Ilustración: F. Blanco

CÉSPEDES y el 10 de Octubre

Revista Pionero
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El 10 de octubre de 1868, Carlos Manuel de Céspedes(1819–1874) liberó a sus esclavos y alzó en armas a los cubanos. El repique de la campana de su ingenio La Demajagua, Manzanillo, en el oriente del país, significó hace 145 años un triunfo de las ideas independentistas, frente al integrismo hispano y las corrientes reformistas y anexionistas.

La conspiración se respiraba en el aire. Entre los días 2 y 14 de agosto de 1868 se habían sucedido varias reuniones, en las que los complotados habían discutido acerca de la fecha mejor para el levantamiento armado contra España. En San Miguel de Rompe (4 de agosto), Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo había manifestado: “Señores: la hora es solemne y decisiva, el poder de España está caduco y carcomido. Si aún nos parece fuerte y grande, es porque hace más de tres siglos que lo contemplamos de rodillas. ¡Levantémonos!”1 En el ingenio Rosario (4 de octubre) se fijó la fecha para el 14 del propio mes y se proclamó a Céspedes jefe superior para la zona de Manzanillo.

Sin embargo, el capitán general de la Isla, Francisco Lersundi, el 7 de octubre, envió un telegrama al jefe militar de la villa con la orden de detener a los conspiradores. El telegrafista de

Bayamo, Ismael Céspedes, antes de enviar dicha orden a las autoridades, la hizo saber a los conjurados, quienes decidieron adelantar la fecha.

El 9 de octubre, orientado por Carlos Manuel, su hermano Pedro de Céspedes se insurreccionó en su finca La Caridad de Macaca, cercana al ingenio Demajagua, donde, al día siguiente, 10 de octubre de 1868, se levantaron en armas 36 patriotas, entre los que se hallaban Manuel Calvar Oduardo, Bartolomé Masó Márquez, Ángel Maestre Corrales, Juan Fernández Ruz, Emiliano y Miguel García Pavón, Juan Hall Figueredo, Luis, Félix y Francisco Marcano Álvarez, Manuel Codina Polanco, Jaime Santiesteban, Agustín Valeriano, José de J. Pérez de la Guardia, Rafael Caymari Pérez, Francisco Javier de Céspedes y del Castillo, Enrique Céspedes y otros.

A través de un manifiesto histórico, Céspedes proclamó la independencia patria y la abolición de la esclavitud. Liberó a los esclavos de su propiedad, a los que trató de “hermanos” y los convocó a sumarse a la lucha. Ese día clamó: “¿Jurais vengar los agravios de la patria? Juramos, respondieron todos. ¿Jurais perecer en la contienda antes que retroceder en la demanda? Juramos, repitieron aquellos. Enhorabuena, añadió Céspedes, sois unos patriotas valientes y dignos. Yo por mi parte juro que os acompañaré hasta el fin de mi vida, y que si tengo la gloria de sucumbir antes que vosotros, saldré de la tumba para recordaros vuestros deberes patrios y el odio que todos debemos al gobierno español”.2

Y al grito de “¡Viva Cuba Libre!”, se enarboló la bandera — la de Céspedes, esa que junto a la enseña nacional preside las sesiones de nuestro Parlamento — . Había sido cosida por la joven Candelaria Acosta Fontaigne, Cambula, hija del mayoral de la Demajagua. Como sabes, el pronunciamiento se conoce como Grito de Yara, aunque tuvo lugar en el ingenio Demajagua. Ello se debe a que el 11 de octubre, las bisoñas tropas insurrectas atacaron el poblado de Yara y fueron derrotadas, con la consecuente dispersión; fue entonces cuando Céspedes expresó: “Aún quedamos doce hombres. ¡Bastan para hacer la independencia de Cuba!”3 No obstante, los españoles quisieron relacionar el alzamiento con el fracaso de aquella primera acción y así fue dado a conocer por las autoridades y la prensa hispanas.

Nuestro Martí, al valorar aquella fecha fundacional, manifestó: “[…] Aquellos padres de casa, servidos desde la cuna por esclavos, que decidieron servir a los esclavos con su sangre, y se trocaron en padres de nuestro pueblo […] ¡Y todo el que sirvió, es sagrado!”4

Por su parte, Fidel ha puntualizado: “[…] lo que engrandece a Céspedes es no solo la decisión adoptada, firme y resuelta de levantarse en armas, sino el acto con que acompañó aquella decisión

— que fue el primer acto después de la proclamación de la independencia — , que fue concederles la libertad a sus esclavos […]”.5

El hecho de que los dos cubanos más universales manifestaran su respeto por esta fecha fundadora y por Céspedes, como padre de la nación, es, sin lugar a dudas, índice de lo que a los cubanos de hoy nos corresponde en el homenaje a los héroes y en la lucha por preservar esa independencia que comenzamos a conquistar aquel 10 de Octubre.

Notas

1 Centro de Estudios Militares de las FAR (CEMI): Diccionario enciclopédico de historia militar, Casa Editorial Verde Olivo, La Habana.

2 José María Izaguirre: Recuerdos de la guerra, Editorial Cuba, La Habana, 1936, p. 13.

3 Cit. por María Luisa García Moreno: Páginas de gloria, Editorial Pablo de la Torriente, La Habana, 2017, p. 6.

4 José Martí: “Discurso en conmemoración del 10 de Octubre”, 10 de octubre de 1891, en Obras completas, t. 4, Centro de Estudios Martianos, Colección digital, La Habana, 2007, pp. 259–260.

5 Fidel Castro: “Discurso pronunciado la velada conmemorativa de los cien años de lucha”, Demajagua, Manzanillo, 10 de octubre de 1968, en www.gobierno.cu/discursos

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