Ciencia, tecnología y sociedad

Cuando llueven demonios

Un buen aguacero vespertino llega de improviso y el aire se siente luego más limpio y la temperatura refresca. Pero no todo es tan sencillo…

Redacción Alma Mater
Revista Alma Mater

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Autor: MSc. Jorge Sariol
Fotos: Tomadas de varios medios

Tomada de blog.foto24.com

Un buen aguacero vespertino llega de improviso y el aire se siente luego más limpio y la temperatura refresca. Los poetas dicen que la tarde se ha lavado la cara en la fuente de la vida, dando más luz y un sonido como de violín. Los meteorólogos aplauden la metáfora, pero saben –como lo saben los poetas– que el torrente arrastró los polvos que anduvieron en suspensión por la atmosfera y despejó el aire. Se afirma, un tanto empíricamente, que nada mejor que lavarse el cabello con agua de lluvia, para dejar el pelo «de revista».

Pero no todo es tan sencillo

La vida moderna genera, entre otros residuos, óxidos de azufre y de nitrógeno, materia prima esencial para la formación de los ácidos sulfúrico y nítrico. En los ámbitos urbanos los seres vivos andamos expuestos a polvos y humos, a consecuencia de actividades industrial, fabril, volcánica y geotérmica, por descargas eléctricas, incendios forestales, fermentación y respiración celular, y también por sustancias de naturaleza coloidal o gaseosa, como el monóxido de carbono y el ozono, todo perfectamente respirable y perjudicial para la salud.

La naturaleza está capacitada para sintetizarlos. O al menos lo estaba. Hoy es tan grande la actividad antrópica que ya no puede. Todo lo anterior aterrizará sobre la vida, en forma de precipitaciones o aerosoles.

A «eso» se le denomina lluvia ácida. Y de poético no tiene nada. No tiene carácter ácido mientras está en la atmósfera; solo cuando entran en contacto con la neblina, el rocío o el agua, se activan los procesos. Al reaccionar se consumen, pero dejan irritación de mucosas en humanos y animales o deterioro en la cutícula de las hojas de los vegetales. No acaba fulminantemente con plantas y árboles, pero los hace vulnerables a vientos, fríos, sequías, enfermedades y parásitos; facilitan la entrada de patógenos y reducen la producción agrícola. Puede deteriorar edificios, puentes, construcciones, monumentos, materiales metálicos y equipos electrónicos.

¿Cuba agridulce?

En tierras nórdicas –dicen– los suelos poseen bajo poder amortiguador frente a la acidez. Con las lluvias ácidas, el pH baja rápidamente produciendo grandes cantidades de aluminio tóxico hacia los ríos y afecta la vida en ellos. En el trópico, hay agravantes en las precipitaciones abundantes.

Cuba no escapa. Las investigaciones certifican que de 1990 a 1994 existió una acidificación marcada de las lluvias y un incremento de la frecuencia de lluvias ácidas.

«Las causas potenciales principales fueron el incremento de ácidos y precursores de ácidos, por el comienzo en la utilización de combustible con un contenido de azufre alto en las termoeléctricas y fábricas de cemento; el aumento en la quema de biomasa y la disminución en las precipitaciones de los compuestos químicos que neutralizan los acidificantes».

Tomada de radiorebelde.cu

Entre las zonas más afectada por este fenómeno ha estado Pinares de Mayarí, probablemente por las emisiones antropogénicas de la zona minero Moa-Nicaro y de la termoeléctrica Felton (Holguín), una de las que emite mayores concentraciones de dióxido de azufre (SO2) y óxido de nitrógenos (NOx).

Los estudios ejemplifican tres sitios pertinentes: Casablanca, Palo Seco y Gran Piedra, con más de 50% de afectación por lluvias ácidas. La estación de Casablanca, en las inmediaciones de la bahía de La Habana, tiene como vecinos a la refineríaÑico López y la termoeléctrica de Talla Piedra.

La estación rural de Gran Piedra podría andar afectada por la influencia de las emisiones antropogénicas de Moa-Nicaro. En el caso de Palo Seco, una estación con características rurales, los valores ácidos pueden ser una consecuencia de los aportes de partículas desde los suelos ácidos, típicos de la zona.

¿Es posible renunciar al desarrollo con el cierre de minas e industrias? Cualquier respuesta necesitará más de un argumento. Por lo pronto, los expertos coinciden en que el manejo y gestión de riesgo nopuede quedarse en la caracterización de la acidificación de las precipitaciones ni es suficiente el análisis del pH.

Urge monitoreo sistemático de la composición química de las precipitaciones, a fin de aportar información para preservar la integridad natural de los ecosistemas y apoyarse en análisis de los componentes químicos principales que contribuyen a los procesos de acidificación y neutralización en las precipitaciones.

La alerta es, por ahora, el punto de partida.

EFECTOS DE LA LLUVIA ÁCIDA EN LA NATURALEZA

• Muerte de crustáceos, insectos acuáticos y moluscos y la desaparición del fitoplancton, causando con el tiempo la imposibilidad de sobrevivencia del resto de la fauna por falta de alimento.

• Penetra en la tierra y afecta las raíces, a las hojas las vuelve amarillentas, generando un envenenamiento de la flora que termina con la muerte de las plantas y árboles.

• Causa porosidades en la construcción y la pérdida de resistencia de los materiales, por lo que deben ser continuamente restaurados.

• Pérdida de pelo y desgaste prematuro de mandíbulas. Incremento de las afecciones respiratorias (asma, bronquitis crónica, síndrome de Krupp, entre otras) y un aumento de casos de cáncer.

• Disminución de las defensas y una mayor propensión a contraer enfermedades.

La lluvia ácida: un fenómeno fisicoquímico de ocurrencia local Revista Lasallista de Investigación, Vol. 1, №2, 2004, pp 67–72 Corporación Universitaria Lasalista Antioquia, Colombia.

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=69510211

2acidificación de las precipitaciones en Cuba/Varios autores/Revista Cubana de Meteorología, Vol. 20, №2, julio-diciembre, 2014. Pp.165–176.

SE AFIRMA –CIENTÍFICAMENTE– que el agua lluvia es ligeramente ácida porque contiene ácido carbónico, formado a partir del bióxido de carbono atmosférico. La lluvia tiene un pH promedio de 5.6 que puede acercarse a 7 por la presencia en la atmósfera de otras sustancias de carácter alcalino que neutralizan el ácido carbónico.

EL TÉRMINO «LLUVIA ÁCIDA» lo utilizó por vez primera, en 1845, el farmacéutico Ducros; sin embargo, fue el químico Robert Angus Smith quien dio el nombre de lluvia ácida a este tipo de precipitación destructiva.

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