Periodismo y rentabilidad. ¿Incompatibles en la era digital?

Los medios de comunicación buscan un nuevo modelo de negocio tras la gran crisis que todavía afecta a la industria tradicional

Víctor Martínez
PeriodismoUMH
16 min readSep 13, 2017

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Cualquier persona en contacto con la realidad periodística sabe que el sector de los medios de comunicación — al menos en su forma más tradicional — lleva muchos años sumido en una profunda crisis. No es una novedad que cada año los principales diarios de todos los países del mundo ven reducida su tirada, y que muchos de ellos se ven obligados a disminuir el tamaño de sus redacciones. Por ejemplo, los tres grandes conglomerados de prensa en España — Vocento, Prisa y Unidad Editorial — han facturado 14,3 millones de euros menos en este primer trimestre de 2017.

En los últimos años, el trending topic entre los profesionales del periodismo ha sido la economía de los medios de comunicación. Internet ha echado por tierra el modelo industrial basado en publicidad, el periodismo de grandes cabeceras que todos los días sacaban a las calles millones de ejemplares, por lo que los esfuerzos se centran ahora en encontrar la nueva forma de sacar rentabilidad a las empresas periodísticas. Sin embargo, los grandes medios no han conseguido todavía encontrar la fórmula. Como bien señala Miquel Pellicer — director de Estrategia y Comunicación del Grupo Lavinia — en un artículo escrito para su blog, la mayoría de ellos han fracasado por intentar replicar en la web el sistema publicitario utilizado en el papel, de forma que se han dedicado a llenar sus webs de anuncios, casi todos de una forma que entorpece la navegación y que molesta a los usuarios.

Una de las muchas consecuencias provocadas por esta crisis es que ha surgido en todo el mundo un torrente de creatividad, impulsado por periodistas con talento que se han quedado sin hueco en los grandes grupos de comunicación, ya sea porque han perdido su puesto o bien porque se ven con pocas posibilidades de encontrar uno. La Asociación de la Prensa de Madrid calcula que, desde el inicio de la crisis de 2008, han nacido unos 376 medios de comunicación nuevos solo en España. Estos centenares de medios recién creados han iniciado sus andaduras probando nuevas fórmulas de seguir haciendo periodismo — un oficio que en los tiempos que corren cada vez es más importante, aunque ese sea otro tema — siendo lo suficientemente rentables para, por lo menos, poder remunerar a sus trabajadores. Algunos han tenido éxito, otros han fracasado.

La mayoría de los medios han fracasado en la reconversión digital por intentar replicar en la web el sistema publicitario utilizado en el papel

Lo que prácticamente todos los nuevos proyectos parecen tener claro es que hoy en día es primordial diversificar los ingresos. La publicidad en Internet mueve menores volúmenes económicos que los que se manejaban en el papel, por lo que los nuevos medios deben buscar financiarse por diversas vías a la vez.

Una de esas vías — quizá la que más está siendo explotada — es una que no es para nada nueva, sino que lleva mucho tiempo inventada: las suscripciones. Hoy en día los ciudadanos necesitan cada vez más información, pero cada vez dan menor credibilidad a los grandes medios generalistas, ya sean escritos o audiovisuales. Ante esto, muchos proyectos han apostado por la especialización, por encontrar un nicho de mercado, en el que la audiencia es menor en cantidad, pero mayor en calidad.
Este tipo de medios siguen lo que se conoce como el modelo de negocio periodístico enfocado, que consiste es hacer un periodismo en el que el medio sigue una agenda propia y en asociar una serie de valores a la marca para conseguir crear una comunidad en la que la audiencia tenga un mayor grado de compromiso y esté dispuestas a pagar por el servicio que el medio les ofrece.

Este modelo parece ser el que más éxito está teniendo para realizar periodismo crítico y de transformación social (ya sea centrándose en temas políticos, económicos, deportivos…). Aunque, por supuesto, no es el único que funciona. También existen otros como pueden ser el modelo de tipo plataforma, el de tipo viral o el de curación -por nombrar algunos de ellos-.
En cualquier caso, lo que funciona para algunos medios puede no hacerlo para otros. Como bien comenta Miguel Carvajal, profesor de periodismo de la Universidad Miguel Hernández (UMH) en un artículo escrito para el blog del Máster de Innovación en Periodismo, existen múltiples alternativas ya que hay múltiples combinaciones posibles de elementos comunes. El concepto de modelo de negocio no es algo cerrado e inmóvil, por lo que lo más útil es analizar las tendencias y los casos. Por ello, vamos a analizar algunos medios que han visitado la Universidad Miguel Hernández durante este último año.

Directa.cat, Una cooperativa para transformar la comunicación

Corría el año 2006, y en diversas ciudades europeas se sucedían las manifestaciones anti-globalización. En ese momento, un grupo de activistas de diferentes movimientos sociales de contrainformación y comunicación popular catalanes deciden sumar esfuerzos y crear una publicación conjunta. El objetivo inicial era, según recogen en su web, ser un semanario pensado, dirigido y sustentado desde los movimientos sociales y para los movimientos sociales, ya que durante esa última década habían crecido tanto a escala mundial como en la sociedad catalana.

Diez años después la Directa ha ido creciendo entre los medios de Catalunya y se ha ido extendiendo a otras zonas con la creación de núcleos de trabajo. Desde su origen, el proyecto se ha ido profesionalizando cada vez más, siempre defendiendo un modelo periodístico que de voz a los invisibilizados por el discurso hegemónico. En 2016, la Directa dio un importante paso para la consolidación del proyecto, dejando de ser una organización sin ánimo de lucro para pasar a ser una cooperativa de consumidores y usuarios. Para celebrar su 10º aniversario, escogieron un lema que es toda una declaración de intenciones: ’10 años sin dejarnos convencer’.

Como muchos proyectos que han surgido en los últimos tiempos en el panorama mediático español, la Directa decidió situar a los suscriptores como el pilar fundamental del proyecto, ya que son la mayor garantía de poder tener completa libertad a la hora de escribir. Ahora mismo cuentan con 2.000, de los cuales 400 son también socios de la cooperativa. La publicidad también supone parte de los ingresos del medio, pero los estatutos establecen que no puede suponer más de un 13% de los mismos, y no puede ser invasiva, sexista o racista.

Sin embargo, la gran novedad que supone Directa.cat es que comenzó su actividad estableciéndose como una organización sin ánimo de lucro, con una estructura basada en la horizontalidad y en el asamblearismo. “Creemos que esta es la mejor manera de trabajar. Aquí aprendemos mucho unos de los otros, porque cada uno tiene una formación en diferentes ámbitos por lo que el aprendizaje es continuo”, afirma el periodista valenciano Maties Lorente, socio trabajador de la Directa en la gestión de coordinación web. Además, también destaca que no cualquiera puede suscribirse. La Directa cuenta con un firme código ético (sobre todo dirigido a instituciones) que cualquier candidato a suscriptor debe cumplir.

La cooperativa cuenta con cuatro órganos de decisión. El órgano principal es la Asamblea General, que reúne como mínimo una vez al año a todos los suscriptores, con un voto por persona, para decidir sobre las principales líneas estratégicas. Después, la cooperativa cuenta con tres consejos. En primer lugar, se encuentra el Consejo Rector (equivalente al consejo de administración de cualquier empresa), que se encarga de las decisiones económicas y de supervisar que se cumple el presupuesto. En segundo lugar, está la Comisión Social, encargada de dar de alta y de baja a los socios, velando por que las entidades y personas que se suscriban a la Directa estén alineados con los criterios éticos de la cooperativa. Por último, se encuentra el Consejo Periodístico, formado por profesionales que tienen cierta reputación para la cooperativa y que se dedican a asesorar a nivel periodístico.

Asimismo, Directa.cat también distingue entre sus socios, dividiéndolos en tres tipos. En primer lugar, están los Socios Trabajadores, que tienen un 9% del poder de decisión.

Directa.cat funcionó durante 10 años como una organización sin ánimo de lucro. En 2016 se transformó en una cooperativa

Forman parte de esta categoría las nueve personas que actualmente reciben remuneración por el trabajo que realizan en la cooperativa. En segundo lugar, los Socios Colaboradores, que ostentan el 40%. Aquí se encuentran las diferentes personas o publicaciones que participan en Directa.cat. Por último, están los socios consumidores, que tienen el 51% del poder de decisión. “Que los nueve trabajadores tengan tan poco porcentaje del poder de decisión fue una voluntad expresa. Pensamos que la gente que hace posible la Directa es toda aquella que aporta el trabajo no remunerado de forma completamente voluntaria”, afirma Lorente.

Directa.cat tiene principalmente dos productos: un quincenario en papel, con una tirada de 1.500 ejemplares, y una web, con unas 350.000 visitas únicas mensuales. Siguiendo la filosofía de la horizontalidad no existen cargos de dirección. Los temas se escogen en una asamblea semanal que está abierta a cualquiera que quiera participar en el proyecto. La labor de supervisión está realizada por la figura de los coordinadores, que no son unos cargos de autoridad tradicionales, pero que se encargan de supervisar que los procesos y los calendarios se cumplen. “Si no tienes a nadie que se encargue de gestionar todo el proceso es imposible sacar adelante una publicación quincenal de 32 páginas”, justifica Maties Lorente.

Como sus propios responsable afirman, a pesar de la estructura del medio es innovadora, en el fondo su periodismo no lo es tanto. Directa.cat busca una información de calidad, elaborada desde el terreno, de lectura reposada y con recorrido, construyendo su propia agenda mediática que huya de las cabeceras clásicas. Por ello, desde la cooperativa defienden que no se dejan llevar por la dictadura de los clicks, dejando la analítica web en un plano secundario.

Asimismo, desde Directa.cat defienden y fomentan las prácticas transformadoras. “Hay muchas voces silenciadas, y por eso apostamos por visibilizarlas y romper con la dicotomía de las personas que siempre tienen la palabra”, asegura Paula Durán, socia colaboradora en la creación de contenidos desde de la Comunidad Valenciana. Además, el lenguaje no sexista también se encuentra entre las principales señas de identidad del proyecto, y dentro de la propia cooperativa se fomenta la igualdad de género con medidas como la paridad dentro de los consejos.

Por último, la Directa defiende la cooperación en lugar de la competición. El proyecto se nutre de la participación de muchos medios que trabajan de forma autónoma pero que colaboran con la Directa, ya sea con mayor o menor frecuencia. Para ello, los contenidos se crean con una licencia Creative Commons.

A pesar de sus limitaciones, Directa.cat es un modelo auto sostenible. “La gente que está movilizada sabe que si quieren unos medios diferentes hay que apostar por ellos y se tienen que pagar”, afirma Maties Lorente. Con la horizontalidad y el periodismo comprometido por delante, Directa.cat continúa creciendo.

El Salto, llegar más allá del modelo de suscriptores

“El periodismo es un sector que está en crisis. En una encuesta realizada por la agencia Reuters, el 85% de los encuestados presentaban interés por la prensa, pero solo el 35% confiaba en la veracidad de esta información. Por eso intentamos lograr otra forma de hacer periodismo”. Con esta ambiciosa declaración de intenciones define el periodista Tomás Muñoz — antiguo alumno de la UMH — el proyecto periodístico de El Salto, que nace con la intención de ser “el primer gran medio financiado por la gente”.

El Salto es una alianza de más de veinte medios de comunicación diferentes, que han decidido unir sus fuerzas con el objetivo de poner la comunicación “patas arriba”. El gran impulsor de este proyecto es el periódico Diagonal, un medio catalán auto gestionado por socios que llevaba más de nueve años en funcionamiento, pero que ha decidido que era el momento de dar un paso más allá. “Nuestra premisa (en Diagonal) era depender de los socios para no estar sujetos a las presiones de los bancos y de la publicidad, de forma que nuestra única presión fuera ofrecer un contenido de calidad. Llegamos a un punto en que vimos que ese modelo necesitaba un cambio para crecer más, así que creamos un grupo de trabajo para pensar en el nuevo medio”, explica el periodista Miguel Ángel Valero, graduado en periodismo por la UMH (2012).

Todo este trabajo de investigación sirvió para que los responsables de Diagonal se dieran cuenta de que habían de realizar un cambio importante a la hora de estructurar el medio. “Queríamos un medio de medios, que fuera una materialización de una red de trabajo en común. Ahora mismo somos veinte, pero estamos dispuestos a sumar más”, comenta Muñoz. Pero no cualquier publicación podrá colaborar con El Salto o realizar colaboraciones con ellos, sino que debe cumplir los requisitos de ser un proyecto cooperativo y que no reciba publicidad institucional ni de entidades financieras o multinacionales.

El Salto será financiado por sus suscriptores — al igual que lo hacía Diagonal (y también otros medios que participan en el proyecto) -, ya que depender de ellos es la única forma de crear “un escudo” frente a las presiones cotidianas a las que se ven expuestos los periodistas. La figura jurídica será una cooperativa en la que habrá dos tipos de socios, los trabajadores y los suscriptores. La asamblea general reunirá a todos ellos una vez al año, mientras que habrá una asamblea para los trabajadores en las que se discutirán los mecanismos de auto gestión, y otro espacio dónde los diferentes medios colaboradores tengan su voz.

En países como Francia o Alemania existen medios cooperativos de gran éxito, con más de 90.000 suscriptores, pero en España hay mayor reticencia a pagar por la información. Ante esta situación, Tomás Muñoz advierte que es necesario un cambio de mentalidad, aunque considera que ya se está dando. “Si el lector no paga por la información es porque otros la están pagando: las empresas de publicidad, los fondos de inversión. Los que ponen el dinero son los que deciden las informaciones, por lo que la única garantía para que sea seleccionada únicamente por los periodistas es que los lectores paguen por ella”, afirma.

El Salto comienza su andadura con una publicación mensual en papel de periodismo de profundidad (la primera ya puede encontrarse en los quioscos) y una web más pegada a la información de actualidad. El ejemplar en papel tendrá una parte nacional, pero también tendrá mucha importancia la información local, buscando aportar cercanía con los lectores y un tono más social. Es por ello que El Salto es un proyecto colaborativo en el que participan muchos medios de distintos territorios.

Los medios asociados a El Salto son complementarios, ya que son proyectos de nicho o que cubren realidades concretas que participarán en El Salto de una manera u otra, participando en mayor o menor medida según sus propiedades y posibilidades. Por ejemplo, Salmón Contracorriente es un medio económico que tendrá una sección fija; al igual que ocurrirá con Pikara Magazine, un medio feminista. “La idea es no duplicar los contenidos, sino que cada medio aporte un material distinto”, comenta Valero.

Los ejemplares impresos de El Salto no solo se distribuirá en puntos de venta habituales como los quioscos, sino que están cerrando una red puntos de venta tan diversos como librerías o un restaurante vegano en Elche.
Para ser sostenibles, los responsables de El Salto consideran que necesitan como mínimo 10.000 suscriptores. Cada edición provincial deberá hacer su propio plan de viabilidad, puesto que El Salto no quiere colaboraciones gratuitas. “Todo lo que salga en papel tiene que estar remunerado”, indica Muñoz.

“La gente cada vez desconfía más de los medios mainstream, pero hoy en día cada vez existe una mayor necesidad estar informado”, reflexiona Valero. Por ello, El Salto tratará hacer un periodismo comprometido del que sus suscriptores puedan estar orgullosos.

Relevo Magazine, deporte como herramienta de cambio social

El mundo de los deportes está dominado sin discusión por el fútbol, y solo por el masculino, mientras que otros quedan reducidos a unos pocos minutos de audiencia en el mejor de los casos. Para cambiar las cosas, nacen proyectos como la revista Relevo Magazine, impulsada por el ex alumno de la UMH José Manuel Amorós.

El proyecto de Relevo Magazine nació centrado principalmente en el deporte olímpico. El objetivo era huir de las típicas prácticas de los medios de comunicación, que solo se interesan por este tipo de deporte en fechas cercanas a cada edición de los juegos. Sin embargo, el proyecto quedó en stand-by unos años, hasta que en los últimos meses sus impulsores decidieron retomarlo, con una idea más fundamentada gracias a las primeras experiencias laborales de estos periodistas.

Relevo nació con unos principios muy claros, que quedaron claramente reflejados en un manifiesto que lanzaron como primera publicación. “Tener estas bases tan asentadas y consensuadas nos permite no desviarnos del camino, porque al final hacer lo de siempre es lo que da más visitas pero no queremos caer en eso. Puede que el manifiesto no sea rentable a nivel comercial, pero sirve para recordarnos quienes somos y porque hemos nacido, y para que quienes quieran colaborar con nosotros lo tengan claro”, explica Bea Lara, una de las periodistas del equipo, también ex alumna de Periodismo UMH.

Las principales líneas maestras del proyecto serán, en primer lugar, la independencia respecto a instituciones o grandes medios de comunicación deportivos tradicionales. En segundo lugar, el tratamiento igualitario de todas las disciplinas deportivas. “Ninguna disciplina cuenta con más apoyo que otra”, explican en su manifiesto. Después, la utilización del deporte como elemento cultural e integrador de las minorías, apoyando la visibilización de los deportistas LGTBI y dando protagonismo al deporte minoritario y paralímpico. Y, por último, la vocación feminista. “Los grandes medios tradicionales no dedican espacio a la visibilidad de nuestro deporte femenino, a pesar de que últimamente ha dado gran parte de los éxitos a nivel internacional.” Esto no es solo retórica, sino que existen datos contundentes: solo el 5% de las informaciones en los medios de comunicación deportivos son referidas a mujeres, explica José Manuel Amorós en una entrevista para el blog periodismodeportivodecalidad.blogspot.com.es

El equipo de Relevo ha comenzado la andadura con una edición digital realizada por un equipo de seis periodistas, que al principio no van a tener remuneración. El objetivo es convertirse en un medio participativo, abierto a dar voz a un número cada vez mayor de colaboradores que quieran sumarse al proyecto.

Para buscar la rentabilidad económica aseguran que tienen varias ideas en mente, pero todas pasan por que el sustento del medio sean los lectores. “Nuestro plan es crear unos contenidos de calidad por los que merezca la pena pagar. Estamos muy contentos de que nos digan que el trabajo que hacemos es muy necesario, pero necesitamos que compren ese contenido”, explica Bea Lara. Asimismo, también se plantean que una parte de los beneficios sean a través de la publicidad, pero siempre sin doblegarse “ante nadie”.

El plan de los creadores de Relevo Magazine es apostar por un periodismo deportivo de lectura reposada, con entrevistas y reportajes de gran formato y profundidad. Pero, además, sus periodistas aseguran que se dedicarán a ser unos “vigilantes” del resto de medios deportivos. “Denunciaremos las malas prácticas de los medios deportivos que vayan contra nuestros valores y visión del deporte, y ensalzaremos y compartiremos las buenas prácticas de los medios deportivos cuya selección de temas y enfoque coincida con nuestros ideales”, afirman en su manifiesto.

Ocio Magazine, una revista gratuita con un formato innovador

La alicantina Isabel Ballenilla trabajaba como comercial en su ciudad, cuando se dio cuenta de que los habitantes tenían una demanda sin satisfacer: tener algo o alguien que les recomendara restaurantes, lugares donde ir de tiendas, eventos culturales… y con esa idea en mente se lanzó el primer número de la revista trimestral Ocio Magazine.

A comienzos de la década del año 2.000 surgieron muchas revistas y diarios gratuitos que se distribuían en el transporte público de las grandes ciudades. Estas publicaciones pusieron patas arriba la industria periodística, pues arrebataron lectores a los medios tradicionales, que en muchas ocasiones se mostraron muy indignados. Ocio Magazine surgió dentro de este boom de los gratuitos, pero lo hizo con un formato innovador: es la única revista redonda en toda España.

Poco a poco, esta publicación ha ido consolidándose en la ciudad como todo un referente, tanto para los turistas como para los habitantes, a la hora de buscar los mejores lugares para disfrutar de la gastronomía, el shopping, el comercio, el ocio y la cultura. Los contenidos son cuidados con mucho mimo — son escritos en tres idiomas: español, inglés y ruso — y su particular diseño la hace destacar entre sus competidores, puesto que cada número es diferente al anterior. Además, destaca que la propia empresa se encarga de la distribución de sus ejemplares.

A pesar de que no sacan ningún beneficio por la venta de los ejemplares, la consolidación del proyecto ha hecho que puedan vivir de la publicidad, que supone un 75% de la revista. Sin embargo, sus impulsoras son exigentes con sus anunciantes: “La gente suele quedar contenta con nuestras recomendaciones. Por eso, no todo el mundo puede anunciarse. Si algo se publicita en nuestra revista es porque tiene bastante categoría y calidad”, explica Ana Ballenilla, la hermana de Isabel, que se unió al proyecto en el año 2.000.

Con el paso de los años, y con el objetivo de diversificar, Ocio Magazine también inauguró su página web. En ella, una parte fundamental es el posicionamiento en los buscadores. “No invertimos prácticamente nada de dinero en publicidad en Internet porque generamos de forma natural mucho SEO. Todos nuestros artículos están muy cuidados para que tanto en los títulos como en los textos haya palabras clave”, explica Ana Ballenilla. Además, también utilizan todo tipo de filtros, desde clasificar los restaurantes por tipo de comida o hacer recomendaciones dependiendo de tu geolocalización.

Pero en su afán por crecer todavía más, Ocio Magazine no se ha quedado en su edición web y su ejemplar en papel, sino que se ha convertido en una agencia de publicidad y comunicación. Las empresas no solo pueden acudir a ella para anunciarse, sino que realizan multitud de proyectos para sus clientes, desde crear un logo hasta realizar posts para otras empresas o proveer servicios de comunicación online.

En los dos últimos años, Ocio Magazine ha dado un salto importante, pasando de dos trabajadores a seis. Pero todavía buscan crecer más, siempre con la vista puesta en ofrecer unos servicios y contenidos de calidad.

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Víctor Martínez
PeriodismoUMH

Periodista por la Universidad Miguel Hernández de Elche y máster en Periodismo de Investigación, Datos y Visualización por Unidad Editorial (El Mundo) y la URJC