Segunda cita

Andrés H.
Tempus edax
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2 min readMar 23, 2019

Bienvenida seas a la segunda cita.

No te culpo si no recuerdas mi nombre, a mi a veces también se me olvida.

En especial a las madrugadas cuando el sol me toma desprevenido de nuevo, quizás con una botella aún en la mano o los restos humeantes de un cigarrillo entre los dedos.

Yo recuerdo el tuyo. Porque la sorpresa suele anidar más fácil en la memoria, y así como las mañanas nevadas pueden tomarme desprevenido, verte por primera vez lo hizo para mi.

Puede que te lleve más tiempo el recordar mi nombre, pero eso no importa demasiado, ya ves que soy paciente y que tomo mi bebida con calma. Que te hablo despacio y que observo con detenimiento y aún más lentamente. Tomate tu tiempo para convencerte de que estoy allí, de que resulto real para ti, que no soy una quimera que aparece en la noches y brevemente te eleva al cielo para luego dejarte caer y ver como te destruyes contra el pavimento, contra el amanecer. Se ve en tus ojos que de espectros has tenido suficiente, quizás tanto como yo, guardémonos los secretos terribles para una noche de vernos vulnerables.

Solo déjame pronunciar tu nombre una vez mas, y honrar así nuestra segunda cita.

Segunda cita.

Que debo agradecer a las casualidades. Segunda cita donde nos encontramos de nuevo a compartir nimiedades. Hasta que estemos listos a recibir la noche con los ojos abiertos, a contemplar, a esperar el amanecer con los nervios destruidos, a contemplarnos desnudos a contarnos nuestros muertos.

Ven, siéntate a mi lado de nuevo y por casualidad. Te invito un trago, de esos gratis que hay en la barra.

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