Selfis: mi otro yo

Ciertamente esta práctica es más antigua de lo que crees. Sus orígenes se remontan al siglo XIX, a manos de un estudiante de fotografía quien usó un espejo para realizar, la que se considera, la primera selfi de la historia.

Revista Pionero
Revista Pionero
6 min readNov 6, 2018

--

Por Isabel M. Echemendía Pérez
Fotos e ilustraciones: Internet

Selfi: Proviene del inglés selfie y se define como un autorretrato realizado con una cámara digital — generalmente incorporada en un dispositivo móvil — , que tiene como objetivo ser compartido en las redes sociales.

¡Te imaginas cuán fácil le hubiese resultado al pintor Goya, o al mismísimo Narciso hacerse un autorretrato de haberse sacado una selfi! Ciertamente esta práctica es más antigua de lo que crees. Sus orígenes se remontan al siglo XIX, a manos de un estudiante de fotografía quien usó un espejo para realizar, la que se considera, la primera selfi de la historia.

Debido a su popularidad fue elegida, en 2013, palabra del año por el diccionario Oxford de lengua inglesa. Inicialmente el vocablo se utilizó de manera minoritaria para luego convertirse en una práctica mundial, cada día más de moda.

Y es que el fenómeno selfi no tiene para cuándo acabar. Según encuesta realizada por el regulador de comunicaciones del Reino Unido, Ofcom, diariamente más de un millón de imágenes circulan por la red, de ellas el 30 % son tomadas por usuarios de entre dieciocho y veinticuatro años y más del 36 % admite haberlas retocado antes de compartirlas. Pero no necesitamos estadísticas para saber que nuestro yo se ha convertido en la imagen preferida de la galería de fotos.

Inicialmente, cuando los móviles no poseían el lente delantero, se hacían los self shot, una especie de autofoto a ciegas que antecedería a las selfis. Poco a poco estas imágenes, que en principio solo se compartían en blogs personales, llegarían a un entorno reticular más amplio.

El uso masivo de las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICS), los celulares inteligentes — equipados con cámaras cada vez mejores — y la expansión de las redes sociales Facebook, Twitter e Instagram, facilitarían el intercambio global de estos contenidos.

Nuestro país no escapa a esta realidad. En tal sentido, Yoania Pulgarón, especialista del Centro de Estudios de la Juventud, sustenta que dicho fenómeno tiene disímiles miradas y que no puede verse aislado. “Su aparición evidencia que hoy, Cuba, pese a las particularidades de conectividad, está insertada en un contexto globalizado y dinámico, a tono con el desarrollo de las TICS”.

El destino de una selfi es publicarla de forma inmediata para compartirla en el ciberespacio. Sin embargo, aquí dicha práctica adquiere otra significación ya que la mayoría de estas imágenes transitan por otros circuitos antes de llegar a la red. Por lo general, cuando logran divulgarse, pasan por un proceso previo de selección y pocas veces se suben de forma instantánea. Al respecto, algunos adolescentes sostienen:

“Cuando entro a Facebook soy más selectiva y no publico nada íntimo. Trato de subir la mejor foto”. Adis Marilda Fernández, doce años

“Las selfis son impredecibles y espontáneas. No suelo compartirlas en Facebook, a veces es más fácil que te vean los compañeros cercanos”. Luis Adrian Riera, trece años

En la selfi predomina un tipo de encuadre. De acuerdo con la posición y longitud del brazo de la persona, se enfoca la cámara hacia el rostro en primer o primerísimo plano. Existen herramientas como el bastón o palo de selfi, el cual facilita una mejor composición de la imagen.

Hay selfis simpáticas, tristes, para cada momento del día; selfis que provocan accidentes, incluso muertes. Repeticiones infinitas de rostros anónimos captados en lugares remotos de la tierra que circulan desenfrenadamente por internet.

Para el investigador español Manuel Canga, la tecnología al servicio del yo, unida a la práctica del selfi, acentúa los procesos de representación e identificación que los usuarios tienen de sí mismos. En la adolescencia dicho fenómeno posee sus características, en especial lo referido a la formación de la identidad. Sobre el tema, la psicóloga cubana Laura Domínguez afirma:

“En la adolescencia la formación psicológica, que ocupa el centro de la subjetividad, es precisamente la identidad personal. Son múltiples las vías de desarrollo, pero todas se enmarcan en los sistemas de actividades y de comunicación en que se ven inmersos.

La práctica de la selfi se puede realizar hacia la imagen del propio adolescente o de este con otros. En tal sentido, principalmente si después se socializan a través de las redes sociales, son un camino para satisfacer necesidades de autoafirmación y constatar en qué medida su imagen corporal es aceptada por quienes le rodean, en particular sus coetáneos e iguales. En la adolescencia lo externo tiene gran trascendencia, solo después se comprende que lo esencial es invisible para los ojos”.

Como hemos analizado, las selfis constituyen una forma de exponer nuestra imagen y conseguir la aprobación de otros. En ocasiones esta práctica se ha asociado a conductas negativas o comportamientos narcisistas. Aunque no existe evidencia científica de que el hábito de hacerse autofotos represente un trastorno mental, especialistas alertan sobre sus efectos. Al respecto, la profesora Domínguez asegura:

“Detrás de una selfi existen muchas motivaciones, desde la búsqueda de la identidad personal como es propio del adolescente, hasta el deseo de captar un momento importante en la vida.

Creo que todo lo que se practica en exceso puede conducir a una adicción, y si la conocida selfi se convirtiera en una conducta compulsiva, sin la cual la persona no puede sentir bienestar emocional, entonces ya estaríamos en presencia de un trastorno psicológico”.

Un estudio de las universidades de Birmingham, Edimburgo y Heriot-Watt, en Reino Unido, realizado con apoyo de 500 usuarios de Facebook, reveló que quienes publican selfis de forma exagerada suelen mantener relaciones más superficiales.

Entretanto, para la joven Jenifer Nicole Maceo, estas constituyen un modo de expresión. “Diariamente me hago como promedio diez fotos, pero cuando salgo con los amigos pueden ser veinte y hasta treinta. Creo que en una selfi se reflejan nuestras emociones, sentimientos, estados de ánimo, prácticamente las cosas que hacemos día a día”.

Además de la narrativa personal, imperante en los autorretratos digitales, también se combinan textos e interacciones, así como el uso de filtros u otras aplicaciones. Una joven comenta a Pionero:

“Las selfis son importantes para los adolescentes ya que nos permiten relacionarnos de una forma más divertida. A veces hacemos muecas a la cámara o usamos las aplicaciones del móvil para cambiar, y colocar cosas simpáticas”. Adis Marilda Fernandes, doce años

El proyecto Selfiecity, respaldado por la City University de Nueva York y el Instituto de Telecomunicación e Información de California, investiga la forma y el estilo de estas imágenes realizadas por habitantes de Bangkok, Berlín, Moscú, Nueva York y Sao Paulo. Sus análisis estadísticos develan que las selfis, pese a su popularidad, son tan solo una parte pequeña de todas las fotos que se publican en internet.

Más allá de estas observaciones, las selfis integran la cultura visual contemporánea. Un escenario cada vez más cambiante, que exhibe lo que quiere mostrar, construyéndose así una identidad pendiente, en ocasiones, más a las miradas de otros, que a nuestra felicidad. Entre likes, comentarios y retweets se configura el culto a la imagen. No se trata de demonizar el fenómeno, pero piensa que la mejor selfi no es la que esperan los demás, sino la que quieres construir tú mismo.

Curiosidades

¿Sabías que en Instagram hay 36 millones de fotos etiquetadas con la palabra selfi y 96 millones con yo?

La red funciona como una suerte de galería amateur, a tal punto que el artista contemporáneo Juan Francisco Casas solicitó a sus seguidores de Facebook que le enviaran selfis para utilizarlas en la exposición

(A)utopic.

Las selfis son tan populares que incluso existen aplicaciones especiales. Una bastante curiosa es la de seguridad FaceCrypt, un servicio que permite almacenar información que solo puede ser vista si el usuario hace una captura de su rostro.

Christoph Rehage, estudiante de cine, recorrió toda China haciéndose varias selfis para contar su experiencia.

--

--