Como una noche cualquiera de 2006

Aldo Plouganou
Recuerdos del futuro
4 min readOct 4, 2023
Plouganou ©

Has escuchado esa exhalación de aire, agitada, ahogada por la nariz tapada que tiene el llanto más silencioso. Ese que viene después de que tu mejor amiga ha dicho todo lo que tenía que decirte sobre el mundo, la persona que te hizo llorar y el futuro. Las lágrimas escurren sobre un canal muy bien trazado del pómulo a los costados de la barbilla, lo intentas, aprietas los ojos para que las lágrimas paren, pero sólo se enciende un poco más el calor y frío en la piel de las mejillas. Has llorado así, has intentado respirar así, pero sólo queda hacerlo por la boca, has sentido que ese hombro, ese brazo, eso que te tiene es lo último que te tiene, la última persona entre el fondo y tú.

No lo vas a olvidar jamás, porque tienes treinta y pocos, tengo tus años, lloré contigo, junto a ti, después de enamorarnos de alguien sin querer, creyendo que porque amaba a Fiona, Annie, Bowie y Sigur Ros, tendríamos todo lo demás que ver. Fumé junto a ti, ligeramente mareado por el sonido de las guitarras distorsionadas y otro poco por la cerveza caliente, cuando las noches parecían durar el doble que los días, pero la misma campera de cuero nos hacía segunda piel. Coreamos juntos los mismos himnos en las mismas madrugadas, olimos los mismos humos y reímos las mismas carcajadas, regresamos caminando a casa porque todavía se podía.

No dejo de pensar en nosotros últimamente, sé que no es una nostalgia cualquiera, son los treintis. Escucho en las sobremesas que nos está costando muchísimo mirarnos a la edad que ya registrábamos fuerte y claro a nuestros ma-padres a finales de los noventa; pero menos cómodos, menos resueltos, con menos margen para las sorpresas, más al día… Siempre con la misma resignada victoria: –Pero por lo menos en terapia.
Me da gusto que defendamos esa victoria, a pesar de todo, aún ahí podríamos estar perdiendo.

Te estoy contando esto porque hay algo que no nos escucho decir, algo que cuentan nuestros ojos cuando se encuentran con una media sonrisa. Hay un sonido debajo de las bromas, las bocanadas de cigarrillo, las alarmas para despertar, las bocinas en el tráfico, el teclado con el mensaje urgente, los llantos del bebé que necesita algo, las copas de vino y/o el agua mineral para los que nos hinchamos, el zumbido en los oídos por las guitarras distorsionadas; ahí en el fondo suenan nuestras almas sollozando como esa madrugada en la preparatoria. Los últimos quince años han dolido más de lo que calculamos, ¿no?

Ha sido todo más difícil de lo que pensamos, todo lo que tenía que pasarnos nos ha empezado a pasar. Arreglamos menos de lo que quisimos este mundo, merecimos lo que soñamos, pero ya no estamos seguros de que llegará, ese amor profundo se enredó e intoxicó, esa carrera soñada nunca quedó al alcance de la mano, esa persona que iba a llegar a tus días nunca apareció, el laburo ideal no fue lo que quisiste, ya no están nuestras abuelas y varios padres, la mitad de los amigos se desvanecieron con los años y los que quedan nunca tenemos tiempo de vernos, el alcohol ya no te distrae, de hecho te hace pensar mucho más en todo esto. Darías casi todas tus cosas por volver a decir “por siempre…” creyendo en la frase como lo hacías hace 15 años.

Tal vez me equivoqué cuando dejé de hacer música, tal vez así podría haber hecho unos temas para darnos fuerza y optimismo, para corear como en los viejos tiempos gritando hacia el cielo. Por ahora sólo me queda esto, contarte que he escuchado debajo de tu piel y enroscar mis brazos en tu brazo, llora… Sí, ha sido mucho más difícil; pero lo estás haciendo muy bien, nos miro de lejos y para las cartas que nos dieron vamos bastante bien, le dimos casi todo el amor que pudimos al mundo y a lo que hicimos, en el fondo sabes que eso de algo habrá servido, estoy seguro que sí; creo que nuestra alma no va a dejar de arder, creo que lo que más duele es que sabemos que el tiempo no va a volver; pero aún con todo lo que nos debe el destino todavía podemos envejecer bien, mejor que nadie. Seamos esos viejos que desahogaron sus desgracias y sabrán morir contando un chiste, yo voy a estar atento, escuchándonos, mirando detrás de nuestros ojos, poniendo el brazo para aferrarnos cada vez que haga falta sollozar como una noche cualquiera de 2006.

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Aldo Plouganou
Recuerdos del futuro

Cineasta argentino-mexicano. No puedo vivir sin escribir, duermo con la persiana abierta para ver el cielo y mi patronus es un Daniel Ravinovich.