EDICIÓN ESPECIAL 90 ANIVERSARIO DEL NATALICIO DE CAMILO CIENFUEGOS

Camilo, comandante de la eterna sonrisa

Su alegría y optimismo, su patriotismo y espíritu de sacrificio, unido a una gran fidelidad a los ideales revolucionarios, le hicieron sobresalir y ganarse el afecto de todos los cubanos.

Revista Pionero
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8 min readFeb 4, 2022

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Por: María Luisa García Moreno
Ilustraciones: Robe (Archivo de Pionero, Época I)

Nació Camilo el 6 de febrero de 1932, en la calle Pocito no. 71, en el capitalino barrio de Lawton. Fue el tercer hijo del matrimonio formado por Ramón Cienfuegos Flores y Emilia Gorriarán Zaballa, ambos emigrados españoles: él, natural de Asturias, y ella, de Santander. Sus hermanos mayores se llamaban Osmany y Humberto.
Durante su infancia, la familia se mudó de un sitio a otro a causa de las carencias económicas y de la persecución que sufría el padre por su participación en actividades sindicales y filiación anarquista.
En 1936 estalló la Guerra Civil Española. Los padres participaron en tareas de solidaridad: colectas de dinero, ropas, juguetes… A veces, se escuchaban en el pueblecito donde vivían entonces, San Francisco de Paula, cantos republicanos, o se repetía la consigna: “¡No pasarán! Influido por el ambiente y la actitud de su familia, Camilucho donaba los centavos de su merienda a los huérfanos y compartía con los exiliados que llegaban a Cuba tras la derrota de la causa republicana.
En 1939, la familia se radicó en la calle Dolores — hoy avenida Camilo Cienfuegos — no. 472, en Lawton. Allí, matriculó en la primaria Félix Ernesto Alpízar, donde estudió hasta sexto grado, y recitó por primera vez “Mi bandera”, de Bonifacio Byrne. En 1947, ingresó en la escuela superior no. 13 Úrsula de Céspedes, en la Víbora, donde se destacó como deportista; integró la novena de pelota que ganó el campeonato 1947–1948 y el equipo de voleibol que participó en competencias interescuelas.
Tenía 17 años cuando matriculó en la Escuela Elemental de Artes Plásticas, anexa a San Alejandro, donde empezó a estudiar escultura y modeló una cabeza de Apolo que aún se conserva; pero la situación económica familiar lo obligó a dejar los estudios. Comenzó a trabajar en la tienda El Arte, junto al padre, como aprendiz, mensajero y mozo de limpieza; más adelante, por su carácter jovial, pasó a dependiente. Como sastre, tenía experiencia, pues en ocasiones ayudaba a su papá.
Muy joven participó en acciones revolucionarias, como el entierro y las protestas por el asesinato de Jesús Menéndez o el homenaje a Eduardo Chibás Rivas, y al mártir estudiantil Rubén Batista. Tras el golpe de Estado de 1952, participó en manifestaciones contra el régimen.
Poco después emigró a Estados Unidos y se radicó en Nueva York, donde se vinculó a la organización patriótica Acción Cívica Cubana. Allí supo del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes. Crecía su identificación con la causa revolucionaria. En esa ciudad realizó diversos trabajos poco remunerados, pues se había vencido su permiso de residencia y era un inmigrante ilegal; incluso, para burlar la persecución de Inmigración, cambió su nombre por Ramón Ruiz Gorría. No obstante, en abril de 1955 fue capturado y permaneció 29 días en la cárcel. El 2 de mayo fue deportado y, luego de una breve estancia en México, el 5 de junio llegó a la patria.
De inmediato supo de los atropellos cometidos por agentes policiales contra su hermano Osmany, quien influyó en la radicalización de su pensamiento político.
El 1.o de septiembre de ese año se casó con Isabel Blandón, enfermera salvadoreña que había conocido en San Francisco de California.
Continuó participando en actividades contra el batistato y, el 7 de diciembre, en una manifestación estudiantil en el Parque Maceo, fue herido en una pierna. Ingresado en la clínica del estudiante, en el hospital Calixto García, exigió que atendieran primero a los demás. Pidió la baja en El Arte, para continuar la lucha por el derrocamiento de la dictadura. Participó en el homenaje a Martí, el 28 de enero de 1956 y, de nuevo, fue golpeado y detenido por el Buró de Represión de Actividades Comunistas (BRAC). Fichado por los cuerpos represivos de la tiranía, tomó de nuevo el camino del exilio.
Llegó a Miami el 25 de marzo, con la intención de ponerse en contacto con Fidel. Con ese propósito, arribó a México el 21 de septiembre de 1956. No le resultó fácil ser aceptado; pero se mostró tan convincente, que lo consiguió.
Partió desde Tuxpan en el yate Granma el 25 de noviembre de ese año y, junto al resto de los expedicionarios, arribó a tierra cubana el 2 de diciembre, por Los Cayuelos, a unos dos kilómetros de Las Coloradas, Niquero. Pronto se hizo imprescindible por su alegría y optimismo; su patriotismo y espíritu de sacrificio le hicieron sobresalir en el grupo. Su arrojo quedó evidenciado desde la sorpresa de Alegría de Pío. Tras la dispersión, formó parte del grupo de Almeida, que el 21 de diciembre se reunió con Fidel en Cinco Palmas. El 27, junto a una veintena de sobrevivientes, avanzaría hacia la Sierra Maestra e integraría el núcleo fundacional del Ejército Rebelde.
Participó en el primer combate, el ataque al cuartel de La Plata, el 17 de enero de 1957, en el cual se distinguió por su arrojo. En poco tiempo fue ascendido a teniente y nombrado jefe del pelotón de vanguardia de la columna comandada por Fidel. Se destacó en el combate de Uvero, el 28 de mayo, que, según el Che “[…] marcó la mayoría de edad de nuestra guerrilla”.
El 8 de octubre de ese mismo año fue trasladado a la columna del Che, con grado de capitán y como jefe de la vanguardia. La cercanía haría crecer entre ellos una indestructible y profunda amistad, a pesar de sus diferencias de carácter. Junto al Guerrillero Heróico combatió en Malverde, Bueycito, Palma Mocha, El Hombrito y Pino del Agua I. Dirigió el segundo combate de Pino del Agua, el 16 de febrero de 1958, donde fue herido. Cuando sus compañeros corrieron a atenderlo, exigió que cuidaran de otro lesionado y, al notar que su orden no era acatada, les dijo: “O lo cargan ustedes o lo cargo yo”.
El 31 de marzo marchó a operar en la zona del Cauto, entre Bayamo, Manzanillo y Victoria de Las Tunas. Fue el primer capitán rebelde al que se le dio la misión de bajar a los llanos. Allí reorganizó las células del MR-26–7 y las diferentes guerrillas que operaban en la zona. Su labor incluyó la reforma agraria, la atención médica y la construcción de escuelas para los campesinos. El 16 de abril, Fidel lo nombró comandante y jefe militar de la zona donde operaba. Su respuesta fue: “Al recibir tan alto honor y responsabilidad he jurado cumplir cabalmente dicho cargo, y trabajar hasta el límite de mis fuerzas para acelerar el triunfo de la revolución, gracias por darme la oportunidad de servir más a esta dignísima causa por la cual siempre estaré dispuesto a dar la vida, gracias por darme la oportunidad de ser más útil a nuestra sufrida patria. Más fácil me será dejar de respirar que dejar de ser fiel a su confianza”.
En el momento de reeditar la invasión de oriente a occidente, Fidel designó a Camilo y Che como jefes de las columnas invasoras. El 21 de agosto, la columna no. 2 Antonio Maceo, integrada por 83 combatientes, partió hacia Providencia, donde se llevaron a cabo los preparativos finales. Ese día hizo llegar a Fidel un mensaje: “Nos vemos en La Habana”.
El 7 de octubre, Camilo entró en Las Villas y permaneció allí hasta el 31 de diciembre; organizó numerosas acciones contra el ejército en el Frente Norte de la provincia y trabajó en pro de la unidad de las fuerzas revolucionarias que operaban en la región. El 19 de noviembre celebró la primera reunión con los azucareros, en la que participaron más de 250 trabajadores. Su victoria en Yaguajay lo convirtió para siempre en el Héroe de Yaguajay. Se hallaba en ese pueblo cuando se produjo la huida del tirano y Fidel le ordenó marchar hacia La Habana y tomar el campamento de Columbia (hoy Ciudad Escolar Libertad), principal fortaleza del Ejército. En su avance, fue liberando pueblos. Entró en Columbia el 2 de enero, rodeado de pueblo emocionado.
El día 8, Camilo se unió a la Caravana de la Libertad en el Cotorro. En la noche, en el polígono de Columbia, Fidel habló al pueblo y en un momento de su discurso se volvió hacia Camilo y le preguntó: “¿Voy bien, Camilo?”
Consolidado el triunfo revolucionario, cumplió disímiles tareas. Fue designado jefe del estado mayor del Ejército Rebelde y trabajó en la creación de unas fuerzas armadas de nuevo tipo. Desde Yaguajay, partió al frente de una columna de 2000 campesinos hacia La Habana para asistir a la concentración por el 26 de Julio. Estuvo junto a Fidel cuando el 13 de agosto, en Trinidad, la Revolución frustró una invasión organizada por el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo, en componenda con Batista y el amo yanqui. Cuando la conjura de Hubert Matos, jefe militar de Camagüey, fue él quien lo detuvo por traición.
Tras los bombardeos aéreos sobre la capital, el 21 de octubre, se convocó para el día 26 una concentración popular frente a Palacio. En ella estuvo Camilo, quien emocionó al público cuando, enardecido, recitó la estrofa final del poema “Mi bandera”
y concluyó expresando: “De rodillas nos pondremos una vez y una vez inclinaremos nuestras frentes y será el día que lleguemos a la tierra cubana que guarda veinte mil cubanos, para decirles: ‘Hermanos, la Revolución está hecha, vuestra sangre no salió en balde’”.
En la madrugada del 28 de octubre regresaba a Camagüey cuando, en medio de una tormenta, su avión se perdió en el mar. De inmediato comenzó una intensa búsqueda, que duró hasta el 12 de noviembre, cuando en la noche, Fidel, apesadumbrado, confirmó la noticia. El pueblo mostró una profunda consternación. Al día siguiente, se declararon siete días de luto oficial, en homenaje al querido comandante. En la tarde del 15, una fragata de la Marina de Guerra depositó ofrendas florales en altamar.
Una enorme tristeza embargó cada corazón cubano hasta que el correr de los días dio paso a la resignación, basada en la confianza de que su ejemplo de combatiente, de revolucionario y de constructor de un mejor futuro para su patria no moriría jamás. Fidel lo repitió cada vez que se refirió al entrañable hermano: “[…] Y el consuelo que debe tener nuestro pueblo es que en el pueblo hay muchos Camilo, y Camilo seguirá viviendo en hombres como él, y seguirá viviendo en hombres que se inspiren en él […] Camilo surgió del pueblo y en el pueblo hay muchos Camilo!”
Por eso, en Cuba, cada 28 de octubre, las aguas que rodean nuestro archipiélago se llenan de flores en homenaje al de la eterna sonrisa.

1 Doctrina que propugna la desaparición del Estado y de todo poder. En el caso de don Ramón, pudo apreciarse una cierta comprensión de las ideas socialistas.
2 Curiosamente, se sabe de otros dos niños que actuaban de modo similar: Fidel y el Che.
3 Ernesto Che Guevara: Pasajes de la guerra revolucionaria, Editora Política, La Habana, 2003, p. 99.
4 Oficina de Asuntos Históricos de la Presidencia (OAH): Fondo Ejército Rebelde, documentos del comandante Camilo Cienfuegos.
5 Cit. por William Gálvez: Camilo, Señor de la Vanguardia, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1979, pp. 465–466.
6 Fidel Castro: Comparecencia en el programa televisivo Ante la prensa, en periódico Revolución, 14 de noviembre de 1959, p. 14.

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