Hay días tristes, y llueve

Mientras Cuba entera vivía otro día de pandemia y lloraba la muerte de su leal Eusebio en Baracoa como en otras partes del Oriente del país el huracán Isaías fue durante este viernes un tercer motivo de preocupación y sufrimiento.

Redacción Alma Mater
Revista Alma Mater
4 min readAug 1, 2020

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Texto y Fotos: Claudia Rafaela Ortiz Alba

Isaias se vio venir. En Baracoa, el gris de las tormentas se conoce. Llovía desde temprano. Y el viento no tardó mucho en silbar; en doblar algún que otro cocotero; estropear un platanal. Ahí fue cuando nos tumbaron la luz, mientras silbaba. Pero la gente siguió apuntalando techos, lo normal. Y sacando el censo de la libreta, porque la bodega se inunda. Vivimos en una loma justo al lado del Río Miel. Y, salvo por el viento barullero, pasamos una noche tranquila, tanto, que asombró. Pero vivir frente al mar es otra cosa.

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Dicen que a la 3:30 am vino la ola que lo jodió todo. Y que desde entonces el mar no paró de hacer las suyas hasta bien pasada la mañana. Él entra cuando quiere, y arrastra con lo que le da gana.

Baracoa Cuba/huracán Isaías

Hay un sol que encandila, por ahora, pero el mar todavía bate. Recorro el malecón, con cuidado, para que una ola no me desplome. Y aún así temo. Por mí y por los que desentierran pertenencias mojadas debajo de los escombros, sin importarles ya lo fuerte que vengan las condenadas.Total. El mar lo volvió a hacer, una vez más. Tantas ya.

Me siento en una esquina con sombra. Y pienso en Eusebio. Un mensaje de Telegram me acaba de avisar. Necesité sentarme. Y veo las olas furiosas. Y vuelvo a sentir la rabia con que baten ellas.

Hay días tristes. Es eso.

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No han pegado un ojo, nadie que viva frente al mar puede hacerlo si hay tormenta. Yoandris le recupera unos cristales a su vecina mientras me cuenta. Luis Manuel no tiene problemas con que lo fotografíe. Y Mario me deja entrar a su casa, para que yo misma confirme el desastre. No les veo dolor en el rostro, sino resignación. Vivir frente al mar es la maldición más linda, pero maldición al fin.

Baracoa Cuba/huracán Isaías

-Creo que ahora sí se van de ahí-, dice una trabajadora social. Luis Manuel bromea, -puede que en 20 años les den casa-, y sonríe. La mayoría de sus vecinos ya tienen las suyas en otros lugares. La defensa civil hace los levantamientos de las afectaciones. Y un autoparlante vocifera, -¡ya estamos en recuperación, pese a las difíciles circunstancias que vive el país, nadie va a quedar desamparado!-

Camino por esta ciudad pequeña, busco dónde cargar el teléfono. Pienso en que a La Habana le van a subir el muro del malecón, ¿y a nosotros?, algo deben tener previsto, ¿no? ¡Ño, qué año más malo!, oigo decir. Y yo aún no me olvido de Eusebio.

Sigo caminando. Tres cuadras más arriba ya no hay vestigios físicos de la desgracia. La ciudad marcha normal. Sacaron aceite y detergente. Son dos las realidades que cohabitan. Unos hacen cola. Otros desentierran trastes.

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Alcancé a recargar batería en la Emisora. Y mientras, pensaba: -¿cuánto morbo hay en ir a hacerles fotos a sus desgracias, sin ayudarlos?- Cogí el bolso y me regresé a casa de Mario. Allí tendría que haber una escoba para mí. Pero Mario no quería, entonces le insistí, pero Mario aún no quería, y yo casi lo desafié. Estaba más triste que él. Limpiar fue hablar de sus hijos, del nivel del agua en la pared anoche, de las reparaciones que Isaias arruinó. Me dijo, aquí tienes una casa para cuando la necesites. Y fue a por un papel para anotar mi nombre.

Baracoa Cuba/huracán Isaías

Oí chirriar a los buldócers. Comenzaban a limpiar las calles, bajo agua. Un post en facebook decía: -Hoy lloverá en La Habana y en Cuba entera. Nota: No se trata de un pronóstico meteorológico, sino de un homenaje. Murió Eusebio Leal.-

Estas líneas las escribo mojada hasta el tuétano, sin llegar a casa aún. Al menos en Baracoa, llueve.

Baracoa Cuba/huracán Isaías

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