Elaine Vilar Madruga: «Siento que la legalidad es lo único que va a hacer justicia, y siento que justicia es lo que merecemos»

«Estoy segura de que no voy a hacer la única denuncia al respecto, quizás la mía sea la ventana para que otras lleguen y que la justicia se encauce», señala la joven escritora y poeta.

Redacción Alma Mater
Revista Alma Mater
14 min readDec 13, 2021

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Diseño de portada: Alejandro Sosa Martínez.

Por Laura Serguera Lío y Yoandry Avila Guerra

Elaine Vilar Madruga es, quizás, la escritora joven cubana más premiada dentro de la Isla. A sus 32 años ha publicado más de una decena de libros; textos suyos han sido incluidos en antologías y revistas nacionales e internacionales, ha coordinado un taller literario, un curso comunitario de guitarra para niños y se ha presentado en escenarios musicales. Sirva esta breve presentación para entender que Elaine es mucho más que la primera mujer que levantó una denuncia policial contra el trovador Fernando Bécquer por abusos sexuales, aunque por estos días sea especialmente reconocida por ello.

Elaine enfatiza que es medular en el tratamiento del hecho no convertir a las sobrevivientes en un conjunto de víctimas de un mismo hombre; sino entender que todas son mujeres con nombres e historias que trascienden el acto violento, incluso si no todas se sienten en condiciones de salir del anonimato. Sobre este aspecto, la importancia de la reparación judicial, los porqué de su decisión de acudir a las autoridades policiales y la forma en que ha vivido el proceso hasta el momento, conversó con Alma Mater, al día siguiente de iniciar el proceso legal.

-¿Cómo influyó en la decisión de contar y denunciar su experiencia el conocimiento de que lo que le ocurrió no fue un suceso aislado?

«Cuando una lleva tantos años conviviendo con un hecho traumático, ese hecho tiende a enfriarse, a congelarse; y una aprende a convivir con el dolor, con el trauma, aprende a lidiar con todas las emociones de vergüenza, de pena, de asco, de suciedad… Todas esas emociones negativas que el propio cuerpo de la mujer, ese cuerpo que ha sido violentado, asume por los patrones en que nos han educado. A veces pensamos hasta que es culpa nuestra, entonces lo vamos significando así a lo largo del tiempo.

«Aprovecho para aclarar que, si bien en un primer post — en la red social Facebook — , al calor de las emociones había calculado que tenía 17 años en el momento del acto delictivo, en realidad tenía 16, un mes antes de cumplir los 17, aproximadamente, como recordé luego, con la mente más fría. Lo explico para que luego no haya malinterpretaciones, como mismo lo hice al denunciar en la PNR (Policía Nacional Revolucionaria).

«Estuve muchos años callada, gran parte de mis decisiones estuvieron sustentadas en que era una adolescente, con el pensamiento propio de la edad, también influyeron ciertas cuestiones familiares. Había aprendido a convivir con ese dolor, y era un dolor que estaba silenciado por completo.

«Cuando salen las denuncias de estas cinco mujeres en El Estornudo, ese día abrí Facebook y era la primera publicación del feed. La había hecho una amiga que radica en España. Pedí que me bajaran los testimonios, no pude terminar de leerlos; leí solo el primero y, tal vez, un poco del segundo. Fue suficiente para darme cuenta de que esas cinco mujeres habían experimentado algo muy semejante a lo que yo había vivido. Con puntuales cambios y circunstancias diferentes en cada uno de los casos, por supuesto, porque no hay ningún caso igual al otro.

«El hecho de saber que había, como mínimo, cinco casos más el mío; y ese sabor de boca que queda, como una persona que ha sido violentada, sentir que quien cometió un acto tan atroz contra una no hizo un acto aislado, sino que tiene, quizás, modus operandi al respecto; el hecho, incluso, de encontrar en esas historias paralelismos con mi propia historia y el tener ahora 32 años, o sea, 16 más que los que tenía en el momento que sucedió este acto violento, pues me hizo tomar conciencia de la necesidad de contar que a mí me había sucedido.

«No he contado mi historia en las redes sociales, no la he contado en ninguna entrevista, tampoco lo haré. Lo he hecho solo en el expediente penal que se acaba de abrir, como era necesario por las vías legales dispuestas en nuestro país para el efecto.

«Al leer los testimonios de estas mujeres, sentí que una tiene un poco el deber de ya no guardar silencio; porque ya no era una, ya no era un caso aislado, ya no era el dolor de una, era el dolor de otras, y a raíz de mi publicación en las redes sociales, que fue una publicación bien corta, me han llegado otros muchos casos de muchachas que han sufrido diferentes grados de abusos perpetrados por el propio Fernando Bécquer.

«A medida que iban llegando más testimonios de muchachas que pasaron la misma experiencia o experiencias parecidas y de otras que lo lograron esquivar por haber tenido, quizás, más precaución, más edad, un aviso previo de amigos que ya lo conocían… me di cuenta de que esta situación era mucho más compleja.

«Opino que hay un deber legal, a día de hoy, de trascender la noticia, de trascender el revuelo de las redes y esta caja de Pandora que se ha abierto en torno al caso específico; un deber de llevar estos hechos a manos de la justicia para que se cumpla por todas las personas que durante más de 10 años, casi 20 por lo que estoy viendo en algunos de los testimonios, han sufrido desmanes de este hombre.

«El hecho de sentir que esto había sido un patrón planificado y repetido en diferentes grados de variación en los cuerpos de muchas mujeres a lo largo de este tiempo, me ha dado una fuerza creo que bastante cabal para llevar esto a las manos de la justicia, donde ya está.

«Confío extremadamente en la justicia, así me enseñaron y estoy segura de que aunque este sea un proceso penal largo, moroso, doloroso y triste, es un proceso penal necesario.

«Aquí descontextualizo a Cuba como país comunista; todas estas denuncias quiero que vayan descontextualizadas de la política; creo que lo realmente importante es el acto de ejercer la justicia, y que la justicia llegue por los caudales indicados. Caudales que existen y que es preciso en este momento aprovechar».

-¿La decisión de tomar medidas legales fue instantánea?

«Sí, fue instantánea. En ese momento embarga una sensación que todavía persiste: todo el pasado se revuelve y regresa a ojos vista al día de hoy. Eso es lo primero, luego una puede asumir dos posicionamientos: o tomas cartas en el asunto y ayudas, en este caso hablo por mí misma, a que se haga justicia; o tratas de continuar con tu vida.

«Ninguna de las dos posiciones es superior a la otra. Las víctimas que deciden callar tienen motivos para continuar callando, como mismo los tuve yo para estar callada durante 16 años. Las que deciden nunca hablar, no dejan de ser víctimas, simple y llanamente tienen sus razones para decidir no hacerlo.

«Creo que ninguna de las mujeres involucradas juzgamos a las que por sus propias decisiones y circunstancias de vida decidan no dar su testimonio. Algunas sí lo haremos. En el momento en que hice el post en Facebook, que fue casi una reacción automática a la noticia, tenía conciencia absoluta de que no podía quedarme diciendo que me había sucedido, debía llevarlo por el camino de la legalidad y la justicia. Cuando realicé esa publicación ya sabía que iba a tomar una acción legal, con toda la rapidez que mis circunstancias y mi vida me lo han permitido. Han sido 72 horas, aproximadamente.

«Ni siquiera llegué a consultarlo con mi familia. Le hice una llamada a mi madre que estaba trabajando en ese momento. Ella me dijo: “hacemos lo que tú quieras”, y hemos hecho eso, lo que me ha dictado el corazón que es lo justo, a pesar de que haya pasado el tiempo. Creo que un crimen es un crimen, así hayan transcurrido 20 años, creo que la laceración de la sexualidad y de la integridad de una adolescente, de una mujer, de cualquier persona, es un crimen así hayan pasado 10, 15, 20, 30 años. Es muy importante también tener eso en cuenta, porque el trauma y el daño continúa ahí siempre. Entonces sí, tomé la decisión bastante rápido.

«Desde el inicio he recibido mucha ayuda de la gente a mi alrededor y de personas desconocidas hasta ahora, que han escrito, me han buscado asesoría legal, todo la que se ha podido hacer en tan poco tiempo. Pensaba que era necesario denunciar lo antes posible, además, porque me preocupaba mucho la politización del caso; esa carga, de personas en contra de nosotras, diciendo que es una estrategia mediática para acabar con los trovadores, con los artistas revolucionarios.

«Por otra parte, me habían dicho que muchas de las mujeres que dieron su testimonio no radicaban en Cuba, pero la persona que cometió los crímenes sí radica en Cuba y yo radico en Cuba. Me ha tocado estar aquí en este momento. También, el hecho de realizar una denuncia es de alguna manera una forma de demostrar que todos los testimonios de las mujeres son válidos, con independencia de su posición ideológica o el medio donde ha salido la noticia.

«Hago tanto hincapié en esto porque me parece muy importante, aquí se está hablando de algo más grande que la política, más grande que las posiciones ideológicas; se está hablando de integridad, de violencia de género, de abuso, de adolescentes; se está hablando de mujeres vulneradas… creo que eso es lo principal.

«Fui la primera en denunciar, el sábado 11; a día de hoy no sé si habrán ido otras. Presenté mi denuncia en la PNR de Plaza de la Revolución, en Zapata y C. Ahí levantaron el expediente de investigación y se están recogiendo todas las denuncias, testimonios y declaraciones relacionadas con el caso. Estoy segura de que no voy a hacer la única denuncia al respecto, quizás la mía sea la ventana para que otras lleguen y que la justicia se encauce».

-Comentaba que ha recibido mucho apoyo, ¿este acompañamiento y asesoría provino de personas o instituciones?

«De ambas. En realidad, he llegado a las instituciones gracias a las personas, vamos a decirlo así, porque en un momento no había un pronunciamiento de este caso por ninguna institución cubana y diferentes amigos, personas en las redes sociales empáticas hacia mi situación y la de otras mujeres, empezaron a brindar su ayuda.

«Ha sido fundamental la Comisión de Género y Feminismo de la UNEAC (Unión de Escritores y Artistas de Cuba), que me puso en contacto con la Fiscalía General, a donde hice la primera llamada para realizar la denuncia. Después, la Fiscalía me remitió, por supuesto, a la PNR de Plaza de Revolución, donde debía presentar la denuncia formal, ya con expediente abierto.

«Esos primeros datos de conexión, de asesoramiento, los recibí a través de personas. En estos momentos duros la gente es buena. He llegado a las instituciones porque muchas personas me han dicho “este es el teléfono para llamar a tal sitio”, “estos son los lugares por donde debes proceder”, “esta es la manera de hacer las cosas adecuadamente”, por los caminos de la legalidad, que es lo que quería desde un comienzo. Siento que la legalidad es lo único que va a hacer justicia, y siento que justicia es lo que merecemos.

«Sería muy importante recalcar que la FMC (Federación de Mujeres Cubanas) está haciendo un acompañamiento, a mí me acompañó. También sería importante para nuestro sistema legal empezar a instaurar, desde ya, que la recepción e investigación de casos como este deben ser llevados a cabo por mujeres. El proceso legal tiene que ser muy cuidadoso con todas las víctimas, precisamente para no revictimizarnos.

«Creo que una víctima, en tanto no se pruebe lo contrario, debe ser tratada como tal. La rectitud y la justicia no son antónimos de la palabra empatía. Si instauramos una manera más humana, más digna para las víctimas de poder hacer sus denuncias y que no se sientan laceradas en el proceso, pues llegarán más casos, habrán más denuncias oportunas, más denuncias en tiempo, más denuncias que no sean casos ya caducados de 10, 15 años que, igual, creo que son denuncias necesarias para hacer justicia».

-¿Cómo fue su experiencia denunciando en la policía?

«Viví experiencias positivas y negativas. A la entrada tuve una experiencia negativa con un oficial que no me trató del mejor modo; el proceso legal tiene que ser muy cuidadoso con todas las víctimas, precisamente para no revictimizarnos. Como mismo te digo eso, quiero decir que luego me llevaron a una instructora mujer que fue un sol de persona; sin dejar de hacer su función, sin dejar de ser incisiva, sin dejar hacer las preguntas pertinentes, hizo un trabajo empático y maravilloso.

«Luego, en un segundo momento, el oficial que me había tratado mal entró a la entrevista y llegó con otra actitud. Habló conmigo de manera un poco más empática, no fue un diálogo demasiado largo, pero sí hubo un cambio, quizá suscitado ya porque se había sensibilizado con el caso después de mi testimonio.

«Opino que estos casos, que pueden llegar a ser un número considerable, deben llevarnos a pensar cómo vamos a tramitar estos asuntos desde la legalidad, desde nuestra policía. Tenemos que capacitar a nuestros oficiales para recibir casos así, tenemos que lograr que las víctimas de abusos sean acompañadas por una mujer, así sea una mujer oficial, en las investigaciones, en las declaratorias. El hecho de que haya una mujer presente aporta un grado de confort diferente.

«A nuestros hombres que están en la PNR hay que capacitarlos y sensibilizarlos; la rectitud y la justicia no son antónimos de la palabra empatía. Ser rectos, ser justos, mantener un perfil oficial, como debe ser, como una persona que al final está haciendo como un juez, vamos a decir así, o por lo menos como un investigador de una situación traumática, no significa que escasee la empatía. Las cosas tienen que ir a acompañadas. Hay que darles cursos sobre género, sobre cómo tratar a una mujer, a una víctima, siento que todavía hay una estructura demasiado patriarcal dentro de nuestra policía, a partir de mi experiencia ayer».

-¿Alguna de las personas, instituciones o autoridades que han formado parte del proceso de denuncia le han recomendado u orientado no hablar del tema en público?

«Yo misma he decidido no dar muchas declaraciones. No creo que después de esta entrevista vaya a conceder otra. Considero que lo preciso para la limpieza de estos casos, y también para mí como persona involucrada, es hablar una vez, ya lo hice desde el punto de vista de lo penal.

«Haré alguna notificación puntual en mis redes sociales porque siento que tengo un deber hacia las víctimas que decidan dar su testimonio a raíz de lo que yo he dicho, pero debo continuar con mi vida, aunque siga comprometida con todo lo que tiene que ver con el caso y con todas las personas, víctimas o no, que se han acercado a mí.

«En este sentido, ofreceré informaciones, siempre que no afecten el proceso investigativo, que creo es lo más importante, la justicia para las víctimas. Resulta primordial que se logre encauzar un proceso legal que dignifique a las víctimas y que castigue al culpable; ojalá esto incida, sobre todo, para que los procedimientos legales se humanicen.

«Volveré a mi vida profesional, que no puede quedar a la zaga. Por el revivir de toda esta situación no puedo quedar ahora mismo opacada, aplastada por eso. No me puedo convertir en “la escritora que fue víctima de Fernando Bécquer”. No, yo soy Elaine Vilar Madruga y eso creo que para mí es lo más importante de todo; y cuando digo para mí, digo para todas las mujeres.

«Que no nos victimicen, cada una de nosotras tiene un nombre, cada una de nosotras tiene una familia, una historia, no nos merecemos que nos llamen las víctimas de Fernando. No nos merecemos que nos engloben bajo un título tan doloroso. Necesitamos que cada una de las víctimas tengo un nombre y todas las que lo deseen, sé que hay algunas que van a presentar el testimonio de manera anónima, pero todas las que lo deseen de alguna manera, que ese nombre también sea dignificado por el hecho de que decidieron presentar su demanda, por el hecho de haber experimentado lo que experimentaron y sobrevivir; por el hecho de tener el valor de contarlo.

«Aquellas otras que no se han decidido o que no pueden contarlo por sus circunstancias vitales, también serán dignificadas; no importa que sus nombres no salgan en la demanda, no importa que no puedan dar la cara o el nombre en público; todas aquellas que han sufrido desmanes semejantes a los que sufrimos las mujeres que estamos dando la cara, a través de nuestros nombres, también serán dignificadas, creo yo, con un acto de justicia en nombre de todas.

«Nadie me ha recomendado hablar o no hablar. He tenido amistades que, a título personal, me han aconsejado no hacer demasiado públicas las declaraciones, por miedo a que pueda herirme más o a que esta situación me pase por encima, porque es bastante susceptible a que suceda así en algún punto.

«Siento que tengo un compromiso por el hecho de haber dado la denuncia formal; entonces, en los siguientes días trataré de estar lo más conectada posible con este caso, en la medida que mis responsabilidades lo permitan. La vida continúa y el mundo profesional me sigue demandando y tengo que continuar en él. Pero no estoy deseosa ni tengo muchas intenciones de dar ningún tipo de declaración.

«Creo que lo valedero de esta situación es el hecho de haber presentado el caso a la PNR, y de que mi testimonio haya llegado a las manos que debe llegar; a las manos que pueden, a partir de ahí, hacer un acto de justicia, como espero que también sean encausados los testimonios de las otras personas que puedan realizar una demanda».

-La decisión de denunciar de forma pública entraña una gran carga de valentía, pues implica revivir los hechos y exponerse a muchas personas desconocidas y a juicios de todo tipo. ¿Cómo ha sido lidiar con ello hasta el momento?

«Es una experiencia abrumadora, no puedo decir otra cosa. Desde que salió la noticia hasta el día de hoy, mi vida ha girado en torno a eso. He escuchado más cosas terribles de las que quisiera escuchar. No solo es revivir el trauma de una, sino el de otras personas que han tenido el valor de contártelo. Pero, como toda decisión, lleva una responsabilidad y hay que saber acatar las consecuencias. Yo decidí esa exposición pública porque la veo necesaria en mi caso.

«Ahora debo lidiar con ella hasta las últimas consecuencias legales, formales y en todos los sentidos. Respecto a exponerme a los juicios de las personas, a favor o en contra de Bécquer; a favor o en contra de todas las mujeres que vamos a realizar acciones legales… solo diré que quien no la debe no la teme. Cada cual tiene que cargar con su conciencia, con el peso de los juicios que emite en redes sociales, los juicios que emite en su vida pública y de las decisiones personales de cada cual. Esos juicios, honestamente, no me preocupan mucho. Es muy fácil hablar desde una valla protectora, pero cuando uno está adentro del asunto es diferente por completo.

«Quiero repetir que mi admiración va para todas las mujeres que han decidido salir, todas y cada una de ellas: las primeras cinco mujeres que hicieron que yo saliera a contar mi historia; y todas las otras que a raíz de los testimonios que van apareciendo también lo han hecho. Toda mi fe está colocada en que esos testimonios trasciendan el ámbito de las redes sociales y lleguen a convertirse en testimonios legales y demandas formales.

«Creo que es muy importante, para que muchas otras mujeres sepan qué pueden hacer más allá de ofrecer su testimonio por las redes sociales, más allá de enviarle un mensaje a un amigo, que conozcan que hay mecanismos instaurados — y que se perfeccionan — para que puedan hacer sus denuncias».

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