Una nueva normalidad

Gabriel Herrera
regenera
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3 min readJul 15, 2020

Tras más de cien días en cuarentena, los peruanos salimos a las calles para aprender a convivir con un virus que ha acabado con la vida de miles de compatriotas, y que todavía tardará meses en desaparecer. Pero ¿qué lecciones podemos aprender de la crisis sanitaria más grande que hemos atravesado?

En los próximos meses, la población deberá aprender a convivir con un virus causado por nuestra irresponsable uso de los ecosistemas y la fauna silvestre.

Cuando a finales de 2019, las autoridades chinas informaron acerca de la aparición de un nuevo tipo de síndrome respiratorio agudo, causado por una variedad de coronavirus, el SARS-CoV-2, que habría sido detectado en la provincia de Wuhan, apenas si atisbamos la grave crisis que atravesaríamos. Al momento de escribir estas líneas, el COVID-19 ha afectado a más 13 millones de personas en todos los países del mundo (solo algunas islas y territorios aislados no tienen casos).

La tecnología y la industria que hace difusas las fronteras, que nos lleva a los grandes centros comerciales a comprar los artículos más variados y nos moviliza con una rapidez y eficiencia jamás pensada hace pocas décadas es la misma que hoy hizo posible a un microscópico virus aparecer y propagarse sin control. El COVID-19 es un signo más de nuestros tiempos y un peligroso resultado de la forma en cómo hemos explotado el planeta.

En un artículo aparecido en el portal The Solutions Journal, un grupo de investigadores sentencia que “en los últimos 50 años, la biosfera de la cual depende la humanidad, ha sido alterada a un grado sin precedentes. El actual modelo económico, basado en los recursos fósiles y adicto al ‘crecimiento a cualquier costo’ ha puesto en riesgo no solo la vida de nuestro planeta, también la economía mundial”. A esta lista habría que añadir también la salud.

La crisis ambiental sigue siendo el principal problema que atraviesa la humanidad.

Con toda la estela de dolor y sufrimiento que la pandemia nos ha traído, no debemos olvidar que la mayor crisis por la que atravesamos es la ambiental. Bien lo indica en un informe aparecido en la revista Planeta Carbono Neutro aparecido en junio de 2020: “El COVID-19 ha sido un preámbulo de lo que nos espera, si no cambiamos de rumbo. Muertes producto de cambios en el clima y eventos climáticos extremos (huracanes, sequías, incendios, inundaciones, etc.), nuevas enfermedades, plagas y pandemias, pérdidas de infraestructura (producción, transporte, telecomunicaciones), migraciones, refugiados climáticos y de la salud, pérdida de territorios costeros continentales, desaparición de naciones insulares, e interrupción de la actividad económica son tan solo algunas de las consecuencias de seguir utilizando modelos de desarrollo que destruyen el ambiente. Si algo nos ha mostrado la presente crisis sanitaria es que tanto la economía, como las empresas, requieren de un ambiente y una población saludables para producir y prosperar y que la humanidad sí es capaz de tomar medidas globales, cuando la situación así lo amerita”.

Tiempo de actuar

La crisis mundial provocada del COVID-19 es una oportunidad para la humanidad de corregir el camino que hemos seguido en los últimos 50 años. Una oportunidad para iniciar una transición a un nuevo modelo económico y social, donde el bienestar de la naturaleza sea la primera prioridad en el desarrollo de políticas y normas en todos los aspectos del quehacer humano, partiendo desde la educación hasta el diseño de los procesos industriales. Frenar la deforestación, la alteración y fragmentación de hábitats naturales, el comercio indiscriminado de fauna y flora silvestres, y restaurar los ecosistemas dañados son parte de esta nueva visión si queremos tener un futuro viable para nuestros hijos.

Si bien cambiar el modelo no va a ser fácil, pues depende de acuerdos y decisiones complejas entre grupos de poder, gobiernos e instituciones intergubernamentales, desde nuestras casas y con nuestras familias podemos apoyar de forma directa con el cambio. Cuidar el agua y la energía, comprar de forma responsable, comer menos carne y participar de acciones de conservación y compensación de nuestra huella ambiental como Regenera, pueden hacer la diferencia. No olvidemos que la humanidad, la economía y la industria está movida por personas. Si cambiamos nosotros, todo cambiará.

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Gabriel Herrera
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Periodista, editor de libros, diseñador y fotógrafo, con más de 20 años de experiencia en producción editorial.