SIENTE MI ARTE

Para curar el alma

Sus estudios de Medicina no le han impedido desdoblarse en el escenario. El teatro resulta para Antonio Pupo un medio de expresión, para sentir y aportar a la espiritualidad del país.

Redacción Alma Mater
Revista Alma Mater

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Antonio Pupo Pérez | Fotos: Tomadas de su perfil en Facebook

Por Jeiddy Martínez Armas

Antonio Pupo Pérez habla con pasión del arte, estudia en sexto año de la carrera de Medicina y cree en el poder terapéutico de las manifestaciones culturales que sanan y renuevan el espíritu. Su pasión por ser artista aficionado comenzó al ingresar a la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana «pues consideraba que me podría aportar mucho a mi desempeño como médico y de manera general a poder convertirme en una persona más expresiva y extrovertida».

Dejemos que sea él mismo, quien obtuvo los lauros de Vanguardia Integral de su Facultad y Vanguardia Nacional en Cultura mientras estudiaba en quinto año, quien nos cuente en esta entrevista exclusiva para Alma Mater sobre su recorrido artístico y los retos afrontados.

¿Cuánto te ha brindado desde el punto de vista artístico y humano ser artista aficionado?

«Constituye una preparación para toda la vida pues te da herramientas tanto en el escenario como fuera de este para afrontar disímiles situaciones que se pueden presentar. Fundamental para un buen desempeño académico, pues sería el momento en el que se nos permite ser nosotros mismos a través de un personaje, expresarnos y explotar al máximo nuestro potencial creativo».

«Desde el punto de vista humano el arte es una herramienta para curar el alma, y como médico estoy consciente que la manifestación de teatro constituye un camino certero para ayudar a algunos pacientes, el refugio emocional que a veces necesitamos para encontrar respuesta a muchas de las interrogantes que nos hacemos».

«Considero que el teatro es la manifestación fundamental en la cual me desempeño y quisiera explotarla, pues me da las herramientas necesarias tanto en dicción como presencia y seguridad. Tener la posibilidad de perder el miedo al ridículo y explotar al máximo mi creatividad es un recurso fundamental para realizarme como profesional».

¿Cuáles son las otras manifestaciones artísticas en las que has trabajado?

«Realmente no niego otras en las que me he desarrollado también como la locución, artes plásticas y la fotografía, porque todas las disfruto, pero en el teatro encuentro un refugio, es mi lugar seguro».

¿Qué te inspiró llevar el arte a la par de tu carrera universitaria? ¿Cuán difícil ha sido realizar ambas cosas al mismo tiempo?

«Por momentos se vuelve complicado saber compartir el tiempo entre ensayos, horas de estudio o guardias médicas, es una gran odisea que vivimos diariamente. También siempre está el que refiere que somos galenos y no artistas, es real que existen prejuicios en la sociedad y los profesionales de la salud somos vistos como esos trabajadores impecables que dedican su vida eternamente a la medicina, lo cual es real hasta cierto punto».

«Somos personas que laboramos desde la sensibilidad y la vocación, las artes nos dan entonces herramientas fundamentales para explotar estas áreas en nosotros mismos. Creo fielmente que la integración entre las manifestaciones artísticas y la medicina serían una gran solución a muchos de los problemas actuales que enfrenta la sociedad como la depresión, la ansiedad y otras enfermedades, incluyendo las crónicas no transmisibles».

¿Recuerdas una breve anécdota sobre el día más importante para ti como artista?

«Hace ya dos años, antes de la pandemia, presentamos una obra en mi Facultad llamada Falsa fe, la cual está escrita para ser interpretada por mujeres, pero la adaptación que se realizó manteniendo los personajes principales que eran dos monjas, fue interpretada por dos hombres y una mujer. En cada ensayo teníamos miedo de mostrarnos frente a los alumnos, pues era la primera vez allí que se presentaban hombres interpretando mujeres, usando maquillajes, vestidos e indumentaria ‘femenina’».

«La aceptación fue increíble e incluso hubo estudiantes que solicitaron que se volviera a poner. Hasta el día de hoy allí se sigue repitiendo la frase ‘calla pecadora’, la cual es una de las líneas principales que marca el diálogo entre las monjas. Al ver este nivel de aceptación creo que todo el elenco se sintió orgulloso de aportar algo, pues estábamos rompiendo los cánones que muchas veces son marcados y continuados por la sociedad».

«Pudimos demostrar que está bien que un joven de 1.87 estudiante de medicina se pare frente a un teatro en tacones y haga sentir a un público más allá de cómo está vestido o de qué representa».

¿Qué han significado para ti todos los lauros obtenidos?

«Realmente los veo como algo más, pues de tantos años ya en el movimiento artistas aficionados me quedo con las experiencias, las risas, todo el trabajo para conseguir el vestuario obra tras obra y hasta las lágrimas. Los reconocimientos solo son un marcador de que algo hicimos bien».

¿Cómo ayudas con tus conocimientos artísticos a quienes dan sus primeros pasos en este mundo?

«Creo que todo va de esfuerzos mancomunados, el conocimiento es colectivo y lo único que se necesita es dar el primer paso, llegar y perder el miedo al ridículo».

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