PAISAJE CON LÍO

Caracol africano: todavía a la orilla del lindero

Se sabe que el caracol africano es una de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo: es altamente resistente a variables ambientales; y crece tanto como puede comer…

Jorge Sariol
Revista Alma Mater

--

Por Jorge Sariol

Fotos: Elio Mirand

D e su irrupción en Cuba se tuvo evidencias en junio de 2014; poco después se activó un sistema de vigilancia fitosanitaria[1]. Sin embargo, llegó la COVID-19 y parte del protagonismo del caracol africano se vio eclipsado por un drama superior.

¿Hay percepción del riesgo? No como debiera[2]. Ni el Sars-Cov-2 lo ha conseguido. Reglas del juego hay y se han difundido con prodigalidad.

Como la pandemia, el dengue o la diabetes, la batalla contra tal especie invasora es en Cuba un asunto de agenda país; mas, pongámonos serios, y situémonos en contexto. Ningún país puede enfrentar el dilema que supone, sin consenso ciudadano.

Se sabe que el caracol africano es una de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo: es altamente resistente a variables ambientales; crece tanto como puede comer — su dieta es polífaga y detritívora[3] — , y come tanto cítricos como coco, plátano, arroz, hortalizas, yhasta plantas ornamentales en parterres y alféizares... No desdeña el canibalismo. Además, se reproduce de manera veloz, con la agravante de ser hermafrodita.

No, no necesita de nadie más para su gestión.

Su nombre científico es Lissachatina fulica, y está ya en todas partes de la geografía nacional.

Viene lo peor: es vector u hospedero de nemátodos y bacterias en la baba sobre la que se desliza, provocando en humanos meningoencefalitis eosinofílica y angiostrongiliasis abdominal. La bacteria gramnegativa Aeromonas hydrophila causa diversos tipos de síntomas, principalmente en personas con delicado sistema inmunológico.

LQQD: ¡Cree en Dios, pero súbete al bote!

Nadie a estas alturas puede alegar que no sabe a qué atenerse o que no es su problema. Existe un protocolo básico: control mecánico (recoger el molusco de forma manual, con guantes protectores; una simple «jabita shopping» también sirve); crear cercas y zanjas como forma de contención.

Con un poco de más garbo tecnológico, se «van del aire» si sumerges los caracoles vivos en una solución de sal o cal — tres cucharadas por litro de agua — durante 24 horas. Luego, hay que enterrar los restos[4] o arrojarlos a la basura, siempre en una bolsa hermética, y lejos de fuentes de abasto de agua, ríos, lagunas, arroyos o de aguas subterráneas de profundidad inferior a los ocho metros.

Se debe destruir su concha, no la dejes tirada «por ahí» como en la foto; entierra los restos o arrójalos a la basura — siempre en bolsa hermética — ; de igual manera puedes quemarlos, con cuidado para evitar un incendio.

Destruye su concha, no la dejes tirada «por ahí»

¿Necesitas más?

Cuba posee una de las malacofaunas terrestres más diversas y ricas del mundo, con más de 1300 especies, casi 96% de ellas endémicas. Se están viendo afectadas por el intruso.

Es una batalla que nos toca como individuos y como sujetos. Y un detalle, sencillo: no necesitas de rayo láser para ello.

[1] Grupo de trabajo temporal que integran el Ministerio de Salud Pública, el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente y el Ministerio de Educación, así como el Instituto de Investigaciones de Sanidad Vegetal.

[2] Meijides-Mejías C, Gómez-Pérez D, Hernández-Almanza Y, et al. Percepción de riesgo ante el caracol gigante africano (Lissachatina fulica): Disponible en: http://www.rev16deabril.sld.cu/index.php/16_04/article/view/773 [ Links ]

[3] Animales o bacterias que se alimentan de detritos o residuos.

[4] La fosa de enterramiento debe ser excavada en forma de talud. Su profundidad debe cubrir completamente a los animales, por lo menos con un metro de tierra.

Te sugerimos…

--

--