GREMIO ADENTRO

Guillermo Carmona, entre literatura y periodismo

Redacción Alma Mater
Revista Alma Mater
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7 min readMar 30, 2022

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A través de la tinta de la prensa impresa, la dirección de un sitio web o las páginas de un libro, este joven crea aprovechando los contrastes de la ficción y la realidad. Él es un narrador en pleno, que encuentra en el ambiente que lo rodea la inspiración suficiente para asentar en la memoria de sus lectores nuevos universos.

Por Daniela Ortega Alberto

Preguntarle a un escritor la fecha de sus primeros textos es, cuando menos, un lugar común. Sin embargo, aunque la cándida interrogante nos ayude a establecer un punto de partida en esta entrevista; en el caso de Guillermo Carmona, antes de hablar acerca de cómo aprendió a escribir, tendríamos que contar primero cómo aprendió a leer.

«Me inicié en la lectura por mimesis; mi papá era un gran lector, y verlo fue lo que me llevó a buscar y practicar esa actividad. Siempre fui un lector asiduo, y creo que veinte y tantos años después es una característica que mantengo», explica el joven narrador y periodista.

Guillermo nació en la ciudad de Matanzas, cerca de la armonía poética entre ríos y bahía. Con apenas 10 años, su imaginación deambulaba entre libros de Salgari y Dumas en la biblioteca infantil de la Atenas de Cuba. De aquellos tiempos, recuerda: «Una vez nos preguntaron a los muchachos que más leíamos, ¿cuál era nuestro libro favorito?: uno dijo La Edad de Oro, y otro mencionó La muñeca negra; yo dije que Los tres Mosqueteros, tal vez un poco distinto a lo que era común para esa edad».

«Hace unos años, durante una charla de orientación profesional sobre periodismo, y una señora vino hablar conmigo y me dijo: “Me acuerdo de ti, tú eras el muchacho que iba a la biblioteca”. Ese soy yo, el muchacho que iba mucho a la biblioteca; el muchacho lector, siempre me he considerado así», confiesa.

Los primeros relatos del Guille (como lo conocen sus colegas y amigos) nacieron mientras hablaba consigo mismo, camino a la escuela: mundos fantásticos, Fanfiction y situaciones sobredimensionadas ocupaban su pensamiento creativo a las puertas de la adolescencia.

«Cuando maduré un poco comencé a escribir cosas más serias. Leía autores como Dostoievski, que me llevaron a intentar escribir de manera más organizada. Quería ser escritor, pero a la vez ser útil a la sociedad. Pensé que el periodismo era la manera de lograr cambios verdaderos a través de la habilidad que tenía para escribir.

«En la Universidad estudié una carrera vinculada a las humanidades, con asignaturas que permiten adquirir un conocimiento más amplio y un entendimiento de las herramientas a la hora de poder contar la historia; todo ello con un objetivo más claro, que trasciende el acto de escribir por escribir», agrega.

Desde los primeros años en la Educación Superior, el Guille integró talleres de literatura del Movimiento de Artistas Aficionados de la casa de altos estudios yumurina. Allí, junto a su formación como periodista, pulió sus habilidades como escritor.

A la par del escritor, creció el periodista; y a poco menos de cuatro años de graduado comenta sobre la formación de los profesionales de la noticia: «Para aprender a hacer periodismo es necesario consumir periodismo del bueno -resalta-; aquel que rompe con los esquemas Academia, muchas veces rígidos y difíciles de llevar a la práctica».

«La primera nota que redacté en las prácticas de Periodismo impreso fue acerca de una actividad de teatro. En la escuela me enseñaron que no podía repetir palabras en la misma información. Casi al entregar la nota ya había utilizado teatro, escenario, tablas y escena; es decir, tenía todos los sustantivos y me faltaba aún el último párrafo. No sabía que iba a poner ahí.

«Recuerdo que utilicé el vocablo coturno -unos zapatos de madera que utilizaban los actores griegos cuando llegaban al escenario, con el objetivo de que sonaran sus pasos-. Aquello lo entendí yo, y probablemente un profesor de griego antiguo. Ejemplos como estos son consecuencia de esquemas muy rígidos, y a veces contraproducentes. Al estudiante de periodismo sí hay que enseñarle la teoría; pero también que debe construir su propio estilo, siempre desde el respeto a la profesión», explica.

En el periodismo literario Guillermo ha encontrado la unión de sus dos pasiones, y una alternativa para llegar a las audiencias.

«Hay quienes piensan que esta manera de hacer dentro del periodismo es poner palabras bonitas y altisonantes en el texto. Nada más alejado de la realidad, necesitamos hacer un periodismo más humano. Hay que darle en la fibra a la gente. Muchas veces tenemos buenos temas, y los abordamos desde una visión puramente comunicacional. Nos olvidamos que las personas tienen emociones, que uno puede trabajar con eso.

«El periodismo hay que vivirlo; pero no vivirlo como piensan algunos, que el periodista no tiene vida social. Yo salgo a fiestas, me divierto y me enamoro. A la vez, pienso y veo lo que me rodea; pues un periodista que vive en una burbuja no es un periodista es, sencillamente, un gran loro que repite y repite lo que le dicen. Eso no puede ser. Hay que tener criterio propio», recalca.

Para tratar temas de interés social, Guillermo se adueña de herramientas como el humor: una vía que ha propiciado el acercamiento de los lectores a su trabajo.

«Años atrás escribí un trabajo sobre “los durakos”, y aunque dicen que los jóvenes no leen el periódico fue increíble cuántos adolescentes reaccionaron al comentario. Ahí te das cuenta de que las personas sí consumen prensa, y que hay que escribir en un lenguaje interese a las audiencias».

Precisamente, con ese tono narrativo está hilvanado Gente sin Swin, su primer texto narrativo; volumen que naciera al poco tiempo de licenciarse como periodista, y que no es más que una colección de cuentos con situaciones y personajes muy parecidos a la vida en las calles de la «Ciudad de los puentes».

Y es que la identidad matancera es un tema recurrente en su obra, a esa línea escritural pertenecen las crónicas del Teatro Sauto que dieron lugar al proyecto de libro que conformó su tesis de licenciatura. Un empeño que el Guille espera poder publicar con algún sello editorial.

Él, a pesar de las jornadas como reportero en el periódico Girón, no ceja en crear universos narrativos; con menos asiduidad que antes –confiesa-, mas siguen naciendo sus cuentos, aunque sea «poco a poco».

Varios laureles resaltan ya en la trayectoria periodística y literaria de Guillermo: medallas de oro en festivales nacionales de artistas aficionados; reconocimientos en el Concurso Nacional de la Crónica Miguel Ángel de la Torre y en los premios y concursos de la Unión de Periodistas de Cuba en el territorio yumurino; y, de manera más reciente, mención en la categoría Prensa Escrita del Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez, que entrega la Upec nacional por la obra de todo un año. No obstante, más allá de las loas, para el joven los galardones entrañan un significado distinto:

«En doce grado no pude optar por Periodismo, pues no tenía el promedio necesario para hacer las pruebas de aptitud. Entonces, cogí otra carrera y aproveché el año del Servicio Militar para presentarme a los exámenes de ingreso por Concurso, que no exigían los mismos parámetros.

«Debido a eso, ya en las aulas de Periodismo, me acompañó durante los cinco de estudio un sentimiento tremendo de irrealidad: quise ser periodista, pero no pudo serlo cuando “me tocaba”. Incluso, el día de la graduación no me creía que ya lo fuera. Es más, cada vez que recibo un premio o una felicitación por mi trabajo, todavía aflora esa sensación extraña. Sí, sé que soy periodista y lo asumo, pero me parece tan raro. Es difícil de explicar».

-Guillermo ¿eres un escritor que hace periodismo o periodista que escribe literatura?

«Es una pregunta que me ronda y para la que no tengo respuesta. Me siento muy vinculado a ambos ámbitos. Soy un narrador, en general. Creo que el Periodismo y la Literatura lo que hacen es narrar; sobre ficción y realidad, respectivamente. Pienso que el arte y la Literatura premian un poco más lo estético; mientras que el periodismo se va más hacia la parte comunicativa o cognitiva. Sin embargo, son bienes de la misma madre».

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Y aunque todavía le queda mucho por escribir y por aprender, ha apostado por la formación de otros y otras que comparten sus mismas inquietudes literarias. En ese sentido, con la colaboración de la Asociación Hermanos Saíz en Matanzas, ha impulsado el proyecto Grafómanos, espacio donde él y sus compañeros promueven la creación poética y narrativa.

Asimismo, a través de la tinta de la prensa impresa, la dirección de un sitio web o las páginas de un libro, Guillermo Carmona crea aprovechando los contrastes de la ficción y la realidad. Él es un narrador en pleno, que encuentra en el ambiente que lo rodea la inspiración suficiente para asentar en la memoria de sus lectores nuevos universos.

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