¿Somos Buenos o Somos Malos?

¿Cómo eres tú?

Noel Delgado Mujica
En Español Gran Revista
3 min readJan 11, 2014

--

Este tema se ha debatido mucho a lo largo de la historia humana desde diversos ángulos y con la participación de expertos y de ignaros. ¿A qué acuerdos o conclusiones se ha llegado? A ninguno. Siempre ha habido dos bandos, o más, defendiendo con vehemencia sus respectivos puntos de vista.

Esa indefinición puede tener, entre otras, al menos estas dos causas: uno: quienes han sometido a discusión la bondad o la maldad natural del ser humano, han sido los mismos seres humanos. Y aún en la situación hipotética de que entendiéramos las opiniones que deben tener otros seres, como otros animales, tales opiniones sería tan diversas como las nuestras debido a que esos otros seres han visto y sentido tanto la parte buena como la fracción mala que exhibimos los humanos.

Dos: nadie ha establecido de manera taxativa lo que significa ser “bueno” o ser “malo”. Y si alguien llegara a hacerlo, lo más probable es que se suscitaran a su alrededor muchos más profundos desacuerdos cuya consecuencia sería ampliar extensamente la brecha que separa las posiciones ya existentes.

Otra interrogante que surge al tratar de discutir el tema es el de la sinceridad con la que los individuos de una o la otra postura son, ellos mismos, representantes auténticos de la postura que defienden. Aclaro: es posible que quienes admiten la maldad del ser humano por naturaleza se sientan a sí mismos como portadores de esa maldad, lo que serviría de sustento a su opinión; pero también cabe la posibilidad de que ellos observen la maldad que se manifiesta en “los otros” pero creyéndose a sí mismos una excepción o parte de un grupo excepcionalmente bueno.

Por otro lado, no se puede saber con exactitud si quienes piensan que el ser humano es “bueno” por naturaleza, piensan así porque ellos mismos lo son, porque aquí es más fácil que quepa la posibilidad de que quien lo dice, lo hace a sabiendas de que él mismo es portador de una maldad que oculta convenientemente del resto de los seres humanos, cosa que puede ser conocida solamente por él y nadie más.

En este punto se presenta otro escollo difícil de sortear y es el referido a la “proporción” en que una persona puede ser considerada buena o todo lo contrario. Porque lo más probable es que los seres humanos no sean siempre totalmente buenos ni totalmente malos. Esta consideración entonces obliga a postular que no se “es”, de manera absoluta de una manera ni de la otra, si no que se exhiben, según las circunstancias, comportamientos buenos o comportamientos malos, sin que tales comportamientos lleguen a tener la permanencia que permita afirmar que alguien puede ser clasificado, invariablemente, como bueno o como malo.

Todos sabemos que día a día nos sorprendemos al saber de hechos protagonizados por seres humanos de diversas latitudes en los que la nota sobresaliente es la maldad: contra los animales, contra la naturaleza o contra otros seres humanos vulnerables, como mujeres, niños o ancianos indefensos que sufren atropellos, malos tratos, daños irreversibles, esclavitud, violaciones y los más brutales asesinatos. Todo lo cual es suficientemente mostrado de manera reiterativa y degradante por medios de comunicación auditivos, visuales y escritos, lo que es, también una forma de maldad. Maldad, ésta última, que obedece a razones económicas, de venta, de competencia o de rating. Nadie duda que las maldad “vende más que la bondad”, lo que subyace entre las más destacadas motivaciones humanas.

Toda la anterior reflexión nos conduce a otra que de ella se deriva y es la de que nadie quiere admitir su maldad. Aun individuos que, según muestran los hechos, cuentan las víctimas o indican terceros han cometido los más aberrantes y crueles hechos en contra de otros seres, animales o personas, desconocidos o parientes, incluidos padres e hijos, consiguen las más increíbles justificaciones para sus atrocidades. Y por añadidura, se consideran a sí mismos como personas buenas o bondadosas, que, como víctimas han tenido que realizar tal o cual salvajada arrastrados por inevitables circunstancias.

Entre tanto, y para dejar por hoy el tema hasta este punto, flotan en el ambiente al menos dos inquietantes preguntas: 1. Ante esta situación de maldad generalizada y extendida en a que los “malos” parecen llevar amplia ventaja, ¿qué acciones han emprendido los “buenos”?; y 2. ¿Quiénes son los “buenos” y dónde están?

Volveremos sobre este apasionante tema.

--

--