas de autoestima por tu peso y vos, ninguna de estas sesiones en diez años me dijiste que te sentías mal con tu peso o que tenías conflictos con tu cuerpo

Esto explica la situación en la que se encontraba. Son los demás los que muchas veces atentan contra el amor propio.

“Me gusta mostrar el cuerpo, me encanta usar shorts bien cortos, tops, me gustan mis brazos también, este último tiempo subí bastante de peso, pero más allá de eso jamás me importaron las opiniones de los demás”
Es mucho el proceso personal que uno tiene que llevar a cabo y hay veces que no se vive por completo, pero a ella se la ve un par de pasos adelante y finaliza:

“Es mi cuerpo lo tengo que aceptar… no lo voy a cambiar, O SI, pero va a ser en base a lo que YO decida y el resto no puede opinar”

No hay dudas de que el tema de la discriminación seguirá presente a lo largo de los años, pero es responsabilidad propia él no promoverla y combatir esta de raíz, empezando con mínimos cambios desde casa o incluso tomando la iniciativa de informarse.

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