Cristina y Lourdes Giral, víctimas de la saña del tirano
El 15 de junio de 1958, las hermanas Lourdes y Cristina Giral fueron asesinadas por agentes de los cuerpos represivos batistianos, en el edificio del Vedado, donde residían.
Por: María Luisa García Moreno
El 15 de junio de 1958, las hermanas Lourdes y Cristina Giral Andreu regresaban de Cienfuegos, adonde habían viajado para visitar a su familia por el Día de los Padres, y al llegar de noche al edificio situado 19 y 24 en el Vedado, donde residían, se percataron de que la puerta de su hogar había sido forzada.
Dos días antes, un comando del Directorio Revolucionario había realizado un atentado a un senador y exministro del régimen batistiano. Un traidor había delatado el apartamento donde habían estado acuartelados los integrantes del comando: era el no. 41, vecino del no. 42, donde residían las hermanas.
Agentes de los cuerpos represivos de la tiranía tomaron el edificio, registraron cada apartamento y se apostaron allí, en espera de una posible presa.
Las muchachas, desconocedoras de lo ocurrido, al notar su puerta abierta, se dirigieron al apartamento aledaño en busca de información, sin sospechar que en él estaban apostados dos policías, con órdenes de tirar a matar. No pudieron decir una palabra, la orden fue cumplida sin dilación. La autopsia realizada a los cuerpos de ambas jóvenes, reveló que Lourdes presentaba trece impactos de bala y Cristina, nueve.
En el minucioso registro que practicaron al apartamento, los agentes policiales nada pudieron encontrar que comprometiera a las dos cienfuegueras con la insurrección. Un ministro del régimen, incluso, le confesó a un periodista de Bohemia (Enrique de la Osa), que aquel crimen había sido un trágico error.
Luego del triunfo de la Revolución, se supo que las hermanas Giral eran dos activas militantes, que cumplían disciplinadamente con todo rigor las reglas de la clandestinidad. Por eso, nadie sospechaba de sus actividades revolucionarias, ni sus familiares ni la Policía.
Los esbirros dispararon contra aquellas jóvenes sin siquiera preguntar. De esa manera, murieron más de veinte mil cubanos, asesinados durante la tiranía batistiana.
