Dos votaciones en el mundo al revés: Cataluña y Venezuela

En Venezuela la derecha llamó a impedir votar por la Constituyente. En Cataluña, Rajoy cierra las urnas con violencia.

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5 min readOct 2, 2017

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Identifique cuál es el país considerado como dictadura por las transanacionales mediáticas y cuál es el que es considerado una democracia.

Las cifras preliminares de la jornada electoral de este domingo en Cataluña reportan 893 heridos, cargas indiscriminadas a votantes, disparos con balas de goma, 319 colegios electorales cerrados por la policía -de 2.315 habilitados. En Venezuela, durante el plebiscito trucho de la oposición el 16 de julio pasado, no hubo el más mínimo incidente, pero la derecha mundial, con su artillería mediática, se negó entonces, como ahora, a describir la realidad tal como es.

La causa hay que buscarla en la hipocresía de la derecha mundial, que el escritor uruguayo Eduardo Galeano describió magistralmente en su libro La escuela del mundo al revés:

La democracia es un lujo del norte. Al sur se le permite el espectáculo, que eso no se le niega a nadie… En la escuela del mundo al revés, se confunde la ‘libertad de expresión’ con ‘la libertad de presión’; o se le reduce a la voluntad de grupos de empresarios que deciden qué noticias existen y qué noticias no existen… El mundo al revés nos enseña a padecer la realidad en lugar de cambiarla, a olvidar el pasado en lugar de escucharlo y a aceptar el futuro en lugar de imaginarlo. En la escuela son obligatorias las clases de impotencia, amnesia y resignación.

Un solo ejemplo de la “libertad de expresión” en el mundo al revés: según la edición de hoy del diario franquista ABC el referendo catalán fue “farsa y desobediencia”, pero la ilegal consulta de la oposición venezolana resultó “una exhibición de fuerza”. El País hablaba de “un referendo inútil” en Cataluña, y de un “voto masivo” en Venezuela hace dos meses. Para El Mundo, los catalanes participaron en una “ficción democrática”, y la oposición venezolana castigó en julio la “la deriva totalitaria de Maduro”.

El comportamiento de Mariano Rajoy frente a Venezuela y al referendo independentista de Cataluña es un clásico del oportunismo político, además de que el español se graduó con sobresaliente en la escuela que describía Galeano.

El líder del Partido Popular (PP) se ha cansado de decir que la consulta catalana es “ilegal”, pero hace dos meses apoyó el plebiscito organizado por la derecha en el país suramericano, aunque tal mecanismo no está contemplado en la Constitución venezolana. Se realizó, además en medio de los preparativos para las elecciones Constituyentes y de una ola de violencia desatada por la dirigencia de la autodenominada Mesa de la Unidad Democrática (MUD).

Pasando por alto alegremente estas consideraciones, Rajoy recibió a la delegación opositora que viajó media Europa y declaró, tras el encuentro:

En los días previos a la consulta independentista catalana, sin embargo, Rajoy impulsó una medida para notificar en persona a los 947 alcaldes de Cataluña, a 75 altos cargos de la Generalitat, a los jefes de los medios públicos y de la policía local (los Mossos d’Esquadra), y a directores de escuelas de la responsabilidad penal en que incurrirían si participaran de algún modo en la preparación del referendo.

Bajo este contexto, la Guardia Civil detuvo a 14 altos cargos en un operativo desplegado en varias sedes de la Generalitat para recopilar pruebas e indicios sobre el referendo. El argumento de Rajoy fue que “no se puede permitir que unas personas decidan unilateralmente pasar por encima de la Ley y hacer lo que estimen oportuno y conveniente. Eso no es posible porque eso sería entrar en la ley de la selva, cada uno quisiera hacer lo que quisiera… Si un Gobierno incumple la Ley si unos diputados incumplen la ley, pues todo el mundo estaría legitimado para eso”. Así como se oye.

En Venezuela…

Pero la realidad es terca. En Venezuela, más de 1.900 “puntos” electorales fueron instalados sin que las autoridades del país lo impidieran.

No se clausuró ningún periódico, ni se cerraron las redes sociales. El allanamiento del semanario catalán El Vallenc y imprenta Indugraf; las incautaciones de papeletas, folletos y cualquier material del referendo, además de bloqueos a la conexión a las redes, generaron en Twitter mensajes como este:

Jamás se ha visto algo así:

Ni a nadie se le ocurriría disuadir a un votante de esta manera:

Ni se ha amenazado con aplicar la ley de sedición a las “personas que han inducido, sostenido o dirigido” acciones para impulsar movilizaciones o “movimientos populares” en favor del referendo independentista “por la fuerza de la intimidación”, como han denunciado los catalanes:

Como dice el intelectual vasco Katu Arkonada, “la disyuntiva en Catalunya ya no es entre independencia sí o no, es entre el gobierno de un partido cuyos dirigentes están procesados por corrupción, apoyado por las élites políticas y económicas que gobiernan Europa, y la defensa de los derechos civiles y políticos de un pueblo. La legalidad violenta española, o la legitimidad y la defensa de la democracia”.

La verdad es que en la actitud frente a Venezuela y Cataluña no solo revela el camaleónico concepto de democracia del gobierno español. La hipocrecía de Rajoy ha logrado lo que quería evitar: ubicar al gobierno de Maduro en el lugar correcto de la historia, y en lo interno, multiplicar al infinito el desprecio del pueblo catalán y fortalecer la voluntad hacia la constitución de la república independiente, que solo era una posibilidad ante las urnas hace 24 horas.

Este domingo el Presidente Nicolás Maduro recordó que el pueblo catalán, que salió desde muy temprano a participar en la consulta popular, “no tenía una capucha, chopo, pistola como tenía la derecha venezolana en las guarimbas (concentraciones violentas) o armas de uso casero, mortero”.

“¿Eso es democracia o derechos humanos?”, se preguntó el Presidente venelozano. Lo es, pero para este mundo al revés donde Venezuela es una “dictadura” y España el edén de “demócratas” como Rajoy.

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