15 años de humor…y hasta Etcétera

«Los fundadores de Etcétera éramos estudiantes de las facultades de humanidades. Teníamos inquietudes artísticas y las canalizamos a través del humor»

Redacción Alma Mater
Revista Alma Mater
11 min readFeb 18, 2020

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Eider Pérez, Dr. y guionista del grupo humorístico Etcétera

Autora: Patricia Hernández Acevedo
Fotos: Juan Pablo Carreras

Si te lo encuentras un día cualquiera caminando por la calle te parecerá una persona seria, centrada, y si además sabes que fue museólogo y profesor de Historia en la Universidad de Oriente lo darás por sentado. Al menos esa es la imagen que proyecta para quienes poco lo conocemos. Pero si luego te digo que es humorista, y te animas a ver uno de sus espectáculos, entonces tu percepción cambiará radicalmente.

Su nombre, Eider Pérez. Es el director del grupo humorístico Etcétera, que este año cumplió sus 15 primaveras, y qué mejor forma de festejarlo que ofreciendo sus espectáculos al público al que se deben. Así, los últimos fines de semana de enero sus actuales integrantes, Luis Ángel Batista y Yasser Velázquez, con Venecia Feria como invitada, se adueñaron de la sala «Cobarrubias» del Teatro Nacional para que todos sus espectadores fuésemos Bienreídos a sus quince.

Como suele suceder en el humor cubano, los integrantes primigenios de Etcétera incursionaron en el arte de hacer reír desde los modestos escenarios de los Festivales de Artistas Aficionados de la FEU en la Universidad de Oriente, y cuando la vena artística habló más alto que sus profesiones universitarias, el grupo se lanzó al mundo humorístico de manera profesional.

«Los fundadores de Etcétera éramos estudiantes de las facultades de humanidades.Teníamos inquietudes artísticas y las canalizamos a través del humor», explica Eider. Luego de experimentar con el teatro «serio», los inexpertos artistas decidieron perfilarse por la vía del humor. «Primero lo hacíamos para divertirnos y participar en los festivales de la universidad, pero después vimos que funcionaba y empezamos a tomárnoslo muy en serio».

Cuando fueron conscientes de que su humor funcionaba allende los márgenes universitarios, la tropa compuesta por un camagüeyano, un bayamés y un guantanamero (Eider) comenzó a colarse en la interesante vida cultural holguinera, donde se radicarían luego.

Quince años después, el grupo, que no pertenece a la generación fundadora del Centro Promotor del Humor, ya cuenta con una sólida carrera, que atesora no pocos espectáculos y desde el año 2014 radica en La Habana.

¿Priorizaste el humor por encima de tu carrera universitaria?

«Yo sí estuve vinculado a mi carrera, me gradué de Historia y estuve ejerciendo la profesión durante ocho años, primero como museólogo en el Museo Provincial de Holguín y luego como profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de esa ciudad, impartiendo Historia del Teatro y Antropología Sociocultural. Después sí finalmente decidimos dedicarnos al humor cuando nos trasladamos a La Habana».

Como «un fracaso», así cataloga el joven director y guionista la primera incursión de Etcétera en el prestigioso festival Aquelarre. «Pero fue también una gran enseñanza para nosotros, nos dimos cuenta de por donde tenían que ir los tiros, de que debíamos enfocar nuestro humor hacia un público más diverso, porque lo hacíamos para un público conocedor e inteligente, pero las personas que consumen humor son muy heterogéneas». Luego de algunas correcciones y un cambio de enfoque comenzaron a llegar los premios con el espectáculo Confesiones.

¿Qué son para ustedes los premios?

«Hay cierta arrogancia con respecto a los premios, pero realmente eso te regresa todos los días a tus rinconcitos de humildad, para darte cuenta de que solamente significan un reconocimiento de ese momento efímero y subjetivo. El mayor premio que uno puede tener es que el público acepte lo que tú hagas».

¿Cuáles eran sus referentes?

«Los grupos que ya existían, Komotú fue uno, en Guantánamo, y en Santiago de Cuba Humore Mío. Yo vi mucho humor antes de hacer Etcétera, era un fanático del humor porque me parecía una forma de comunicar muy peculiar, sobre todo por el efecto que tenía en el público. También influyó mucho en nosotros el grupo Humoris Causa, Les Luthiers, pero el referente número uno es Osavaldo Doimeadiós».

Hace un tiempo comentaste en una entrevista que la intención del grupo era hacer un humor que transcienda la inmediatez, pero que después tuvieron que modificar aquella premisa… ¿Mantienen en algún punto esa idea?

«Por supuesto, pero también hay una cuestión de mercado. El público cubano que va a consumir humor quiere ver reflejado inmediatamente lo que está pasando. Pero hay contenidos que son universales, que van más allá de ser cubanos o no. Nosotros siempre tratamos de mantener un punto de vista que puede ir más allá de lo inmediato. Tenemos números en nuestro repertorio que son de hace 9 o 10 años y todavía funcionan».

Se dice que históricamente la universidad ha sido la principal cantera del humor cubano, como fue el caso de ustedes, ¿por qué crees que ha sido así?

«Sí, desde la génesis del Centro Promotor del Humor, los humoristas salieron de la universidad. ¿Por qué? Bueno, en Cuba se hacía mucho costumbrismo y el público universitario por resistencia se opone a lo tradicional. Entonces, esa ruptura entre lo que venía ya como institucionalizado y el descubrimiento de Les Luthiers, una forma distinta de hacer humor, donde se juega con el absurdo, con el surrealismo, despertó otras inquietudes estéticas que empezaron a preocuparse por ello. Eso, sumado al trabajo del Conjunto Nacional de Espectáculos, que lo dirigía Virulo, empezó a abrir una nueva tendencia y se empiezan a marcar las pautas de una nueva forma de hacer humor. Pero eso se ha deprimido, los universitarios ya no se acercan tanto al humor».

Espectáculo La Casa de Bernarda Calva

¿Crees que se han perdido los espacios para hacer humor desde las universidades?

«Es complejo, ahí hay varios factores. Lo que pasa, por un lado, es que los espacios para el humor ya están creados, generalmente los ocupan los fundadores del Centro, y no se han creado espacios nuevos, eso ya le toca a la institución para que se acerque a los jóvenes. Por otro lado, también veo una desmotivación general de los jóvenes a la hora de acercarse al humor, buscan otras vías. Este es un mundo en el que se pasa trabajo para llegar a hacer las cosas, para gustarle al público, y hoy estamos viviendo en la sociedad de lo efímero y de la ligereza, mínimo de esfuerzo para el máximo de resultados. Enfrentar una carrera artística lleva sacrificio, estudio y sobre todas las cosas aprender en el camino, para llegar en un momento determinado a la fama o el reconocimiento. Todo el mundo no ha tenido el éxito inmediato que alcanzó por ejemplo Luis Silva, que también pasó unos cuantos años para llegar a ser Pánfilo. A veces la gente quiere tener reconocimiento, pero sin hacer sacrificios».

Eider insiste en que los espacios para los jóvenes no están creados, y lo dice con propiedad, con el conocimiento de quien intentara llevar adelante un proyecto de humor universitario en la Universidad de Oriente, sin que diera los frutos esperados. «Se llamaba La Risa del Guisaso, queríamos tener colegas, no sentirnos solos, y quisimos aglutinar a todos los que estaban haciendo humor en las universidades, pero no fructificó, primero porque las instituciones encargadas del humor no le hicieron caso, no lo reconocieron; y segundo porque lo que se acercó no tenía mucha calidad. Ojalá se pudiera rescatar con otra visión, más provechosa. Ahí sería importante definir quién lo lleva, si realmente se hace con el interés de que el humor tenga relevo. Sería bueno que algo como eso tenga un respaldo con seriedad. Lo que pasa que también el mercado atenta contra eso, siempre que los jóvenes llegan empujan a los que están y ese empuje a veces es mejor esquivarlo que aceptarlo».

¿Son estas generaciones provenientes de las universidades quienes hacen «humor inteligente»?

«Yo digo que el humor inteligente no existe, existe el humor, y el humor tiene que ser inteligente de por sí. Estéticamente hay cosas cómicas y cosas humorísticas, pero no todo lo cómico es humorístico. El humor es un juego con la inteligencia, en sentido general, no tiene que ser universitario. Por ejemplo, Antolín el Pichón es un hombre que tiene un sentido del humor muy refinado, es muy selecto en lo que escoge y lo trabaja desde el costumbrismo con el personaje de un guajiro alienado, y él no es universitario, sin embargo, es un excelente humorista y comediante. Lo que sí sucede es que por lo general los que pasan por la universidad, tienen un nivel de información alto, que te lo da la casa de altos estudios. Incluso, no todos los que estudian en ella tienen ese nivel de información, también depende de tu interés en prepararte».

Ustedes se hicieron de un público bastante importante en Holguín, sin embargo, luego deciden venir a La Habana, y eso significa ganarse un público nuevo.

«Es comenzar de cero, aunque vinimos a La Habana ya con una obra. En Holguín teníamos una peña los terceros jueves de cada mes, que nos exigía hacer un espectáculo distinto cada vez, ahí conformamos un repertorio enorme. Agradecemos a ese público de Holguín, siempre va a ser nuestro público, pero nosotros tuvimos la necesidad de venir a La Habana como todo artista cubano que quiera trascender, que quiera llegar a una cosa tan fundamental como que su obra se conozca en todo el país. A nosotros nos conocían, pero menos que hoy. La Habana te da la posibilidad de estar cerca de los medios, y los medios te permiten que el público te conozca, te hacen popular. Hacerse conocer es la máxima del artista, en primer lugar, para que se reconozca su trabajo; y, en segundo lugar, es la forma de poder trabajar y recibir remuneración, porque eso también forma parte del juego, es un oficio».

Hablando de los medios, Etcétera intentó entrar a la televisión con un programa en el Canal Habana, ¿lo lograron?

«Tuvimos una idea loca que llamamos Canal Etcétera, pero cuando llegas a la TV te das cuenta de que todo funciona diferente, y sobre todo funciona por necesidades de los canales donde te presentas. A veces sucede que tu obra no llega a los públicos como tú la tienes pensada por una cuestión de producción, de presupuestos que te limitan la escenografía, por ejemplo, y te ves obligado a modificar los guiones. Aunque no es el medio donde más cómodo me siento, sí entiendo que es el medio más necesario. Yo siempre voy a insistir, y seguiremos luchando por tener nuestra estética en pantalla, en eso estamos. Efectivamente, tuvimos un programa piloto fallido, y tuvo mucho que ver el hecho de que éramos jóvenes desconocidos».

¿Qué opinión te merece el humor que se hace en Cuba en estos momentos?

«Cada cual te va a decir algo diferente, mi criterio personal es que estamos viviendo en un momento un poco raro en el humor, en el sentido de que está triunfando más el mercado que lo artístico. Seguimos con una política editorial que favorece el mercado del humor más que lo estéticamente artístico, se está creando un gusto estético relacionado con lo que más se vende que con lo que más se debería enseñar. En la televisión sigue apareciendo una cosa que se llama censura, y en la medida en que no se libere al humorista para hacer humor en la TV no va a aparecer un producto de calidad, sino que solo se asomen a la calidad, en ese sentido Vivir del Cuento es el programa más cercano a lo que el público quiere consumir.

«Bienreídos a mis 15 fue una de esas propuestas que lamentablemente no alcanzó los niveles de promoción que correspondían a la calidad artística del espectáculo, sin embargo, lo más seguro es que sus asistentes abandonaran la sala seguros de haber disfrutado un par de horas de humor ingenioso y bien concebido, tanto desde el punto de vista conceptual como de su puesta en escena. Las frecuentes risas así lo evidenciaron.

«Fue un show en el que se presentó una mezcla de las mejores escenas de Etcétera a lo largo de los 15 años de trabajo de sus integrantes, especialmente Eider, único miembro del grupo que ha permanecido en el tiempo. Valiéndose de los guiños a la cotidianeidad y de los temas imperecederos de los que hablaba, el espectáculo también tenía pinceladas de crítica».

En una entrevista anterior te referistea la crítica dentro del humor… «la gente quiere mucha crítica, cuando el humor en sí mismo no tiene por qué aludir con mordacidad a nuestro contexto todo el tiempo», pero en tus espectáculos se advierten críticas sociales.

«Bueno, nunca es tarde para claudicar. Tenemos que reflexionar sobre Cuba, un país en el que históricamente el humor ha sido una válvula de escape a cosas que no puedes decir y por lo tanto le corresponde en nuestro panorama cultural asumir posturas críticas sobre cuestiones sociales y políticas, somos herederos de esa tradición. Ahora, ¿qué pasa con esto? Todo en exceso hace daño, y hace daño al propio humor porque a veces entramos en terrenos extra artísticos, que no le corresponden al arte, sino a la prensa, a los medios, y que nosotros hemos asumido».

Han pasado ya 15 años, ¿cómo ha evolucionado el grupo?

«Lo principal es que hemos alcanzado madurez en cuanto a la concepción de los espectáculos. Cuando eres joven tiendes a apresurarte a hacer las cosas, pero cuando pasa el tiempo ya tenemos la experiencia como para darnos cuenta de que cuando apresuras los procesos los resultados no son los mejores. Ahora buscamos que la selección de cada una de las cosas que hacemos lleve un trabajo mucho más pensado, más profundo y concebido para el público que lo va a consumir. Eso es importante, es un error pensar que el artista hace para sí, al final la obra de arte tiene significado en la medida en que el público la consume. También hemos aprendido a respetar mucho más a los que nos antecedieron como comediantes y aprendemos más de ellos».

¿Qué expectativas tienen en lo adelante?

«Seguir trabajando, mantener el trabajo de grupo y tratar de llegar a la TV, pero con nuestra estética».

Quienes sigan nuestros medios habrán notado que los actores que integran Etcétera tienen sus carreras en solitario, como actores, como comediantes, como guionistas. Este último es el caso de Eider, quien además de actuar en la TV de forma individual, también integra desde hace poco el staff de guionistas del popular espacio Vivir del Cuento.

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