El Moncada y el estallido de la rebeldía
El 26 de julio de 1953, un reducido número de combatientes, lidereados por Fidel, iniciaron la lucha por la independencia definitiva.
🖊 María Luisa García Moreno
Adelante cubanos,
que Cuba premiará nuestro heroísmo
pues somos soldados
que vamos a la Patria liberar
limpiando con fuego
que arrase con esta plaga infernal
de gobernantes indeseables
y de tiranos insaciables
que a Cuba han hundido en el Mal. 1
El plan insurreccional elaborado por Fidel contemplaba el ataque a una de las principales fortalezas militares del país con el objetivo de tomarla, ocupar sus armas para distribuirlas entre los combatientes y la población, llamar a la huelga general, sublevar una región y mantenerla hasta que la insurrección popular, elevada a un plano nacional, provocara el derrumbe de la dictadura. En caso de no lograrse de inmediato la caída de la tiranía, estaba concebida la variante de desarrollar la guerra irregular en las montañas y zonas rurales.
Esta idea determinó el lugar de la acción: el cuartel Moncada, sede del regimiento no. 1 Antonio Maceo de la Guardia Rural, en Santiago de Cuba, el que se hallaba alejado de los núcleos principales de fuerzas de la tiranía y próximo a las montañas de la Sierra Maestra. Como apoyo estaba prevista la toma del cuartel Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo.
A lo largo del 25 de julio concluyó el arribo de los compañeros seleccionados a Santiago. Se concentraron en la granjita Siboney en las primeras horas del 26 de julio.
Vestidos con uniformes similares a los del ejército de la tiranía y con sus correspondientes armas los combatientes entonaron en voz baja el himno nacional. Acto seguido Fidel Castro se dirigió a los combatientes con las siguientes palabras: “¡Jóvenes del Centenario del Apóstol! Como en el 68 y en el 95, aquí en Oriente damos el primer grito de ¡Libertad o muerte!”. 2
El ataque comenzó a las 5:15 a. m. Simultáneamente fueron tomados el Palacio de Justicia, por Léster Rodríguez — después Raúl Castro tuvo que asumir el mando — y otros siete hombres; el Hospital Civil Saturnino Lora, por Abel Santamaría Cuadrado, con 21 hombres y dos mujeres Haydée Santamaría Cuadrado y Melba Hernández Rodríguez del Rey. Fidel dirigió el ataque al Moncada con 45 hombres, precedidos por ocho que tomaron la posta 3, quienes lograron desarmar a dos soldados; sin embargo, uno se resistió y pudo tocar la alarma, con lo que se arruinó el factor sorpresa. No
obstante, tres de ellos penetraron en una barraca e inmovilizaron a 50 soldados. El combate se desarrolló en condiciones desiguales; los soldados en mayor número y con mejor armamento se hicieron fuertes.
Pasadas las ocho de la mañana, Fidel dio la orden de retirada y en grupos de ocho a diez hombres fueron saliendo de la zona del cuartel.
En el combate murieron ocho hombres, parte de ellos protegiendo la retirada de sus compañeros. Otros 53 fueron apresados y brutalmente torturados y asesinados.
En Bayamo, la acción comenzó al amanecer de ese día; pero tampoco se logró el factor sorpresa, pues algunos asaltantes tropezaron con un depósito de latas vacías y el ruido alertó a la posta; se generalizó el tiroteo y debido a la superioridad en armas y hombres de los batistianos, los asaltantes tuvieron que retirarse. Fracasada la acción muchos de ellos fueron perseguidos y asesinados por los esbirros.
El asalto a los cuarteles de Santiago y Bayamo tuvo gran trascendencia en la historia de la nación cubana. A partir de entonces, la dictadura quedó ante la opinión pública, nacional e internacional, como un régimen sangriento capaz de cometer los crímenes más horrendos. A partir de entonces, se iniciaría un periodo de lucha que no terminaría hasta la derrota de la tiranía; las acciones destacaron a Fidel como líder y se proclamó un programa de transformaciones políticas, económicas y sociales, solo realizable mediante una revolución profunda, antimperialista y popular.
1 Agustín Díaz Cartaya: “Himno del 26 de Julio”.
2 “En cuartel Moncada”, en periódico Granma, 2 de enero del 2013.
