Odisea de una pyme: malabares, infracciones y lucha para sobrevivir a la crisis

Fernando es dueño de una empresa de zapatos en La Tablada. La historia para enfrentar la recesión y poder ampliar el negocio.

Juan Cruz Ramallo
7 min readNov 21, 2019
Sala de exposición (showroom) ubicada la oficina justa a la entrada de la fábrica. FOTO Juan Cruz Ramallo.

Día tras día cierran sus puertas muchas pymes por la situación económica de Argentina. En el gobierno de Mauricio Macri casi 20.000 empresas no pudieron seguir adelante. Pero hay una pequeña industria que le hace frente a la crisis y sigue adelante corriendo algunos riesgos.

En un pequeño taller en el partido de La Matanza se encuentra la fábrica de zapatos de mujer de Fernando, que no solo se mantiene en pie, sino que paso a paso mejora y agranda su producción.

El progreso se ve reflejado en que su taller actual le queda incómodo por su tamaño y en diciembre se mudará a uno más grande.

Las razones por la cual su fábrica va hacia adelante son: un buen comprador del interior, buenas decisiones en el momento, no especular con el dólar, cuidar al cliente y, un detalle no menor, su estado de monotributista, algo que de alguna manera lo mantiene en infracción, pero -dice- no le queda otra opción.

Desde hace 12 años que Fernando, a quien apodan “Sapo”, tiene esta empresa en la calle Murature entre Cuzco y Cochabamba. Él como empresario vivió dos gobiernos, con Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri.

Según Fernando ninguno de los dos se preocupó en cuidar a las pequeñas y medianas empresas.

Por fuera es un departamento, pero por dentro todo cambia. Una oficina, un showroom y un taller con maquinaria para calzado.

Cajas de zapatos invaden toda la entrada y gran parte de la oficina. Disculpá el quilombo, este taller ya nos queda chico. En diciembre nos mudamos a uno más grande, argumentó Natalia, esposa de Fernando, que también trabaja en la fábrica.

Zona donde los zapatos finalizan su producción. FOTO. Juan Cruz Ramallo

El espacio es de 300 metros cuadrados y ya está quedando pequeño . En la oficina hay un escritorio con varios papeles encima, al costado el showroom donde presentan los modelos que en un futuro venderán.

Al pasar la oficina se encuentra el taller donde se realiza la producción del calzado. Este se encuentra equipado con más de 5 maquinas.

También son 5 los trabajadores, 2 de nacionalidad Argentina, 3 de Paraguay. Un solo trabajador está en blanco anotado como monotributista, los demás todos en negro. Un grán problema en Argentina que se debe cambiar.

No solo trabajan estas 5 personas, también contratan “aparadores”, que son trabajadores indirectos que tienen sus pequeños talleres y no tienen relación de dependencia.

Fernando y Natalia siempre hacen mención a la situación atípica que viven. Las energías de la fábrica siempre son positivas. Según un informe mensual en noviembre del 2019 del monitor de la economía real el calzado y sus partes mostraron una baja menor de producción que las registradas durante el segundo trimestre de este año (-6,6%), la situación en la fábrica de calzado de “Sapo” no llevó bajas sino que es constante y estable.

Los trabajadores, como dijimos anteriormente, no están en blanco, pero esto se debe a que también la fábrica está en negro. La situación de la industria es común en muchas pequeñas y medianas pymes del país, estas prefieren mantenerse en la ilegalidad anotados como monotributistas y enfrentar así grandes riesgos.

“Todo el mundo quiere estar en blanco y tener a sus empleados en la misma situación-aclaró Natalia mientras saludaba a uno de los aparadores que se iba con material para seguir el trabajo en su taller- pero por diferentes motivos preferimos quedarnos en el estado que nos encontramos”.

La causa principal por la cual esta fábrica se encuentra en esta situación es por una cuestión de impuestos. Para el mismo dueño y su esposa la carga impositiva es muy alta y los aportes patronales obligan a ponerlos en la ilegalidad. Él dice que en Argentina muchas de las pymes que se dicen que cerraron sus puertas no lo hicieron, sino que pasaron al monotributo.

El empresario dice que en la zona que está la mayoría se encuentra en negro. Fernando aclara que él ya estuvo anotado como pyme anteriormente pero eso le trajo muchas perdidas.

Si yo hubiese estado anotado como pyme en estos últimos años ya habría dejado 5 familias en la calle, 6 si incluyo la mía, comentó Fernando argumentando su decisión de mantenerse como monotributista.

Al no encontrarse anotado como Pyme Fernando evita varios impuestos los cuales para él son imposibles de pagar y termina siendo uno de los motivos por el cual esta industria crece poco a poco. Otra razón más por la cual ellos siguen mejorando es no especular con el dólar y cuidar a sus clientes”. Prefieren perder ganancias pero seguir trabajando y dando trabajo a la gente.

Un hecho que pasa muy seguido con las empresas es que aumentan sus precios en base a el dólar futuro, esto hace que pierdan clientes que no pueden pagar ese dinero.

“Muchos fabricantes no quieren bajar sus ganancias, no se acomodan a la realidad del país y a la larga terminan perdiendo. Yo aposté a ganar menos pero seguir laburando” comentó Fernando mientras doblaba cajas en su oficina y charlaba con Radar UAI.

Taller visto desde el portón de la entrada donde los compradores se llevan su mercadería. FOTO, Juan Cruz Ramallo.

A estas causas de su progreso positivo se le suma algo vital, que sin estos no podría seguir trabajando. Hablamos de sus compradores. Natalia hace énfasis que tuvieron suerte en tener un comprador muy grande del interior, al cual se le sumaron algunos pequeños del conurbano. El gran comprador es la marca “Pucci”, dentro de las marcas más pequeñas se encuentra “punto y línea” de Morón.

A esta fábrica le compran marcas ya que ellos no tienen una propia, porque al estar en negro no pueden salir como marca con un nombre. Por lo tanto hacen zapatos para otras marcas que venden en todo el país.

El trabajo en este tipo de industrias es por temporada, la cantidad de zapatos que hacen en un día promedio está entre 125 y 160 pares. Aproximadamente 700 por semana al día de hoy. Si comparamos esto con grandes marcas es un muy poco. Nike en su fábrica “Eldorado” llegó a elaborar 22.000 pares de zapatillas por día teniendo 1.300 empleados.

Estos motivos nombrados y las buenas decisiones en el momento hicieron que el espacio del taller ubicado en La Tablada les quede chico y hayan tenido que salir a buscar uno más grande. En medio del “quilombo” y la invasión de cajas de zapatos Natalia y Fernando decían con felicidad que se van a mudar a mediados de diciembre a otro galpón, mucho más grande.

El nuevo taller se encuentra en Ramos Mejía a tan solo 20 cuadras de donde están hace 12 años. El mismo tiene 2 pisos y más de 500 metros cuadrados, casi el doble de tamaño más grande. Esto mejorará en grandes aspectos la comodidad, la producción y el progreso de la pequeña empresa de Fernando y Natalia. En un principio la cantidad de trabajadores será la misma pero para un futuro esperan que si todo mejora puedan contratar más gente.

En el nuevo galpón ya están trabajando para realizar la mudanza. Allí se encuentras sus dos hijas, Agustina y Camila, quienes se dedican a ordenar el nuevo establecimiento. Otros avances ya realizados son los de pintura. La nueva fábrica antes también funcionaba como una industria que producía zapatos.

A diferencia del viejo taller que por fuera parece un simple departamento, este no, y por las medidas y la apariencia esto será un problema. Fernando aclara que es un tema por la AFIP y los sindicatos. “Los sindicatos solo vienen a pedirte plata, no le importan los trabajadores. Te preguntan si los tenes en negro y te piden un monto por mes para que se queden callados”, denunciaba Fernando.

En un recorrido por la fábrica el empresario y dueño de la pyme explica el paso a paso de la elaboración de un zapato. Un proceso lineal que comienza al final de la fábrica y termina en la entrada empacado para salir.

El primer paso es la venta, que comienza en el showroom, luego según lo vendido se compra el material (sintético, flejes, tela, etc.). En la fábrica se corta y pasa a un aparador que lo teje, le pone hebillas, tachas o lo que lleve el zapato y lo trae desarmado. Luego pasa a manos del armador quien pone todo en una horma. A eso le sigue pegarle una base y finalmente pasar a manos del empaquetador.

Trabajadora en la etapa donde se le pega la base al zapato para luego pasar a empaquetarlo. FOTO: Juan Cruz Ramallo.

El crecimiento de esta pequeña empresa es leve pero progresivo. La situación de los últimos años bajo su ganancia. Este año no se está trabajando como el año pasado, un poco bajó su producción, pero así y todo esta pequeña fábrica de zapatos de mujer nada contra corriente, contra una situación crítica en la economía Argentina y así va paso por paso mejorando y agrandando su industria. ¿Podrán Fernando y Natalia blanquear su empresa algún día?

Juan Cruz Ramallo

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Juan Cruz Ramallo

Estudiante de Periodismo en UAI. Socio de Boca Juniors. Juego al rugby en el GEI y vivo en Ituzaingó.