SALUD

¿Qué ocurre que no puedo controlar mi mente?

La ansiedad es catalogada como una sensación de desasosiego, de que algo va a pasar y nos va a perjudicar. En tanto el cuerpo está dañado, se considera como un «afecto» que puede presentarse sin ninguna causa aparente y la llamamos angustia, o puede tener un objeto focalizado y se denomina fobia…

Redacción Alma Mater
Revista Alma Mater

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Diseño de portada: Annelis Noriega.

Por Gabriela Camila Castellanos Mora

«¡Voy a estallar! ¡Estoy ansiosa!», manifiesta Sofía*, y comparte que desde hace unos tres meses no puede controlar sus pensamientos; dice también que sufre de un raro malestar físico y no sabe a qué se debe.

Ella cursa el cuarto año de Derecho en la Universidad de La Habana; y hace dos años atrás su vida era similar a la de cualquier joven universitario, entre tareas y actividades estudiantiles que fueron paralizadas por la COVID-19. Hoy Sofía se encuentra inmersa en su proyecto de tesis, e intenta adaptarse a la vida que ha delineado la pandemia.

«La falta de sueño en las noches, esta sensación de desorientación, tristeza y de que nada va a cambiar no me permiten llevar mi vida con normalidad. Peor aún es cuando comienzan las mariposas en el estómago, las sudoraciones y los temblores en las manos sin motivo alguno. Siento que desde hace un buen tiempo no he sido la misma persona y no veo la hora en que esto pueda terminar», lamenta la joven.

Amistades cercanas a ella coinciden en haber padecido estos síntomas en algún momento de sus vidas. Para ellos, pudiera tratarse de un cuadro de ansiedad, padecimiento muy frecuente en los jóvenes. «Por mi parte, creo que la solución más viable sería acudir a un especialista».

La ansiedad es catalogada como una sensación de desasosiego, de que algo va a pasar y nos va a perjudicar. En tanto el cuerpo está dañado, se considera como un «afecto» que puede presentarse sin ninguna causa aparente y la llamamos angustia, o puede tener un objeto focalizado y se denomina fobia, explica Mariela Rodríguez Méndez, Máster en Psicología Clínica y profesora de la Facultad de Psicología de la UH.

En tanto, Ada María Bueno Roig, también Máster en Psicología Clínica, plantea en su tesis de maestría Una estrategia psicoterapéutica de desestabilización sistemática en inducción hipnótica en estudiantes de música con ansiedad escénica, la existencia de diversos tipos de este padecimiento, entre ellos: la social, de separación, manifiesta, de prueba, latente, personal (como riesgo), situacional (como estado) y patológica.

Los síntomas de la ansiedad se asocian a niveles fisiológico, mental y motor. En primer lugar, las personas presentan sudoraciones, aceleración de los ritmos cardiaco y respiratorio, dolor; así como la impresión de mariposas revoloteando en el estómago.

Diseño de infografía: Annelis Noriega.

A nivel mental y afectivo, afloran pensamientos de negatividad; insatisfacción en las actividades cotidianas; dificultad en la concentración, pérdida de la confianza y, en algunos casos, hipoamnesia. Por último, se observa a la persona acelerada e inquieta porque piensa que el tiempo no le alcanzará, explica la psicóloga Bueno Roig.

Otras causas desde el punto de vista psicopatológico –apunta la especialista– pudieran ser las consecuencias de traumas que la persona haya sufrido. «Se dice que hasta el hombre primitivo padeció ansiedad. Por tal motivo, ojalá todos le prestaran atención cuando aún está a nivel de síntomas y no perjudica las actividades de la vida cotidiana. De lo contrario, la persona pudiera estar ajena a lo que le ocurre», enfatiza la Máster en Psicología Clínica.

Mientras, Lianette Pérez Castresana, licenciada en Educación Pedagogía-Psicología, señala como otras causas desencadenantes de la ansiedad el consumo de medicamentos, ciertas adicciones (como a los psicofármacos) e, incluso, el uso en exceso de las tecnologías. «De cierto modo, los factores hereditarios influyen también, porque los individuos se vuelven más propensos a padecerla», subraya.

Diagnosticar la ansiedad y luchar contra ella…

Existen enfermedades orgánicas como el hipertiroidismo que pueden generar este afecto. Para poder diagnosticar que existe, es necesario realizar exámenes médicos y descartar la presencia de otra enfermedad, refiere la docente Rodríguez Méndez.

En correspondencia con lo anterior, Judith Parlá Sardiñas, especialista en II Grado de Endocrinología, Máster en Arterioesclerosis y Factores de riesgo, investigadora agregada y Profesora Asistente, explica que «todas las endocrinopatías se asocian con enfermedades del sistema nervioso. No necesariamente siempre ocurre así, pero a corto o largo plazo, tienden a generar ansiedad. En el caso del hipertiroidismo, los síntomas son muy parecidos. Sin embargo, al incorporar un tratamiento adecuado se reducen».

De igual manera, Tania Elena Hernández Rodríguez, especialista en II grado de Neurología y Máster en Arterioesclerosis, reseña que algunas enfermedades neurológicas, en sus inicios, pudieran confundirse con ansiedad: «Para el médico que está acostumbrado a distinguir entre una y otra no es un problema, pero para el individuo en el plano personal, poseen gran similitud. En la población hay muchos criterios médicos y síntomas que pueden ser comunes a varios orígenes. Así ocurre con las enfermedades neuroendocrinas».

Diseño de infografía: Annelis Noriega.

En tanto, la psicóloga Ada María Bueno Roig sugiere a las personas que presentan señales de ansiedad, acudir a las consultas especializadas existentes en los hospitales generales y en los centros de salud mental. Mientras, su colega Mariela Rodríguez Méndez apunta que la combinación del procedimiento médico con el subjetivo permite arribar a una posible cura y que este afecto no sea la respuesta a otras situaciones de la vida.

Ketty Lemus Herrera, especialista de I grado de MGI, I y II grado de Psiquiatría y Profesora Asistente, agrega que es probable que la ansiedad muchas veces arribe a su fase psiquiátrica, resultando síntoma capital de los trastornos psicóticos. Para tratarla, se requiere de un tratamiento psicológico — psicoterapia individual, ejercicios de relajación y cambios en el estilo de vida — , biológico — ansiolíticos teniendo en cuenta el grado de ansiedad — y social — reinserción lo más pronto posible en la sociedad — .

«Hay experiencias y contingencias de la vida que marcan, pero debemos matizar que nadie es igual. A veces estamos sometidos a un exceso de demandas del otro, convirtiéndonos así en objeto del capricho ajeno. Un ejemplo de ello es la vida de pareja, donde muchas cosas al principio nos causaban placer y luego se convierten en desasosiego, miedo y no queremos darnos cuenta de que algo está pasando», expresa la especialista Rodríguez Méndez.

La ansiedad es un trastorno silencioso que puede afectarnos en mayor o menor cuantía a todos a partir de nuestra inteligencia emocional, por ello es esta una habilidad que debemos fomentar en nosotros mismos y en los demás, en aras de combatirla. A través de este factor –añade Pérez Castresana– es posible desarrollar destrezas sociales y salir adelante.

«Nuestra mente está llena de pensamientos e imágenes. La vida hace que en la imaginación exista un conjunto acelerado de elementos que las personas deben de aprender a vaciar y por las cuales no pueden dejarse llevar.

«Debemos enfatizar en que la ansiedad no es negativa en todos los aspectos, puesto que produce hormonas y nos alerta de que algo no va bien. De ahí la importancia de aprender a percatarnos de lo que ocurre en nuestros cuerpos y ofrecerle la atención necesaria», acota la Máster en Psicología Clínica, Ada María Bueno Roig.

Sofía* no es el nombre real de nuestra entrevistada, para proteger su privacidad ella pidió cambiar su nombre.

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