Viandas y ollas populares; una ayuda para un país en crisis.

Yazmin Segovia
2 min readSep 4, 2019

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El país está atravesando circunstancias económicas y sociales particularmente difíciles. El frecuente cierre definitivo de locales comerciales, el aumento de la desocupación y de los niveles de pobreza siembran en muchos la desesperanza y el desencanto.

La crisis social que golpea fundamentalmente a las familias más humildes sumerge en el riesgo nutricional a la población infantil, la más vulnerable. Según se declara en el INDEC la pobreza a aumentado en este último año dando un resultado de un 34,1%.

Si se recorren las calles que circundan la plaza de mayo así como también en varias avenidas de la ciudad y en calles aledañas se puede observar una cantidad considerable de personas en situación de calle.

La inflación que se evidencia en el aumento constante en el precio de los alimentos dificulta su adquisición a la hora de cumplir con la cuatro comidas diarias. El fuerte aumento en las tarifas de los servicios agrega un problema más en la vida cotidiana de los argentinos. Los intentos gubernamentales de paliar la crisis social son con un bono que constituye una “solución” momentánea respecto a los gastos y deudas contraídas ante la suba de boletas de gas, luz, agua y expensas para lo cual muchos ciudadanos debieron contraer créditos para afrontar estos gastos.

La carencia y la desproteccion de estos niño/as generan una conciencia solidaria que se manifiesta en la presencia de numerosos comedores, merenderos, ollas populares y grupos independientes que cubren en parte las necesidades básicas insatisfechas. Son espacios comunitarios donde no sólo asisten los chicos si no también en muchos casos los padres.

Una ayuda importante representa la “Asamblea Popular Plaza Dorrego”, afincada en San Telmo, a cuyo comedor se acercan los domingos entre 250 y 300 personas para comer el guiso que conforma la olla popular que allí se prepara, sin recibir subsidios del estado. Muchas asociaciones como esta asisten a grupos sociales vulnerables en la mayoría de los barrios de capital federal. La fundación Hastinapura reparte un plato de comida y abrigo en el barrio de Monserrat, entre muchas otras fundaciones.

Sin embargo, esta manera de sobreponerse a la crisis con el esfuerzo de la sociedad civil no es suficiente si no transitoria. Los derechos de todos los niños, niñas y adolescentes pueden hacerse realidad si se demuestra la voluntad necesaria de los gobernantes, para poner en práctica sus compromisos bajo un enfoque del desarrollo social y económico que conduzca a reducir la enorme y cada vez más creciente brecha entre ricos y pobres.

En la infancia radica el futuro de nuestra sociedad y aunque éste se presente como incierto, se puede avanzar si existe la voluntad de realización de modificar la realidad que actualmente vivimos.

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Yazmin Segovia

Estudio Periodismo en la UAI. Me gusta leer y escribir sobre diversos temas.