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Regreso al paraíso

No hay pincel que capte la dimensión de estas montañas, ni cámara que pueda aprehender las aguas virginales

Redacción Alma Mater
Revista Alma Mater

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Río Duaba. Foto: Del autor.

Por Reinaldo Cedeño Pineda

Podría no decir una palabra, podría estar aquí hasta el fin de mis días, hasta el próximo renacimiento. Cuando la naturaleza estalla; cuando la naturaleza envuelve, solo queda hacer silencio. Es el «callado estruendo» lezamiano que grita sin palabras en el verde profundo de estos parajes.

No hay pincel que capte la dimensión de estas montañas, ni cámara que pueda aprehender las aguas virginales. Ni esta gente, acostumbrada a la grandeza, que mira tu asombro con asombro.

Esta es la más hermosa de las fiestas.

Mirad…

Playa Guillermo. Foto: Del autor.

Playa Guillermo es el lugar que alguna vez soñaste, pero que no habías tocado aun. Rumbo a Maisí. Desmonta, baja el farallón, sujétate del viento si es preciso. Tu huella sobre la arena la borrará la próxima ola, pero en tus ojos, quedará para siempre.

Para llegar a playa Guillermo. Foto: Del autor.

Giro. Hacia adentro. Voy a las aguas de la historia. Duaba. «Baja faldeando la sierra del Yunque; dobla al E. directamente, y desagua hacia el puerto de Baracoa», apuntaba Jacobo de la Pezuela ya en 1863. Todo escapa, todo se diluye si te sumerges en sus aguas. La sierra viene a ti. Algo esotérico, algo purísimo te roza la piel.

Seguimos. Tengo a mis pies el Toa, el mismísimo Toa, el río más caudaloso de Cuba. Hay una balsa de bambú amarrada a la orilla. Me lanzo hacia ella, hundo la vara en la corriente. Osiel del Toa, por un instante. Venga la foto. Aquí las palmas son majestuosas. Aquí te sale un río en todas partes.

La majestuosidad del Toa. Foto: Del autor.

Converso con la lavandera que trae su ropa a la corriente, que alza la clásica paleta. Mi compañero de aventuras, Adrián Quintero, testimonia. Quiero seguir la Vía Mulata, quiero fundirme con los helechos, quiero seguir el cauce del Quibiján… pero ya es hora de volver a Villa Paradiso, a los platos espolvoreados con chocolate, a la cobija de nuestros anfitriones Manuel y Roberto, a contemplar la ciudad al poniente.

Puente sobre el río Quibiján. Foto: Del autor.
Baracoa mirada desde Villa Paradiso. Fotos: Del autor.
Platos en Villa Paradiso. Foto: Del autor.

Huele a Cuba.

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