CONSEJOS SOBRE EL ARTE DE REDACTAR

Cómo escribir textos de nivel profesional en la academia

Por José Manuel Fernández, MSc. Director del Departamento de Ciclo Básico de la UAPA.

Saludos cordiales a todos los lectores y colegas.

Un placer incorporarme al cuerpo de escritores de contenidos para este medio digital de nuestra Universidad Abierta para Adultos. El presente texto es parte del Material de Apoyo al Entrenamiento sobre Producción Didáctica que imparte la Universidad Abierta para Adultos, el cual dicto junto al Dr. Vladimir Estrada y al Maestro Lennys Tejada; y considero que puede ser utilizado en otros diversos procesos de creación de contenidos literarios. Espero les resulte útil, lo compartan en sus espacios sociales, y nos aporten sugerencias para continuar mejorándolo.

Muchas gracias.

Sugerencias para una redacción de excelencia

  • Es necesario, primero, que medite con detenimiento en el asunto que desea tratar, ordenando las ideas accesorias en torno a la idea principal. Antes de empuñar la pluma o de sentarse ante la máquina de escribir, debe usted tener una idea muy clara de lo que quiere decir.
  • Dé unidad a lo escrito, evitando cambios bruscos de tono o de perspectiva. Procure ligar el principio de una frase, en alguna forma, con el final de la frase anterior.
  • Si no tiene mucha práctica en el arte de la redacción, no pretenda lograr una versión definitiva al primer intento. Es conveniente hacer esquemas y borradores.
  • Recuerde que el sustantivo y el verbo son piedras angulares del idioma, por lo que debemos emplearlos atinadamente.
  • Elimine adjetivos inútiles y, sobre todo, evite su acumulación. Se ha dicho que si un adjetivo no da vida, mata.
  • Cuando modifique un verbo, utilice el adverbio apropiado. Recuerde que el adverbio es al verbo lo que el adjetivo al sustantivo.
  • Tenga cuidado con los adverbios terminados en -mente. Abundan tanto en español que puede incurrir en repeticiones ingratas al oído. La manera de evitarlos es decir, por ejemplo, con facilidad, en vez de fácilmente.
  • Use con propiedad las preposiciones y conjunciones indispensables para lograr la cohesión y claridad. El mal uso y abuso de estas partículas afea y endurece el estilo.
  • Los modos adverbiales y los modismos dan colorido y sabor a la expresión si usted los emplea oportunamente. Con todo, evite su abuso.
  • También sea parco en el uso de modos conjuntivos. Hasta donde sea posible evite expresiones como por consiguiente, a fin de que, esto es, por lo tanto, con todo, etc.
  • Preste atención al significado de la forma pronominal su, que puede ser su de usted, su de él, su de ella, su de ustedes, su de ellos y su de ellas. En este punto, la falta de precisión echa por tierra la calidad del texto.
  • El gerundio es un derivado verbal particularmente delicado. Repase todo lo que de él sabe, y si no está seguro de que lo emplea con propiedad, sustitúyalo por otras formas verbales.
  • Está de moda escribir sin el menor sentido de la puntuación. Ciertos autores siguen adrede esta costumbre poco ortodoxa, aunque hay mucha gente que no puede entender lo que escriben. Puntúe correctamente sus escritos.
  • Una puntuación correcta evita toda clase de divergencias en la interpretación del texto. Note las diferencias de significado que, de acuerdo con la puntuación, aparecen en los siguientes ejemplos:

Señora de la tienda, la llaman.

Señora, de la tienda la llaman.

“Señora de la tienda” la llaman.

  • No menosprecie los acentos, aunque oiga decir que un día acabarán por suprimirse. Mientras llega ese día, úselos correctamente. No es lo mismo decir el hombre solícito que el hombre solicitó
  • Evite el uso de palabras “elevadas”, o sea, rebuscadas e incomprensibles. Entre dos sinónimos, elija siempre el más conocido y más breve. No hay por qué decir oblación si se puede decir ofrenda. Entre provisión y acopio, prefiera la primera.
  • El uso de palabras extranjeras solo está justificado cuando en español carecemos de voces equivalentes.
  • No todos los neologismos merecen carta de naturaleza en el idioma. Sea usted cauto al usarlos. Pregúntese si verdaderamente son necesarios y deje a los peritos la tarea de renovar el lenguaje.
  • En el 99 por ciento de los casos la repetición de sonidos resulta ingrata al oído: evítela.
  • En español hay libertad para ordenar las palabras en la oración. Sin embargo, algunos giros resultan forzados. Use los que a su juicio sean más naturales.
  • No limite ningún estilo determinado, aún cuando algunos le parezcan magníficos. Luche para crearse un estilo propio y piense que esto solo se logra a fuerza de una gran sinceridad consigo mismo. No hay en el mundo dos personas iguales; si lo que dice o escribe obedece solo a usted mismo, será original, no se parecerá a lo dicho o escrito por nadie más.
  • Si escribe usted para que otro u otros lo entiendan, hágalo en la forma más clara, sencilla y concisa que le sea posible.
  • Evite los lugares comunes y las frases hechas. Si hace alguna cita, póngala entre comillas y mencione al autor.
  • Si tiene usted tiempo, lea y relea lo escrito antes de enviarlo a su destino. Quizá encuentra algo que corregir.
  • Por seguir la norma anterior, no caiga usted en la manía de la perfección, como quienes cambian 20 veces la forma de cada frase y nunca quedan conformes. El exceso de autocrítica perjudica y aún hace enmudecer a no pocos escritores.
  • Por último, ¡fuera complejos de inferioridad! Todos tenemos derecho a expresar lo que pensamos. Y más aún si es una buena idea y está expresada correctamente.

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