CAMBIAR: El mayor reto de la academia en el cambio de época y el Mundo VUCA

Cambiar para gestionar con efectividad el conocimiento, y poder modelar, promover y liderar la gestión del cambio a escala social

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A modo de Introducción

La Universidad como institución académica, y la educación superior en su conjunto — entendida como el sistema de procesos académicos, científicos y socioculturales que son concebidos, ejecutados y gestionados a través de las Universidades y otras Instituciones de Educación Superior (en lo adelante, IES)-, son componentes clave de las diversas y profundas tendencias transformacionales que de modo transversal abarcan a la sociedad humana en el actual cambio de época; y resulta de gran importancia que los diferentes actores internos y externos relacionados con la academia interactúen acerca de ella, así como de los modos en que puede y debe contribuir a gestionar con efectividad ese trascendental movimiento evolutivo de la humanidad.

Las ideas que siguen fueron redactadas por el autor como respuesta preliminar a una de las interrogantes planteadas en los foros de debate previos a la Conferencia Regional de Educación Superior (CRES 2018) a celebrarse en Córdoba, Argentina, en el mes de junio del presente año. Dicha cuestión aparece planteada dentro de pocos párrafos.

Sobre el evento CRES 2018:

La Conferencia Regional de Educación Superior de América Latina y el Caribe 2018 (CRES 2018) es una reunión de dimensión regional organizada de manera conjunta entre el Instituto Internacional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC) de la UNESCO, la Universidad Nacional de Córdoba, el Consejo Interuniversitario Nacional de Argentina (CIN) y la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación y Deportes de la República Argentina (SPU).

Es el evento más importante del Sistema de Educación Superior de América Latina y el Caribe. Rectores y rectoras, directores y directoras, académicos, docentes, estudiantes y representantes de numerosas organizaciones gubernamentales y no gubernamentales se reúnen para analizar y debatir sobre la situación del sistema educativo en la región y delinear un plan de acción para la próxima década, orientado en la necesidad de reafirmar el sentido de la educación como bien social, derecho humano y responsabilidad del Estado”.

Fuente: http://www.cres2018.org/

INTERROGANTE:

La época actual exige cambios profundos en las formas de acceder, construir, producir, transmitir y utilizar el conocimiento. Por lo tanto, las Instituciones de Educación Superior (en lo adelante, IES; Nota del Autor), tienen la responsabilidad de desarrollar el pensamiento para acompañar estos cambios. Según su criterio, ¿cómo deberían enfrentar las IES estos desafíos?

Proponiendo una respuesta de esencia estratégica

Como es sabido, la humanidad ha transitado en el último medio siglo, de una época de cambios a un cambio de época que alcanza y trasciende absolutamente todo en el devenir de la evolución humana, y en el cual, el conocimiento se convierte cada día más en el principal activo con que se cuenta para gestionar, no solo su avance y desarrollo, sino su posibilidad de adaptación a los nuevos entornos que van surgiendo, y en casos extremos, su propia supervivencia. Al extremo de que desde los años 90 del siglo pasado surgió -y se ha entronizado en el vocabulario internacional de la gestión, en todos sus ámbitos temáticos-, la expresión Mundo VUCA (volátil, incierto, complejo y ambiguo, por las iniciales de sus siglas en inglés), concepto que define en sí mismo la velocidad, amplitud y certeza del cambio como la única gran constante actual. Y como propone el reconocido profesor, investigador y consultor Luis Puchol, “ignorar el cambio conduce a la extinción; adaptarse al cambio permite la supervivencia; prever el cambio consigue el desarrollo, y crear el cambio conlleva el liderazgo permanente e indiscutible”.

Por definición, en el tránsito evolutivo que implica todo cambio planeado, se avanza de un entorno conocido — donde se está en el momento actual- hacia uno desconocido, puesto que no se ha estado aún allí. Y al cambiar el statu quo en una parte de cualquier sistema (conceptual, biológico, social, tecnológico, u otro) se afectan inevitablemente tanto el ser como el estar, el funcionamiento y el desempeño de las otras áreas del sistema (los subsistemas, y diversos elementos dentro de cada uno de ellos). Ello implica que hay que conocer cuanto sea posible sobre el sistema, su historia y actualidad, sus procesos y mecanismos funcionales, sus interacciones internas y externas, las relaciones causa/efecto potenciales o reales asociadas a los movimientos eventualmente derivados del cambio en ciernes, y por supuesto, todo lo relativo a los actores y factores del cambio: en suma, dominar los qué, los porqué y los cómo, para poder gestionar con verdadera efectividad.

Y todo ello se torna cada vez más difícil — y al mismo tiempo, más necesario- en un mundo como el actual. Como bien afirma el experto Jerónimo Sánchez en un interesante artículo reciente:

“Si algo parece claro en estos albores del siglo XXI, es que lo VUCA ha llegado para quedarse. Los entornos de trabajo predecibles y más o menos estáticos en los que trabajaban nuestros abuelos pertenecen al pasado. Nos guste o no, a partir de ahora tenemos que aprender a vivir con el cambio constante, la incertidumbre y la ambigüedad, tanto en el mundo laboral como en la esfera privada. Y asumir que los cambios, sean del tipo que sean, se sucederán cada vez a mayor velocidad. Es el precio que hay que pagar por haber nacido en la era de la hiper-tecnificación e Internet.

La respuesta «correcta» a un mundo VUCA es volvernos más «líquidos». Es decir, desarrollar la capacidad de adaptarnos a cualquier circunstancia nueva de manera casi inmediata, sin que nuestra manera de trabajar suponga una fuente de fricción. En el sentido más amplio posible, debemos convertirnos en lo que John Moravec denomina nómadas del conocimiento, o knowmads. Profesionales capaces de trabajar en colaboración casi con cualquier persona, en cualquier momento y lugar, aportando nuestro conocimiento y experiencia únicos, independientemente de la naturaleza de cada nuevo proyecto.”

La propia dinámica de nuestra vida actual nos lo va poniendo cada vez más claro: estamos en un cambio de época, cuya velocidad, intensidad, profundidad y alcance son cada vez mayores (haciendo el mundo cada vez más VUCA). Y como es bien sabido — y constatado a diario-, en la nueva época emergente no funcionará lo que sí lo hacía en la anterior (sobran ejemplos de ello), especialmente en el ámbito del conocimiento y sus infinitas aplicaciones al desarrollo: casi a diario nos van surgiendo urgencias de desaprendizaje y reaprendizaje, para incorporar lo que ahora puede resultar (nos) pertinente. Entonces, no hay otra opción que gestionar sistémica y estratégicamente el conocimiento de un modo que permita aplicarlo, utilizarlo, capitalizarlo y rentabilizarlo de diferentes modos, convirtiéndolo en el motor y el combustible para la gestión inteligente de los múltiples procesos de cambio requeridos por la humanidad, ahora y cada vez más en el futuro.

Y la Universidad es, sin duda alguna, el espacio más idóneo para generar y liderar tales procesos de gestión inteligente, tanto del cambio, como del conocimiento en tanto factor estratégico de cambio, abarcando las diferentes formas de acceder a él, construirlo, producirlo, transmitirlo y utilizarlo.

Todo ello implica para las Universidades y demás IES, la necesidad de plantearse y practicar estrategias de gestión como las siguientes:

  1. Materializar con hechos concretos, tangibles y medibles, la conversión del capital humano de la academia en el principal factor de transformación: Los verdaderos actores y gestores de los procesos de acceso al conocimiento, su construcción, producción, transmisión y utilización, son los académicos que laboran en cada Universidad, independientemente de la modalidad contractual a la cual se acojan. Ello implica que la Alta Dirección Institucional debe generar y aplicar estrategias específicas (integrando decisiones y acciones) que coloquen entre sus mayores prioridades de gestión, la captación, desarrollo, satisfacción y retención del mejor talento académico disponible, y pasar a la acción inmediata y permanente en este sentido. La academia no puede liderar los procesos de gestión del conocimiento y del cambio, si sus principales agentes de cambio basado en el conocimiento no saben, no quieren o no pueden asumir tales tareas estratégicas, en un mundo que cambia — literalmente- cada día.
  2. Transformar la investigación en su habitual modus vivendi: No hay forma de gestionar conocimiento de forma efectiva, abarcando los 5 procesos mencionados (el acceso al conocimiento, su construcción, producción, transmisión y utilización), sin que la investigación, entendida muy básicamente a estos efectos como “…el conjunto de actividades de índole intelectual y experimental de carácter sistemático, con la intención de incrementar los conocimientos sobre un determinado asunto”, se torne y sea gestionada como eje transversal a todas las actividades, funciones, proyecciones y procesos de la academia, especialmente los relacionados con la formación y desarrollo de capital humano interno y externo, la innovación tecnológica y la transformación social.
  3. Convertir la innovación en un valor sólidamente imbricado y enraizado en la cultura organizacional: Solo cuando cada académico de una Universidad inicie cada nuevo periodo docente cuestionando su propio quehacer (junto al quehacer colectivo de nivel disciplinar, departamental e institucional), e independientemente de cuán positivos haya sido los resultados del periodo precedente, se auto-imponga conscientemente la tarea de crear formas nuevas y mejores de hacer lo hecho para potenciar lo logrado, y todo ello sea filtrado a través de las nuevas necesidades surgidas en el entorno a la luz y como consecuencia del cambio global, local y sectorial en marcha (y definido/decidido en función de ellas y su satisfacción), se podrán mejorar sistemáticamente los resultados, especialmente en términos de impacto, calidad y pertinencia académica y social. Innovar en la Universidad es acceder al conocimiento, construirlo, producirlo, transmitirlo y utilizarlo de formas nuevas y sistemáticamente diferentes, que permitan generar nuevos tipos y calidades de valor para la sociedad, y nuevas maneras de crecer al interior de la institución.
  4. Maximizar la velocidad, el alcance y la profundidad del cambio interno para poder liderar el cada vez más veloz cambio externo, con base en el conocimiento: No es posible para la Universidad enfrentar con éxito el reto del cambio y su gestión, con el conocimiento como principal activo y factor transformacional, manteniendo las actuales estructuras y formas de funcionar, organizativamente pesadas, excesivamente burocratizadas, exageradamente normatizadas, y hasta abusivamente jerarquizadas. Una IES que pretende liderar el acceso al conocimiento, su construcción, producción, transmisión y utilización, y sobre todo, modelar para el entorno sus prácticas con intención de servir de ejemplo en un mundo tan velozmente cambiante, tiene que funcionar a la velocidad de ese cambio y con la flexibilidad imprescindible para facilitar su gestión efectiva. O aún mejor, crear las nuevas velocidades, intensidades, amplitudes y profundidades de este proceso; como diría Gandhi, ser el cambio que desea ver en el mundo.

Y si el conocimiento crece y cambia a la creciente velocidad del cambio de época (según Codina -todavía en fecha tan distante como 2002- “…la tasa de innovación tecnológica es la más acelerada de la historia humana. Si hace una década se consideraba que la humanidad era capaz de producir un volumen de conocimientos equivalente al acumulado hasta esos momentos en un período de 8–10 años, actualmente en algunas ramas (electrónica y computación, entre otras) esto se ha reducido a 1,5- 2 años, y el propio autor en 2005 proponía que “…la base de los cambios se encuentra en el incremento de la celeridad en la generación de nuevos conocimientos y, a partir de esto, de nuevas tecnologías. La humanidad demoró 55 años en duplicar sus conocimientos entre 1900–1955; 15 años entre 1955–1970; y 5 años entre 1988–1993. Se plantea que, a partir del 2020, el conocimiento humano se duplicará cada 73 días. Más del 90% de los científicos que han existido en la historia de la humanidad están vivos. La capacidad de generación de conocimientos de la humanidad no tiene precedentes en ninguna época anterior), resulta absurdo pensar que se pueda ser un efectivo gestor institucional del conocimiento, trabajando con estructuras y sistemas de gestión que por su propia naturaleza se retrasen respecto a la velocidad de la generación y multiplicación de dicho activo estratégico, y en virtud de ello, puedan inclusive obstaculizar y hasta impedir el avance de quienes trabajen por incrementar los niveles y las calidades de acceso, construcción, producción, transmisión y utilización del mismo.

A modo de conclusión:

Si la Universidad no cambia, no podrá modelar ni mucho menos liderar el cambio que la sociedad glocal — en esa interacción constante y mutuamente enriquecedora, bi y multidireccional, entre lo global y lo local- requiere cada vez más. El conocimiento es el principal factor transformacional en la actualidad, y lo será cada vez más en el futuro; y esa milenaria institución es (o al menos, debería ser) el centro de la gestión de dicho factor estratégico. El reto de transformar la gestión del conocimiento (acceso, construcción, producción, transmisión y utilización) como factor estratégico de cambio, inicia para la Universidad con el reto de convertirse en la creadora y modelo del cambio, desde su interior hacia lo que propone, promueve y exige transformar en el entorno.

¿Qué piensas de estas ideas, amigo lector? ¡Dímelo en los comentarios, o en las redes que compartimos!

Cordialmente…

Dr. Vladimir Estrada

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Vladimir Estrada
Revista Digital “Educación y Academia”

Cubano. Padre. Académico. PhD. Mentor profesional internacional, RGM. Consultor. Comunicador. Miembro fundador de Personal Branding LATAM. Blogger académico.