El silencio perpetúa el acoso

Ninguna persona tiene derecho a maltratar a otra. Pedir ayuda es un acto de valentía

Revista Pionero
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4 min readMay 2, 2023

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Por: Aracelys Bedevia y Thaís Lombao
Ilustraciones: Saroal

Fernanda es una adolescente, de catorce años, que cursa la secundaria básica en la capital cubana. Sus compañeros le dicen gorda, piojosa, rara y muchas otras ofensas que la hacen sentir “pequeñita, insignificante”.

“No encajo aquí”, afirma cuando le preguntamos por qué refleja tanta tristeza en el rostro. Un par de lágrimas corren silenciosas por sus mejillas.

Fernanda quiere tener amigos en la escuela, ser aceptada con sus virtudes y defectos, que no se rían de sus dientes amarillentos (como consecuencia de las vitaminas que toma desde pequeña), que nadie más le grite fea. Sabe que está siendo víctima de una práctica conocida como acoso escolar o bullying, pero no encuentra el modo de salir de ella.

Al igual que Fernanda, son muchos los adolescentes que sufren las consecuencias del acoso físico o psicológico, de forma continuada, por parte de uno o más compañeros de estudio.

En su escuela, contó Enrique, también excluyen o humillan a varios compañeros por su forma de vestir, gustos musicales, de series o películas.

“A veces hasta por el color dela piel o la situación económica, porque hay
muchachos que tienen un poco más que otros y entonces apartan a los que, según ellos, huelen a pobre”.

Cierto es que, en ocasiones, el acoso empieza como un juego por parte del victimario. Sin embargo, el peligro radica en que la mayoría de las veces trae consecuencias negativas a quien lo padece. Lo que inicia como “una
broma inocente” puede causar traumas que quizás perduren toda la vida.

TOLERANCIA CERO

Es común escuchar que el acoso siempre ha existido en las escuelas y hay que aprender a vivir con él. La afirmación no está del todo errada, pero aceptarlo como normal legitima una práctica que hace mucho daño.

Ocasiona ansiedad, depresión y disminución del rendimiento académico, alertó la doctora Roxanne Castellano.

“No podemos admitir que se trate con cierta liviandad en el contexto escolar. Se necesita plantear con rigor la tolerancia cero al bullying para que se establezca una disciplina que, de alguna manera, actúe como freno a esta práctica, que duele y se extiende”, afirmó la especialista.

La tendencia a no pedir ayuda, como evidenciamos en un sondeo de opinión realizado por estas reporteras en un grupo de adolescentes en edades tempranas, sumerge a los que sufren bullying en un círculo vicioso del que cuesta mucho salir airoso. El silencio de todos los involucrados (acosado, acosador y persona(s) que lo presencian y no hacen nada) es el
elemento fundamental que perpetúa el acoso, subrayó la psicóloga.

No es tan fácil hablar; además, si alguien se entera de que se pidió ayuda, “el chucho será peor”, dirán quienes leen estas líneas y viven o han presenciado situaciones similares. “La dignidad debe estar por delante de la vergüenza que se siente. Ninguna persona tiene derecho a maltratar a otra. Pedir ayuda es un acto de valentía”, enfatizó Castellano.

La actitud de quien lo vive no ha de ser soportarlo en silencio. No hay por qué mostrarse sumiso e indefenso ante los acosadores (aun cuando se trate de situaciones intimidantes). Sentir miedo es normal, pero hay que decirles que paren y demostrarles que ya otros saben que están siendo acosados y
están de su lado.

Los victimarios hacen uso del poder que tienen (puede ser físico) porque actúan en grupo. Para desempeñar su rol requieren de un conjunto de niños que le rían la gracia. Si ese público demuestra intolerancia al acoso,
lo estará deteniendo. Pueden decirles que no está bien lo que hacen y denunciarlos. Intervenir, buscar apoyo del resto y defender al que está siendo acosado y le da pena mostrarse frágil.

La familia debe ir a la escuela ante una situación de bullying y exigir los derechos que le asisten a su hijo, para que se tomen las acciones pertinentes. Mirarlo como una falta grave y enfrentarlo (más allá de la víctima y el victimario) contribuirá a ponerle fin a una práctica que debe ser extirpada del contexto escolar cubano.

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