El desafío de la educación a distancia. Una mirada desde la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana

La capacidad de adaptación a las nuevas condiciones, la flexibilidad con la que podamos afrontarla y los aprendizajes que se derivarán de ella, marcarán un antes y un después en la educación superior cubana.

Redacción Alma Mater
Revista Alma Mater
7 min readMar 12, 2021

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Ilustración tomada de digitalpolicylaw.com/

Autora: Annia Almeyda[1] y Solanch García Contino[2]

La emergencia mundial generada por la COVID-19 se ha prolongado en el tiempo, y es aún indefinido el momento en que, a nivel global, llegue el fin de la pandemia. En este complejo escenario, la UNESCO[3] convoca a mantener el avance de la educación a nivel global. Cuando solo restan nueve años para la meta trazada en la Agenda 2030, se precisa continuar trabajando para lograr una educación de calidad, inclusiva y equitativa.

No es tarea fácil sostener el trabajo en la dirección de este objetivo. Los procesos educativos han sido seriamente impactados por el imperativo del distanciamiento físico. En pleno desarrollo del segundo semestre del curso 2019–2020, ante la complejidad de la situación epidemiológica, las aulas universitarias dejaron de recibir a sus estudiantes. La tentativa de continuidad a distancia se vio imposibilitada, entre otras razones, por la diversidad de condiciones de los estudiantes, a lo largo y ancho del país, para afrontar las nuevas circunstancias.

Desde entonces, han sido considerables los esfuerzos realizados en función de preparar las condiciones que permitan dar continuidad al proceso de enseñanza-aprendizaje en la educación superior. Se ha desempeñado un fuerte trabajo metodológico en todos los niveles organizativos (comisiones nacionales de carrera, colectivos de carrera, departamentos, disciplinas, asignaturas y colectivos de año). La transición de los tipos de curso diurno y por encuentros, hacia la modalidad no presencial, no es trabajo sencillo, por las condiciones actuales y en el tiempo que ha debido hacerse. Titánica ha sido la tarea, pero el trabajo mancomunado y la firme voluntad de sostener la educación, aún en difíciles escenarios, han permitido garantizar las condiciones mínimas necesarias para el inicio del curso 2021 a distancia.

Foto tomada de nuevomileniounquillo.com/

Lejos de estar exenta de dificultad, la experiencia que recién comienza, se sostiene en la certeza de que «se hace camino al andar». Se apuesta por la construcción colectiva en función de lograr las mejores soluciones de aprendizaje a distancia para llegar a todas y todos.

La palabra de orden ante este desafío es la colaboración. Se precisa de una acción coordinada entre los actores involucrados en este proceso; no solo estudiantes y profesores que estrenan su comunicación bajo nuevos códigos y circunstancias. La familia es un elemento clave en este proceso pues da soporte económico y emocional a los jóvenes para su continuidad de estudios. Además, es imprescindible la articulación con la figura institucional, pues esta no es solo tarea del Ministerio de Educación Superior. Una línea de trabajo cardinal es la cooperación con el Ministerio de Comunicaciones, dado el imprescindible soporte técnico detrás de esta nueva forma de implementar el curso escolar.

Cartel tomado de twitter.com/fcomuh

Los esfuerzos interinstitucionales han permitido que el Entorno Virtual de Enseñanza Aprendizaje (EVEA) haya sido liberado de costos para usuarios con conexión desde zonas Wifi, con Nauta Hogar y, recientemente, mediante el uso de datos móviles. Se realizan coordinaciones con los Joven Club de Computación de todas las provincias del país y con la Red de Salud de Cuba (Infomed), para favorecer el acceso a esta plataforma educativa a los jóvenes y sus gestores. Es importante destacar que se monitorea frecuentemente el funcionamiento del EVEA, a partir de los reportes que ofrecen estudiantes y profesores.

Esta difícil y retadora experiencia demanda un enfoque de innovación para el desarrollo de la educación a distancia, lo que a la postre significará un salto cualitativo en la calidad de nuestros procesos de enseñanza. La capacidad de adaptación a las nuevas condiciones, la flexibilidad con la que seamos capaces de afrontarla y los aprendizajes que se derivarán de ella, marcarán un antes y un después en la educación superior cubana.

Con el ánimo de aportar a la construcción colectiva, socializamos algunas ideas de la experiencia que se desarrolla en la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana. El consejo de dirección, para afrontar los desafíos descritos, aprovecha el potencial científico de la institución y la experticia en el área de la Psicología de la Educación, para impulsar su estrategia docente educativa, a distancia. Se desarrolla, con la participación activa de los equipos educativos de año, una experiencia de investigación acción educativa de la cual se esperan no solo buenos resultados docentes en los estudiantes, sino también un aporte, desde nuestra ciencia, a este complejo proceso que afronta la educación superior en nuestro país.

En este sentido, compartimos algunas recomendaciones a modo de buenas prácticas. En la planificación y desarrollo de los programas de aprendizaje a distancia se debe tener en cuenta la flexibilidad que impone el momento atendiendo a las diferentes situaciones que pueden vivir los estudiantes. Nos referimos a enfermar por el virus o permanecer en centros de aislamiento como contacto de un caso positivo. También nuestros jóvenes hoy participan activamente en tareas de enfrentamiento a la COVID-19, como voluntarios en las instituciones dedicadas para el tratamiento de casos activos y seguimiento de sospechosos, o acompañando, a tiempo completo, la fase de vacunación del candidato en desarrollo. Por tanto, se necesita un monitoreo de estas circunstancias, para valorar la flexibilidad en las evaluaciones y exigencias.

Foto tomada de coneau.gob.ar/

Conectado a lo anterior, debe concebirse adecuadamente el tiempo de duración de las unidades de temáticas diseñadas para la distancia, teniendo en cuenta la capacidad de autorregulación de los estudiantes. Este análisis debe ocurrir a nivel de asignatura y también, de año. Es pertinente la revisión del modelo P4, que muestra las evaluaciones de los años académicos, para valorar las cargas de las actividades de este tipo.

Se recomienda realizar un acompañamiento a estudiantes y profesores para la transición a esta modalidad de estudios. Para su desarrollo se precisa establecer pautas claras para el aprendizaje a distancia y dar seguimiento al proceso educativo de los estudiantes. En este sentido, desde la orientación educativa debe potenciarse en los estudiantes habilidades como la organización del tiempo, la planificación del estudio en casa, así como estrategias de aprendizaje que les permitan responder con éxito los diferentes programas. Al mismo tiempo, se deben implementar acciones de educación socioemocional, pues en los jóvenes también son identificables los efectos psicológicos de un año de vida en pandemia. Estas consecuencias unidas a los retos de esta modalidad de estudios, pueden generar estrés académico.

Debe tenerse en cuenta en las estrategias docentes y educativas que se conciban, la disponibilidad de equipamiento necesario y las posibilidades de conexión a internet de los estudiantes. Se precisa de un diagnóstico a nivel de año académico que recoja con detalle la situación de cada uno, para el diseño de estrategias inclusivas que permitan el aprendizaje a distancia de todos. Con los resultados de este análisis, pueden diseñarse evaluaciones de tipo asincrónico, para garantizar que todos tengan la oportunidad de cumplir las mismas, sin que la calidad de la conexión en determinados territorios sea un elemento desfavorecedor del desarrollo de las actividades a entregar.

Foto tomada de extension.unvm.edu.ar/

Por otra parte, debe ofrecerse preparación a los docentes y estudiantes para el empleo de las redes sociales y plataformas que estamos utilizando actualmente como recursos para la educación. Este es un proceso de alfabetización digital en el que los jóvenes universitarios (nativos digitales) tienen mucho que aportar. En este sentido se conforman equipos de estudiantes y profesores con habilidades tecnológicas, para preparar tutoriales que sirven de orientación y acompañar la experiencia en el entorno virtual.

El desarrollo de comunidades de docentes para intercambiar experiencias y elaborar estrategias para la gestión del proceso docente-educativo a distancia, en nuestras condiciones, es necesario para afrontar colectivamente los desafíos actuales de la educación superior. La ciencia psicológica mucho tiene que aportar y como siempre, pondremos nuestro saber y saber hacer en función del bienestar común y el desarrollo.

[1] Dra. Annia Almeyda Vázquez. Vicedecana Docente. Facultad de Psicología de La Universidad de La Habana. anniaav@gmail.com
[2] Lic. Solanch Garcia Contino. Profesor Instructor. Dirección de Formación Profesional de la Universidad de La Habana. garciasolanch@gmail.com

[3] https://es.unesco.org/news/aprendiendo-casa-educacion-distancia-todos

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