“Volver a la educación primaria”

Panel realizado en la sede de la revista Temas, el 28 de septiembre de 2023.

Temas Cuba
Catalejo el blog de Temas
46 min readNov 27, 2023

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Panelistas:

Yudelkis Camellón. Maestra. Escuela “Mártires del Granma”, Sancti Spíritus.

Ana Sofía Domínguez. Estudiante de enseñanza secundaria.

Denia García Ronda. Profesora (jubilada) de Literatura de la Universidad de La Habana. Editora y miembro del Consejo Asesor de Temas.

Magda González Grau. Realizadora de cine y de televisión.

Zulima Lobaina. Directora de Educación primaria. Ministerio de Educación.

Rafael Hernández. Politólogo. Director de Temas.

Rafael Hernández: Le estamos dedicando este Último Jueves a un tema que hemos tratado antes desde varios puntos de vista: la educación primaria. Para nosotros es muy importante que haya presencia de personas interesadas que puedan hacer preguntas bien focalizadas e intervenir críticamente en relación con los problemas desde una multiplicidad de visiones. Nos interesa mucho que en el panel haya alguien que está en Sancti Spíritus, porque, en muchos sentidos, La Habana y Sancti Spíritus no son el mismo país, somos diferentes dentro de lo que nos une. Tratamos de propiciar intercambio incluso con panelistas, cubanos o no, que no viven en Cuba, y que intervienen desde el contexto del lugar en donde están.

Para debatir en torno a este tema tenemos un panel unitario en cuanto a que es femenino en su totalidad, y muy variado en cuanto a la experiencia y el punto de mira desde donde aprecian el fenómeno. Así, tenemos a la directora de Educación primaria del Ministerio de Educación, lo que es muy enriquecedor, porque, aunque todos hablan a nombre propio, el ángulo institucional es clave. Agradecemos a la ministra de Educación por colaborar con esta discusión, porque muchas veces es muy complicado que haya representantes de las instituciones que se ocupan del tema. Está con nosotros una realizadora de cine y televisión que ha abordado esta temática en más de una ocasión en su obra audiovisual. También una escritora y profesora universitaria jubilada, participante en el primer perfeccionamiento educacional. Una maestra de enseñanza primaria en una ciudad de provincia, y una estudiante que acaba de terminar ese ciclo, completan el panel.

La primera pregunta es: ¿Qué factores intervienen en el proceso de la formación, de la educación, del aprendizaje? ¿Existe alguno más importante que otro? Considerando al maestro, a la escuela, al núcleo familiar, a la comunidad, a los libros de textos, a los medios de comunicación o a otros factores, ¿cuál es el que más influye en la formación, en la educación, en el aprendizaje?

Magda González Grau: Cuando Rafael me envió estas preguntas, yo, que no soy especialista en metodologías ni en técnicas educativas, decidí tomarme a mí misma como material de estudio. Provengo de una madre y un padre, ambos maestros entre otras profesiones, conscientes del concepto martiano de la importancia de la educación para los individuos; me crie en un barrio con buenos vecinos que se sentían responsables no solo del futuro de sus hijos, sino del de cada niño que había a su alrededor; tuve en mi casa una biblioteca a mi disposición, me apasioné por la lectura desde muy temprana edad, allí también aprendí a apreciar la música y el arte en general; es decir, familia, comunidad, posibilidades reales de adquirir cultura, todo eso resuelto; sin embargo, me pregunto si yo hubiera sido la misma persona si no hubiera tenido en la educación primaria a los excelentes maestros que tuve. Han pasado muchos años, tengo sesenta y siete años, así que imagínense si han pasado años, pero nunca he olvidado ni sus nombres ni sus enseñanzas. Y no hablo de leer, escribir, redactar bien, sumar, restar, multiplicar y dividir, que ya sería suficiente, sino de lecciones que marcaron mi manera de ver la vida, de comunicarme con mis iguales, hasta de cómo comportarme frente al chiquillo de quien estaba enamorada.

Mis maestras eran mis paradigmas para vestirme, peinarme, caminar, para no levantar la voz innecesariamente, para tener buenos modales a la hora de sentarme a la mesa, para decir gracias, buenos días, permiso, y hasta para disculparme por algo mal hecho.

Entonces cuando miro para atrás me doy cuenta de cómo el maestro puede influir en sus alumnos, porque, además, pasa con ellos la mayor cantidad de horas del día, y si es maestro de verdad llega a conocerlos como si fueran sus hijos; por eso no dudé un instante en proponerle a Amílcar Salatti que escribiera Calendario, por eso construimos con Clarita García la utopía posible que puede ser un personaje como Amalia, para que en Cuba haya muchos maestros que quieran parecerse a ella.

Zulima Lobaina: Magda ha hecho una descripción amplia, y podemos decir que ha sintetizado lo que pretende hoy el sistema nacional de educación, ya que nos encontramos inmersos en el tercer perfeccionamiento educacional, que asume los preceptos que anteriormente se mencionaron. Cuando vamos a hablar de factores pensamos que la educación presta un servicio, que tiene que ser de calidad, para nuestros niños como la niña que nos acompaña hoy. Ella, con los demás niños para los que trabajamos, y el público en general que tenemos en formación, evalúan el desarrollo de un sistema nacional que se concreta por todos los que influimos en la formación general e integral, que es el fin de la enseñanza primaria. La escuela hoy no puede lograr sola todo lo que se necesita en esa formación integral, y tiene que ver en cómo nos unimos todos: los maestros, los demás trabajadores de las instituciones educativas, las familias, la comunidad, para lograr la formación integral de nuestros niños en las escuelas primarias.

Es importante tener en cuenta que cuando se habla de formación integral nos estamos enmarcando en todo lo que tiene que ver con el desarrollo de la personalidad para enfrentarse a la vida, que no solo la primaria trabaja contenidos para promover de grado. Es que cada contenido el niño pueda aplicarlo después a la vida, que cada clase que se imparta se haga pensando en que lo que estamos tratando de ofrecer. A partir de ahí es que aprendemos, por ejemplo, a razonar problemas que enfrentamos en la vida, y que hay que saber buscar soluciones inteligentes; que cuando leemos no sea solo para hacerlo fluidamente, sino para comprender lo que leemos. Pretendemos que el mensaje educativo a través de la lectura tenga que ver también con la formación integral de nuestros niños. Si hacemos patente y cumplimos con todo lo que establece y aspira el tercer perfeccionamiento, desde el vínculo con todos los factores, entonces vamos a tener la educación de calidad que hoy necesitamos.

Fotografía: Pedro Pablo Chaviano/Revista Temas.

Denia García Ronda: Quiero advertir que yo estoy bastante lejos ya de aquella persona que estuvo tan vinculada al Ministerio de Educación y al primer perfeccionamiento, que fue una experiencia extraordinaria para todos los que trabajamos en aquellos libros de lectura. Puede ser que haya cosas que estén pasando ahora, algunos planes, algunos programas, algunas medidas, que yo desconozca o que no tenga detalles sobre eso, así que pido disculpas desde el principio.

Sobre la pregunta que nos hace Rafael, y que Magda contestó con un ejemplo bien cercano y bien importante; yo tuve la suerte — -y eso que fue en el capitalismo y yo era de una familia pobre, y se trataba de una escuelita privada — de tener esas mismas experiencias, pero quiero hablar, más bien, de lo general, para no equivocarme sobre lo que está pasando ahora.

Empiezo por compartir algo que es bien sabido: que aunque están muy imbricadas, la educación trasciende el sentido específico de la formación escolar o, si se quiere, de la instrucción, aunque no me gusta mucho la palabra aunque la haya dicho José de la Luz y Caballero, a quien voy a citar inmediatamente. Es decir, son dos cosas que están muy unidas, incluso la propia formación escolar forma parte importantísima de la educación general o integral, como ha dicho la compañera del Ministerio, con la que estoy de acuerdo en ese sentido; pero hay que especificar cuando se pregunta por responsabilidades quién es el mayor responsable de la educación, formación, enseñanza, etcétera. Hay que ver las especificidades, según mi criterio, de cada concepto.

José de la Luz y Caballero, a quien acabo de mencionar, decía: «Instruir puede cualquiera, educar solo quien sea un evangelio vivo». Con eso, aparte de su criterio sobre el evangelista o sobre que cualquiera pudiera instruir, está marcando ya la diferencia entre educación, que es eso a lo que se aspira en la enseñanza primaria, secundaria, universitaria, en la familia, en la comunidad; y lo que es, específicamente, la instrucción, el traslado de contenidos, pudiéramos decir. El que fue su mejor alumno, más bien su mejor discípulo — me refiero por supuesto a José Martí — , completa esa idea: «Educar es preparar al hombre para la vida» (hombre, por supuesto, como especie, no como del género masculino). Esto quiero decirlo para destacar justamente las responsabilidades de que se habla.

Creo que en el sentido de la educación, vista de manera global, holística, todos somos responsables, desde las instituciones, desde las políticas hasta el propio estudiante, que como bien dijo Rafael, es sujeto, no objeto de su propia educación, es el sujeto de su aprendizaje, protagonista de su propia formación. A eso se debe aspirar. Todos los factores mencionados, escuela, familia, instituciones, comunidad, todos son responsables de ello.

Ahora, en cuanto específicamente a lo que me gusta llamar formación académica, aunque sea de primaria, la prioridad en esa responsabilidad es de la escuela, pero no el edificio con un maestro o una maestra ahí, sino escuela como institución, como sistema, desde el Ministerio hasta, repito, el propio estudiante. Sin dudas, las demás instituciones que se han mencionado tienen que participar; sobre todo la familia, pero esta no debe ser la líder de ese proceso de enseñanza-aprendizaje. Creo que si hablamos de la «instrucción» escolar, es la escuela quien debe tener la mayor responsabilidad. Digo esto porque últimamente se está viendo que algunas veces — incluso con la anuencia de la propia maestra o de la propia escuela — se considera a la familia la mayor responsable de la adquisición de conocimientos por los hijos. Eso lleva en ocasiones a que se afecte la propia capacidad del alumno de llegar a sus propias conclusiones, a sus propios métodos de estudio, a partir de la guía del maestro, a que busque y repita maquinalmente lo que dicen las plataformas de Internet. En resumen, a la pregunta que se hace sobre quién es más responsable, mi respuesta es que, si se trata de la formación académica, de la instrucción, no en el estricto sentido de trasladar conocimientos sino, como se dijo antes, de formar a un verdadero estudiante, como justamente debe ser la meta, para ayudar a crear individuos cultos, independientes, activos, en ese sentido la institución escolar debe tener la prioridad.

Rafael Hernández: Le prometí al auditorio que le iba a dar la prioridad en las preguntas y los comentarios, así que voy a abrir la compuerta para la participación de los que están presentes o de los que están conectados.

Fotografía: Pedro Pablo Chaviano/Revista Temas.

Niurka González Arteaga: Soy profesora del preuniversitario Tomás David Royo, que radica en el municipio Plaza; imparto Historia de Cuba en el grado doce. Antes de ir al tema, agradezco al panel por el tema, y especialmente a Magda por Calendario que es un amor; creo que resume lo que significa para los profesores.

Creo que la doctora Denia ha dicho algo muy importante, como lo que dijo también Magda, sobre la importancia trascendental que tiene la institución escolar unida a otros factores. Creo que hoy, en 2023, en una tarea que tiene a la escuela como prioridad, no podemos enseñar Matemática, Historia, ninguna asignatura, si no estamos conscientes de que es una labor de infinito amor. Dicen de la familia, pero sabemos que hay familias muy preocupadas y funcionales, pero las hay disfuncionales, y creo que el maestro, de cualquier grado, debe conocer los problemas de sus estudiantes.

Hay una diversidad de formación, y estamos viendo la importancia, pero también la escasez de ese maestro de excelencia, y de las deficiencias de los alumnos, que vienen desde la primaria y se arrastran hasta cuando nos llegan al preuniversitario. Yo lo estoy viviendo en mis clases; es decir, veo constantemente cómo les cuesta trabajo saber interpretar, aprender y seguir aprendiendo, que comprendan lo que están leyendo, y que esos saberes se les impregnen para la vida. Creo que este tercer perfeccionamiento debe garantizar que la escuela sea el principal centro cultural de la comunidad, que sigamos teniendo la misma educación inclusiva, la misma educación perfeccionada.

Coincido con la profesora Denia en que todos los actores son importantes, pero la escuela tiene un papel trascendental, y que a veces hay que poner freno a lo que el alumno hace en la casa en cuanto a su estudio. Nosotros, los maestros, tenemos la misión de enseñar a ese alumno a que aprenda.

Roberto Smith: (ICAIC). En esta modelación de los factores que influyen en la educación pudiéramos decir que también está, aparte de los maestros, de la escuela, el tipo de alumno que existe hoy, en este casi primer cuarto del siglo xxi. Uno pudiera pensar, con sus particularidades individuales, que puede ser diferente por el nivel de acceso a la información que tiene, por su nivel de encadenamiento a Internet, a las redes, por todas las influencias culturales, que no existían hace unos años, y que ahora tienen un impacto tremendo en esos alumnos, de manera general.

Silvia Castillo Suárez: (Investigadora. Instituto Central de Ciencias Pedagógicas). Quiero destacar que existen, en el marco del tercer perfeccionamiento, una interrelación entre todos los factores, el proyecto educativo institucional y el proyecto educativo de grupo, en el cual se integran los distintos factores: en el Concejo de escuela están representados todos los padres. Nos interesa extraordinariamente el protagonismo de los estudiantes; por tanto, la organización pioneril o de la FEEM, en dependencia del nivel escolar, está también como un factor importante, y está la comunidad, porque se hacen las actividades vocacionales, complementarias, y es necesario que estén los factores y que lleguen a consensos, a propuestas, que se haga un diagnóstico, y con el conocimiento de este, de las características de la comunidad, de las potencialidades, de las fortalezas y las debilidades que tienen la comunidad, la familia, qué instituciones laborales pueden aportar al trabajo vocacional. Una de las cosas fundamentales, como decía la profesora, no es solo impartir matemática o literatura, sino ir creando las bases para la futura profesión, es decir, para arraigar un trabajo de formación vocacional y, a futuro, orientación profesional; y sobre todo, para establecer una estrategia y educarse en la participación de todos los factores. Eso es algo muy importante en este perfeccionamiento, crear condiciones organizativas que propicien protagonismo, participación, sobre todo de los estudiantes. Insisto en que el maestro y su preparación son claves, pero también lo es la familia, así que todos tienen un nivel de importancia.

Rafael Hernández: Escuchemos a Yudelkis, desde Sancti Spíritus.

Yudelkis Camellón: Voy a hacer referencia, en este caso, a los factores principales que intervienen en el proceso de formación, educación y aprendizaje, como son los sociales, las herencias culturales acumuladas, las costumbres, las tradiciones, y las relaciones personales. Como hemos podido apreciar, entre educación y aprendizaje existe una estrecha relación, y solo tiene un fin: la formación integral de la personalidad de cada uno de nuestros educandos, con ideales patrióticos, humanos, expresados en las formas de sentir, de pensar, de actuar, ante cualquier situación, ya sea en nuestras instituciones o fuera de estas. Es preparar a nuestros educandos para la vida, teniendo en cuenta nuestras herencias culturales, costumbres, tradiciones, formas de pensar, en un proceso activo, y regulador.

Es muy importante la relación entre el maestro, la familia, la comunidad y la escuela. La familia es la primera escuela del niño, donde aprende a comunicarse, demuestra sus primeros sentimientos y emociones, aprende los primeros hábitos alimenticios, higiénicos, así como normas de comportamiento. Al llegar a la edad escolar e incorporarse a la escuela, el maestro continúa reforzando todos estos aspectos a partir de un diagnóstico fino y certero que realiza de cada uno de sus educandos para conocer el núcleo familiar, nivel cultural de los padres, ambiente social donde se desarrolla y convive. A partir de todos estos elementos elabora la caracterización de su grupo teniendo en cuenta las potencialidades y carencias, para posteriormente, planificar el trabajo con la familia realizando Escuelas de Educación Familiar para orientar cómo asumir de manera correcta y positiva la responsabilidad de educar a sus hijos. Ya en el aula, el maestro debe entonces planificar su trabajo teniendo en cuenta las diferencias individuales de sus educandos, de acuerdo con las necesidades y potencialidades, a partir de la proyección de su trabajo.

Rafael Hernández: ¿Qué problemas reales encontramos, en la situación en la que vivimos, donde intervienen la escuela, la sociedad, la familia, las circunstancias?, ¿cuáles son los que afectan la calidad de la educación primaria? ¿Son los maestros, es la calidad de los docentes, o la insuficiente cantidad de ellos?, ¿son los programas de estudio?, ¿la falta de recursos materiales y pedagógicos en las escuelas?, ¿el estilo reproductivo del aprendizaje, un tipo de enseñanza que hace que el alumno repita como una grabadora lo que ha escuchado en lugar de razonar?, ¿el estado físico de las escuelas?, ¿los patrones de conducta del medio ambiente en el que los estudiantes se desenvuelven?

Hicimos estas preguntas por Telegram, y respondieron más de ciento cincuenta personas. Los resultados son los que Disamis Arcia, quien, junto a Belsis Rodríguez, hizo la encuesta, informará.

Disamis Arcia: A menudo en los Último Jueves indagamos previamente cuáles son algunas de las preocupaciones que acompañan las temáticas que vamos a debatir. En esta ocasión, tomamos una de las preguntas que se les habían presentado a los panelistas. Nos llamó mucho la atención la cantidad de personas que respondieron — más de ciento sesenta. En un contexto tan complicado desde el punto de vista de las condiciones materiales como las del inicio del curso escolar, cuando la base material de estudio está limitada, porque los libros no se pudieron reimprimir, y los niños están compartiendo los que hay, cuando la cantidad de libretas entregadas fue mucho menor; cuando se conoce que ha habido reagrupaciones por falta de maestros, etc., esperábamos que tal vez esos fueran los problemas más preocupantes; pero lo más urgente de resolver para quienes respondieron fue la calidad de los maestros; 41% de los encuestados señaló que lo que más incide en la calidad de la educación es la persona que está delante del aula y que trabaja con los niños, con los adolescentes. En segundo lugar, el carácter reproductivo del proceso educativo, de la manera en que se entiende el aprendizaje, con una diferencia de casi 20%. Le siguieron, con casi la misma cantidad de votos, la disponibilidad de maestros, y la calidad y actualidad de los programas. Y las condiciones materiales de las escuelas es lo que menos incide, según los que respondieron. Ese es el resultado que tuvimos en la encuesta que estuvimos circulando en nuestro canal en Telegram, en el grupo del Último Jueves, y que compartimos también en la página oficial que tenemos en Facebook. Creo que eso apunta a algunas de las intervenciones que ya desde un primer momento tuvieron nuestros panelistas.

Resultado de la encuesta compartida a través del canal de la revista Temas en Telegram.

Rafael Hernández: ¿Cuáles son los problemas que más afectan la calidad de la educación, Ana Sofía?

Ana Sofía Domínguez: En mi caso personal, la escasez de los profesores y la mala preparación. Por ejemplo, mi profesora de quinto grado llegaba a las diez de la mañana y a esa hora se ponía a completar el plan de clases o a empezar a hacerlo. Esa profesora recién estaba terminando su tesis; o sea, estaba entre dar clases en la escuela primaria e ir a la universidad. Había días en que teníamos que volver para la casa, y otros nos íbamos a las doce. ¿Y qué le vamos a dejar al mal aprovechamiento del tiempo en clases? Por ejemplo, en mi sexto grado, la profesora se accidentó, estuvo fuera de la escuela por tres meses, en ese tiempo nos pusieron a un profesor sustituto que se encargaba de los tres grupos de sexto, y también cuando la profesora de quinto grado faltaba él se encargaba, o si otra profesora llegaba tarde, él cubría, por lo que había momentos en los que el profesor nos dejaba solos, y nos hacía recostarnos, con la cabeza agachada.

La base material de estudio venía incompleta, en mal estado y desactualizada. había que arreglar los libros de texto a inicio de curso, pues el arreglo que se les hacía casi no duraba, y las desactualizaciones se evidencian en los libros de texto de Geografía, ya que no tienen la división político-administrativa actual, y los libros de Cívica, que no abarcan la nueva Constitución de la República de Cuba.

Magda González Grau: Me da mucha alegría — aunque yo también estoy muy alejada de la primaria — coincidir con la encuesta y, de alguna manera, con Ana Sofía también.

No creo que haya mucha conciencia de que los docentes de la enseñanza primaria deben ser los mejores maestros posibles, más que los de las enseñanzas media y superior. Son los que reciben a los niños para, desde el prescolar hasta el sexto grado, educarlos y prepararlos para enfrentar los problemas clásicos de la adolescencia y la juventud. Deben ser una especie de sabios renacentistas: letras, ciencias, psicología, cívica, cultura general, en fin, tienen que saber de todo. Nos faltan esos maestros integrales.

Hace unas décadas, se crearon los planes de formación de maestros primarios, y recuerdo cómo me impresionó ver la juventud y la poca experiencia de vida de esos alumnos. ¿Cómo podían enseñar bien, en el nivel de Primaria, personas que estaban aprendiendo a vivir? Siempre creí que fue un error que íbamos a pagar caro como sociedad.

No conozco los planes de estudio de la enseñanza primaria, pero tengo amigos con hijos que están en esas edades. Indago, y no todos tienen maestros o instructores que se ocupen de iniciarlos en algo que considero muy importante, que es el disfrute del arte. Esa es la mejor edad para educar el oído y afinar la voz; la mejor edad para aprender a acercarse a la buena literatura, para hacer trazos y dibujos, para moldear figuras, y no se trata de formar artistas, se trata de formar ciudadanos que serán médicos, ingenieros, carpinteros, etc., con una sensibilidad especial para el disfrute de lo mejor que el ser humano ha creado durante siglos, y que serán mejores médicos, ingenieros, carpinteros, porque serán mejores personas. Eso falta.

La educación extracurricular se reduce a veces — y ahora con lo que dice Ana Sofía lo confirmo. Por lo general, las clases son hasta las doce; después los alumnos no tienen nada que hacer, y los ponen con la cabeza gacha sobre el pupitre. Es un tiempo que se pierde; la educación extra-aula se reduce a veces, no quiero ser absoluta, a fiestas animadas por el reguetón de turno o a piyamadas que se convierten en un desvelo divertido.

Hace dos años, grabé en la Fragua Martiana y gestioné llevar niños de una escuela cercana para que le pusieran flores a la estatua de Martí. Resulta que yo, que pensé que estaba reconstruyendo para la filmación un acto que creí cotidiano y regular por esa escuela, había logrado que esos niños visitaran el lugar por primera vez. Yo quedé muerta: ahí está la Fragua Martiana, ahí hay una estatua de Martí con el grillete, hay bustos, hay libros, y aquellos niños de una escuela cercana la visitaban por primera vez; no hubo una maestra que se hubiera interesado en llevar a sus alumnos allí, y no había intención de la Fragua de ir a buscarlos a la escuela. Eso me pareció la locura.

¿Cómo formar patriotas sin estimular el interés por la historia de nuestro país?, ¿cómo formar verdaderos ciudadanos sin aprovechar todo lo que esté a nuestro alcance para ampliar el conocimiento, la sensibilidad y la humanidad en cada uno de nuestros niños?

Denia García Ronda: Coincido con Magda en muchas cosas. En este caso, tengo que contestar a las preguntas como lo hice con la primera: todos los factores que Rafael ha mencionado son importantes, todos. Ahora bien, pienso que entre todos ellos, y otros no mencionados, hay algunos más culpables que otros de los problemas que pueda tener la calidad de la enseñanza, y no solo de la educación primaria, por supuesto; pero sobre todo de ella porque, como bien dijo Magda, es la semilla, es la base, lo que falla en la primaria no se recupera después.

Entonces, a mi entender, el mayor problema es, efectivamente, el estilo reproductivo de la enseñanza. Como dije al principio, estoy bastante separada de esto, pero he tenido quizás la suerte, o no sé cómo llamarlo, que desde la década de los 70 hasta los 2000 he tenido hijas o nietos que van de década en década pasando por la enseñanza primaria; o sea, que desde el punto de vista de la experiencia familiar sí puedo hablar, y he visto, lamentablemente, el descenso paulatino de esa calidad.

Creo que no se cumple lo que pedía Félix Varela desde finales del siglo XVIII: enseñar a pensar. No se practica la enseñanza problémica. No basta con que el alumno entienda el texto, es que tiene que buscar, con la guía de su docente y hasta con el debate con sus compañeros, su respuesta al texto. No «aprenderse» lo que este dice, o lo que dice la maestra o maestro; o sea, ser sujeto, efectivamente, en su propio aprendizaje.

Si me lo permiten, no para contar una anécdota, sino para poner un ejemplo, referiré una conversación que hace poco sostuve, en una provincia no habanera, con un grupo de maestras, de quinto y sexto grados, y también algunas de secundaria. Les leí el epigrama de Nicolás Guillén que dice: «Se acabó don Juan Prado Portocarrero/ manchado está su nombre,/ roto su acero, los ingleses lo hallaron durmiendo a la bartola,/ o por mejor decir, roncando a la española», y les pregunté cómo utilizarían esa estrofa de Guillén para una clase de Historia de Cuba. Todos los comentarios –algunas ni siquiera contestaron– fueron que lo tomarían como motivación para contarles a los estudiantes la toma de La Habana por los ingleses. Ninguna dijo que mandaría a los alumnos a averiguar quién era Prado Portocarrero, qué hacían los ingleses allí, por qué fue que lo encontraron durmiendo, qué quiere decir «a la bartola», e incluso por qué un poeta como Nicolás Guillén se dedica a burlarse de ese hecho A ninguna se le ocurrió decir: «Averígüenlo, busquen y después debatimos en clase la burla de Guillén», No copiar, sino averiguar y decir lo que piensan, conversar con sus compañeros y el maestro. Eso no existe en la enseñanza en Cuba, por lo menos en mi experiencia de cuarenta años de tener familia estudiando en primaria y haber trabajado en los libros de lectura.

Tampoco aprovecharían un texto literario para la posible vinculación o encadenamiento con otras asignaturas, con otros saberes. Por ejemplo, aprovechar una obra literaria… bueno, la literatura no es el mejor ejemplo porque ya sabemos que la literatura está bastante deprimida en los programas, no solamente de la enseñanza primaria sino en la secundaria y en el preuniversitario. Una clase de Historia puede, y debe, servir para hablar de geografía, de gramática, etc.

Esto se une, por supuesto, a otros problemas, algunos de ellos mencionados por Ana Sofía y por Magda, como la deficiente preparación integral del profesorado, y de eso sí tengo mucha experiencia porque he sido profesora, en maestrías, de graduados de Pedagogía y tengo la memoria muy presente.

Otro problema es la alarmante disminución de la vocación docente entre los jóvenes cubanos; nadie quiere ser maestro, una profesión que antes era privilegiada, todas las madres y padres querían que el hijo fuera médico y la hija maestra; tenía una jerarquía extraordinaria. Otro, la casi extinción de actividades extracurriculares, como lo que hablaba Magda, y de visitas de creadores a las aulas. Cuando hicimos los libros de lectura nos llevaban a las escuelas, conversábamos con los niños, ellos nos preguntaban cosas y hasta incluso nos cuestionaban. A mí una vez un niño me regañó: «¿Usted qué hace aquí en La Habana cuando el libro dice que es santiaguera?». Cosas simpatiquísimas, pero lo importante es que veían al autor, sabían su nombre y los textos que había escrito. Y todavía lo recuerdan. A mí me pasa que cuando llego a un lugar, a la ventanilla del aeropuerto, a un banco, a una bodega, y ven mi carnet de identidad o me preguntan el nombre, dicen: «¿Usted es Denia García Ronda, la de los libros de lectura?», yo les digo: «Y tú tienes más de cuarenta años», porque los que tienen menos de esa edad no saben quiénes son los autores de sus libros de lectura, quiénes son Eliseo Diego, Mirta Aguirre, Dora Alonso, y otros importantes escritores que participaron en el primer perfeccionamiento, porque ya no se habla de ellos en el aula. Eso se perdió.

Que los alumnos y maestros no van a los museos, a los teatros, a los conciertos, es evidente; y tampoco a los monumentos históricos, si no es para conmemoraciones y homenajes cuando es convocada su escuela. Eso lo sé por mi propia familia. Si no los lleva un familiar, el niño no adquirirá esa experiencia y ese interés por el arte, la historia, la cultura, y ya sabemos que no todas las familias tienen las posibilidades, el conocimiento y la cultura para hacerlo. Y la escuela, en lugar de asumir esa tarea, muchas veces la frena.

Hay muchos, muchos problemas, y una de las cosas fundamentales es la formación de los maestros, que tiene que ver con los programas y tiene que ver con las políticas educacionales. Tenemos que empezar, o tienen que empezar, casi de cero, hay que cambiar no solo los programas, sino los métodos de enseñanza, que no sigan siendo reproductivos, repetitivos, etcétera.

El maestro que sabe que está llegando al alumno y que lo está formando verdaderamente no tiene como problema fundamental que el aula se le esté cayendo o que sea en un bohío donde dé las clases, o que no tenga una libreta, porque coge aunque sea hojas de cartuchos para hacerlo. El problema es de programas, de política educacional, de formación del magisterio. Y eso hay que ponerlo en primer lugar de los asuntos que hay que resolver en Cuba, porque de eso depende el futuro del país, de la Revolución, de la República y el futuro de todas las generaciones que vienen atrás.

Ana Sofía Domínguez: Quiero aprovechar que Denia mencionó lo de los libros para hacer un pequeño comercial. Yo estoy en séptimo grado, y todavía no me han entregado los libros del perfeccionamiento, así que me pregunto cuándo me los darán, y además, me gustaría aprovechar para abrir la pregunta tres.

Rafael Hernández: Adelante, eso mismo iba a decir yo. La pregunta tres es cómo se puede aplicar la máxima martiana de desarrollar el pensamiento creador en la escuela, en la educación como sistema.

Ana Sofía Domínguez: Hasta mediados de quinto grado teníamos que aprendernos todo lo que decía el libro, todas las hojas de los trabajos, pero cuando estos se fueron complicando empezaron a darnos más libertades, más posibilidades de iniciativas: «No se aprendan todo de memoria», «busquen las formas de hacer las exposiciones más entretenidas, más amenas», etc. Ya en sexto grado tomábamos las iniciativas que considerábamos, si nos queríamos disfrazar, traer pancartas, y si queríamos traer maquetas las podíamos traer sin ningún problema.

Zulima Lobaina: En primer lugar, quiero decir que Cuba tiene 6 977 escuelas primarias, y más de cuatro mil son rurales. Si todos hemos podido apreciar el resultado del trabajo que se hace con La Colmenita, el grupo infantil que dirige Carlos Alberto (Tin) Cremata, y que ha tenido una multiplicidad en el país, hasta en escuelas rurales, se evidencia todo lo que se ha logrado cuando se conmemoran las distintas efemérides, en cuanto a atención de tarjas y monumentos.

Que los problemas existen, es verdad; pero no es general, no en todos los casos pasa igual. Tenemos escuelas pedagógicas en todas las provincias del país, y el programa de formación de maestros ha tenido una remodelación y se parece a lo que se aspira con el perfeccionamiento, y está basado en las motivaciones, los intereses y las necesidades de los niños.

Es cierto que tenemos que seguir revisando qué pasa en cada una de nuestras instituciones educativas, pero creo que cuando lo que escuchamos sobre la escuela primaria es solo negativo, nos preguntamos: ¿será tanto así cuando somos capaces de tener ganadores, con medallas, en concursos internacionales y olimpiadas de conocimientos?, ¿será tan general el problema que nace de la primaria? Todo tiene que ver con que sí tenemos que seguir revisando la preparación de los docentes, porque construir un proyecto educativo institucional responde a lo que aspira y necesita cada niño de cada escuela de Cuba; y no en todos los lugares pasa igual.

Si es cierta la diversidad de maestros, realmente con ella contamos y con ella estamos haciendo educación y perfeccionando nuestro sistema de preparación metodológica, para lograr espíritu crítico en nuestros niños, que asuman posiciones reflexivas, que nos pongan a pensar y a revisar lo que estamos haciendo. Si tuviéramos un sistema muy debilitado, Ana Sofía no pudiera reflexionar como lo ha hecho hoy. Lo que sabe hacer hoy se lo enseñó la enseñanza primaria, amén de toda la colaboración que tiene de la familia, porque la educación no la puede hacer la escuela sola, que lógicamente desempeña un papel protagónico y que es el centro cultural más importante de la comunidad. Tenemos que seguir revisando cómo logramos que de verdad en cada escuela enmarcada en un Consejo popular se atiendan todas las tarjas, pero no por ir a la tarja, sino por lo que significa en el desarrollo de ese amor que hay que lograr en los niños.

Son muchas las cuestiones que pudiéramos abordar de todo lo que sí logra la enseñanza primaria, el espíritu crítico, reflexivo, de sentimientos, de emociones, de forjar un buen ser humano; de enseñar a los niños a reflexionar en asambleas pioneriles, porque van a los Consejos de dirección, porque el espacio para lograr la transformación es la escuela.

Yo sí aseguro que no es tan reproductiva la enseñanza; porque lo que está hoy como programa en la formación pedagógica tiene que ver con lo que aspira el perfeccionamiento, y busca tener maestros preparados, en una continuidad de estudios desde noveno grado, que lógicamente llegan a obtener de conjunto un bachillerato, y que continúa con un sistema de superación, porque la exigencia está en que se incorporen a la Licenciatura, y que de ahí se complete esa formación integral, para lograr que las clases, que son el eslabón fundamental para formar a nuestros niños, realmente respondan al aprendizaje que tienen que tener hoy nuestros educandos.

En las escuelas primarias existe la guía para declarar las aulas martianas, y previamente declarar niños martianos. Como explicaba la maestra de Sancti Spíritus, sobre una caracterización grupal, toda la base del perfeccionamiento parte de una exhaustiva caracterización de todo lo que tenemos en nuestras aulas, de todos los trabajadores, de todas las familias, de todas las entidades, de todos los organismos y organizaciones que están alrededor de la escuela para poder diseñar lo que la escuela necesita. Ahí entra el proceso del trabajo con la escuela martiana.

Tenemos que seguir llenándonos de motivaciones; que en estos temas tan importantes que se debaten se incluya lo que se logra en el sistema educativo, que no todo lo que tenemos son problemas, aunque los hay, y si no tenemos identificados lo que tenemos no nos transformamos, y si pensamos que en los problemas nos vamos a parar, y no en pensar qué hacer, entonces este encuentro no vale la pena. Para mí, esto enriquece el diagnóstico, nos favorece en seguir pensando, porque una escuela primaria tiene tantas realidades como la tiene la secundaria de Calendario. Nada que ver con que yo piense que todo lo que se hace es perfecto; nos asisten insatisfacciones, y tenemos que seguir perfeccionando nuestro trabajo; pero tenemos diseñado un sistema de capacitación.

Sobre los materiales del perfeccionamiento, nunca hemos dicho que van a llegar este mes o el mes que viene; pero van a llegar, porque tenemos la posibilidad de que un país amigo colabore con Cuba ante la situación económica real que tiene. No podemos decir que será mañana, pero en medio de situaciones económicas complejas, este país hizo un perfeccionamiento educacional con libros nuevos, con expectativas superiores, que va sobre la base de esa enseñanza desarrolladora y aplicable a la vida. Mantener el mismo espíritu del primer perfeccionamiento no es nada más dar a conocer la vida de los autores — que hay que conocerlos — , pero también qué mensaje se trasmite, y hacía ahí van nuestras reflexiones, de cómo hacemos patentes los análisis, los mensajes para la labor educativa y preventiva, desde cada una de las posiciones que se deben asumir en la clase, que es la vía fundamental, y no la da la familia, la da la escuela, y la capacitad, y la responsabilidad máxima parte desde el nivel central hasta las estructuras de dirección de las escuelas, pero para hacer una educación que valga la pena tenemos que unirnos todos, y saber qué piensa y necesita la familia, cómo la quiere, y qué necesita la escuela, y no esperar que el tiempo pase para llenarnos de insatisfacciones, sino en el momento oportuno, entre todos superar los problemas.

Esa es la idea; cómo hacemos mejor la escuela primaria, que nace, crece y se fortalece, porque tenemos una educación que vale la pena, y estamos trabajando para transformar la Educación primaria que tenemos la por la Educación primaria que queremos.

Rafael Hernández: La lista de factores no está ahí para hacer una especie de cosmovisión de todo lo que pudiera influir, sino por el hecho de que la escuela está colocada en un contexto social; no puede haber una escuela que funcione super bien en un contexto social que está atravesado por líneas de crisis que abarcan todos los aspectos de la vida. No estoy elaborando esta idea, estoy simplemente colocando el enfoque con el cual hemos pensando algunas de las preguntas, y por eso las hemos dejado abiertas, no para hacer que la escuela deje de tener el rol que tiene, sino para ponerla dentro del contexto real en el que existe.

En un contexto como el del año 1961, decenas de miles de jóvenes se fueron a alfabetizar, y tenían edades muchísimo menores que las de los jóvenes del programa de maestros emergentes. El contexto en que todo eso ocurrió, el tipo de compromiso con el cual se vinculaban las instituciones no solamente al acto de la alfabetización sino a lo que vino después; el tipo de lugar que ocupó entre los valores de la sociedad eso que le llamamos la superación, y que no es más que la educación continua; el lugar que eso ocupó en la sociedad de los años 60 y los 70 lo pudo ocupar porque había una sociedad de los 60 y de los 70. O sea, la situación de la educación es inseparable del contexto en el cual estamos, y ligarla con ese contexto es parte también de una pregunta: ¿las políticas dirigidas a mejorar, a cambiar, y a superar los problemas de la educación, se pueden quedar exclusivamente dentro del ámbito de la institución llamada escuela? Esa es una pregunta que la ha querido contestar Magda, y voy a dejar que la conteste, pero antes vamos a oír a Yudelkis sobre la propuesta martiana de estimular la creatividad del alumno.

Yudelkis Camellón: Martí expresó que “no hay mayor sistema de educación que aquel que prepara al niño a aprender por sí”. Nosotros, como maestros primarios, debemos poner en práctica este ideario martiano, porque es uno de los objetivos generales que debe vencer el alumno al transitar por la enseñanza primaria: el logro de un aprendizaje cognoscitivo y con sentido crítico; para ello el maestro desempeña un papel muy importante, y es algo fundamental para el desarrollo de todos los aspectos de la docencia.

La clase es el escenario fundamental donde el maestro debe concebir desde su planificación el uso de métodos y procedimientos que orienten y activen al alumno hacia la búsqueda independiente del conocimiento, estimular la búsqueda de información en otras fuentes, dígase el libro de texto, softwares educativos, propiciando el desarrollo del pensamiento reflexivo y la independencia cognoscitiva. Además, debe dirigir el proceso sin anticiparse a los razonamientos de los alumnos y utilizar niveles de ayuda que permitan al alumno reflexionar sobre el error y rectificarlo de manera que mantengan una actitud crítica y autocrítica. A veces los maestros queremos adelantarnos y damos respuestas porque creemos que nuestros alumnos son incapaces de darlas; pero cuando nos decidimos a escucharlos, realmente nos quedamos admirados con las reflexiones que pueden hacer. Lo que sí no puede faltar es la guía del maestro; y cuando el alumno se equivoca, hay que utilizar niveles de razonamiento que le permitan reflexionar sobre su error y rectificarlo, de manera que adquieran una actitud crítica y autocrítica. El docente debe conjugar la exigencia y el libre albedrío en todo este proceso y ser capaz de llevar a la reflexión, guiar el debate, persuadir, convencer con criterios acertados, enseñar a pensar acerca de lo que estudian.

El maestro de la educación primaria — que es la que nos concierne en este caso — prepara ciudadanos más capaces, y eso puede salir durante todos los procesos que se desarrollan en la escuela, desde el cumplimiento de los programas de estudio. Cuando, por ejemplo, en la asignatura de Lengua española, a partir de un texto literario, el maestro prepara su clase teniendo en cuenta la importancia de ese texto, el montaje, la enseñanza, la moraleja; de alguna forma está preparando a sus alumnos para la vida; pero también lo hace cuando imparte formación vocacional y orientación de la creación, en los círculos de interés a partir del diagnóstico y caracterización de su grupo, viendo sus intereses y emociones. Igualmente pasa cuando se trabaja la formación laboral, donde se vincula el estudio con el trabajo, tan importante, cuando se estimula la participación en organopónicos, en los huertos escolares, y en otras labores agrícolas, según su edad. Y también mediante actividades complementarias, como visitar lugares históricos y museos.

Considero que el programa de estudios de la enseñanza primaria prepara para la vida a los estudiantes; no obstante, hay que ponerle corazón, empeño, y el maestro debe ser un artista en lo que hace, sentir amor, pasión por enseñar, por instruir, pero las orientaciones están, el programa, las capacitaciones, el plan de estudio; todo lo que nos permite llevar a la práctica esas posibilidades.

Rafael Hernández: Volvemos a las preguntas y comentarios del público.

Rainer Schultz: (Historiador) Yo nací en Alemania, hice un doctorado en Historia, en los Estados Unidos, y hace diez años que vivo en Cuba, trabajo en el área educativa también, pero en Educación superior. Trato de hacer encuentros e intercambio cultural y educativo entre Cuba y los Estados Unidos. Vengo a este Último Jueves más para escuchar que para hablar, porque ni fui a la escuela primaria en Cuba ni la estudié exactamente en esos tiempos; pero me fascina el panel. Quiero felicitarles y compartir dos observaciones que hice durante mi tesis de doctorado, que ha sido sobre la historia de la educación en Cuba durante el siglo xx, y me parecen relevantes para las preguntas dos y cuatro, sobre cuáles son los problemas fundamentales y cuáles son los posibles cambios conceptuales o políticos para solucionarlos.

Me parece importante la observación de Rafael acerca de dónde está la escuela, en qué tipo de sociedad, y de situación económica y social en general. Si uno mira el desarrollo de la educación en Cuba desde la intervención norteamericana, en 1898, hasta ahora, ve que hay como tres fases importantes. Una: después de treinta años de guerra por la independencia, el estado de la educación en Cuba era bastante crítico; sin embargo, a inicios del siglo xx habían quedado muchas escuelas, públicas y privadas, que colocaron a la Isla en un nivel avanzado en comparación con América Latina; sabiendo, claro está, que el campo, donde vivía la mayoría de los cubanos, era una zona muy pobre, subdesarrollada, con mucho analfabetismo, de manera tal que en los años 50, cuando ya se está preparando la Revolución, hubo un diagnóstico del Banco Mundial (BM) que decía que esta tendencia era muy peligrosa, muy grave, porque cada vez más, por falta de calidad de las escuelas públicas, crecía el número de las privadas. Esto es del Informe del Banco Mundial del año 1951. Más adelante, Fidel y otros, en el Programa del Moncada y luego en el Manifiesto de la Sierra, enfatizaron la necesidad de rehabilitar la escuela pública. Esta fue la meta de Armando Hart al inicio de la Revolución, cuando fue ministro de Educación. Él dijo: «Si en los Estados Unidos el hijo del vicepresidente Nixon está orgulloso de estar en una escuela pública, nosotros queremos lograr lo mismo aquí en Cuba». En septiembre del 59, cuando se inauguró Ciudad Libertad, había escuelas públicas y privadas; después por los conflictos violentos sabemos el resultado: hubo nacionalización también en las escuelas y un desarrollo muy impresionante de la educación en Cuba; a tal grado, que la UNESCO, el Banco Mundial y otras instituciones han elogiado la educación primaria y en general la enseñanza pública en la Isla. Incluso en los años 90 y en los 2000, dos delegaciones que vinieron publicaron sus resultados, allí se puede leer que «es impresionante lo que ha logrado Cuba en relación con otros países latinoamericanos sobre todo en el tercer grado, cuarto grado». Analizaron Matemática y Español, y Cuba estuvo bastante por encima de otros países vecinos.

Creo que desde entonces han cambiado algunas cosas por la situación económica y social cubana, que todos conocemos. Si uno mira las estadísticas de la ONEI, sobre todo de los primeros años de los 90, ve que ha decaído no solamente el presupuesto del Estado, sino, como consecuencia, también la educación y el valor de los salarios del presupuesto disponible para las escuelas. Esto, creo, influye en la calidad de la enseñanza que se puede ofrecer. El mes pasado hubo un panel sobre migración, y si uno habla con personas que pretenden emigrar, no son pocas las que lo atribuyen a problemas en la educación de los hijos. A la vez, se ven muchas personas dedicadas a la educación que están aquí, que están hablando, que son buenos maestros, que están dedicados al éxito, y creo que es un tema muy importante, pero hay que tener en cuenta la situación nacional.

Voy a terminar con lo siguiente: hasta el año 2010 creo que estuvo prohibida la existencia de repasadores; con la llegada de Raúl Castro a la presidencia del país se legaliza esta práctica, crece el número de repasadores, son miles los que piden la licencia, muchos de los buenos maestros se van de la escuela pública a la práctica privada — aunque no es una escuela sí es una actividad educativa importante — , y a la vez sabemos que hoy en día en Cuba se están legalizando otras prácticas en otros sectores de la economía y la sociedad. Con esto no estoy proponiendo una privatización; al contrario, estoy mirando hacia dónde van las tendencias, hacia dónde van los recursos, y creo que es un factor que hay que tener en cuenta, y nada más. Eso es lo que quiero poner sobre la mesa.

En Fidel y la religión, libro de Frei Betto que seguro todos conocen, Fidel le explica por qué se han nacionalizado las escuelas, y dice que fue, sobre todo, por el conflicto violento al inicio de la Revolución, cuando las escuelas privadas religiosas, tuvieron un papel fundamental; que si no fuera por ese conflicto, a lo mejor podría haber sido un elemento interesante, competitivo, Sesenta años después, estamos en una situación diferente; solo lo pongo en la mesa para enriquecer el debate.

Lisardo García: (Investigador. Instituto Central de Ciencias Pedagógicas). Algunas preguntas que se han formulado tienen truco, y por lo tanto provocan el debate. La primera se refirió a los factores del aprendizaje, pero todos hablamos de los de la educación y la instrucción, que son cosas distintas. Me parece que es bueno decirlo.

Lo segundo que quiero decir es que ese enfoque histórico que se ha señalado está presente en la educación y en la formación del personal docente, porque era la vía más rápida de que una mujer pudiera tener un trabajo decoroso, digno, ¿pero cuántos podían ejercer como maestros? En 1959 había diez mil maestros que no tenían trabajo, y que lo tuvieron gracias a la Revolución.

Hoy la sociedad y la educación se han movido en las contradicciones del desarrollo social de cada etapa histórica. En un momento era la lucha por la calidad o la cantidad; lo más fácil hubiera sido tener una política educativa que privilegiara la calidad y no la extensión de los servicios educativos, que permitió a toda la población cubana adquirirlos y además formar los recursos humanos que el desarrollo del país requería; después nos unimos a un sistema centralizado, en el año 1975. Los libros usados que arreglan Ana Sofía, su mamá, su papá, y sus maestros, existen porque no se han podido imprimir más ejemplares, porque no ha habido dinero ni papel; por eso los que tenemos hoy son los libros que tuvieron mis hijos y que tiene mi nieto ahora.

Las contradicciones del desarrollo, me parece, han estado signando una profesión que es socialmente imprescindible. Hay una contradicción entre el reconocimiento social y político que tiene el maestro y el reconocimiento social, práctico, que este recibe en el ejercicio de su gestión; y por lo tanto ello produce que hoy día muchas personas no quieran estudiar esa carrera.

Por otra parte, las personas que tienen alrededor de cincuenta años estudiaron la Primaria con maestros que se formaron con sexto grado, porque los primeros con ingreso en noveno grado se empezaron a formar en 1977, y en 1983 se pudo establecer la Licenciatura en Educación Primaria.

En cuanto al problema de la formación del personal docente, no me asombraron los resultados de la encuesta; primero, porque la ministra de Educación, en el programa televisivo Mesa Redonda, de inicios del curso, se refirió a eso y a la deficiente calidad de las clases de muchos maestros. Creo que hay que diferenciar entre la causa y la motivación; es decir, tenemos problemas de calidad en la educación, pero el informe del Tercer Estudio Regional y Comparativo (TERCE), realizado por el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (2013), nos sitúa en los primeros lugares en sexto grado y tercer grado. Sin embargo, los que estamos estudiando estos problemas nos damos cuenta que ha disminuido la cantidad de personas o de estudiantes encuestados que tienen altos niveles de desarrollo; es decir, hay un aplanamiento relativo de esa cantidad en los diferentes niveles de desarrollo. La causa está en que los métodos de enseñanza que hoy se utilizan todavía tienen muchas dificultades para estimular. ¿Qué le falta al maestro cubano hoy?, ¿al que está trabajando en el aula, que cuando está en la clase no puede conseguir lo que aparece en el mercado, que cuando se le enferma el niño tiene que faltar a clases? Eso ocurre con relativa frecuencia, todos lo sabemos, y también que no pasa nada, pero cuando falta un maestro hay cincuenta niños que no reciben clases, aunque todas las escuelas primarias no sean iguales.

Hoy tenemos los maestros que tenemos, que tienen problemas, ¿qué les falta en relación con los de otras promociones? La apoyatura metodológica que tuvieron aquellos, porque hubo un Instituto de Perfeccionamiento Educacional, pero a partir de los años del Período especial se eliminó esa cobertura profesional. Eso fue, a la larga, un error, porque hoy no le damos el apoyo metodológico que necesita el maestro que está haciendo un esfuerzo grande, y que a lo mejor sabe que tiene que lograr un desarrollo creativo, pero no siempre lo logra. Durante la pandemia, y después, he tenido que convertirme en maestro, como muchos de ustedes, de tercer grado, de cuarto, de quinto, y ahora estoy en sexto, porque esos son los grados que ha cursado mi nieto.

Yo noto que hay interés en recuperar algo que es una de las cosas fundamentales de la educación: la calidad. Todo el mundo habla que el tercer perfeccionamiento marca una nueva época; para mí es la necesidad de comprender que la escuela cubana que tenemos hoy no es la que necesita el socialismo, y la contradicción que tiene nuestro pueblo son los altos niveles que le exige a la educación, que no era los de nuestros padres ni nuestros abuelos; ya con tener cierta educación era un logro para ellos, y de eso se ocupaba el maestro. Hoy todo el mundo se preocupa por la educación, y si el maestro no se ocupa, es la familia quien se tiene que ocupar; por eso hoy se mete más en los problemas de la educación porque, por lo general, es más instruida y en muchos casos muy bien educada.

El problema no está solo en no tener maestros, pero sí es de los principales. Es difícil lograr que las nuevas generaciones quieran ser maestras. Eso pasa por muchas cosas: por el reconocimiento, por el salario, por las condiciones materiales en las que vive y trabaja un maestro, porque todos los que somos padres o abuelos sabemos las condiciones que algunas escuelas primarias tienen, que no es lo principal para obtener altos logros del aprendizaje, pero es importante. Lo fundamental es la labor del docente y el clima de trabajo que se presente en el aula. Es lo que dicen las investigaciones. Por supuesto, en una escuela en malas condiciones se pierden muchas cosas, se pierden potencialidades, vocaciones, estímulos; pero yo conozco algunas muy bien dotadas en Cuba y en América Latina que no tienen los mismos buenos resultados de otras más humildes, porque depende, sobre todo, del trabajo del colectivo pedagógico y de la capacidad del que educa, por eso el maestro es importante, y trabajar en su formación es importante, aunque no hay que subestimar la importancia de los recursos.

Voy a terminar diciendo que la escuela cubana de hoy tiene un reto muy diferente a la de hace unas décadas, porque los niños actuales no son los de hace unos años: son jóvenes que tienen acceso a los conocimientos de diversa manera, lo que implica métodos diferentes de trabajo, ya no solo si son reproductivos o no reproductivos, sino el papel de la digitalización, de lo híbrido, de la presencialidad o no. La pandemia, a pesar de los daños que nos hizo, descubrió que es posible sostener una educación, obviando todo lo demás, con un esfuerzo especial; lograr el aprendizaje en condiciones extremas. Hay que llegar a la comprensión de que el mundo cambia, que la escuela cambia, y ese es un reto que también tenemos ahora.

Lo último que quiero decir es que en Cuba no habrá escuela privada.

Rafael Hernández: Quizás no la habrá, pero la hay.

Lisardo García: Si hablamos de la escuela como institución, es posible, si hablamos de la escuela o de la educación como sistema, no.

Rafael Hernández: No, claro, como sistema no. El sector privado como sistema no es el más importante y ahí está, y cada vez más es parte del sistema, no hay nada como mirar la realidad.

Dayron Roque: (Educador popular). Un dato de la realidad es la existencia de educación privada en Cuba, eso es incuestionable. Por otra parte, ya aquí se descubrió cómo poner la escuela en el centro de la política en general, y de la política educativa. En uno de los informes del Banco Mundial, el del año 1979, hay una recomendación –no para Cuba sino para los países del Tercer mundo–, de cómo la solución que había encontrado Cuba de la escuela en el campo, las escuelas al campo y la masificación de la educación primaria, era una condición del desarrollo social. El BM — lo estoy citando con toda la mala intención, porque no es propaganda de Granma ni un discurso de Fidel Castro — dijo que Cuba había demostrado, en veinte años, que no se puede estar esperando a que la economía esté bien para ver si tenemos una buena educación. Ya desde el 79 sabían cómo funcionaba eso. Lo que nos ha pasado es que la escuela cubana actual está atravesada por las múltiples crisis que tenemos, por los intentos — exitosos en buena parte — , en los últimos quince o veinte años, de introducción de reformas de mercado y más capitalismo, y eso, por supuesto, llega a la escuela, y por tanto, los maestros se van de las aulas, porque no van a aguantar ocho horas por un salario. Lo que cobran es expresión de esa crisis, y eso a su vez expresa otras crisis, de valores, económica, etc.; todo eso atraviesa la escuela, y es difícil pensar que no se dé de otra manera.

La pandemia vino a demostrar que es absolutamente injusta la cuestión de la utilización de la tecnología, porque no todo el mundo tenía el mismo acceso, no lo tenían en Argentina, no lo tienen en Cuba. La escuela física era, y sigue siendo, el único lugar donde se igualan las personas, porque todas iban allí y se sentaban y tenían el mismo libro, aunque fuera un ejemplar para tres alumnos. Eso es algo a lo que no se puede renunciar, y tiene como centro al maestro, porque, sobre todo, la escuela es la institución republicana por definición; la condición de existencia de la República es la existencia de una escuela pública con acceso masivo, gratuito y de calidad para todos. ese es un descubrimiento en Cuba que viene desde el 79, pero que en la medida en que hemos retrocedido con más capitalismo práctico y real, el realmente existente, ha puesto en evidencia que son de las primeras cosas que quiere llevarse por delante la Iglesia católica y los que no son la Iglesia católica. Y es por alguna razón.

Rafael Hernández: Ahora le doy la palabra a Magda para que comente la pregunta cuatro, que tiene que ver con los cambios conceptuales y políticos que podrían contribuir a superar los déficits en la formación educacional y cultural de los estudiantes.

Magda González Grau: Para mí ha sido enriquecedor todo lo que se ha dicho; yo venía pensando en esa pregunta, la que trata sobre los cambios conceptuales y políticos necesarios, diciéndome que la sociedad en pleno debería tener a los maestros en un altar, porque en sus manos está el futuro que van a construir sus alumnos. No sé si es mejorar su salario, o darles mejores condiciones de vida y de trabajo, pero que los regalos abundantes en diciembre, por el Día del Maestro, no son suficientes, porque a veces la vocación se agota ante las inclemencias de la cotidianidad, y entonces visitar un hogar fuera del horario escolar para entender la conducta de un alumno se vuelve una proeza irrealizable, o insistir en hablar con unos padres ausentes se convierte en una hazaña, o atender los problemas de aprendizaje de algún alumno fuera del aula es impensable. Entonces, por lo menos, es preciso estimular a los que están para que lo hagan mejor, y asegurar que los que vienen entiendan que escogieron la mejor y más apreciada profesión, que los colocará en un lugar privilegiado.

Desde mi experiencia como realizadora audiovisual, me parece muy importante que toda esta experiencia de las escuelas esté en los medios. El impacto de Calendario, que para mí es muy satisfactorio, porque surge de una encuesta que hizo el Centro de Estudios para la Juventud con jóvenes y adolescentes, donde el papel del maestro estaba subvalorado, era un intruso, una persona que coartaba la opinión. Enseñar a los alumnos el ejercicio del criterio no existía; entonces dijimos: «Pues vamos a escribir»; Le dije a Amílcar Salatti: «¿Te atreves a escribir sobre esto?», y empezamos, Pero el tremendo impacto que ha tenido no lo esperábamos.

Entiendo un poco a Zulima y me identifico con ella por haberse sentido algo atacada; pero le digo que en las dos horas que nos da el compañero Rafael, los que venimos a los paneles estamos acostumbrados a enfocarnos en las deficiencias, en los problemas, porque para hablar bien está casi todo lo demás, que hace más énfasis en las cosas positivas. No es porque tengamos una opinión fatal de la educación, porque efectivamente, existen todos esos triunfos que tenemos a pesar de los pesares; si no, Ana Sofía no se expresara como se expresa, ni reflexionara como reflexiona.

Ahora bien, el papel de los medios para mí es fundamental. Recuerdo que cuando presentamos el proyecto de Calendario, el Ministerio de Educación lo planchó, y tuvimos que discutir mucho sobre las cosas fundamentales, hasta que se dieron cuenta de que efectivamente podía ser un buen trabajo. Pero cuando estuvieron listos el primero y el segundo capítulos, e invité a la ministra al estreno, yo estaba, vamos a decir en buen castellano, cagada, porque me dije: «Si el Ministerio de Educación toma estas cosas que se reflejan como un ataque, estoy perdida». Me senté detrás de la ministra, y ella solamente afirmaba, y cuando se terminó la visualización se viró y me dijo: «Verdades verdaderas», y ya respiré. A partir de ahí Calendario tuvo todo el apoyo del Ministerio de Educación para que se hiciera: los uniformes, las locaciones, todo, y eso me da mucha satisfacción; pero cuando estábamos grabando la segunda temporada llegó un grupo de metodólogos que están en el plan del tercer perfeccionamiento, a conversar conmigo y con el guionista, y me dio mucha alegría ver cómo los medios, que son un reflejo de la realidad, estaban aportando, de alguna manera, dentro de esos análisis algunas cosas, algunas reflexiones, algunos análisis que eran necesarios.

Yo soy directora también de Una calle, mil caminos y me preocupa mucho que a veces no tenemos comprensión ni colaboración de las instituciones. Lo digo a Zulima para que lo trasmita, si está en sus manos. Por ejemplo, en esta temporada para grabar en una escuela algunas escenas — el tema era el bullying — nos costó Dios y ayuda que nos dieran la locación. Tuvimos que suspender una grabación, volver, explicar, porque hay una actitud de «¡no, no, que los medios no se metan aquí!». Tenemos ese prejuicio de «la ropa sucia se lava en casa». Mejor no presentar la escuela por los medios porque está despintada, no sacarla por la televisión, y no sé cuántas cosas.

Eso no puede ser; creo que los medios tienen que estar llenos de todas estas reflexiones que estamos haciendo porque así ayudamos a la población, a esos padres reticentes, a esa gente que nada más que le ven lunares a la educación, los ayudamos a razonar sobre que efectivamente hay muchas Amalia. Al sacar Calendario, la maestra Amalia era como la utopía y nos galletearon, pero mucha gente nos dijo: «Yo tuve mi Amalia, se llama Fulana de Tal», y luego conocimos muchas Amalia, entonces efectivamente hay muy buenos maestros, pero hay que ayudarlos, porque, primero, se agotan; y segundo, no son capaces de trasmitir a las nuevas generaciones la vocación de enseñar. Por eso tenemos pocos maestros, y vamos a tener menos porque los muchachos no se sienten estimulados a matricular esa carrera. En la tercera temporada que estamos preparando, tenemos ese problema con una de las alumnas; la profesión le gusta, «pero pagan tan mal…». ¿Y qué hace Amalia?, la pone a dar una clase para que sienta el poder que tiene un maestro en el aula, y por ahí se convence. Ese tipo de cosas hay que mostrarlas en los medios, que son muy poderosos, porque la gente todavía es fiel a ellos, a pesar de que existen los tablets y los no sé qué. Entonces podemos hacerlo, pero necesitamos ese apoyo que tuvimos del Ministerio de Educación en un primer momento para que hiciéramos Calendario, pero este año tuve problemas para grabar en una escuela.

Rafael Hernández: Gracias, Magda. La última pregunta es casi para tener un panel completo sobre ella. Tiene que ver con hasta qué punto los estudiantes tienen un papel activo y protagónico en ejercitarse en prácticas que los preparan para desarrollar iniciativas, razonar en colectivo, tomar decisiones, dialogar, debatir problemas sociales, solucionar conflictos, proteger a los menos dotados, convivir en paz, adquirir hábitos de participación, prepararse para actuar como ciudadanos iguales, no con un manual, sino con ejercicios en donde ellos intervengan desde sus problemas y desde sus propios intereses y motivaciones. Ana Sofía tiene la palabra.

Ana Sofía Domínguez: A mi parecer, nuestro deber es formarnos a través de las iniciativas, no solo en los trabajos prácticos, sino también en las clases, hacerlas más amenas, más participativas, de manera que nos sintamos animados a participar, y cómodos con la clase. No cabe duda que con buenos profesores los alumnos pueden llegar a donde les plazca, pero también la familia cumple un papel muy importante, y también está la personalidad, las capacidades académicas del estudiante, la disciplina y la motivación.

Además, pienso que en las escuelas deberíamos hablar más de los problemas sociales, como son, por ejemplo, los mendigos que están en las calles, los animales en condición de calle, la violencia, el bullying, y si sigo con esto no acabamos.

Creo que lo principal es formarnos como personas de bien, y siempre que seamos buenas personas vamos a ser útiles a la sociedad.

Zulima Lobaina: Yo decía desde el inicio que nuestra razón de ser son los niños, y que la vía fundamental para lograr la formación integral en ellos es la clase, y que desde la clase debe propiciarse lo que Ana Sofía reclama, que ellos sean protagónicos del proceso, y no solo decirlo, sino que realmente se cumpla; que todas las actividades respondan a que tengan la posibilidad de participar según el diagnóstico de cada estudiante, porque no todos aprenden de la misma manera ni no todos pueden aportar de igual forma. Es la clase la encargada de eso, siempre desde una correcta preparación y con el cumplimiento de los indicadores de calidad. Existen documentos normativos que contienen los indicadores para que una clase sea buena. Hay uno que invalida la calidad de la clase: si los alumnos no son protagonistas del proceso, o sea, si no se estimula su actividad, su expresividad, la exposición de medios, y eso depende de la creatividad que tenga el maestro, y de cómo nosotros, desde las estructuras de dirección lo preparamos para que se logre que realmente los estudiantes sientan que trabajamos para ellos.

Todo maestro sabe que el tiempo en la escuela no alcanza para planificar una clase de calidad, que utilizamos horario extra para poder llevar los medios, utilizar técnicas participativas, juegos, enseñarlos a investigar, a hacer hipótesis. Todo parte de esa preparación que hagamos con todo el colectivo pedagógico, que como dije ahorita es diverso. No tenemos en las aulas a todo el claustro con licenciaturas, sino docentes en formación, y lógicamente estas cuestiones tenemos que tomarlas de la mano, porque las conocemos.

No existe miedo de mostrar la escuela primaria que se tiene, lo que pasa es que hay que mostrarla en toda la magnitud, porque sí hay algunas muy bonitas y mejor organizadas que otras. Lo ideal es que todas estén bien organizadas, que en todas haya un movimiento artístico, cultural, deportivo, recreativo, que favorezca a los niños en todos los espacios. La clase no es solo el aula, también está algo que complementa el currículo obligatorio, que son las actividades complementarias, que responden a los intereses de los niños, a las necesidades, porque hay formación vocacional y de formación laboral.

Por último, quiero decir que la primaria es la única educación que representa a Cuba ante el mundo en los estudios regionales comparativos para evaluar la calidad de la educación. El profesor Lisardo decía que hemos obtenido varios de los primeros lugares en los eventos, y quiero aclarar que son escuelas seleccionadas al azar; no se escoge Vo Thi Thang porque es muy buena, o Nicolás Estévanez, o Arturo Montori, o Frank País, que son excelentes. Son escuelas escogidas al azar por un laboratorio latinoamericano, y Cuba ha exhibido los mejores resultados en calidad de aprendizaje. ¿Que la obra es perfecta? No; tenemos mucho que hacer y lo tenemos identificado.

Yudelkis Camellón: Los estudiantes, en el proceso educativo, le corresponde un papel protagónico, guiado por el docente, donde utilice métodos, vías, formas organizativas que les permitan a los educandos interactuar durante la clase, socializar sus ideas, criterios y opiniones. Desarrollar trabajo en dúos, equipos para desempeñar su rol protagónico. La selección de los alumnos monitores quiénes podrán en momentos determinados apoyar el proceso docente con la demostración y explicación de algunos ejercicios. Otra de las actividades a realizar son las Asambleas Pioneriles donde el jefe del destacamento guía el debate, toman acuerdos, plantean sus inquietudes, proyectan actividades que desean realizar durante el mes, identifican aquellos estudiantes que cumplen con los deberes escolares.

Rafael Hernández: Muchísimas gracias a Yudelkis por conectarse desde Sancti Spíritus con todas las dificultades; a Zulima por estar aquí y venir a compartir con nosotros la experiencia del Ministerio de Educación y sus problemas; a Ana Sofía por mostrar cómo se pueden decir muchas cosas en muy breve tiempo. Eso se aprende en la primaria también, a no divagar, a concentrarse, a ser estructurado y a razonar en torno a algo con argumentos. Es ahí donde se adquiere. Gracias a Magda por ayudarnos a confirmar una vez más que la perspectiva de un artista es clave para cualquier discusión por intelectual, académica, técnica, que sea; y, por supuesto, a todos ustedes, que han hecho que este debate de Último Jueves sea eso, un debate, y un diálogo, un intercambio interesante. Muchísimas gracias.

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