Proyecto Escaramujo: 10 años de acciones que cuentan

Educación y comunicación pueden hacer milagros humanos si se unen. Jóvenes universitarios de distintas disciplinas en cuatro provincias del país lo han vivido en carne propia durante estos últimos 10 años.

Redacción Alma Mater
Revista Alma Mater
6 min readJan 10, 2020

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Autora: Lisandra Ronquillo Urgellés

Lo que el 10 de enero de 2010 inició en La Habana como un primer taller de comunicación audiovisual, en la Escuela de Formación Integral (EFI) José Martí, se convirtió en un proyecto universitario nacional que busca contribuir, a través de procesos educomunicativos, al desarrollo psicosocial de niñas, niños y adolescentes en Cuba, fundamentalmente en aquellos que viven en condiciones de vulnerabilidad social.

Escaramujo comenzó siendo apenas un sueño de algunos estudiantes de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Por él han transitado cerca de 155 estudiantes y profesores de distintas disciplinas de las ciencias sociales, pedagógicas y médicas de cuatro provincias del país: La Habana, Camagüey, Santiago de Cuba y Holguín.

La posibilidad del cambio

Escaramujo se caracteriza por el mestizaje de distintas corrientes como la Comunicación para el Desarrollo, la Educación Popular, la Pedagogía Crítica, la Sociología de la educación y la Psicología Social y Educativa. Los estudiantes y profesores que se han sumado al proyecto no sólo han contribuido a la transformación social de disímiles espacios escolares, como las EFI, secundarias básicas y preuniversitarios, sino que también han incluido estos temas en las agendas académicas de distintas universidades del país.

«Los talleres audiovisuales son realmente un pretexto. Empezamos con mostrarles cortos, teleplays, animados, todos con temáticas relativas a la empatía, el entramado barrio-familia-escuela, etc… Luego los animamos a contar historias con dibujos, fotos u otros medios de expresión. Pero el objetivo principal es que esas historias salgan de sus experiencias, para que, viéndolas así, en tercera persona, les hagan pensar», comenta Amanda Tamayo, egresada de la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte y quién ha impartido talleres en escuelas de conducta.

La actual periodista del semanario Adelante confiesa haber interactuado y aprendido con distintos tipos de adolescentes. «Conocí muchachos sensibles, muchachos que desconfiaban de nosotros, otros muy faltos de cariño, o violentos, o muy graciosos, confianzudos, distantes, inteligentísimos, un poco mentirosos. Existen muchos prejuicios al respecto, pero la triste realidad es que muchos de esos niños están mejor ahí que en sus casas. Es una escuela cuya rutina es bastante apegada al estilo de vida militar, pero no dista tanto de una escuela normal. Tienen clases, hacen deportes, comen tres veces al día, más reciben meriendas. Allí tienen enfermería, recreación una vez al mes, visitas familiares.

Ervin Rueda Rivera, graduado de psicología de la Universidad de Oriente considera que son diversas las vías mediante las cuales se puede ayudar a cambiar las realidades de estos adolescentes y sus familias.

«Muchos son los enfoques y métodos que permiten ahondar en sus problemáticas y permitirles, desde una visión más integradora y crítica de las mismas, una solución a sus dificultades situacionales de cierta manera — afirma — . Claro que también son disímiles las barreras que en ciertos momentos dificultan un avance favorable para ellos, y es ahí donde se debe ofrecer el mayor esfuerzo de apoyo profesional, con el objetivo de mostrarles a estos jóvenes y sus familias las capacidades, habilidades y herramientas propias para seguir adelante.

En 2011, luego de la primera formación de universitarios, participaron en el proyecto 18 estudiantes y profesores pertenecientes a las carreras de Comunicación Social y Periodismo. Posteriormente se sumaron otras disciplinas como Psicología, Pedagogía, Ciencias Médicas, Sociología y Derecho.

En una entrevista anterior, publicada en el blog del proyecto, el holguinero David Guach elogiaba la experiencia transformadora que constituyó pertenecer a Escaramujo:

Ir a la EFI por vez primera y luego hacerme asiduo a las barriadas holguineras de las que salen estos chicos, me ayudó a crecer muchísimo. Primeramente, me hizo consciente de una realidad de la sociedad cubana que hasta ese entonces ignoraba, una realidad muy dura y triste. Descubrir aquellas historias tremendas e intentar vivirlas en mi mente, me cambió mucho. Me tuve que preparar en Psicología de la adolescencia, en manejo de adicciones, en drogas ilegales, en enfermedades de transmisión sexual y otros temas que compiten en las ramas de las Ciencias Médicas; y de paso devorar las selecciones de lecturas de Educación Popular, género y otros temas que sustraje del Centro Martin Luther King. Ha sido toda una epopeya, considerando que la Medicina no me deja tiempo para casi nada más. En lo personal el bien se multiplicó. Aprendí a abrir mi baúl de secretos con la gente, a ser mucho más sociable, a hablar frente a un público y, más importante aún, aprendí a transmitir mi mensaje, y que nadie se quedara bota´o.

Fragmento del guion del cortometraje Escaramujo, escrito por Xuan Linh.

Transformar desde la academia las realidades adolescentes

Escaramujo pertenece a la Red de Educadoras y Educadores Populares, a la Plataforma UNIAL y a la Plataforma de Articulación Juvenil del centro Oscar Arnulfo Romero. Ha trabajado en estrecho vínculo con el Centro Memorial Martin Luther King y el Centro de Intercambio y Referencia de Iniciativa Comunitaria (CIERIC).

Hasta la actualidad se han beneficiado 668 adolescentes de las EFI, secundarias básicas y otros vinculados a talleres de formación en producción comunicativa. Estos no solamente han formado parte de estos espacios como simples participantes, sino que también han llegado a generar contenidos audiovisuales. Los estudiantes de las escuelas de conducta han realizado cerca de 27 audiovisuales.

En 2018 el proyecto se incorporó al Programa Nacional de Educación del CITMA y en 2019 recibió el Premio de la Universidad de La Habana por la Investigación Científica y Tecnológica y la Innovación al Resultado de mayor aporte a la Educación.

Además, organiza anualmente, desde febrero de 2015, el evento académico Adolescer, un espacio sobre adolescencias en Cuba creado ante la necesidad de compartir con otros un debate científico y académico sobre las situaciones conflictuales a las que se enfrentan en ese período de sus vidas.

Este evento es una expresión viva de los principios del proyecto, su capacidad de articulación y potencialidades para reflexionar sobre las prácticas que conectan la vida, en este caso la academia con la sociedad. De algún modo ha servido como puente para enriquecer las prácticas, los aprendizajes y el conocimiento acumulado sobre los jóvenes y adolescentes.

La licenciada en Psicología Juliette Ortiz resalta la diferencia de tratar con adolescentes provenientes de las EFI y los de las escuelas secundarias básicas o preuniversitarios. «La experiencia es diferente, al ser distinto el contexto, entre otros elementos igualmente importantes. Pero el hecho de no estar en esas escuelas, de no estar en un proceso de internamiento, quizás pueda jugar un poco en contra de la dinámica de los encuentros, porque ya no solo depende de que estén en la institución escolar y de que accedan participar de la experiencia, sino también de otras cuestiones que tienen que ver con sus dinámicas cotidianas del barrio, de sus amigos, de la familia, de sus propios intereses, de cuánto puedan conectarse en los encuentros. Yo creo que, en ese sentido, demanda más de nosotros como proyecto, porque tenemos que tratar de motivarlos aún más, de conectarlos más con todos estos procesos; siempre, por supuesto, con la misma responsabilidad, compromiso, ética y respeto.

El proyecto Escaramujo tiene a la Educación Popular (EP) como uno de los pilares básicos en el trabajo con estos adolescentes porque permite incidir sobre procesos que tradicionalmente no se abordan. Utilizarla, brinda la posibilidad de acceder a sus historias de vidas, desde una mirada diferente, crítica. Además, permite impulsar la participación de los mismos durante todo el proceso, el trabajo en equipo, la confianza en el otro, las habilidades comunicativas, la capacidad de resiliencia, las aspiraciones futuras, entre otros elementos que hacen expedita la transformación social.

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