“Contar la vida de las víctimas de la violencia machista es un ejercicio más humano que periodístico”

Noemí López Trujillo, reportera de El Español y autora de `Volveremos’

Luisa Bernal
PeriodismoUMH
7 min readSep 15, 2017

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Ya son 24 las mujeres que han sido asesinadas por sus parejas o exparejas en lo que llevamos de este 2017. Eso es prácticamente todo lo que conocemos sobre ellas: una cifra. 24 víctimas de un mismo problema social, pero cada una de ellas con sus propios sueños y complicaciones. Historias de 24 vidas que no nos cuentan. O no nos contaban hasta ahora.

Noemí López Trujillo (Bilbao, 1988) está cambiando el tratamiento informativo de la violencia machista. Con la elaboración de la serie ‘La vida de las víctimas’ en El Español, la periodista pretende poner rostro a los datos y, de esta manera, combatir la invisibilización.

La idea surgió a finales del año pasado, cuando Trujillo propuso realizar un reportaje sobre la primera mujer que fue asesinada en 2016. “Llegué a la conclusión de que, al acabar el año, el contador se pone a cero de forma automática, y todas las mujeres que han sido asesinadas, desaparecen. Es como el cuentagotas que vuelve a empezar, cuando en realidad es un cúmulo”, defiende.

En El Español se quiere contabilizar a todas las víctimas, directas o indirectas, de la violencia machista de este 2017. “Desde mi punto de vista lo que la ley recoge como violencia de género se queda corto, porque el hombre no ejerce la violencia exclusivamente hacia su pareja”, afirma la periodista. Por ello, también incluyen el caso de Noemí Dávila, una mujer que no fue asesinada, pero su pareja, Vladimir Valdovinos Ibacache, se lanzó de una ventana del hospital La Paz con su hija en brazos.

El trabajo que realiza Trujillo es una forma de reconstruir la memoria histórica de una problemática que ya cuenta con 872 mujeres asesinadas desde 2003 a 2016. A pesar de ello, tan solo el 1,9% de los españoles considera la violencia de género como una preocupación, según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). “En su momento, el terrorismo etarra era una de las cuestiones que más preocupaba a nivel nacional. A día de hoy, mueren muchas más mujeres que en los peores años de ETA, pero no se ve como un problema grave”, señala.

El enfoque que tradicionalmente le han dado los medios de comunicación a la violencia de género influye en esta percepción de la sociedad sobre el tema. Según la periodista, se tiende a explicar estas noticias como si fueran sucesos y eso genera una relación causa-efecto. Es decir, si contamos: “Le denunció tres veces pero a pesar de eso le dejó volver a casa”, se está responsabilizando a la víctima de lo que le ha sucedido. Si caemos en el error de explicar que el motivo del asesinato es que el agresor sufría depresión, le estamos victimizando. Si añadimos una declaración de un vecino en la que dice que “él siempre era muy amable con ella”, estamos defendiendo al asesino. Si decimos que el desencadenante fue una pelea, significa que se podría haber evitado.

“Este tipo de datos no aportan nada, es pura percepción del periodista y es un mal uso de la profesión”, defiende. Por este motivo, su apuesta es hacer pedagogía con el lector. “Al principio pensé que la serie podría resultar sensacionalista y que tal vez no serviría de nada. Después, vi que era una oportunidad para derribar los clichés asociados a la violencia de género”, asegura.

Cuando le encargaron reconstruir la vida de Blanca Esther, una defensora del feminismo que había sido estrangulada por su pareja, el primer comentario que escuchó fue: “Tan feminista que era y acabó asesinada por un hombre”. Se dio cuenta entonces que tenía que derribar prejuicios como ese y explicar que la violencia machista es una lacra cuyos tentáculos llegan a todas partes de la sociedad. “Siento que mi trabajo es útil porque no predomina el morbo, sino la justicia”, manifiesta.

Según Trujillo, informar sobre violencia de género no consiste en redactar una crónica negra; no se trata de ir al lugar de los hechos y explicar los detalles más escabrosos de un suceso. Es un problema arraigado en nuestro sistema social y hay que analizarlo como tal. La reportera asegura es esencial aportar un contexto sociológico: “Se necesitan datos que respalden que se están asesinando a las mujeres y que provoque que la gente se pregunte: ¿Por qué está sucediendo esto? Si lo tratamos como casos aislados, no tiene sentido nuestro trabajo”. Además, señala que es fundamental incluir un aspecto psicológico, porque si no se transmiten ideas vagas sobre la violencia machista. Pero si se cuenta con fuentes expertas, se adquiere la autoridad necesaria para tener credibilidad.

“Como periodista no te puedes acercar a la gente con aires de superioridad. Escucha lo que tienen que decir y reflexiona mucho sobre cada paso que das”

“Contar las vidas de las víctimas de la violencia machista es un ejercicio más humano que periodístico”, asegura. Ella misma se implica emocionalmente en cada trabajo que realiza y esto, lejos de ser un inconveniente, le distingue como profesional. Su propósito es escribir un reportaje respetuoso que homenajee la memoria de las víctimas. Para conseguirlo, se acerca de a los familiares de un modo muy personal y consigue que confíen en su labor de encajar las piezas que construyen ese tejido de historia sobre la violencia machista en España.

Poco a poco, con las aportaciones de periodistas como ella, el tratamiento mediático de la violencia machista está cambiando. Ante los errores habituales de la prensa, Trujillo apuesta por hacer contrapeso: “Si la balanza está tan desequilibrada tienes que intentar ser la antípoda, tratar de hacer algo totalmente diferente”.

Volveremos

Noemí López Trujillo es también la autora, junto a su compañera Estefanía S. Vasconcellos, de ‘Volveremos: Memoria oral de los que se fueron durante la crisis’, un libro en el que se pretende dar voz a la generación que se marchó en busca de nuevas oportunidades, desde una perspectiva más íntima y humana.

En esta obra, las intervenciones de los protagonistas se van intercalando en un relato coral. “Es como una conversación en una sala en la que se contestan unos a otros. Aunque estén a miles de kilómetros de distancia entre ellos, el lenguaje con el que cuentan sus propias historias es universal”, afirma.

El formato escogido es el 50% del trabajo, según apunta Trujillo, pues permite plasmar todos los motivos, miserias y sueños de esta generación de una forma veraz, sin manipular las palabras ni sacarlas de contexto. “La memoria oral no es cómo sucedió, sino como ellos lo recuerdan. A lo mejor no fue exactamente así, porque tampoco lo fue la situación de España que describen. Para unos la España de Rajoy era maravillosa en ese momento; para otros, todo lo contrario”, comenta.

El proceso de elaboración del libro también llama la atención. Las autoras decidieron hacer todas las entrevistas a través de Skype, porque esa es precisamente la vía por la que se comunican los emigrados con sus seres queridos. La diferencia horaria, los cortes en la conexión… son vivencias que Trujillo conoce bien, pues ella misma emigró en su día para trabajar.

Su experiencia en el extranjero le permite empatizar con los protagonistas del libro. Sin embargo, asegura que ella no se sintió emigrada porque el motivo por el que se marchó no fue que no tenía otra elección; se fue a vivir a Manchester para ser periodista freelance, pero podría haber ejercido su profesión también desde Madrid. “Si mi situación hubiera sido diferente, habría acabado poniendo mi propia voz en las entrevistas. El reportaje habría resultado más tendencioso”, sostiene.

Por otro lado, ‘Volveremos’ nos da algunas pistas para entender el fenómeno migratorio que se dio durante la crisis. ‘Durante la crisis’ y no ‘por la crisis’ porque, según Trujillo, dar por hecho que la razón por la que se fueron los emigrados es la recesión económica, es simplificar la realidad y, por lo tanto, una mala práctica periodística.

La periodista asegura que la cobertura mediática de este éxodo se basó en generalizaciones, como que las personas que se fueron se veían “obligadas” a hacerlo, una creencia infundada que se plasmó en la frase: “No nos vamos, nos echan”, tantas veces repetida.

Según Trujillo, en tres años, España pasó de estar en el puesto número doce de los países que más emigrados enviaban a Reino Unido, a ser el segundo por detrás de Polonia. Ante esto, los medios de comunicación no supieron explicar la situación que se vivía en el país. En el libro, por primera vez, se quiere arrojar un poco de luz sobre un acontecimiento histórico que es todavía muy reciente, pero contado por sus propios protagonistas.

“Un libro o un cuento deberían ser siempre más inteligentes que su autor. Mantente abierto e ignorante”, en estas palabras se inspira la reportera para enfrentarse a su trabajo. Según Trujillo, en el periodismo se peca a veces de prepotencia. “No te puedes acercar a las personas con aires de superioridad, escucha lo que la gente tiene que decir y reflexiona mucho sobre cada paso que das”, sentencia.

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