¿Cuanto debería ganar un político?
En la Argentina un funcionario público gana hasta 20 veces el sueldo de un ciudadano promedio.
Hay dos temas en la Argentina que ningún político, que se digne tal, se atreve a tocar, uno de ellos es el avance del Estado Narco (que hoy controla bastas zonas de la Ciudad de Buenos Aires, Rosario y el Gran Buenos Aires), y el segundo: cuanto gana un servidor público en relación al salario promedio de un trabajador.
Según las últimas encuestas más de la mitad de los argentinos cobra sueldos por debajo de los $5000 pesos (el equivalente a 385 dolares), sin embargo el salario de un legislador porteño o un diputado de la nación gira en torno a los $80.000 pesos (el equivalente a 6153 dolares), esto sin mencionar la extendida práctica de confiscar parte de los ingresos del puñado de asesores que tienen permitido nombrar (irónicamente para hacer su tarea de legislar mas amena).
Este despilfarro público ha acelerado en los últimos años la oligarquización de la casta política, que ávida de mantener sus beneficios, ha contratado ejércitos de periodistas a sueldo, como queda materializado en el debate televisivo entre Gustavo Vera (dirigente social reconocido por su lucha contra la trata de personas, los talleres esclavos, el narcotráfico, y su relación personal con el Papa Francisco; también uno de los pocos políticos que dona religiosamente su sueldo como legislador) y Diego Brancatelli, periodista del modelo, que con argumentos similares a los del vocero de una corporación multinacional (de esas que dejan a un millón de personas en la calle con tal de que sus directivos se lleven un suculento bono a fin de año), busca justificar la acumulación exorbitante de riqueza de los profesionales de la política en nuestro país.
Sin ánimos de debatir obviedades en torno a la figura obscena de BranK, como lo conocen en el medio, los invito a imaginar una Argentina donde diputados, legisladores, funcionarios, periodistas militantes, y otros parásitos varios del sistema, tuvieran que laburar como vos o como yo, apretujados por horas en el transporte público, con jornadas de ocho horas o más, tercierizados o en negro, para cobrar salarios que en dolares, son un tercio de lo que gana un trabajador promedio en EEUU o Europa.
O mejor todavía, imaginemos un país donde trabajadores, empresarios PYMES, emprendedores y comerciantes, no tuvieran que destinar gran parte de sus ingresos, para mantener a estas sanguijuelas empachadas, y pudieran disponer de ese dinero para vivir mejor.
¿Que lindo lugar sería ese no?
