Arte Degenerado

Texto Curatorial

Revista Hugo
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I-

Arte degenerado es un acto de apropiación y de puesta en cuestión del género. Degenerado, fuera de género, un arte que se aparta del binarismo femenino-masculino, hombre-mujer, heterosexual-homosexual, activo-pasivo, fuerte-débil y un largo etcétera.

Arte queer, marica, torta, trans, frívolo, ligero, atolondrado, arte performativo, arte lésbico, arte travesti, transformista, arte puto, puto arte, arte raro, rarito, sospechoso, arte no identitario, arte loca, arte drag queen, drag king, arte bi, tri, a-sexual, intersexual, arte SM, postporno, farmacopornográfico, arte andrógino, antipatriarcal, arte postfeminista, decolonial, mestizo, ambiguo, impuro, engañoso, arte inútil, arte desviante, disidente, arte en apuros, arte mutante, arte de experimentación corporal, arte degenerado.

II-

La pretensión de un sexo verdadero puesta en cuestión por Michel Foucault no deja de hacerse oír desde diferentes discursos: científicos, religiosos y también estéticos, a pesar de logros sociales y políticos al respecto:

«las teorías biológicas de la sexualidad, las condiciones jurídicas del individuo, las formas de control administrativo en los Estados modernos han conducido poco a poco a rechazar la idea de la mezcla de los dos sexos en un solo cuerpo y a restringir, en consecuencia, la libre elección de los individuos inciertos. A partir de entonces, se atribuirá a cada uno, un sexo y uno solo».

Como el mismo Foucault señala, fueron numerosas las sociedades que se dotaron de un ars erótica: China, Japón, India, Roma y las sociedades árabes musulmanas.

«En este arte erótico la verdad es extraída del placer mismo, tomado como práctica y recogido como experiencia; el placer no es tomado en cuenta en relación con una ley absoluta de lo permitido y lo prohibido ni con un criterio de utilidad, sino en relación consigo mismo. En relación con su intensidad, su calidad, su duración, sus reverberaciones en cuerpo y alma».

En nuestra sociedad se dio, por el contrario, una scientia sexualis, a través de discursos pretendidamente verdaderos sobre el sexo, sobre el sexo verdadero.

Judith Butler nos dirá del reglamento del género:

«Después de todo, ¿hay un género que preexista a su regulación?, o el caso es más bien que, al estar sometido a la regulación el sujeto del género emerge al ser producido en y a través de esta forma específica de sujeción?»

El género es el mecanismo a través del cual se producen y se naturalizan lo masculino y lo femenino, dice Butler, pero aclara: ¿no podría entonces ser el aparato a través del cual dichos términos se deconstruyan y se desnaturalicen?

Los feminismos —es ya necesario dar cuenta de este plural—, los movimientos gay y lesbianos, LGTBI, etc., desde su militancia activa y la discusión hacia la interna de cada movimiento han ido produciendo un corpus teórico rico y tenso a no desconocer. Al menos un cierto psicoanálisis intenta acoger y poner en tensión estas otras eróticas no heterocentradas con sus postulados en torno a lo sexual, que es término a ser problematizado.

Desde el campo del arte no han sido pocos los intentos de cruce y recepción de lo que ha ido emergiendo como otras verdades, variedades de eros.

Serán las mujeres dandys quienes problematizarán el binarismo hombre-mujer, como actitud estética y vital, en el período de entreguerras. La Baronesa Elsa von Freytag-Loringhoven, Djuna Barnes, Florine Stettheimer y Romaine Brooks son sus más notorias exponentes. El contragénero que romperá la distinción arte-no arte en un gesto aristocrático que hará de la vida misma arte. Consideradas como protoperformers, gestarán estilos de vida que inauguran la Modernidad.

Por su parte Marcel Duchamp, fotografiado por Man Ray y firmando obra como Rrose Selavy, inaugurará para el arte contemporáneo un gesto de cross-dressing que producirá efectos.

El arte del transformismo —desde los onnagatas del teatro kabuki japonés o los actores masculinos que representan papeles femeninos en la ópera tradicional china— posee una larga tradición. Desde el teatro destaca la figura de Leopoldo Frégoli, capaz de pasar, en escena, de ser un cardenal a una diva de music-hall en segundos.

Las drag queens desde el teatro de variedades, los sketches y el burlesque, pueblan la escena dramática de la segunda mitad del siglo XIX; será en los 50 del siglo XX que reinarán en bares gay aún en el closet. El drag king se convierte en estrella del music hall británico más tardíamente, y recién por los 90 obtiene mayor reconocimiento.

En el terreno feminista aparecen artistas que reclaman el derecho a no ser vistas y plasmadas desde el ojo del hombre, e incorporan temas y tratamientos excluidos hasta el momento: desde las funciones biológicas femeninas, Judy Chicago, o la maternidad y la creatividad que Mary Kelly aborda en Postpartum Document (1976). Se da además una recuperación de las “artes menores”, asociadas al quehacer femenino: bordados, patchwork, entre otros; que al emigrar de un campo al otro subvierten y desacomodan posiciones.

El cuerpo en el arte de performance será privilegiado como máquina de guerra frente al patriarcado cosificador y esencialista. Eleonor Antin con sus charadas y disfraces rompe los esquemas de poder del hombre blanco de clase media. Arte y vida privada intercambian prendas. Subvertir, hibridar en lugar de ser como apuesta performática.

Hasta llegar a un transfeminismo contemporáneo-feminismo atravesado por la teoría queer, post-identitario, post-pornográfico, que se apropia del uso de imágenes de la pornografía heteronormada y que produce otras imágenes de otros cuerpos y otros goces no asimilables a categorías, excepto la de montrxs reivindicada por algunxs. (También la lengua se verá tomada por invenciones y operaciones de desmarcado). La maratón postporno, que dirigió Beatriz Preciado en 2003, intentando el encuentro de teoría crítica queer, activismo y arte/cultura visual, marca la primera vez que un museo, el MACBA, recibe una propuesta de este tipo.

El aporte de las teorías postcoloniales y luego decoloniales complejizará aún más las cosas. Feminismos negros e indígenas tienen algo que decirnos. Para citar solo algunos ejemplos, la obra de Gloria Anzaldúa introduce la cuestión del mestizaje y la invocación de la “nueva mestiza”, advertida de la necesidad de problematizar la identidad, como artista lesbiana, chicana y queer, desde la frontera en más de un sentido. O el trabajo de Katia Sepúlveda en Wish, donde cuatro manos negras le hacen un fisting —penetración anal con puño— al cuerpo de un hombre blanco alemán, donde es posible que dos de las manos sean de una mujer o de una trans negra, en un ejercicio de subversión categorial y de ficciones políticas.

Cinco artistas se interrogan y son interrogados por la cuestión del género desde sus múltiples disidencias: Fabricio Guaragna, María Mascaró, Yudi Yudoyoko, Carolina Sobrino y C. Lenkiewicz y cada unx habrá de responder preguntándose y preguntándonos: ¿es posible generar discurso desde el arte que muestre lo que está en juego sin pretender demostrar nada?

No se trata, por cierto, de un ejercicio intelectual sino de atravesamientos existenciales, subjetivos, de experiencias de cuerpos no totalmente subsumibles por el lenguaje verbal; de ahí quizás la pertinencia de otros lenguajes. De sufrimientos, vergüenzas y confusión a no ser desmentidos desde posiciones victoriosas que reinstauren lo fálico desde la vereda de enfrente.

Lo queer como algo a ser deconstruido y reapropiado desde nuestra lengua, desde nuestra periferia, desde otra posición geopolítica, desde otras subalternidades.

La violencia implícita en la construcción social del género, pero también la necesariedad de una violencia que abra paso a otra cosa, dialectizando creación-destrucción una vez más hoy.

Una multiplicidad de eróticas se desmarcan de la prescripción heterosexual, que como señalara Monique Wittig, no es sino un régimen político que nos dice cómo debemos gozar. Y en cierto sentido todos somos de-generados, en tanto es mucho lo que escapa del género, cualquiera sea la relación que hacia él soportemos.

Esta desmarcación, disidencia, hallará en el campo del arte acogidas también diversas; este evento es una de esas recepciones posibles a ser problematizadas.

El arte contemporáneo ha contribuido, además, a poner en cuestión otros géneros y disciplinas que al indisciplinarse subvierten un campo estético, abriéndolo a lo diverso, lo múltiple, lo otro.

Arte Degenerado se expone desde la intrascendencia de un arte que renuncia a toda pretensión de eternidad en el mismo acto en que produce sus efectos inmanentes.

Fernando Barrios Boibo · curador

Hugo no se responsabiliza por las opiniones vertidas en esta publicación.

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