Algo no andaba bien

Jessica Santillan
Revista Arena
Published in
7 min readOct 23, 2018

Muchos dijeron que México fue asesinado por los mismos mexicanos el día que mataron a Luis Donaldo Colosio Murrieta, mientras que otros no pensaron lo mismo y se sintieron beneficiados por la situación.

Aunque están otros actores de los partidos políticos para la candidatura, no están como quisiéramos los mexicanos, puesto que aunque son diferentes partidos, o al menos sus nombres, todos terminan siendo la marioneta del Partido Único de México, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), ya que todos siguen el mismo mecanismo que viene fungiendo desde la creación de éste, siendo las propuestas y los ‘‘monos’’ lo único que cambia. No es necesario decir que está bien o está mal sentirse oprimidos o incluso amenazados por el cambio, pero la realidad mexicana muestra que es mejor que todo continúe estático y que si alguien quiere buscar transformaciones que alteren lo inamovible, lo representen como una amenaza a la cual hay que sacar o inclusive desaparecer.

Una cosa queda clara, en la política no existe amistad ni lealtad, solo intereses. Hablar de ética, para nada, imposible sobrevivir tratando de ser ético, sin embargo no hay que temer a serlo, pues sería la lucha que en estos tiempos no se ha dado.

Ese día, el 23 de marzo de 1994, algo no andaba bien pero nadie lo sabía más que los involucrados. El candidato del PRI a la presidencia, Luis Donaldo Colosio, bajó del templete en el que acaba de pronunciar un discurso, y comenzó a desplazarse entre la aglomeración de cientos de personas que había en la colonia Lomas Taurinas de Tijuana, Baja California. Estaba a 13 metros y medio del sitio en donde Mario Aburto iba a encontrarlo. Por otro lado, Aburto comenzó a moverse entre la gente hasta que se situó a un paso del candidato. Extendió uno de sus brazos, colocando una Taurus calibre 38 con cachas de madera en la cabeza de Colosio, para luego detonarla, dejando al licenciado lesionado con una herida encefálica y otra abdominal.

Dos semanas más tarde, el fiscal Miguel Montes anunció lo que ya según la prensa ‘‘todo mundo sospechaba’’; No había duda de que se trataba de una ‘‘acción concertada’’. Que Mario Aburto fue el ejecutor material del crimen, pero que otras cuatro personas le ayudaron a distancia.

A partir del 28 de noviembre de 1993 cuando Colosio fue postulado públicamente como aspirante a la sucesión presidencial hubo quienes se negaron a reconocer el nombramiento del hombre que quería cambiar al PRI, pero sobre todo, transformar al país. Tal es el caso de Manuel Camacho Solís.

Además corrían versiones de que la relación entre Colosio y el presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari, se hallaba seriamente fracturada. La prensa hablaba de ‘’una campaña contra la campaña’’. Por lo que, las sospechas recayeron en el precandidato Camacho Solís, pero sobre todo en el entonces presidente Salinas, a quien se acusó de dirigir el complot desde Los Pinos. Adicionalmente, hubo sospechas hacia Raúl Salinas de Gortari, ya que Colosio no pretendía permitir que éste ocupara cargos en el sistema gubernamental por sus nexos con el narcotráfico.

Nada logro cambiar la sensación de que el asesinato era resultado de una reclamación por el poder que, desde la postulación de Colosio como candidato, había enfrentado. Es ese contexto ocurrió el atentado contra Colosio Murrieta.

En un hecho inédito en la vida del país, Salinas quedó registrado como el primer mandatario mexicano sometido a interrogatorio por parte de las autoridades judiciales.

En este sentido, cabe reflexionar qué es peor, si la ignorancia culposa de los actores políticos, la actual indiferencia del pueblo, la incapacidad de los comisionados y el inexplicable silencio del gatillero o la caricatura de nación que seguimos siendo después de 22 años que ya han transcurrido.

‘‘Es hora de cerrarle el paso al influyentismo, a la corrupción y a la impunidad; veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales; reitero que provengo de una cultura del esfuerzo y no del privilegio; todos tendremos que sujetarnos a la ley, y solo a ella, sin ventajas para nadie, sin prepotencias, sin abusos y sin arbitrariedades’’, el día 6 de marzo de 1994, 17 días antes del homicidio, fue el discurso que Colosio pronunció ante una multitud y con el que se demostraron grietas políticas con la vieja guardia priista, con el presidente en turno. En esa asamblea hubo una discusión como las que nunca habían vivido los priistas. Ahí se aprobó la consulta a la base, las competencias por las candidaturas, se acordó descorporativizar la participación política de los trabajadores, es decir, Colosio Murrieta estaba modificando desde el interior las antiguas bases de su partido sustentadas en el corporativismo. También reconoció la contribución del partido en la construcción de las instituciones del país pero no fue suficiente. Desde antes del seis de marzo, ya cabía la posibilidad de que Gortari mantuviera a Colosio en el centro del tiro al blanco, pero el presidente aun sentía que tenía oportunidad de influir en las propuestas del postulante, hasta este alegato, donde los diferentes funcionarios y empresarios se toparon con la realidad que Colosio perseguía con esmero. Entonces ante tal ‘‘amenaza’’, el expresidente Carlos Salinas de Gortari optó finalmente por estructurar el crimen, asegura el senador de Morena, Félix Salgado Macedonio.

Él representaba la esperanza, todos tenían su confianza puesta en él, puesto que era suave en su trato con las personas pero firme en sus palabras. ‘‘Por medio de violencia y de armas no vamos a resolver los problemas del país’’, Luis Donaldo tenía la visión amplia y el contexto que México vivía. En su designación escogió un proyecto de nación en el que todos estábamos incluidos y por eso no sobrevivió. Muchas personas observaron cómo iba muriendo, sus ojos se le iban para un lado y para otro, se hallaba en estado convulsivo. Ese día a las 19:45 aproximadamente, no solo dejó de existir un hombre, dejo de existir un mexicano, el futuro presidente que no alcanzo la presidencia, entonces las esperanzas se fueron desvaneciendo.

Independientemente del acto, del impacto que creó, del sufrimiento que causo, de las ilusiones que mató, cabe resaltar que si se puede matar al candidato del partido más importante de México entonces, se puede hacer todo, deplorablemente. No hay mejor ejemplo que éste. A pesar del tiempo transcurrido gran parte de los mexicanos siguen insatisfechos y ávidos de justicia. México estaba y está cansado del sistema de gobierno unipartidista. La matanza de Colosio dio fin al ciclo que inició con el asesinato de Álvaro Obregón. El sistema político mexicano nació con un asesinato y murió con un asesinato, a pesar de que el destino presidencial de México con Gortari al frente, fue elegido a través de un método denominado ‘‘dedazo’’ dirigido para Colosio Murrieta.

El acontecimiento hacía ver que Gortari se encontraba preparando el terreno para remplazar a Colosio, lo que acrecentaba la desconfianza que sentía Diana Laura Riojas, cónyuge del fallecido postulante.

Con tan solo 44 años de edad, quedó malherido en el atentado pero aún con vida. Fue trasladado al Hospital General de la ciudad y tres horas más tarde se anunció su muerte.

En el año 1994, Diana Laura Riojas perdió a su esposo; los jóvenes Luis Donaldo Colosio Riojas y Mariana Colosio Riojas perdieron a su padre; el Partido Revolucionario Institucional perdió a su candidato y México perdió la oportunidad de una auténtica transformación política, de tener a un presidente que tal vez hubiera tenido la capacidad de instrumentar y conseguir una política pertinente, esto es lo que perdimos todos. Fue una tragedia familiar, una tragedia nacional.

LOMAS TAURINAS, A 24 AÑOS DEL ASESINATO DE COLOSIO

A pesar del sin número de investigaciones que se han realizado, las versiones sobre este histórico acontecimiento no terminan, tú ¿Qué opinas?¿quién crees que fue el responsable de este homicidio?

Jessica Santillán

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