Día de Muertos: Fenómeno de Tradición y Cultura

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Revista Arena
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18 min readNov 16, 2023
Altar de Día de Muertos

La noche del 1 de noviembre, los cementerios de México se convierten en testigos de constantes emociones. Más de 4 millones de personas visitan los panteones, según estadísticas gubernamentales y el Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal, la noche con veladoras suman más de 4 millones de personas. Este acto colectivo de honrar a los muertos se manifiesta en más de 500 eventos públicos, en diferentes estados, desde conciertos hasta desfiles, que buscan rendir homenaje a la muerte de una manera única e inigualable.

En este fenómeno cultural, los datos y las tradiciones no están en oposición, sino que se entrelazan para crear una narrativa rica y compleja. El Día de Muertos, con sus estadísticas y rituales, se erige como un monumento efímero a la memoria y la continuidad, recordándonos que incluso en la muerte, las conexiones entre generaciones siguen tejiendo la historia de México.

En las tierras que alguna vez fueron testigos de la conquista española en América, México se destaca como un crisol cultural donde el mestizaje alcanza una intensidad única. Este fenómeno, conocido como sincretismo, no solo se refiere a la fusión de razas, sino también a la amalgama de tradiciones, especialmente evidente en festividades como el Día de Muertos.

Mientras que para los españoles el día de Todos los Santos y los Fieles Difuntos se celebra de manera relativamente sobria, con misas y poco más, en México, esta festividad adquiere una riqueza única. Aquí, el sincretismo se manifiesta de manera vibrante, con la fusión de las costumbres prehispánicas que adoraban a los dioses y creían en el Mictlán, el lugar de los muertos, con las tradiciones traídas por los conquistadores.

El altar de muertos es una de las expresiones más emblemáticas de este sincretismo. En contraste con la celebración europea, en México, los altares no solo recuerdan a los seres queridos fallecidos, sino que también son una representación visual y simbólica de la conexión entre el inframundo, el cielo y la tierra. Con varios niveles que simbolizan estas dimensiones, los altares se convierten en un puente entre dos mundos, donde las tradiciones convergen de manera armoniosa.

Esta tradición arraigada, particularmente en el sur de México, se ha adaptado a lo largo del tiempo. En el norte del país, se mezcla con la influencia de Halloween, una festividad estadounidense que ha encontrado su lugar en la cultura popular mexicana. Aquí, los niños se disfrazan, aunque la elección de disfraces va más allá de lo espeluznante, ya que muchos optan por vestirse como calaveras o muertos, honrando la tradición del Día de Muertos.

La celebración, que tiene lugar los días 1 y 2 de noviembre, se divide en dos partes: el 1 de noviembre se dedica a los “muertos chiquitos” o niños, mientras que el 2 de noviembre está reservado para los Fieles Difuntos, es decir, los adultos. Durante estos días, muchas familias erigen altares adornados con flores de cempasúchil, papel picado, calaveritas de azúcar y otros elementos simbólicos. El pan de muerto y platillos que solían disfrutar los difuntos también tienen un lugar destacado en estas ofrendas, que, al igual que en tiempos prehispánicos, se acompañan de incienso para aromatizar el espacio y establecer una conexión espiritual.

Así, el Día de Muertos en México se erige como un testimonio tangible de la riqueza cultural y la profunda conexión entre el pasado y el presente, donde las tradiciones prehispánicas y las influencias europeas convergen en una celebración única y vibrante.

La Flor de Cempasúchil

Esta flor vibrante y colorida, de tonalidades anaranjadas y amarillas, es originaria de México y ha sido cultivada y apreciada desde la época prehispánica. Su nombre científico es Tagetes erecta, y su presencia en el Día de Muertos tiene profundas raíces en las tradiciones indígenas y la cosmovisión mesoamericana.

Pan de muerto

Degustar el pan de muerto es acercarse más a la tradición, su textura es esponjosa y ligeramente dulce, decorado con formas que simulan huesos y cráneos. La forma redonda del pan representa la eternidad y el ciclo de la vida, mientras que las tiras de masa en la parte superior simulan huesos y el círculo central es la representación de un cráneo.

Su consumo se ha convertido en una tradición arraigada durante estas fechas, y su presencia es omnipresente en las panaderías y mercados. Además de ser un manjar, el pan de muerto es un vínculo cultural que une a las familias y comunidades en la celebración de la memoria de sus seres queridos, demostrando que, incluso en la muerte, la vida sigue siendo dulce y significativa.

Las Velas

Un altar estaría vacío si no llevara consigo las velas que representan la luz que guía a las almas de regreso al mundo de los vivos. En la creencia mexicana, se piensa que el fuego ilumina el camino de vuelta de los difuntos durante el Día de los Muertos. La luz de las velas simboliza la esperanza y el recuerdo de los seres queridos, guiándolos de regreso a la tierra de los vivos para disfrutar de las ofrendas colocadas en su honor.

Los incensarios

En la celebración no puede faltar el humo del incienso, ya que se considera un vínculo entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Se cree que el humo lleva las oraciones y los pensamientos de los vivos hacia el más allá, conectando simbólicamente a las almas de los difuntos con sus seres queridos que aún están en la Tierra. Además, el aroma del incienso se considera agradable para los espíritus y ayuda a purificar el ambiente.

Papel picado

Una forma única de demostrar el arte popular es mostrando lo colorido y distintivo de la elaboración de papel picado, de diferentes diseños, como flores, calaveras, cruces y motivos libres de los artesanos. Estos utilizan herramientas como cinceles, cuchillas y tijeras para dar forma a los diseños.

La función que cumple es importante, ya que no solo le da un toque festivo y alegórico, sino que crea un ambiente vibrante y lleno de energía durante la festividad. Las creencias ancestrales indican que conecta con lo espiritual, por lo tanto, su ubicación es estratégica para atraer a los espíritus de los seres queridos.

Alfombra de flores

A menudo se utiliza la sal junto con pétalos de flores para crear patrones y diseños coloridos en el suelo. La sal puede ser teñida con colores brillantes para complementar las flores.

La inclusión de sal en estas creaciones tiene varios significados simbólicos. Se considera que es un elemento purificador para el alma. También puede simbolizar la conexión entre la vida y la muerte, ya que la sal es un elemento esencial en la vida cotidiana y, al mismo tiempo, se utiliza en algunas culturas en rituales funerarios.

En general, la combinación de flores y sal en las alfombras del Día de Muertos crea una expresión artística y simbólica única que rinde homenaje a la memoria de los seres queridos fallecidos. Estas creaciones no solo son estéticamente hermosas, sino que también tienen un profundo significado cultural y espiritual.

Origen de las Catrinas

La Catrina, por otro lado, es un personaje festivo y elegante, fue creada por un ilustrador durante la época de la Revolución Mexicana. La figura está finamente adornada con flores, reflejando la rica tradición floral del país. “Catrín” es una palabra mexicana que describe a alguien bien vestido.

La Catrina de Posada, creada en 1873 por José Guadalupe Posada, es un resultado del sincretismo que ha existido de manera independiente en el centro y sur de México. Esta figura se inspira en tradiciones religiosas, fotos de difuntos y la incorporación de la calavera como elemento distintivo.

Las Catrinas de Posada representan a las mujeres indígenas que buscaban adoptar la elegancia de la calavera tapiada. Posada, al crear esta figura, la denominó “catrina” para resaltar su refinamiento y elegancia. Además, la figura de la “calavera garbancera” simboliza a aquellos que pretendían ser europeos, renegando de su propia raza y herencia, vendiendo garbanzas para aparentar una posición social más alta.

La celebración en torno a la catrina ha evolucionado en una festividad arraigada en la cultura mexicana. Siempre ha sido una fiesta, y es por eso que los extranjeros se sienten atraídos y se rinden ante la tradición del Día de Muertos. Las peregrinaciones y la riqueza cultural asociada con esta celebración hacen que sea única y cautivadora para aquellos que la experimentan.

Catrina mexicana

Venta de artesanías

Guadalupe Regalado, residente de Parral, Chihuahua, es una mujer activa y participativa que nunca falta a la Fiesta de Tumbas y Altares, un espectáculo organizado por la UACJ que rinde homenaje a la tradición mexicana del Día de Muertos. En esta festividad, Guadalupe comparte sus experiencias relacionadas con las ventas de artesanías, que forman parte integral de la celebración.

Los artículos de madera, como trompos y baleros, reflejan la habilidad artesanal local, mientras que la joyería, especialmente los aretes, muestra la destreza creativa de los artesanos. El papel maché se utiliza de manera ingeniosa para dar vida a coloridas creaciones que enriquecen la celebración.

La Fiesta de Tumbas y Altares, que tiene lugar el 1 de noviembre para recordar y honrar a los difuntos niños, y el 2 de noviembre para celebrar a los mayores fallecidos, refleja la tradición mexicana de abordar la muerte con alegría y regocijo. La decoración para ambos días se mantiene consistente, con elementos simbólicos como calaveras, velas, flores de cempasúchil y objetos personales de los difuntos.

Guadalupe, al asistir regularmente a esta festividad, contribuye a mantener viva la tradición y a enriquecer la experiencia de la comunidad local. Su participación activa y su aprecio por la celebración reflejan el espíritu festivo y alegre que caracteriza la celebración del Día de Muertos en México donde los imponentes altares suelen engalanarse con la majestuosidad de las flores amarillas, que enaltecen el espíritu de los difuntos.

El sociólogo Raúl Flores, indica que por los años noventa, el día de muertos no se celebraba en Ciudad Juárez, como en el Sur del país, recuerda unos pocos altares cerca al museo de historia en el que había venta de comida mexicana y velas, donde las visitas a los panteones y las ofrendas florales eran las actividades típicas del 2 de noviembre. Sin embargo, la “Noche de Muertos” empezó a ganar relevancia en la región gracias a los medios de comunicación, que empezaron a informar sobre las festividades en otras partes del país.

“En Juárez se vive más esa mezcla de Halloween y día de muertos, por lo mismo que estamos en frontera, las festividades de Día de Muertos y Halloween coexisten, a veces mezclando elementos de ambas tradiciones, como se puede observar en centros comerciales con altares que combinan papel picado con motivos de brujas, calabazas y elementos propios de Halloween”, mencionó Flores.

Además señalo, que el conocimiento sobre cómo realizar un altar tradicional empezó a difundirse gracias a iniciativas de museos y escuelas, que promovían la construcción de altares con dedicación a personas fallecidas. Estos altares debían incluir elementos esenciales como sal, agua, velas, y la comida que el difunto disfrutaba en vida.

Tradición

En la Ciudad de México, entre el bullicio de las calles y el aroma a cempasúchil que se impregna en el aire, se encuentra Ester Domínguez, ella es una mujer de edad madura cuyos ojos resplandecen con profundidad sus años vividos, y se convierte en el personaje protagonista de la celebración en el marco del Día de Muertos, donde las fronteras entre la vida y la muerte se entrelazan durante los primeros días de noviembre.

Ester, inmersa en la cotidianidad de la ciudad, se sumerge en los mercados, donde los puestos rebosan de calaveras y papel picado. Su bolso se llena de colores y aromas que evocan memorias entrelazadas con sus seres queridos fallecidos. Cada compra se convierte en un nexo con aquellos que ya no están en vida.

De vuelta en su hogar, Ester erige un altar con la maestría de quien sabe que las ofrendas son puentes entre dos mundos. Fotografías de familiares cuentan una historia única e irrepetible. Las veladoras iluminan el camino de las almas que, en las noches principales, regresarán para disfrutar de los manjares que ella preparó con devoción y amor; frutas, pan de muerto, mole y tamales son los principales protagonistas del evento.

Al caer la noche, Ester se dirige al cementerio de San Fernando para limpiar y adornar las tumbas, un espacio donde comparte con sus seres queridos. Adorna las sepulturas con flores y colores, transformándolas en altares efímeros donde los espíritus encuentran refugio.

La ciudad, siempre vibrante, se transforma en un escenario surrealista donde se desfila y danza por las avenidas; la música tradicional se mezcla con risas y lágrimas. Ester se ve inmersa en una lluvia de emociones, donde la muerte se presenta no como un fin, sino como una transición hacia una existencia imperecedera.

De vuelta a casa, Ester se siente contenta, pues cree que no ha fallado a sus seres queridos. En la penumbra de la habitación, las velas brillan como estrellas que guían a los seres queridos de regreso al más allá. En la Ciudad de México, el Día de Muertos no es solo una festividad, sino un capítulo de realismo mágico donde la vida y la muerte bailan al compás de una melodía ancestral, y donde Ester Domínguez es parte de un relato que se escribe con tintes de eternidad.

Diferencias y Semejanzas

En las festividades del Día de Muertos en México, las diferencias entre regiones, especialmente entre el norte y el centro del país, han perdido su distinción marcada con el tiempo. Originalmente, estas variaciones eran significativas, con emociones más profundas arraigadas en las tradiciones del sur en comparación con el norte.

A medida que evolucionan las celebraciones, se observa una tendencia hacia la homogeneización, donde las influencias del sur y el centro, gracias a los medios de comunicación y manifestaciones culturales, han influido en la percepción del norte del país. La celebración, que en un principio podría haber sido ajena para algunos, ahora se presenta como una experiencia compartida.

La comercialización de la conmemoración es un fenómeno que abarca todo México, no solo el norte. Este cambio se ha vuelto más evidente con el tiempo, como señaló en un artículo reciente. En ocasiones, la esencia de recordar a los muertos se pierde en medio de festividades que parecen celebrar más a los vivos, con cantos, comida y manifestaciones artísticas que giran en torno a los difuntos, pero a veces se olvida que son ellos quienes están siendo recordados.

El surgimiento de desfiles, como el que se celebra en la Ciudad de México, es un ejemplo claro de cómo la comercialización ha influido en las tradiciones. Este evento, que ahora es una parte integral de las festividades, tuvo su origen en una manifestación comercial.

La conmemoración en los panteones ha experimentado cambios a lo largo de los años. Mientras que las visitas a los cementerios solían ser la actividad principal, ahora la conmemoración se ha expandido a otros espacios, convirtiéndose en un espectáculo más comercial y teatral. La experiencia personal del entrevistado incluye recuerdos de visitas a los muertos en su infancia, donde la actividad principal era limpiar las tumbas y hacer un momento de silencio, sin la pompa actual.

La preparación de altares es otro aspecto que ha evolucionado con el tiempo. Aunque algunos altares se organizan con semanas de anticipación, la experiencia indica que muchos son improvisados hasta un día antes. La planeación varía según la experiencia de las personas, y mientras algunos elementos, como el camino de sal y la comida favorita del difunto, se mantienen, otros han evolucionado para incluir elementos artísticos y tecnológicos modernos, como proyecciones y animaciones.

En el proceso de preparar un altar tradicional para el Día de Muertos, hay ciertos elementos que deben considerarse, y la inexperiencia de las personas puede influir en su ejecución. Aunque ahora mismo no recuerdo todos los detalles, es crucial recordar ciertos elementos esenciales.

Un componente fundamental es el camino, simbolizado por la sal. Este camino representa la ruta que seguirá aquel que retorna de la muerte. La estructura del altar también tiene niveles, cada uno con su significado particular. No se trata simplemente de colocar elementos en una mesa; hay una jerarquía simbólica que debe respetarse.

La comida juega un papel crucial, ya que se presume que es aquella que solía disfrutar el difunto. En el Día de Muertos, la conmemoración se centra en la esperanza de que los muertos regresen al mundo de los vivos para disfrutar de lo que amaban en vida. Esto puede incluir desde el pan dulce hasta el tequila, elementos que traen consigo recuerdos y conexiones significativas.

A pesar de las preferencias individuales del difunto, también se incluyen elementos tradicionales, incluso aquellos que podrían no haber sido de su agrado. La caña de azúcar, las calaveritas de dulce y el mole, por ejemplo, son comidas que, si bien pueden ser más apreciadas por los vivos, forman parte de la rica tradición. Ciertos dulces y otros elementos también tienen su propio simbolismo.

El uso de inciensos con aromas específicos es otro detalle importante. Se cree que estos aromas guían a las almas o, en algunos casos, a los cuerpos, que regresan en este día especial. Aunque la representación varía, es fundamental recordar la esencia de la conmemoración: la conexión entre los vivos y los difuntos.

Una distinción clave en la celebración del Día de Muertos es el tratamiento diferenciado entre el 1 y el 2 de noviembre. Se supone que el primero marca el regreso de los niños fallecidos, mientras que el segundo está reservado para los adultos. Este matiz se refleja en la conmemoración, que incorpora elementos significativos específicos para cada grupo.

En el caso de los niños, se destacan elementos que les eran queridos, como la ropa que solían disfrutar. Para los adultos, la inclusión de prendas que pertenecían al difunto es un gesto más personal. Además, con el tiempo, se han introducido adornos y detalles modernos, como proyecciones de personas cuando estaban vivas o animaciones. Aunque estos elementos pueden parecer alejados de lo tradicional, son una manifestación de cómo las festividades han evolucionado y se han adaptado a los tiempos cambiantes. Este cambio, aunque altera lo establecido, también es un recordatorio de la naturaleza dinámica de las tradiciones a lo largo del tiempo.

La evolución de las celebraciones del Día de Muertos refleja una amalgama de tradición, comercialización y adaptación a los tiempos modernos.

En un lugar donde se gesta una mezcla peculiar y enigmática, se percibe una extrañeza que, afortunadamente, ha abrazado la costumbre de los altares. Estos, sin embargo, exhiben características híbridas, reflejo de una sinergia que se manifiesta en todo el país. El sincretismo presente en estos altares, mezclando ritos prehispánicos con el catolicismo, parece consolidarse de manera definitiva.

En opinión de quien reflexiona sobre esta cuestión, las universidades y las escuelas deberían fortalecer la tradición de los altares. El Día de Muertos, una celebración rica en mestizaje, fusiona costumbres ancestrales con la influencia del catolicismo. Durante la colonia, la Iglesia Católica no se opuso a estas prácticas, facilitando la fusión de tradiciones en busca de más creyentes.

El interlocutor sostiene que este sincretismo es esencial, y separarlo podría ser contraproducente. El Día de Muertos, a diferencia de Halloween, no es una festividad comercial, sino un tributo a los seres queridos fallecidos. Este homenaje, lejos de recordar solo la muerte, celebra la parte positiva y la herencia dejada por aquellos que han partido.

La tradición del Día de Muertos no solo es un recordatorio de la mortalidad humana, sino también una invitación a reflexionar sobre la efímera naturaleza de la vida. Con un enfoque en la humildad, sinceridad y solidaridad, la festividad resalta la importancia de recordar que todos somos mortales.

A pesar de no ser profundamente religioso, el interlocutor reconoce el valor de la fe en el pueblo mexicano, especialmente entre los menos privilegiados. Esta creencia ha sido un sostén durante tiempos difíciles, como dictaduras y otros desafíos.

En cuanto a la comercialización de estas festividades, el interlocutor expresa su preferencia por el Día de Muertos sobre Halloween. Mientras que la segunda parece frívola y comercial, la primera resalta como una celebración auténtica, cargada de significado y arraigada en la identidad cultural mexicana.

Al indagar sobre la evolución de la festividad, el interlocutor señala cambios en los altares, donde elementos esenciales han sido alterados o incluso eliminados. Aunque reconoce que ciertas transformaciones son inevitables, aboga por preservar la esencia de estas tradiciones, especialmente en el ámbito educativo.

La narrativa se desplaza hacia experiencias personales del interlocutor, quien ha participado como juez en concursos de altares y ha presenciado la celebración en diversos lugares. A pesar de no participar activamente en bailes de disfraces, muestra respeto por las costumbres y tradiciones, destacando su amor por la cocina mexicana y la importancia de preservarla.

Finalmente, el interlocutor resalta la magia y la autenticidad de la cocina mexicana, abogando por su preservación frente a la homogenización que puede imponer la industrialización de alimentos. La diversidad de sabores regionales, en su opinión, es esencial para mantener la identidad cultural y preservar la autenticidad de la cocina mexicana en un mundo globalizado.

Costos de una Ofrenda

En el año 2016 la Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO) estimó el costo promedio de una ofrenda tradicional que consideraba un total de 31 elementos tradicionales. Siguiendo este parámetro la Secretaría de Desarrollo Económico ha actualizado el precio promedio de estos elementos y así determinar el costo de este listado a precios de 2022.

Esta gráfica sirve como un indicador importante de cómo las dinámicas económicas impactan las prácticas culturales y tradicionales en el país. Ya que, el costo promedio de una ofrenda tradicional puede variar y se reconoce la importancia de preservar estas tradiciones culturales mientras se adapta a las realidades económicas cambiantes.

Expansión e Influencia a otros países

Según el Gobierno de México, las tradiciones del Día de Muertos son famosas y conocidas en todo el mundo. Sin embargo, se celebra en muchas partes del mundo de habla hispana, incluida España. Muchas tradiciones también son locales y varían de una ciudad a otra. Algunos lugares usan la frase “Día de Muertos”, mientras que otros prefieren un término más discreto como “Día de los Difuntos” para referirse a personas que ya no viven.

Existe mucha superposición en la forma en que los diferentes países de habla hispana recuerdan a sus seres queridos en el Día de Muertos donde las familias en la mayoría de los lugares usan los primeros días de noviembre para visitar cementerios, llevar flores y tomarse un tiempo para ordenar o sentarse junto a las tumbas de los miembros de la familia. El hilo común es que el Día de los Muertos está destinado a ser una celebración vibrante de la vida; un momento en que la brecha entre la tierra y el cielo se reduce, y las familias se toman el tiempo para recordar a sus seres queridos.

Por ello, esta celebración se asocia con dos elementos relevantes, por un lado, la religión católica y por otro un ritual a la muerte que reflexiona en torno a la trascendencia de la vida y la memoria de nuestros muertos. Esta fecha está arraigada fuertemente en nuestras naciones y sin duda es parte fundamental de nuestras identidades.

En el año 2008 la organización de las Naciones Unidas, declaro la festividad como como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Hoy en día diversos países de Latinoamérica comparten las costumbres y tradiciones.

La difusión de esta hermosa tradición tuvo un gran impulso a través de la industria cinematográfica con películas como Spectre y Coco. Con esta difusión cultural, miles de extranjeros concurren a varios puntos del país para poder apreciar esta celebración, ayudando con ello a la propagación de esta hermosa tradición y sin duda alguna, a la mejora económica que beneficia a la población de estos sitios.

La exposición de esta festividad mexicana a causa de la industria cinematográfica, así como la divulgación de los turistas que la han presenciado, ha generado un incremento notable en la actividad turística nacional e internacional. Centros emblemáticos de estas tradiciones se volvieron el destino de miles de turistas atraídos por presenciar las actividades tradicionales de esta festividad.

Película “Coco” / Foto: Pixar

Coco, es una película de Pixar, en homenaje a la cultura mexicana, en especial a la celebración del Día de Muertos. La influencia de la población latina en Estados Unidos ha aumentado y la popularidad de esta festividad en ese país. Aunque Coco no ha sido la primera película que rinde homenaje a la tradición, marca un antes y un después a la mirada cultural que representa este icono, ya que es una película que quedará en la historia.

Película “Spectre” / Foto: Getty Imágenes

Incremento del Turismo

La actividad turística en torno a la festividad mencionada ha experimentado un crecimiento significativo en los últimos años, influida tanto por la difusión mediática como por el reconocimiento internacional de la UNESCO. La celebración del Día de los Muertos en México se ha convertido en un evento culturalmente enriquecedor y atractivo para visitantes tanto nacionales como extranjeros.

La industria cinematográfica ha desempeñado un papel crucial al dar visibilidad a las tradiciones y significados detrás del Día de los Muertos. Películas como “Coco” de Disney-Pixar, que se centra en esta festividad, han contribuido a globalizar y popularizar la celebración, generando un interés creciente por parte de personas de todo el mundo.

La designación del Día de los Muertos como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por parte de la UNESCO ha consolidado su importancia a nivel mundial. Esta distinción no solo ha elevado el estatus de la festividad, sino que también ha impulsado el turismo cultural en México, especialmente en destinos emblemáticos como la Ciudad de México.

En el contexto de la pandemia de COVID-19, la festividad ha adquirido un significado aún más profundo. Las restricciones impuestas para contener la propagación del virus han afectado los ritos fúnebres y las despedidas tradicionales, lo que ha llevado a un aumento en la importancia simbólica del Día de los Muertos. Las familias que han perdido seres queridos a causa del virus han encontrado en esta festividad una manera de honrar y recordar a sus seres queridos, incluso cuando las circunstancias han limitado las formas habituales de hacerlo.

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