Ecodomo: Vivienda futurista y ecológica en Ciudad Juárez
Durante la etapa más grave de violencia que vivió Ciudad Juárez, muchos sectores de la sociedad fueron afectados en mayor o menor medida, incluso aquellos sectores nobles, y que en principio, no afectaban los intereses oscuros que se disputan los cárteles y las autoridades. Víctimas inocentes que cayeron en las calles áridas de la frontera.
Fabián Espinoza González desde pequeño incursionó en un grupo de scouts. Cuando creció, se convirtió en líder. Estaba al frente de niños y adolescentes, en los cuales veía la esperanza para regenerar el tejido maltrecho de la sociedad juarense. Valores como la solidaridad y la actitud de servicio, son esenciales para los scouts.
Pero nadie está exento. El arquitecto Espinoza González recordó, aún con amargura, el día en que dos adolescentes scouts cayeron a causa de las balas de atacantes impunes. La exigencia parecía omitirse, como tantas otras durante los años más violentos.
Los padres de aquellos jóvenes decidieron mantener su lucha y exigencia a través de la prevención de la violencia en los sectores más vulnerables. Así surge Sembradores de Paz A.C., un conglomerado que compartía el objetivo de rescatar a todos los jóvenes que crecen en un ambiente hostil, amenazados por la pobreza, el olvido institucional, y el narcotráfico que pretende captar a los más pequeños.
El maestro Cosme, recordó con orgullo el grito Scout de Ciudad Juárez: ¡Todos pecho tierra! Mismo que al unísono reclamaron a la entonces Primera Dama, Margarita Zavala.
Sembrando paz en la arena
Aquel infortunado episodio no se olvidaba, sin embargo los casos podrían seguir presentándose si no se actuaba desde abajo.
Las colonias más pobres ubicadas en la periferia, son las zonas más vulnerables, donde hay más posibilidades de que los más pequeños sucumban ante el camino de la violencia.
Rancho Anapra, es una de esas colonias. Se ubica al extremo norponiente de la ciudad, cercana al muro fronterizo. Justo ahí, Sembradores de Paz A.C. estableció su base. Con poco presupuesto iniciaron actividades: talleres artísticos, club de tareas, educación abierta y talleres de autoempleo.
El arquitecto Cosme reconoció que en esos años la gente veía con recelo aquellas actividades que de pronto llegaron a su colonia, marcada por distintos episodios de violencia, ejecuciones, feminicidios, venta de droga…
Luis, Perla y Dana, de 12, 9 y 6 años acudían con regularidad a las actividades que los sembradores ofrecían. La convivencia cercana con estos niños, permitió conocer la situación que enfrentaban.
“Vivían en condiciones paupérrimas”, comenta el arquitecto. Un cuarto de madera de cuatro por cuatro metros cuadrados, cubierto de cartón y láminas, era el hogar de diez personas que intentaban sobrevivir tras el abandono de uno de los sustentos económicos
La familia Ramírez Díaz, contó el arquitecto, quedó a la deriva tras un conflicto familiar. Ana Cristina Díaz quedó como único sustento de siete hijos, dos nietos y una nuera. Su esposo vendió parte del terreno que ya había adquirido. Huyó con el dinero y no han vuelto a saber de él, aunque tampoco lo han buscado para que se responsabilice.
Cosme Espinoza formaba parte de Sembradores de Paz. Ofrecía algunos talleres y convivía con la comunidad de la zona de Anapra. Al enterarse de la situación de los Ramírez, se planteó un proyecto de vivienda novedoso, ecológico y sustentable en la frontera: el Ecodomo.
El círculo, origen de la vida
“La Geometría Cósmica establece que todo organismo vivo posee en su formación al menos un círculo que da origen a otros organismo más complejos”, explicó Cosme mientras señaló una imagen de la división celular humana.
La Geometría Cósmica también establece que los seres humanos nos desarrollamos mejor en un espacio físico con forma circular pues la energía que desprendemos se desplaza por las curvaturas hacia el exterior, en cambio, en un estructura cuadrada, las ondas se estancan.
Basado en ese principio, el arquitecto por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), pensó en una construcción que, además de cumplir con el principio cósmico, fuera económica y ecológica en su construcción. El Ecodomo era la mejor opción.
Este tipo de edificio fue diseñado por el arquitecto iraní Nader Khalili. Implementó este proyecto en ciudades desérticas y semi desérticas, con climas parecidos a los que estamos acostumbrados en Juárez.
Mientras observaba en su computadora la planta arquitectónica, Espinoza González explicó que el Ecodomo cuenta con cinco habitaciones: dos recámaras, cocina, comedor y baño. El comedor es la principal, por lo tanto su base es un círculo grande. Las otras habitaciones también tienen base circular y todas convergen en un punto con el círculo principal.
Hacia arriba, el Ecodomo, tiene forma ovalada, “de huevo”, recalcó Cosme. Esto siguiendo el principio cósmico, además de que la forma ovalada repliega los rayos UV, mantiene el interior fresco.
“Curiosamente, el edificio tiene forma de huevo, y el huevo es el origen de un nuevo organismo”, enfatizó el arquitecto.
Manos a la obra
El primer acercamiento con la familia ya se había dado a través de los niños. Esa fue la gran motivación, considera Cosme, no sólo suya, sino de los otros sembradores. A pesar de eso, aún se sentía un ambiente tenso, pues no daban crédito a lo que pretendían hacer.
“Vivíamos en un cuartito, de madera y luego pasamos a esto”, comentó Ana Cristina, aún con mirada incrédula.
El arquitecto recuerda que fue bastante difícil comenzar el proyecto. El diseño, los planos, la intención estaban listos, no obstante, por ser un proyecto independiente, los recursos eran limitados.
Con la conformación de la asociación civil, recibieron recursos públicos por parte del Instituto Chihuahuense de la Juventud (Ichijuv). 54,000 pesos que utilizaron para sus actividades y posteriormente para el arranque del Ecodomo.
El arquitecto Cosme Fabián puso como única condición para realizar el proyecto, que toda la familia participara en la construcción, aún en las tareas más sencillas. Para las más complejas, estudiantes de arquitectura de la UACJ se encargarían de la infraestructura más complicada.
El material primordial del Ecodomo es el caliche, mezcla entre cemento y arena propia de la zona de Anapra. En comparación con el adobe común, el caliche es más resistente y menos propenso a resquebrajarse. Para darle la forma circular del Ecodomo, se rellenaron bolsas de plástico alargadas, las cuales se montaron una sobre otra hasta alcanzar la altura deseada de tres metros y medio.
Ana Cristina recuerda que este fue el proceso más complicado en el que le tocó participar. “Tenías que trabajar en el mero calorón”, recordó con una sonrisa.
El arquitecto explicó que las ventanas del edificio se orientaron hacia el sur, a una altura no estandarizada. “Regularmente se ponen a un metro y medio, nosotros las pusimos en la parte más alta, como un tragaluz.”. Este diseño hace que el interior de la casa, por las tardes, se vea más oscuro.
Ana Cristina, madre de siete hijos, dos de ellos casados, enfatizó en que la gran ventaja que tiene su casa es que durante el verano, el interior es muy agradable. “No se siente el calor, está muy fresco. No necesitamos aire”.
Otro punto importante que destacó Ana Cristina es el sistema con el que funciona el baño. No utiliza descargas de agua, es similar a una letrina. Las heces se almacenan en una fosa séptica a la cual solo agregan cal para eliminar los malos olores. La fosa tiene dos compartimentos, cuando el primero se llena, entra en acción el segundo.
El arquitecto Espinoza González dijo que instalar un sistema de obtención de energía solar no es viable para este tipo de construcciones, pues la inversión es muy grande, más de cien mil pesos para adquirir un panel solar y un transformador. En cambio, el propio diseño ayuda a que la luz penetre de mejor forma. Al respecto, la doctora Leticia Peña Barrera, investigadora de la UACJ, argumenta que el elevado costo de los sistemas de energía y el escaso beneficio que se obtiene, son las principales causas para que no reproduzca este sistema. “A veces la energía solo alcanza para encender un foco ahorrador”, explicó la doctora.
El costo total del Ecodomo fue de 400 mil pesos, sobre un terreno de 100 m2. “Es un costo muy barato en comparación con una casa de Infonavit de 40 m2 que cuesta más de medio millón de pesos”, agregó Cosme Fabián.
Un futuro incierto
Ana Cristina teme por su salud. Desde que su familia y ella quedaron a la deriva, ha tenido varios episodios de presión alta. Aunque no ha sido diagnosticada, ha tenido que acudir al médico regularmente.
“En el trabajo no dan permiso de ir al Seguro y si faltamos nos descuentan mucho dinero”, agregó la madre de familia quien trabaja en una maquiladora en Santa Teresa, muy cerca de Anapra.
“No sé si llegue a estar en diez años. Realmente no sabemos, y me da miedo porque no sólo dejaría a mis hijos, sino también a mis nietos”. Una de sus hijas mayores le encargó a Fernanda y Rogelio, su argumento: no podía cuidarlos y su pareja los maltrataba. Ellos son los más pequeños de la casa y los que más sufrirían si en algún momento ella no estuviera. Sus hijos más grandes, agregó, ya saben cuidarse y han madurado ante la situación que han vivido. “Han aprendido a no meterse en problemas”.
A pesar de vivir en una de las zonas más pobres de la ciudad y con más índices de inseguridad, Ana Cristina comentó que nunca les ha pasado nada, ni a sus hijos ni a ella. Sin embargo, transportarse hasta esa zona es complicado.
Sin duda su vida ha cambiado. De vivir en un cuarto de madera a una vivienda ecológica en medio del desierto, le ha devuelto la esperanza, a pesar de sus complicaciones médicas. Nunca ha dejado de trabajar por sus hijos y nietos, ellos siempre la motivan.
