¿Channel map? ¿Qué es eso?

Alexis Francisco
redbee
Published in
4 min readJul 13, 2020

Para resumir un poco el espíritu de este contenido, voy a remitirme a la lógica que alguna vez manifestó Nico Páez* en un pequeño curso que dictó en redbee:

Si la manera en que estás laburando está funcionando bien: no cambies nada. Ahora, si la manera en que estás trabajando no tiene buenos resultados, quizá sea hora de revisar cómo están haciendo las cosas aquellos a los que sí le están funcionando, o tienen algún grado de “éxito” probado empíricamente.

Habiendo establecido eso, lo que sigue son algunos tips que estuvimos relevando e intentando poner en práctica en nuestros equipos, con vistas a optimizar nuestro trabajo remoto en contextos en los que no es posible resolverlo de otra manera.

Optimizar no quiere decir solo «producir más», sino hacerlo de una manera que sea sostenible y escalable.

Disclaimer: quién escribe tiene una perspectiva que prioriza lo humano por sobre la performance laboral pero, aún si así no fuera, desde una perspectiva completamente utilitaria no nos sirve seguir un ritmo de trabajo que al mes nos provoque un pico de estrés. Al fin y al cabo, para una empresa no sirve un montón de gente estresada que no produce bien y empieza a buscar trabajo en otros lados. Y para las personas, bueno, no está bueno tener un pico de estrés.

* Nico Páez, autor de varias publicaciones en el mundo de la agilidad, colaboró en redbee dictando algunos talleres sobre estimación y ejecución.

Dónde estamos parados

Un error común es querer reproducir exactamente la manera en que trabajábamos en la oficina. Si las circunstancias en las que trabajamos cambiaron, nuestra manera de trabajar tiene que seguirle el ritmo. Hacer lo mismo —o intentarlo— probablemente no sea una buena idea.

Una de las transformaciones que más rápido se evidencian es la desaparición de un canal de comunicación que tiene mucha más relevancia de la que habíamos pensado: se trata del famoso «cara a cara».

Tendemos a pensar que una reunión puede reemplazarse por una call y que eso debería ser suficiente pero solemos olvidar que, cuando charlamos informalmente con quienes están cerca nuestro, no siempre lo hacemos de manera ociosa.

Esos intercambios informales absorben una gran cantidad de información relevante, incluso acuerdos, y ayudan a que nuestros equipos estén alineados. Y cuando esas charlas son ociosas, tampoco es trivial lo mucho que aportan a generar una identidad de equipo y un clima de trabajo agradable.

Ahora bien, hay un problema: al momento de querer transformar este canal de comunicación —el «cara-a-cara»— nos damos cuenta de que se parece a una carpeta «otros» en el Drive, que se resiste a todos nuestros esfuerzos por clasificar su contenido. La verdad es que esa carpeta «otros» no molesta hasta que empezamos a quedarnos sin espacio.

Frente a este problema, una idea que parece buena para, no reemplazar, sino lidiar mejor con la ausencia de esa comunicación tan espontánea, es poner manos a la obra en clasificar toda esta información.

Para hacerlo, tenemos que asumir que ese único canal informal es irreductible a un único canal que lo reemplace. Esto nos obliga a entender qué tipo de comunicación perseguimos en cada contexto, y en función de ello seleccionar la manera más eficaz para obtenerla.

Recordemos que toda información que compartimos exige un esfuerzo de decodificación por parte de quien la recibe. Este esfuerzo es real, cansa, consume energía. Mientras mejor ordenemos la información que damos y recibimos, menor será este esfuerzo y nos evitará dolores de cabeza y contracturas al final del día. No convirtamos el acceso a información útil en una búsqueda del tesoro.

Imagínense si todos los semáforos fueran distintos. Algunos con palabras como «cruce ahora» y «no cruce», otros con colores como los que usamos, otros con maniquíes automáticos que hacen señas. Sí, el objetivo se cumpliría, sabríamos cuándo cruzar y cuándo no, pero tendríamos que detenernos en cada esquina para hacer el ejercicio mental de descifrar cómo funciona este cruce en particular.

A medida

Siempre es una buena idea buscar una herramienta cuyas funcionalidades cubran de manera efectiva las necesidades de cada canal. Ahora bien, no es la idea aquí prescribir ninguna.

La última palabra respecto a este punto la tiene cada equipo, y esta elección sucederá en función de la comodidad, necesidad o no de centralizar, costumbre, etc.

Me atrevo a decir que entre una herramienta que es objetivamente mejor y una que cumple apenas pero goza del acuerdo del equipo, debería ganar la segunda. Las herramientas sirven a un propósito, si hay que forzarlas es porque no lo están cumpliendo.

Hace poco hicimos una encuesta y esto nos da algo de información, al menos para hacer alguna que otra recomendación. Pero en última instancia, lo importante es generar un acuerdo de equipo y respetarlo (sin perder de vista acuerdos más generales, como aquel que surja a nivel global de la compañía).

Si el equipo decide comunicarse por telégrafo y resulta que todxs dominan el código Morse y están bien con ello, que así sea.

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