‘1995’: una cápsula del tiempo

El álbum debut de Mabiland apela a la nostalgia noventera con canciones que pueden recordarte a Mary J. Blidge.

Jorge André Hernández
Revista Sobredosis
5 min readAug 15, 2019

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En 1995 escuchamos la intimidad de Mabely Largacha, alias Mabiland, donde expone sus diferentes puntos de vista sobre el amor. El sonido - una mezcla de hip hop, R&B y jazz- es una combinación sensorial que te teletransporta a la década donde sonaba voces como Mary J. Blidge o Mariah Carey. El álbum es un producto nostálgico lanzado en el 2018 para llevarnos a 1990.

Mabiland creció en Quibdó, Chocó -región Pacífico de Colombia, de gran densidad de población afro- escuchando a Ella Fitzgerald y Nina Simone. Incluso, relata Camila Rivas en una publicación en Radiónica.com, le regalaron un disco de acetato de Louis Armstrong que le reveló el camino de la música como suyo. No canta como Firtzgerald, pero rapea como Simone lo hubiera hecho.

No es la primera vez que se ha combinado hip hop y jazz: como lo hizo el artista estadounidense Kendrick Lamar en el single I (2014), o en casi todo el trabajo de la banda colombiana LosPetitFellas como en sus canciones Hoy (2015) donde rapean y suena bebop o el acid jazz en Los verbos (2018), inclusive en el disco 1977 (2009) de la rapera chilena Ana Tijoux.

El rap y jazz han sido dos géneros musicales que han convivido en una sola sala, como dos generaciones de una misma familia que entendieron que de las dos tenían algo que aprender. De esa simbiosis nace 1995 de Mabiland.

1995 es un álbum que se centra en la intimidad de Mabiland, sobre todo en el amor. Desde el intro engloba la temática del disco: las relaciones. La primera canción Instinto Fugaz entra con un toque de jazz con el saxofón de Juan Astronauta, músico colombiano quien también integró bandas como Rey Gordiflón y Providencia, y muestra una escena de pasión.

El siguiente paso de la relación es la siguiente canción: Ensayo de Ceguera, nombre que recuerda a la novela de José Saramago y remarca su tendencia a la poesía -por lo tanto lectura- aprendida por su madre, según Rivas en su publicación en el portal de Radiónica, estación radial colombiana enfocada en la música, sobre todo alternativa. En esta melodía el jazz queda de lado y el ‘beat’ sobresale para rapear. El escenario ya no hay pasión, sino las peores consecuencias: la pérdida de control de uno para darle el manejo a este otro que uno ama. Lo que tarde o temprano desencadena el fin.

En Cuanto mas ya se siente la calma antes de la tormenta. El ‘beat’ queda ensombrecido por las tonadas del R&B y smooth jazz que deja fluir una rima epistolar o una declaración a la otra persona: “siento que esto se va a acabar”. Existe una mezcla entre aceptación e ira que se revela en el contraste de las situaciones presentadas.

Por un lado, el autor revela el amor:

¡Los tiempos son perfectos!,
por eso te dedico el alma
por si un día fallece esto,
y, Lloré, reí, abracé, sentí, Besé, viví.
Cada palabra de ti y sí, ahí yo comprendí

Mientras al final la voz iracunda llena la canción y pregunta constante:

¿Cuánto aposté?
¿Cuánto por ti aposté?
¿Cuántas veces la cabeza casi me volé?
¿Cuántas veces el infierno convertí en Edén por tener tu piel en refinado placer?

Las preguntas no terminan. La canción siguiente es la incógnita de toda relación cuando se resquebraja: ¿Qué tú quieres? También es el momento de la tormenta donde se acepta el límite:

Lo fuerte del “por siempre” yo diría
es que su duración tiende a ser incongruente.
Pocas veces el “por siempre” es para siempre,
muchas veces dura el tiempo pertinente.

La siguiente melodía es el estado de luto. Canción 6, título que te da a entender que prefiere quedar en incógnito, tiene un autor que habla en tercera persona: Mabiland sale de ella misma para narrar y describir un espacio de introspección. El personaje aprende a vivir con sus heridas, que de una u otra manera siempre están presentes para recordarle lo sucedido.

En Mala Fama Mabiland regresa en si misma y narra en primera persona. La canción ya presenta una estación de impulsos para borrar los sentimientos anteriores. Una promiscuidad que, según la melodía, deja una mala reputación. En contraste Vaya forma utiliza una tonada tipo bolero para acompañar una respuesta a ella misma: ella fue la que endiosó, se involucró de más y no hay forma de devolverle lo que dio.

Saliendo de la historia que narra, suena la canción que justifica el nombre del álbum: Diciembre del 95. Cuenta la historia de una relación rota: madre soltera que le toca trabajar, abuela que cría a la niña y el padre que nunca volvió. Al mismo tiempo conecta su relación amorosa con la de sus padres, como si hubiera una conexión entre su conducta amorosa y la familia donde creció.

La última canción de la lista inicia con un piano de jazz para iniciar el ‘beat’ para el rapeo instantáneo. Club de la pelea relata el final: una respuesta al otro que ha herido. Canta la relación quebradiza entre dinero y amor, y la incredulidad nacida del constante tropiezo en dar su cariño y de su concepción por una relación que nunca tuvo proyección.

El álbum 1995 de Mabiland trae una perfecta sinergia entre rap y jazz con letras que recrean imágenes con una precisión certera. Es la banda sonora para el rompimiento y una cata musical para cualquier que le atraiga una propuesta fresca y sincera.

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