Hablar del abuso es una forma de pararlo

La telenovela El rostro de los días ha puesto el dedo en la llaga en un tema tan sensible, como tabú. El abuso sexual a menores no es nuevo, no está extinto en la sociedad cubana. Sin embargo, no aparece en los medios de comunicación con la claridad con que merece. Para esclarecer aristas medulares de este fenómeno, Alma Mater aborda el tema desde varias perspectivas.

Redacción Alma Mater
Revista Alma Mater
8 min readAug 28, 2020

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Fotogramas de la novela

Por Dainerys Mesa Padrón

Una subtrama acapara el protagonismo en el espacio de la novela El rostro de los días; abre viejas heridas en las familias; despierta el monstruo interior de quienes no logran discernir entre la ficción y la realidad; empieza y termina investigaciones; da pie a muchos intercambios.

La tríada que componen René, Lía e Irma (nombre de los personajes del dramatizado) conduce este conflicto de abuso sexual que levanta cuestionamientos esenciales para entender, descifrar, apoyar y penalizar un conflicto de este tipo.

¿Hasta dónde llega la responsabilidad de la madre (o persona encargada) en cuanto a la integridad de una adolescente? ¿Cuáles son los indicios de que una niña o niño es víctima de abuso? ¿Con cuánto rigor la ley penaliza estos actos? ¿Cómo afrontar la interpretación de un violador?

Roberto Espinosa Sebazco asumió el personaje del padrastro que acosa, viola, coacciona y amenaza a una menor, con la misma profesionalidad con que seguro haría un príncipe azul de cuento de hadas. La actuación es su trabajo; encarnar personas diferentes con la mayor veracidad posible es lo que “le da de comer” y placer en la vida.

Pero su desempeño, por acertado que sea, no lo deja indefenso ni ante las críticas, ni ante los impactos psicológicos de encarnar a un abusador sexual.

«He quedado muy impactado y sensible. No sabemos ni la mitad de las personas que en el mundo han sufrido de estos ataques y han callado hasta que la madurez les permite hablar. Solo ellos cargan con los años de sufrir en silencio; sin saber cómo o dónde encontrar el apoyo de profesionales; sintiendo miedo y vergüenza», cuenta Espinosa Sebazco.

Aunque no hay un indicador o síntomas específicos que respondan a un patrón de las víctimas de abuso sexual, existen conductas a tener en cuenta para encender las alarmas lo antes posible.

Además de señales físicas y cambios bruscos en su comportamiento, la psicóloga Beatriz Torres refiere que pueden manifestar aislamiento social, desconfianza relacional, prácticas de conductas sexuales no propias de la edad, lenguaje sexual, masturbación excesiva, irritabilidad, problemas escolares, ruptura de sus rutinas.

Resultan comunes la ansiedad, depresión, terrores nocturnos, sentimientos de culpa, miedo a las personas adultas, en especial al agresor, rechazo a la familia y amistades.

«Es importante ­ explica Torres­: escuchar y observar, ver posibles señales, y estar ahí para que pidan ayuda con franqueza».

El pasado 24 de enero la cancillería cubana publicó un informe con datos recopilados entre mayo de 2018 y 2019, alusivos a la trata de personas. El documento recoge 2 mil 350 menores víctimas en supuestos casos de abuso sexual durante este período. La mayor representatividad de estos ocurrió mediante actos lascivos y corrupción de menores. También destacó las violaciones y ultrajes sexuales.

Y aunque este número parezca elevado, el asombro entre los públicos ante la salida en televisión nacional de este flagelo, así como sus solicitudes de mayor esclarecimiento y asesoría mediática, denotan que no todos los casos son reconocidos, mucho menos denunciados.

La atención a niñas, niños, adolescentes y juventudes tempranas en los contextos hogareños, educativos, recreativos, demanda un cuidado extremo; además de una preparación en temas de educación sexual y autonomía sobre sus cuerpos, de la cual adolecen las nuevas generaciones.

Componer una familia monoparental, ser madre soltera o rehacer la vida con otra pareja no incrementa la posibilidad de vivir una experiencia de abuso. No hay un modelo asociado a esto, a pesar de que, generalmente, estas agresiones provienen de familiares o figuras cercanas al ámbito hogareño.

Tomando como referencia el caso de la novela cubana, la investigadora social Yohanka Valdés reflexiona en torno a la culpabilidad de la madre.

«La madre de Lía, como otras madres cubanas y otras muchas personas, mujeres y hombres, no logran reconocer las violencias en sus múltiples manifestaciones. La responsabilidad del hecho ocurrido en la novela, es en primera instancia del hombre que asume que el cuerpo de las mujeres, en este caso el de la adolescente, puede ser invadido, violentado, manipulado.

«Quiere decir que hay una relación de poder asumida de manera muy natural, que refuerza la idea de que las mujeres estamos disponibles. Tanto Irma, Lía, como René son parte de esta sociedad que conserva rasgos machistas, patriarcales y no pocas veces refuerza el silencio. El personaje de Irma está viviendo un amor con un hombre en el que confía y no cree que esto puedo pasar en su casa. En todo caso su responsabilidad está en negar la escucha a su hija y no propiciar una comunicación de confianza con ella», enfatiza.

La protección de las víctimas va más allá de la acusación al culpable y su posterior penalización. Argumenta Yohanka Valdés que la familia debe trabajar de conjunto con un grupo multisectorial de profesionales.

«Iniciar una ruta de reparación con la víctima: apoyo psicológico, legal (con su familia), médico, pedagógico y sobre todo, seguimiento según su situación y capacidad para recuperarse. Diagnosticar en primer lugar su situación emocional, su valoración de lo ocurrido y cómo está viviendo el momento».

Parte de este proceso acontece vinculado con alguno de los tres centros de exploración y protección a víctimas menores (CPNNA) en el país (La Habana, Villa Clara y Santiago de Cuba). Ellos cuentan con un equipo multidisciplinario para la exploración a través diferentes vías.

Según Osmayda Hernández, integrante del secretariado nacional de la Federación de Mujeres Cubanas, en las provincias donde no radican centros de esta índole, la exploración la asume personal especializado que siempre vela por no revictimizar a la persona.

La clave para evitar estas situaciones trasciende disímiles factores; no obstante, sostiene muchas pistas en la educación, la información, y el desmontaje de constructos machistas y patriarcales asociados a la sexualidad.

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A propósito del interés en el fenómeno expuesto en la ficción televisiva, la Revista Alma Máter, OAR y la campaña Evoluciona convocaron a un foro debate virtual mediante su página de Facebook, con la participación de Roberto Espinosa Sebasco, actor que interpreta al agresor; Liset Mailen Imbert Milan, licenciada en Derecho; Beatriz Torres Rodríguez, sexóloga; y Yohanka Valdés Jiménez, investigadora social. Casi 500 comentarios fueron intercambiados durante una hora y media entre internautas y miembros del panel.

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¿Qué es abuso sexual?

Según la psicóloga Betariz Torres engloba tres elementos a tener en cuenta: «la edad de la víctima y del agresor (asimetría en la edad), las conductas que el agresor pone en juego para someter a la víctima (fuerza, manipulación, amenaza… siempre con asimetría de poder) y el tipo de conducta sexual que tiene lugar entre ambas personas (cuando el adulto se involucra en actividades con un menor, cuyo fin es excitar o excitarse sexualmente). Puede ir desde la violación, la penetración digital, la exposición de los genitales del adulto al menor, caricias, incluyendo obligar al menor a masturbar, obligar a que tenga conductas sexuales con animales, entre otros, hasta llegar a la explotación sexual. Es una forma de maltrato infantil».

Detén el abuso rompiendo estas creencias:

● Son infrecuentes

● Se dan en las niñas, pero no en los niños

● Hoy se dan más abusos que antes

● El agresor es un enfermo psiquiátrico

● Se dan asociados a situaciones de vulnerabilidad

● Los niños y niñas no dicen la verdad

● Les ocurre a niñas o adolescentes que se lo buscan

● Los menores son culpables de lo que les ocurra

● Los menores pueden evitarlo

● Si ocurriera en el contexto cercano, lo sabríamos

● La madre siempre denuncia cuando se entera

● Es solo realizado por desconocidos

● Los efectos no suelen tener importancia

● Es un asunto privado y no se debe denunciar

La licenciada en Derecho Liset Mailén Imbert explica a Alma Mater algunas conductas legales en cuanto al abuso sexual.

«Las denuncias ante estos hechos se formulan en la estación de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) más cercana a su residencia. Existen instituciones especializadas en la exploración de menores, con el debido entrenamiento y que tienen como objetivo la no revictimización. En este caso el delito es de Violación, previsto en nuestro código penal, con penas de 4 a 10 años y hasta 30 para las figuras agravadas».

ARTICULO 298. 1. (ARTICULO MODIFICADO POR LEY 87/99). Se sanciona con privación de libertad de cuatro a diez años al que tenga acceso carnal con una mujer, sea por vía normal o contra natura, siempre que en el hecho concurra alguna de las circunstancias siguientes:

a) usar el culpable de fuerza o intimidación suficiente para conseguir su propósito;

b) hallarse la víctima en estado de enajenación mental o de trastorno mental transitorio, o privada de razón o de sentido por cualquier causa, o incapacitada para resistir, o carente de la facultad de comprender el alcance de su acción o de dirigir su conducta.

2. La sanción es de privación de libertad de siete a quince años:

a) si el hecho se ejecuta con el concurso de dos o más personas;

b) si el culpable, para facilitar la ejecución del hecho, se presenta vistiendo uniforme militar o aparentando ser funcionario público;

c) si la víctima es mayor de doce y menor de catorce años de edad.

3. La sanción es de privación de libertad de ocho a veinte años o muerte:

a) si el hecho se ejecuta por una persona que con anterioridad ha sido sancionada por el mismo delito;

b) si, como consecuencia del hecho, resultan lesiones o enfermedad graves;

c) si el culpable conoce que es portador de una enfermedad de transmisión sexual.

4. En igual sanción que la prevista en el apartado anterior incurre, el que tenga acceso carnal con menor de doce años de edad, aunque no concurran las circunstancias previstas en los apartados que anteceden.

Si fuiste o eres víctima de alguna manifestación de violencia de género, o conoces a alguien en esta condición, comunícate con revista Alma Mater o con la campaña Evoluciona a través de sus redes sociales. Denuncia la violencia. Podemos ayudarte.

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