ENTREVISTA

Quiero un país más amable

Teresa de Jesús Fernández es escritora, profesora universitaria y editora. Lleva diez años como líder de la Red de Mujeres Lesbianas y Bisexuales del Centro Nacional de Educación Sexual. Sus experiencias individuales y su labor como activista la han convertido en uno de los rostros de la lucha por todos los derechos para todas las personas en Cuba

Redacción Alma Mater
Revista Alma Mater

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Teresa de Jesús Fernández dirige la Red de Mujeres Lesbianas y Bisexuales del Centro Nacional de Educación Sexual de Cuba | Fotos: Maykel Espinosa Rodríguez

Por Santiago Jerez Mustelier

Fotos y video: Maykel Espinosa Rodríguez

No llevaba aretes ni pintaba sus uñas. Usaba ropa holgada, pantalones, jeans, pullovers. Alguien posó su mirada sobre ella y la vio distinta, sospechosa, con «problemas ideológicos». En una asamblea — por la profundización de la conciencia comunista, a finales de los años 70 — le retiraron el carné de la UJC. Teresa de Jesús a sus 18, 19 años, era una militante de las que pensaba en que para integrar la vanguardia había que dar el paso al frente, ser creíble y auténtica. Por ello fue a estudiar una carrera pedagógica cuando lo que deseaba era cursar Filología.

«A nivel social cuando tu sufres rechazo o sufres injusticia, es importante que en tu casa te sanen todas esas heridas. Nunca sufrí discriminación en el seno de mi familia. Tuve toda la comprensión de mis padres, de mis hermanas y mi hermano. Tuve todo su amor y todo su apoyo en los momentos más difíciles».

Luego de dos años en el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona y, tras el amargo desencuentro, decidió recomenzar la etapa universitaria en la especialidad de Filología. Eran los años 80. De aquel tiempo sus recuerdos son más placenteros, gracias a profesores como Salvador Redonet, Beatriz Maggi, Ana Cairo y Elina Miranda.

«Esa sí era la carrera que yo quería estudiar, la disfruté mucho, a pesar de que me acompañó durante esos años la angustia por lo que me había pasado y el temor de que eso se pudiera repetir, aunque ya yo no era militante entonces.

«Las reuniones de profundización de la conciencia comunista se siguieron celebrando. Con un carácter distinto, mucho menos agresivo. Se medía la actitud del estudiante, el aprovechamiento académico, si participaban en las actividades de la FEU y otras que se programaban en la Universidad. Había un ambiente más relajado.

«Después con el tiempo me enteré que algunos de mis compañeros y compañeras eran homosexuales, pero eso nunca ninguno lo reveló abiertamente. No obstante, si el clima hubiese sido menos opresivo en el sentido de las orientaciones sexuales, ninguno se habría declarado. Todos y todas permanecimos encerrados en nuestros respectivos armarios porque no estaban creadas las condiciones para que habláramos de ello.

— ¿Cuándo comenzó a notarse mayor aceptación?

A finales de los años 80 empezó a surgir una modificación importante, sobre todo desde las instituciones. Sabemos perfectamente lo difícil que es cambiar el pensamiento de las personas, pero que las instituciones tomen entre sus objetivos de trabajo crear condiciones positivas para una parte sensible de la población, ayuda muchísimo. Eso significa no solo una voluntad de cambio, una voluntad progresiva de más derechos e inclusión social, sino que además significa que esa voluntad de cambio está respaldada desde la ciencia, el estudio, las políticas, el activismo.

Creo que mucho se debe a la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) con el Grupo Nacional de Trabajo sobre Educación Sexual (GNTES), creado por iniciativa de Vilma Espín, lo que posteriormente fue el Centro Nacional de Educación Sexual. Durante el establecimiento del Cenesex yo no me encontraba en Cuba, realicé unos exámenes para profesorado en el exterior y por 25 años impartí clases en Italia.

La característica principal de la sociedad cubana es el humanismo, y no se puede ser humanista si hay una parte de esa humanidad que no vive con todas las condiciones creadas para tener una vida digna y todas las necesidades cubiertas.

Es importante el trabajo que se ha hecho, pero más el que falta por hacer todavía. La mentalidad de las personas está muy atada a creencias negativas sobre la orientación sexual, la identidad y la expresión de género. Ello va en detrimento de la justicia social.

Teresa de Jesús Fernández (La Habana, 3 de octubre de 1960) es escritora, profesora universitaria y editora. Lleva diez años como líder de la Red de Mujeres Lesbianas y Bisexuales del Cenesex. Sus experiencias individuales y su labor como activista la han convertido en uno de los rostros de la lucha por todos los derechos para todas las personas en Cuba. Alma Mater llegó hasta su casa para dialogar a propósito del referendo sobre el Código de las Familias y la nación que se aproxima.

— El texto de marras ha levantado criterios diversos y contrapuestos ¿Qué opina usted?

No está inventando nada que no exista. Está simplemente reconociendo a nivel social que hay muchos tipos de familias; y que estas necesitan contar con todas las condiciones y la justicia real.

Con respecto al Código se está haciendo un trabajo de desvío por parte de algunos fundamentalistas. Es algo peligroso. Cuando uno los estudia a fondo se trata más de una agenda política que humanitaria. Además, se trata de una agenda antiderechos, de una cantidad de mentiras enormes, manipulación y tergiversación, del engaño a personas incautas.

Ciertos pronunciamientos se hacen desde la intención de aprovechar los prejuicios de las personas sobre estos temas, así como la mala información que poseen. La operación para votar en contra del Código es una convocatoria a votar en contra de los derechos humanos de una parte importante de la población, que no es solo la LGTBIQ+; la normativa también está pensando en personas que son heterosexuales y no están gozando de todos los derechos que deberían porque el Código anterior ha quedado obsoleto después de más de 40 años.

Cuando los fundamentalistas religiosos hacen esos llamados a no aprobar el Código, a estar en contra del matrimonio entre las personas del mismo sexo, a no permitir que esas familias se reconozcan, a no permitir que niños que no tienen padres sean adoptados por familias homoparentales, esas personas están negando un principio que se supone debe ser el que los rige: el amor al prójimo.

Es increíble que desde un falso humanismo lo que se esté promoviendo sea el odio, es increíble que personas que en un momento determinado sufrieron discriminación y fueron víctimas de la no comprensión de su derecho a profesar un credo religioso, en estos momentos estén siendo los victimarios, los que están promoviendo ese discurso de no derechos hacia otra parte de la población que ha sido tan o más discriminada de lo que ellos fueron en su momento.

— Para algunos, la decisión de someterlo a referendo ha sido polémica, alegando que los derechos no se plebiscitan. Para otros, se trata de un alto nivel de expresión de participación popular…

Desde mi visión personal los derechos humanos son inalienables, y por tanto mi derecho humano no puede depender del voto de una persona que es incapaz de comprenderme, que está animada por sus prejuicios. Yo, Teresa de Jesús, pienso que mi derecho no hay que refrendarlo, que mis derechos hay que reconocerlos por ley.

En la sala de su casa Teresa de Jesús Fernández posee un detalle, que le obsequiaron en África, alegórico a las familias

También puedo entender que se esté hablando de la necesidad de educar a las personas sobre los preceptos jurídicos, que se está hablando de ofrecer más espacios de participación democrática y expresión de las voluntades. Todo eso está muy bien, sobre todo cuando uno entiende a la democracia como el poder del pueblo. Pero creo que independientemente de ese gran ejercicio de querer que las personas conozcan lo que se va a aplicar, que estén informadas y sean conscientes de por qué se hace algo, lo que no puede suceder es que el voto negativo por mala fe, falta de conocimiento, o por destruir desde distintas vías el proceso de este país — a través de una agenda política negativa muy clara — ; pueda impedir que yo goce de los derechos que me han sido negados durante 62 años de vida.

— ¿De cuáles derechos se ha sentido despojada?

Llevo 40 años con mi pareja, este diciembre lo cumplimos y nunca pudimos casarnos, nunca tuvimos derecho a reproducción humana asistida para crear nuestra propia familia, no tenemos derechos patrimoniales. Si yo fallezco ella no podrá acogerse a mi pensión, o viceversa. Durante los años que viví fuera de Cuba yo no tenía derecho, como otros compañeros míos, a la reunificación familiar. Quería que ella pasara vacaciones conmigo como cualquier relación afectiva en el mundo y no pude.

— El patriarcado sigue muy presente en nuestra sociedad, ¿cómo dinamitar ese sistema arcaico?

Por mucha buena voluntad que haya habido por parte de la Revolución y algunas personas, la cultura del patriarcado no se ha debilitado. Tanto se ve que ha sido necesario crear el Programa para el Adelanto de la Mujer. Se ha hecho visible el machismo y el sexismo que opera en muchos lugares. Han renacido discursos misóginos.

El nacimiento del patriarcado no fue para nada amable con las mujeres, impuso que los más importantes eran los hombres, y a partir de ahí se construyeron masculinidades hegemónicas y realmente tóxicas: el hombre es proveedor, es el fuerte, el que toma las decisiones, el que tiene el poder, el que lucha, el que no muestra sensibilidades, el que viola… ahí se está castrando una parte importante de la humanidad.

El patriarcado se construyó sobre la eliminación de los derechos de las mujeres, sobre el no reconocimiento de que la otredad es tu complemento, qué pena que se construyó sobre la necesidad de descalificar a las mujeres, de decir que no tienen alma, o decir que eran brujas cuando eran sabias, o de decir que somos el sexo débil.

En Cuba el camino para que la mujer alcanzara todos los derechos que debía alcanzar ha sido difícil. A la par que se desarrollaba la posibilidad de que creciéramos intelectualmente, no se eliminaba ese segundo rol, ese segundo trabajo que tenemos que hacer en la casa, seguir cuidando a los hijos, al marido, a los suegros…también lavando, seguir planchando.

Lo que realmente ayudaría a cambiar es una educación integral de la sexualidad, una educación inclusiva donde se le enseñe a las niñas y los niños a respetarse a sí mismos, a amar sus cuerpos, a conocerse, a no permitir que se ejerza sobre ellos ningún tipo de violencia, a identificar lo que es negativo y sobre todo a comprender que la sexualidad es distinta, que hay orientaciones diversas y que cada una de ellas son absolutamente normales. A ningún ser humano se le debe discriminar porque sea distinto.

Todavía cuando se habla de educación sexual se habla de los espermatozoides, del ovario, del coito y de la reproducción. Todavía se habla de la sexualidad como un instrumento biológico que existe solo para procrear. No se habla de la sexualidad como una dimensión humana que se construye y modifica a lo largo de toda una vida; y que responde a los afectos, al erotismo, a la capacidad de amar, a la manera de concebirse en el mundo y a otras cosas que poco tienen que ver con la biología. De hecho, el enamoramiento es puramente químico.

Teresa de Jesús Fernández opina que la labor de la FMC y el Cenesex han sido muy necesarias para el apoyo a la comunidad LGTBIQ+

— ¿Cuán decisivo ha sido el trabajo del Cenesex, Centro al que pertenece, para la visibilización y el apoyo social e institucional a la comunidad LGTBIQ+?

La labor del Cenesex ha sido muy necesaria, no solo por la sensibilización y atención a la población LGTBIQ+, sino en cuanto a estudios, investigaciones, en cuanto a promover una cultura de respeto, una cultura de comprensión y de equidad social para personas que somos ciudadanos de este país, para personas que hemos contribuido con nuestro trabajo, con nuestros estudios, con nuestra vida, al proceso que es Cuba y a la realidad que es Cuba.

Los activistas que trabajan junto con el Cenesex reciben información y eso ayuda mucho. Las historias de vida permiten comprender que, cuando una persona escucha a otra hablar de una realidad y ve que somos iguales, se crea empatía. Pero si además tú tienes conocimientos, tú has recibido una formación que te ayuda a trabajar con ciertos términos, es mejor.

Ha sido necesario tratar de deconstruir esa creencia de que las personas homosexuales son pervertidas o son enfermas. En 1997 se reconoció que la homosexualidad no es una enfermedad, un 17 de mayo, por eso se celebra la Jornada Cubana contra la Homofobia y la Transfobia. Tener una orientación sexual distinta es tan natural como la heteronorma.

En condiciones de derechos, de respeto, y de una acertada educación podríamos vivir nuestra vida y ser útiles a la sociedad; pero podríamos vivir además sin las angustias que nos crean las discriminaciones, que nos crean las ofensas, que nos crean los acosos que se ven en escuelas y en espacios laborales.

— ¿Y cómo ha influido el activismo fuera de las instituciones?

Todo el activismo no se hace desde el Cenesex, a veces también se realiza desde otras instituciones o grupos en redes sociales; hay activistas que no son únicamente de la comunidad LGTBIQ+, sino que por el conocimiento que tienen, o por su sensibilidad humana, respaldan la necesidad de luchar por los derechos para todas las personas.

El activismo en redes es importante porque visibiliza causas. También hay un activismo que se puede hacer desde la radio y la televisión cuando se muestran ciertas canciones, programas, cuando se debaten temas afines. Es muy bueno que en las Universidades se realicen encuentros, espacios de discusión y conferencias sobre estas temáticas.

Nada se logra desde un solo lugar. Es importante llegar a las comunidades y conversar con la gente. El activismo puerta a puerta, escuchar a las personas, saber qué les molesta; la cuestión no es imponer, sino que las personas comprendan.

Nací un año y nueve meses después del triunfo de la Revolución. Me eduqué dentro de la Revolución. Sería una pena no lograr transmitir a las nuevas generaciones, a todas las personas, que hay un proyecto que no solo es salvable, sino que es necesario salvar. Los proyectos se salvan cuando logramos que nos crean y se sientan identificados. La única manera en que lo lograremos tiene que ver mucho con el diálogo que se pueda establecer y la capacidad que se tenga de escuchar lo que el otro tenga que decir. Ese es un activismo en el que creo y que todavía tenemos que hacer.

Libres para amar, un texto del cual Teresa es coautora

Libres para amar es un libro suyo muy reciente, en coautoría con las periodistas Sara Mas y Lirians Gordillo. Explora las vivencias, las vicisitudes y anhelos de varias mujeres con una orientación sexual diferente de la heterosexualidad. ¿Cuáles desafíos enfrentan las mujeres lesbianas en la isla?

Es difícil ser mujer lesbiana en Cuba, hay mucho machismo y sexismo, somos discriminadas, sexualizadas. Sufrimos discriminación de hombres, de mujeres y de hombres homosexuales. Nos cuesta trabajo lograr desarrollarnos plenamente.

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En el libro entrevistamos a mujeres diversas, con edades y profesiones distintas. La más joven tendría unos 21 años y la mayor más de 80. Sus historias son de resiliencia y todas superaron las grandes dificultades a las que se enfrentaron.

Encontraron lo que las hacía felices en sus vidas. Hay experiencias muy dolorosas, mujeres que fueron violadas, golpeadas, incomprendidas por su familia, y no obstante demostraron ser capaces de rehacer su vida, no solo para sí mismas sino en función de la sociedad en la que viven. Es el único libro que existe sobre el tema en Cuba.

— En el año 1986 ganó el Premio David de ensayo por la obra «Revolución, poesía del ser», un análisis de una generación de poetas pre-revolucionarios que decidieron seguir creando tras 1959. Me valgo del título para preguntarle, ¿sigue entendiendo a la Revolución como poesía?

El título es un homenaje a uno de los libros de José Álvarez Baragaño, -titulado Poesía, revolución del ser- poeta que incluí en el ensayo. Tanto a él, como a todos los que analicé en esa etapa, la Revolución los transformó y fue muy importante en su producción poética.

Sí creo que cualquier Revolución es una poesía del ser humano porque Revolución significa cambiar, saber ir hacia adelante, poder transformar; y cuando una Revolución es sincera, es honesta, se hace para que todos los seres humanos que viven bajo ella sientan que viven plenamente y con toda la dignidad que se merecen.

— Hoy se habla mucho sobre la necesidad de cambios. Para Teresa, ¿Cuba está cambiando?

Cuba está cambiando desde hace muchos años. Desde el primero de enero de 1959. No quiere decir que esos cambios hayan estado exentos de momentos difíciles o de errores que los seres humanos cometemos.

Cuba está cambiando desde el momento en que empezó la FMC a trabajar con el Grupo Nacional de Trabajo sobre Educación Sexual; a partir de las Jornadas Cubanas contra la Homofobia, de las investigaciones que se han hecho.

Está cambiando a partir de una voluntad política, que se expresó incluso a través del Partido, cuando en los Lineamientos se expuso que las personas podían ser militantes del PCC independientemente de su orientación sexual o de la religión que practicaran.

Pienso que Cuba está cambiando a partir de que ha identificado un plan estratégico para el adelanto a la mujer. Desde que se hizo una película como Fresa y Chocolate, un filme tan importante, que conmovió a tantas personas como yo, que no pudimos no llorar cuando la vimos en el cine.

Está cambiando a partir de publicaciones de cuentos y de novelas cubanas donde existe la homosexualidad no como rechazo, no como perversión, no como burla.

En el humor cubano hacen falta todavía modificaciones. El humor es una cosa muy seria. No se puede hacer para burlarnos de las personas, se hace para reírnos con las personas. Todavía hay mucha burla y estereotipos sobre las personas homosexuales.

Es positivo que la Televisión Cubana haya proyectado un teleplay como Luna Mía, bellísimo, con un tratamiento inteligente y delicado de la cuestión del lesbianismo en adolescentes. Es importante que se empiece a asumir que existen parejas de mujeres y de hombres y no se les identifique desde el desprecio o el estereotipo más negativo.

Hay que decir que todavía existen episodios lamentables. Es penoso cuando se censura una obra de arte, si no tienes capacidad para ponerla tal y como nació no la pongas, pero no la mutiles porque es vergonzoso.

Las señales más importantes de que Cuba está cambiando son la aprobación de la Constitución de la República, de 2019; y el Código de las Familias.

Para las personas de la comunidad LGTBIQ+ hay una Cuba más amable. Ojalá las nuevas generaciones no sufran lo que sufrimos las generaciones anteriores. Y que nosotros, que ya estamos envejeciendo, podamos hacerlo con toda la armonía, con toda la felicidad y la dignidad que nos merecemos.

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