ENTREVISTA

Jotabarrioz: 10 años en 10 minutos

El EP HABANA 4:00 A.M. marca en la carrera de Jotabarrioz el cierre e inicio de un ciclo que, como la madrugada, esconde toda su historia de superación para llegar a lo que es hoy.

Mercedes Muñoz
Revista Alma Mater

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Por Mercedes Muñoz

Fábrica de Arte, 2015. David Blanco, luces de neón y guitarra eléctrica al ritmo de la Evolución. En medio del tumulto friki estaban Jesús, recién contratado en Cuerda Viva, y su amigo Ernesto. «Solo recuerdo que estábamos épicamente borrachos. Se le acercó a David y le dijo mal que bien que hacíamos música», cuenta Nesty, pensando en lo lanzado que es Jotabarrioz normalmente.

Quien lo conoce de ahora tal vez no puede imaginarse esa escena o que su éxito pudo no suceder, porque Jesús Barrios Sánchez no iba a ser cantante. Iba a estudiar en la Lenin, y luego alguna carrera universitaria: «Lo que todos los padres deseamos», piensa su madre­. Pero llegó la profe Denia y esa simple presencia le cambió el rumbo, creó el primer conflicto.

Capítulo 1: 1993. Carta de presentación

A las 40 semanas Jesús aún no había nacido. Fue cesárea después de 16 horas de trabajo de parto, el 31 de mayo, para coincidir en Géminis regido por Mercurio. El año 1993 estará, por tanto, en sus tatuajes y letras de forma recurrente. A falta de fotos — arruinadas la mayoría por la humedad de una filtración cerca del mueble donde estaban — él retratará su infancia en versos:

«Yo soy de los 90', donde si no inventabas no te daba la cuenta, pero a tu amiguito no le importaba tu ropa, donde tenías que ser bueno jugando pelota — más cuando vives a solo cuatro cuadras del estadio Latinoamericano —» , aclara.

De esa época mantendrá la manía de hablar dormido, un sueño pesado con las piernas cruzadas y una posición en que su cabeza no parece unirse al cuerpo. También, desde entonces, tendrá una guitarra vieja que no aprendió a tocar; aunque su padre — todo un «silviófilo» — intentará enseñarle algunas veces antes del divorcio. Tampoco importaba, no tenía pronosticado ser el primer músico de la familia, y menos un rapero con alma de trovador, como lo describieron.

«Hasta que la profe Denia le dio protagonismo a la creación y me incentivó a estudiar en la Escuela de Instructores de Arte», cuenta en una entrevista. Ya en la secundaria hacía temas — de reggaetón, con los «consortes» del aula, Los Legendarios — y hasta llevó sus letras a casa de la madrina de Insurrecto, que era su vecina en el Cerro, para que el cantante repartero diera el visto bueno.

«Eso fue un problema — confiesa la mamá — ,a los 14 años se enfrentó a su papá que tiene un carácter de armas tomar. Luego, llegó un día diciendo que dejaba la escuela. Ahí fue al revés. Su padre lo sentó, un sillón frente al otro, y le dijo: “Eso fue lo que tú elegiste, y vas a estar hasta el final”. Era solo el inicio».

Capítulo 2: El soplido y Reggae de amor

«Hicimos muchas locuras de beca», acepta Toky, quien tocaba y también estudiaba para instructor de teatro. Sin embargo, lo que le impresionó de Jesús fue que «con 15, y tan flaco que está irreconocible, se paró en plena aula para rectificar a un profe, aclarando que la Revolución no se hace de afuera hacia adentro, sino desde dentro, y que el problema de la Revolución éramos nosotros. No tenía pelos en la lengua y por eso nadie le ganaba improvisando. Excepto en G», ríe.

Sábado, 10:00 p.m. Avenida de los Presidentes. Sonido de scooter y carros. Una multitud de jóvenes coloniza casi todas las zonas del parque, desde 25 hasta Línea. Jesús — pulóver ancho, collar de bolas negras y pantalón ripia’o — se mezcla con La Frikada y algunos trovadores, pero busca a su piquete. Entre unos desconocidos encuentra la rueda de improvisación, donde los cuerpos marcan el ritmo, el sudor corre y las voces se llevan a su máxima velocidad.

«G fue mi única escuela, era dar el berro tirados en la yerba, pero fue donde me lo tomé en serio», recuerda JotaBarrioz con añoranza. Nesty, que lo conoce hace más de 12 años, confirma que allí se encontraron con los mejores raperos del momento. Al2 y El Enano, por ejemplo, eran del jurado en la Batalla de Gallos de 2009 donde Jesús clasificó inscrito como Xtelar. Frente a él, al terminar los freestyles, El Enano le preguntó a Al2 qué creía de ese blanquito rapero:

— Ese chamaco la echa de pinga — , dijo Al2.

Luego vinieron más concursos de la Agencia Cubana del Rap, como el festival Puños Arriba y Primeros Pasos. Por esos caminos lo conoció Linn Fernández, quien después sería vocalista del grupo Ron Con Cola, y en ese momento se dedicaba a hacer discos independientes con muchachos jóvenes y talentosos. Jesús/Xtelar tuvo su primer álbum con solo 18 años: La sinfonía del Desorden.

La escasa crítica sobre este disco que cayó en el olvido apuntaba que «muestra la desenfada capacidad del artista para mezclar diferentes vertientes musicales (en apariencia, inconexas) con el rap; entre ellas el reggae, chill out, world music, rock y otras. Xtelar — continúa — constituye un verdadero exponente del denominado rap alternativo, caracterizado por su tono burlesco y de esencia menos politizada que otros estilos en Cuba, como el political hip hop».

Tres temas de ese disco lo demostraban. Uno es H.A.B.A.N.A, con matices románticos de la nueva trova. Otro, Los de afuera, una oda a lo alternativo: «Soy libre de lo que hago y lo que pienso, de esta manera me diferencio, si no halla la razón tu comprensión, lo siento, pero soy de los diversos. (…) Lo mío no es la violencia ni el aguaje, sino mi música quizás más rara que mi imagen».

Y por último, En un soplido, concepto que retomó este 2020 para hablar de los amigos que quedaron en el camino, del tiempo perdido entre ocio y malos negocios, en clara referencia a los tantos trabajos que tuvo hasta poder cobrar como profesional en la música: camarero, payaso, animador de bares.

Hubo un momento, incluso, en que estuvo estudiando Psicología en la Universidad de La Habana por Curso para Trabajadores. «Fue difícil, al principio mis padres no confiaban en que fuera a dedicarme a esto de verdad. Ellos querían que me graduara; yo no quería terminar, y no terminé porque apareció la banda Kill The Party (KTP), con las trabas burocráticas para hacerme profesional, pero donde pude empezar a vivir de lo que me gusta».

Capitulo 3: Pausa

— Compadre, tú sabe, si yo pierdo a mi mamá es una de las cosas que puede derrumbarme completamente — le confesó de la nada Jesús a LVSSi, su productor musical, mientras pasaban frente a la funeraria de Santa Catalina.

En mayo de 2020, Jesús empezó con un dolor en la boca del estómago. El deterioro que tuvo en 24 horas daba miedo. Era una peritonitis, pero tras la operación solo empeoró. Sanó con miel la herida abierta y aún así grabó sentado con KTP, porque debido al aislamiento eran los últimos compromisos de la banda fusión de electrónica, rock y hip hop. A los dos meses, su abuela fallece. Poco después, Ester, la mamá, se contagió de SARS-CoV-2 en un centro de aislamiento. Allí ella hizo una promesa a la Caridad y, «a pesar de los esfuerzos de Jesús para darle besos y enfermarse, él salió ileso», cuenta.

Toda esa situación paró sus planes, pero Jesús dice que hasta ahora no tuvo conciencia de la magnitud de la situación. Esas circunstancias coincidieron con su decisión de hacer una carrera en solitario, aunque tuvo el apoyo de los miembros de KTP, con los que sigue sacando su lado feroz. Ahora retoma en Instagram el rap que hacía a los 18 con el proyecto El Minutazo del pueblo.

Una experiencia, al decir del músico y colaborador Christopher Simpson, que eventualmente unirá los dos alter egos de Jesús en canciones mucho más sinceras, fuertes, y quizás oscuras, como parte de su propia dramaturgia. Linn Fernández también cree que vendrá un proceso de estabilidad en su pegada –que ahora es como un Virus, como dice JotaBarrioz– y hasta puede descender su popularidad, «pero volverá para dar más duro por su perseverancia».

Capítulo 4: Cuando esto pase. ¿La despedida?

Después de estar con él todo un mes, ver que se come las uñas; que no alza la voz, pero lo refleja todo con la cara, y saber que no duerme hasta muy tarde por las secuelas de la COVID-19 en su madre; la mejor escena que lo describe aconteció en su debut como Jotabarrioz en La Habana.

Terminado el concierto, sale del escenario y pasa impulsado entre el tumulto. Choca cinco con la viejita que cuidaba el baño, la primera en recibir la alegría de niño chiquito que se marcaba en los hoyuelos de sus cachetes. Cuando la señora se percata de quién es, lo felicita, él agradece y sigue de paso a abrazar a su mamá. Todo sin flash, sin Internet ni el Odio que a veces ve en las redes sociales, por estos tiempos su principal escenario.

Por eso, cuando le preguntan si será una furia del momento, él dice que eso está en sus manos. Quiere hacer música que le guste y en la que cree, mas no de élite: «Hay música que es producto de empaque y otra que no, hago ambas mientras llegue a la gente». Así que suele ser criticado por lo cursi o comercial de sus canciones. No obstante, no piensa detenerse y menos ahora al sacar el EP Habana 4:00 a.m., donde se incluye el tema Fantasma con David Blanco.

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