Sitemap
Revista Alma Mater

Somos la revista joven más antigua de Cuba, una publicación dirigida a la comunidad universitaria. Aquí cuestionamos la realidad, y no solo de la Isla. Pensamos el mundo de hoy. Motivamos la polémica y la reflexión acerca del futuro más allá del aula. ¡Conéctate con Alma Mater!

Follow publication

Patricia Arés: «Hay muchas familias que nunca lograron salir del Período Especial»

11 min readMar 14, 2025

--

Patricia Arés

Por

La doctora en Ciencias Psicológicas y profesora titular de la Universidad de La Habana Patricia Arés Muzio ha dedicado su vida a estudiar las familias cubanas. Y decimos familias, en plural, porque así ella lo defiende: «Aunque todas tienen las mismas funciones que cumplir — educativa, económica, reproductiva, cultural-espiritual, de supervivencia, de socialización — , hay una gran diversidad de familias en Cuba, por lo tanto, hablar de la familia como un bloque monolítico, general o universal es muy difícil en las realidades actuales».

Reconocida en la Constitución de la República como la unidad básica de la sociedad, no se puede hablar sobre bienestar de niñas, niños y adolescentes, sin mencionar al que debiera ser un entorno protector por excelencia. Sin embargo, «Cuba ha sufrido un proceso de trasformación importante en las estructuras familiares. Algunos eventos como las transiciones demográficas, las dinámicas sociales, las consecuencias de la pandemia, el impacto de las crisis económicas, han producido ciertos cambios en las familias y en la manera en que estas cumplen sus funciones».

El diálogo fluye natural, transparente, porque ella, además de excelente psicóloga, tiene el don de la comunicación. Califica el creciente flujo migratorio como una «crisis no esperada» y que, sin duda alguna, «ha desestructurado muchos núcleos familiares». Decido entonces comenzar con una primera interrogante para conocer, desde su rol como psicóloga e investigadora, cuáles han sido las principales consecuencias de este fenómeno social.

«El impacto migratorio produce una ausencia importante de figuras parentales, puede ser de uno, o de ambos. Y aunque existan proyectos de reunificación, esa ausencia genera dificultades en la protección de las infancias. Algo que venía apareciendo desde el último Censo de Población, en 2012, es que aproximadamente 30 000 niños vivían solamente con sus abuelos, y esto se ha incrementado. Abuelos que ya pasan los 65 años y que no siempre tienen las condiciones para cuidarlos o protegerlos. A este impacto migratorio habría que sumar el proceso de envejecimiento poblacional, donde hay más adultos mayores que niños, niñas y adolescentes.

«También en el momento de emigrar muchas veces se vulneran los derechos de los niños, porque no se les pregunta si quieren o no. Hablamos de la voz del niño en la familia, apoyamos lo que aparece en la Convención, lo que se dice de la autonomía progresiva, sin embargo, son muchos los casos en los que el niño es llevado de una manera forzosa, porque él no quiere, aquí tiene sus abuelos o su padre que está divorciado, pero a la madre le llega el parole y el niño se va quiera o no. Hemos visto niños que han dicho querer quedarse con su papá o con sus abuelos, y su deseo no forma parte de las decisiones familiares.

«Se han dado situaciones en que ambos padres emigran, y los hijos quedan al cuidado de unos tíos, que luego se van también, y pasan a otro hogar, a la espera de un futuro e incierto proceso de reunificación. Y es un niño trasladado en su cuidado a distintos núcleos familiares. Algunos padres manejan la lejanía a través de la tecnología o intentan suplir la ausencia con ayudas económicas, pero sabemos que eso no es suficiente.

— En las circunstancias actuales que vive el país, ¿cuán difícil se vuelve para las familias ser garantes y protectoras?

«Las familias también tienen derechos: a un entorno tranquilo, a una convivencia en la que puedan cubrir sus necesidades básicas, y esto no siempre ocurre. Las actuales crisis económicas — algunos sociólogos les llaman la policrisis o el colapso general de la economía — impactan muchas áreas de la vida familiar, no me refiero solo al presupuesto, sino también a la cotidianidad.

«La crisis energética, la inflacionaria, la higiénico-ambiental, ciertas precariedades alimentarias, porque no alcanza dinero para comprar la comida, el debilitamiento de la función protectora del Estado desde el punto de vista de los productos normados de la libreta de abastecimiento, la inestabilidad en la leche para los niños… Hay una serie de fenómenos que han ido gravitando sobre lo cotidiano, sobre esa función de sobrevivencia de la familia, y esto hace que su funcionamiento tenga una prioridad centrada en la subsistencia, en cubrir las necesidades básicas.

«Además, en los últimos años se percibe un impacto diferenciador muy grande en las realidades familiares. No estamos solo hablando de diversidades, sino también de heterogeneidad. Mientras algunos entornos son muy precarios, y en ellos es más difícil subsistir, otros tienen mayores posibilidades. Hay familias en las que las crisis afectan mucho más, porque viven en barrios insalubres, zonas marginadas.

«En la ruralidad, por ejemplo, la crisis ha impactado muy fuerte por la falta de conectividad en el transporte, hay familias que no están mandando los niños a las escuelas porque no tienen acceso a un transporte, y tampoco los quieren becar porque no tienen condiciones económicas para ello; por tanto, hay muchos que están dejando de ir a la escuela en las familias rurales. Esto es una situación de retroceso en cuanto a las conquistas logradas en nuestro país. En cambio, existen otras realidades de familias más cercanas a trabajos por cuentapropia, a empresas privadas, o que reciben montos importantes de remesas que sí tienen otro tipo de oportunidades.

«Existe un monto grande de familias que están viviendo la erosión de la crisis. Hay indicadores sociales que así lo están evidenciando: un aumento del embarazo y la maternidad adolescente, del consumo de drogas, un incremento de la mortalidad infantil, de la delincuencia juvenil, de los niños deambulantes en las calles.

«Tenemos un índice de fecundidad bajísimo, y ese índice viene a estar dado por adolescentes, lo cual no es bueno para un país. A veces el embarazo adolescente está relacionado con el ejercicio de la prostitución desde edades tempranas, pues generalmente esa muchacha se une a un hombre mucho mayor.

«El aumento del consumo de drogas, desde las constataciones empíricas y las investigaciones, es evidente. Han aumentado las solicitudes de consultas por el consumo de drogas y de otros químicos que son más económicos y a la vez altamente adictivos.

«Este tipo de parámetros evidencian una falta de contención familiar, porque la familia es generalmente el primer núcleo de protección, de orientación hacia una inserción social de una manera adecuada. Son elementos que sugieren falta de protección y de cuidados».

— Para contener estos fenómenos podríamos pensar en la corresponsabilidad familia-escuela. ¿Accionan las instituciones educativas cuando el entorno familiar no es lo suficientemente protector?

«Hay familias que pierden esa capacidad de control, de pautas educativas, de supervisar qué consumen los niños en los teléfonos, sus horarios o el tiempo que pasan en la calle, con qué personas se relacionan, su rendimiento académico. Por eso hablamos de corresponsabilidad familia-escuela.

«Lamentablemente, la escuela, hasta donde hemos podido observar en las investigaciones, también ha tenido cierto declive en su función de corresponsabilidad con la familia. ¿Recuerdan la película Conducta? La profesora Carmela rescata a Chala, ese niño que tenía una situación familiar precaria, madre alcohólica, padre ausente, y estaba medio insertado en todo el asunto de las peleas de perros. Quién lo salva de esa situación familiar: la maestra. La película muestra el potencial que tiene la escuela para ayudar y apoyar a niños que están en una situación de negligencia familiar».

— Incluso, las familias con determinadas facilidades económicas no están exentas a estas negligencias.

«En familias que tienen mejores holguras económicas no está garantizado necesariamente el cumplimiento de la función educativa. A veces en la conciliación de los tiempos laborales con los familiares, se prioriza el trabajo, dada la crisis y la necesidad insatisfecha de muchas urgencias materiales. Y los hijos quedan relegados. El tiempo de los niños lo consumen entonces las pantallas. Y aparece el sentimiento de soledad en el adolescente, en una etapa que se supone sea de socialización, de grupo, de un contacto más directo, de conversación con los padres.

«Hace poco conocí a una adolescente de una familia con buenas posibilidades económicas: su única amiga es creada con Inteligencia Artificial. Sus amistades se fueron y sus compañeros de aula no son los que más concierto tienen con ella. Cuando llega de la escuela se encierra en el cuarto y conversa con ella. Aquí también se observa un efecto residual de la pandemia, donde hubo una migración digital de la vida. Los adolescentes consumieron muchas horas de pantalla, pasaban toda la noche en vela — porque en ese horario la conectividad les resultaba más económica — y dormían por el día.

«Esa dinámica los mantenía separados de la vida familiar, salvo durante las teleclases, porque les exigían pasar ese tiempo frente al televisor. Este cambio en los hábitos de vida trajo consecuencias en los adolescentes, que prefieren estar encerrados en sus cuartos. He visto casos en que incluso les tienen que llevar la comida a la habitación, porque ni siquiera sienten el deseo de sentarse en una mesa a conversar.

«Las familias de alto estándar tienen dos o tres trabajos que les ocupan mucho tiempo y las de precarias condiciones emplean muchas horas al día en colas, en los cajeros automáticos, en las farmacias. Las exigencias de la vida cotidiana consumen tiempo. Hay familias que danzan con la electricidad; en muchas provincias si a las tres de la madrugada llega la luz, a esa hora hay que cocinar el arroz y poner los frijoles. Hay una disrupción en la vida cotidiana y todos esos fenómenos gravitan sobre la posibilidad de dedicar tiempo a los niños.

«No es un fenómeno solo cubano, hay una celeridad de la vida y una tendencia de las familias a la búsqueda de factores materiales, sean básicos o superfluos. Hay una propuesta social de sentidos donde lo más importante es el dinero. Y la familia lo ha normalizado. Hay madres que te dicen: ella tiene un noviecito que es de la escuela, pero eso no da nada. Es decir, hay cierto disgusto en que esa adolescente busque el amor en alguien que no tenga dinero, que no tenga posibilidades de mantenerla, que no tenga recursos económicos.

«Hay una jerarquía desde el punto de vista del tener más que del ser en la elección que se le propone al adolescente; y eso marca un debilitamiento en los valores familiares. Hay una emergencia social que pasa en Cuba por las necesidades materiales, en otros contextos quizás por el consumo, pero al final, los hijos se sienten carentes de la presencia de los padres».

— Y si a este complejo escenario económico le sumamos la movilidad migratoria de la que hablábamos al inicio…

«No podemos desconocer que hay una descapitalización social importante. No es solo una pérdida de población, es evidentemente que hemos perdido un sector productivo y calificado: especialistas, académicos, grandes artistas, y eso es lo que más me asusta a mí. Hay una merma importante en los servicios de Psicología, hay especialidades en la Medicina que están precarias, los maestros…

«Nosotros tenemos políticas sociales y por eso pensamos que todo el mundo tiene igualdad de oportunidades. Y puede ser que la estructura de oportunidades esté al acceso de todo el mundo, pero no todo el mundo tiene las mismas posibilidades atendiendo a sus puntos de partida. ¿Quiénes fueron los exitosos de las crisis anteriores? Los que tenían una casa y la pusieron a alquilar, o tenían un carro que pusieron a funcionar. Si no tuviste nada de eso, empiezas en un proceso inverso, de declive. Hay muchas familias que nunca lograron salir del Período Especial y ahora los agarró esta crisis.

«Afortunadamente, aunque ha decrecido el índice de desarrollo humano, ha habido un efecto amortiguador importante de muchos programas y políticas sociales de inclusión, de equidad, de igualdad. Durante 60 años, en Cuba desarrollamos un modo de ser que apuesta por la dignidad humana. Y de la misma manera que las crisis acumulan efectos, ese resguardo de la dignidad tuvo efectos acumulativos, un impacto diferenciador. Todos los programas de transformación social impulsados por el gobierno, los proyectos desarrollados con organizaciones internacionales, todo lo que se ha invertido en el ámbito social ha impactado de manera positiva».

«Unicef, por ejemplo, ha tenido una presencia importante en la realidad cubana. Primero, porque marca lineamientos generales y parámetros — como los mismos derechos plasmados en su Convención de la que Cuba es signataria — que sirven de guía para la protección de niñas, niños y adolescentes. Además, ha estado muy presente en el apoyo de todos los eventos importantes que han tenido que ver con la niñez y la adolescencia.

«Uno de los aspectos a los que las personas hicieron mayor resistencia durante la discusión del Código de las Familias fue a cambiar el lugar del niño en la familia. Hablar de responsabilidad parental en detrimento de la patria potestad, se vio como una amenaza. Los padres decían: tengo derecho a decidir sobre ellos. En ese sentido, Unicef ha contribuido a divulgar todo lo referido a la autonomía progresiva, la responsabilidad parental, las prácticas educativas no violentas en la familia. No dejo de ver su logo en todos los eventos en los que he participado, de familia, de género, de violencia en la adolescencia».

— Ante un escenario tan difícil y complejo, ¿de dónde puede nacer la esperanza, el optimismo?

«Afortunadamente, hay familias más centradas en el desarrollo espiritual que en mejorar sus condiciones materiales. Quieren que su hijo estudie inglés, que llegue a ser universitario, aprovechar las potenciales de aprendizajes, pero para eso también hay que tener recursos. La hija de una madre adolescente, con una abuela que fue madre adolescente, en un barrio marginal… esa niña no va a tener la misma posibilidad que otras de entrar a la universidad. Por eso hablamos de la teoría de la interseccionalidad, cómo interseccionan todos los indicadores sociales, ya sean de privilegio o de desventajas. Cuando hay muchos indicadores sociales de desventajas, esos niños tienen una movilidad social descendente.

«Tenemos políticas sociales muy asistencialistas, pensadas desde el Estado hacia las poblaciones vulnerables, pero hay un activismo social que está subutilizado. Existen programas y proyectos que son hermosos, de avanzada, pero no se dan con la fuerza e intensidad necesarias para revertir determinadas realidades sociales. Hay un reservorio importante de una espiritualidad que se ancla también en la cultura, en el arte, en la ciencia.

«Hay cuestiones sociales emergentes que hay que ver cómo se atienden desde las políticas públicas. Pero ha habido un conjunto de políticas con un impacto positivo. Por ejemplo, el Código de las Familias desembocó en un debate popular, se hicieron consultas a expertos; en los centros de trabajo las personas se leyeron el Código, lo discutieron.

«Siempre he pensado que el capital social levanta las realidades, incluso en los peores momentos. ¿Qué ocurrió durante la pandemia? La espiritualidad cubana, el alma de la nación, emergió en todas partes, en la cultura, en las ciencias, en la movilización, en el activismo social. La pandemia es un ejemplo de cuáles eran las reservas que teníamos. En Cuba existe un pensamiento social, un desarrollo académico, intelectual, y ese reservorio social, ese capital social es el que nos ha salvado y nos salvará.

--

--

Revista Alma Mater
Revista Alma Mater

Published in Revista Alma Mater

Somos la revista joven más antigua de Cuba, una publicación dirigida a la comunidad universitaria. Aquí cuestionamos la realidad, y no solo de la Isla. Pensamos el mundo de hoy. Motivamos la polémica y la reflexión acerca del futuro más allá del aula. ¡Conéctate con Alma Mater!

No responses yet