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WhatsApp vs. Telegram. ¿Guerra exclusiva?

Entre los usuarios hay pocos debates que causan tanta sensación como la sostenida batalla entre Telegram y WhatsApp. Tal vez, porque consiste en un duelo por el título de mejor aplicación de mensajería donde cada embestida –o actualización– es palpable en el día a día.

Redacción Alma Mater
Revista Alma Mater

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Tomado de Xataka Móvil

Por Mercedes Muñoz

Entre los usuarios hay pocos debates que causan tanta sensación como la sostenida batalla entre Telegram y WhatsApp. Tal vez, porque consiste en un duelo por el título de mejor aplicación de mensajería donde cada embestida –o actualización– es palpable en el día a día.

Un balance entre las prestaciones de ambas plataformas puede, incluso, ayudarnos a escoger la más apropiada para nuestro uso cotidiano. Pero resulta complejo estar al tanto de la disputa en un contexto tan convulso y cambiante. Más, cuando la pugna queda como una escaramuza entre peones, frente a la guerra de todas las piezas dispuestas en el tablero de la sociedad hiperconectada.

Tomado de Xataka

Prefiero usar…

De los datos que publican cada año sitios especializados y los más recientes informes, se conoce que WhatsApp superó los 2 000 millones de usuarios y se considera la app más descargada en el último quinquenio desde su lanzamiento en 2009. Mientras Telegram, que se unió cuatro años más tarde a la competencia, solo con la pandemia de la COVID-D19 anunció haber llegado a los 400 millones.

Eso implica que si te interesa comunicarte con alguien es 5 veces más probable que use WhatsApp. Un factor negociable y aligerado con la opción «Encontrar personas/grupos cerca», visible junto a los contactos en el menú de Telegram.

Sobre el tráfico de datos, por ejemplo, un análisis del medio Cubadebate refiere que un clip de video de un minuto consume poco más de 3MB/s si se envía por Telegram, mientras que W.App sobrepasó los 10MB/s. Igual confirma, como un inconveniente de la filial de Facebook, la necesidad de crear copias de seguridad diarias de entre 5 o 6 MB por su sistema de archivo basado en servidores.

El almacenamiento en Telegram va directo a la nube. El tráfico por archivo puede ser hasta de 2GB; mucho más que su contrincante que solo admite 100 MB. En añadido esa herramienta ofrece vistas rápidas de todo tipo de enlace. No se gastan megas en el Navegador pues no hay que salir de la plataforma.

Sin contar un plus de la primera muy útil cuando estamos estudiando: «mensajes guardados», un almacén ilimitado de contenido muchas veces consultable off line. Para el ámbito académico también implementó mejoras este 2020 en la creación de cuestionarios con @QuizBot. La intención es potenciar los test educativos a los que ahora se puede agregar explicaciones en función de aprender de los errores.

En las opciones de chat, si obviamos los detalles relacionados con stickers y GIF, la mayor diferencia radica en que los mensajes enviados y recibidos en Telegram pueden eliminarse (sin que se notifique) y editar en cualquier momento. Incluso, se puede programar su envío.

Ahora bien, si a eso le agregamos el contenido disponible a través de bots, los servicios de Telegram se extenderían casi de forma ilimitada. Aunque ya WhatsApp incursiona en este terreno, su oferta es muy básica y dirigida más al marketing. La app rusa, en su lugar, tiene una API abierta que posibilita la creación de bots personalizados de acuerdo a tus necesidades más variadas.

Un extra es el reproductor de audio propio de Telegram. Hasta funciona en segundo plano si quieres salir de la app. Asimismo, da la opción de agrupar los chats por intereses o tipos de miembros en carpetas. Para los grupos y canales brinda la facilidad de gestionar encuestas y estadísticas.

Además, una última actualización posibilita personalizar el perfil con un video en lugar de fotos. Permite también enviar clips de video en streaming e incluye opciones de edición para recortar y rotar, mejorar brillo, contraste, nitidez y añadir elementos superpuestos.

Otro factor analizado en los medidores internacionales es el acceso a las plataformas desde cualquier dispositivo (móvil, computadora, tablet). La app desarrollada por los hermanos Durov, vuelve a tomar la delantera gracias a que toda la información, se recoge en la nube. En tanto, la versión web de W.App nos exige sincronizar mediante un código QR el celular conectado a Internet.

Para muchos un par de puntos fuertes en WhatsApp son los «Estados» y las videollamadas, de hasta 50 personas a partir de este año. Una vieja deuda de Telegram compensada recientemente. Sus nuevos videos chats solo involucran a dos personas y están protegidas de extremo a extremo como en WhatsApp.

Por otro lado, si de seguridad y privacidad se trata no tienen iguales protocolos. Sin embargo, Telegram hasta ofrece recompensas monetarias para quien denuncie y demuestre fallas en este aspecto. Mientras, abundan los escándalos relacionados a WhatsApp, atacada incluso por software espías.

Con ánimos de borrar estas manchas, la plataforma propone en 2020 mensajes programados para autodestruirse. Un servicio que Telegram ya ofrece y mediante el cual, como en sus chats secretos, quien recibe el mensaje no puede compartirlo o hacer captura de pantalla. Por demás, WhatsApp deja público el número de teléfono de sus usuarios, en tanto la app rusa permite conversar desde un @alias.

Cuestiones técnicas aparte, quizás prefieres ignorar «la batalla» y emplear ambas en función de las soluciones que brindan a necesidades específicas. Sobre todo porque cualquier punto y final al enfrentamiento que se presente como una certeza absoluta, tendría una vida limitada.

Tomado de Definición ABC

Campo de batalla

El aumento de los usuarios de Telegram no solo tiene causas tecnológicas. Representa una forma de contra-cultura comercial frente a la omnipresencia de WhatsApp-Facebook, sus fallas y cuestionable manejo de datos, como reconoce el medio español La Vanguardia, algo que la compañía rusa no desaprovecha.

En 2017, Durov denunció en Twitter las presiones del FBI y los sobornos de dos agencias estadounidenses a desarrolladores de Telegram para comprometer la seguridad de la aplicación mediante una puerta trasera que facilitase su acceso.

Aunque este acto puede considerarse incluso publicidad, ofrece pinceladas del panorama en que se desarrolla la competencia. Un escenario, para nada exclusivo, donde se enfrentan los círculos de poder por la atención y datos personales de los usuarios. En pos, por ende, tanto de soberanía tecnológica como de hegemonía económica e ideológica respecto a las redes en general.

¿La evidencia? Una lucha entre decenas de contrincantes en varios sectores: los videojuegos (Steam, Origin, Epic G.S.), la música (Sportify, iTunes), los contenidos audiovisuales (Netflix, Hulu, HBO), redes sociales (Youtube, Tik Tok, Twitter) o, en este caso, mensajería móvil. Pero, Telegram y WhatsApp tampoco están solas. Compiten, por ejemplo, con plataformas con LINE (Japón) y WeChat (China).

Un ecosistema que se comprende mejor desde la teoría de la guerra entre plataformas referenciada por el estudioso de la Comunicación Carlos Scolari. En él también se inscriben productores de hardware –como Huawei–, enrolados en la carrera por el dominio de la red 5G, que multiplica por veinte la capacidad de transmisión y por cincuenta el volumen de datos transmitidos.

El campo de batalla donde, como analiza en un artículo el sociólogo Manuel Castells, al tratarse de «naciones Estados defendiendo territorios mediante aplicaciones militares y ciberespionaje, la geopolítica manda». Aun cuando retrase y oscurezca el desarrollo tecnológico de todos, mediante las sanciones y sobornos que entran en el «juego» de la guerra tecnológica.

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